Kristalina Georgieva estrenará el recambio generacional que hizo en el Fondo Monetario con la negociación del “caso argentino”

En cuatro meses, la economista búlgara ya dejó su marca en el manejo del organismo, con un estilo bien diferente de su antecesora, la francesa Christine Lagarde.

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Foto de archivo. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, deja una conferencia de prensa en Pekín. 21 de noviembre 2019.  REUTERS/Florence Lo
Foto de archivo. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, deja una conferencia de prensa en Pekín. 21 de noviembre 2019. REUTERS/Florence Lo

La misión del Fondo Monetario Internacional que arribará en las próximas horas a Buenos Aires no solo será la primera durante la presidencia de Alberto Fernández, sino también la primera incursión técnica del FMI en el país bajo la dirección de su actual número uno, la búlgara Kristalina Georgieva.

Hasta ahora, dijeron desde el Fondo, los contactos fueron de conceptos generales, de “escuchar al cliente”, sin hablar, siquiera tentativamente, de “Programa” o “Acuerdo”, dos palabras caras al léxico del organismo.

Esos contactos incluyeron reuniones de Martín Guzmán, antes de asumir como ministro, con Georgieva y el nuevo “jefe de misión” del Fondo para la Argentina, el economista venezolano Luis Cubeddu, una reunión posterior, en Nueva York, ya ministro, con Cubeddu y la nueva subdirectora del Departamento que sigue las economías latinoamericanas, la norteamericana Julie Kozack, y otra con Georgieva en Roma, en una reunión organizada por el Vaticano que derivó en una cena compartida en la Embajada argentina en Italia.

En poco más de cuatro meses, Georgieva hizo varios cambios en la cúpula del Fondo. La semana pasada anunció la partida del número dos, el norteamericano David Lipton, tras más de ocho años en el organismo, y de la número tres, la ítalo-brasileña Carla Grasso, a quién Lipton le había extendido su mandato hasta febrero de 2021, lo que fue desautorizado por Georgieva. Antes había eyectado al director del Departamento Europeo, el danés Poul Thomsen, desgastado por los idas y vueltas del caso griego.

La norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, a la salida de la reunión que tuvieron en Nueva York con el ministro Guzmán
La norteamericana Julie Kozack y el venezolano Luis Cubeddu, a la salida de la reunión que tuvieron en Nueva York con el ministro Guzmán

Georgieva dejó por ahora al director del departamento para el Hemisferio Occidental, el mexicano Alejandro Werner, pero lo rodeó con funcionarios que eligió personalmente. Como segunda designó a Kozack, y como “jefe de misión” para la Argentina a Cubeddu, en lugar del italiano Roberto Cardarelli, a quien ofreció ser "representante residente” en las oficinas del Banco de Suecia, el mismo que otorga el premio Nobel de Economía. El economista romano, tal vez tras consultar a su esposa calabresa, declinó emigrar a la fría tranquilidad de Estocolmo.

Kozack, cuyo rango jerárquico es superior al de Cubeddu, ganó puntos por su manejo del “caso” de Islandia, luego de los tropiezos de su antecesor, Mark Flanagan, y le reconocen un buen manejo de los “casos” de Polonia y Lituania.

De Cubeddu, Georgieva valoró su experiencia entre 2003 y 2004 como “representante residente” en la Argentina y su trabajo con una de las estrellas ascendentes del Fondo, la india Gita Gopinath.

Nacida en Calcuta y profesora de la Universidad de Harvard, Gopinath es la primera mujer en acceder al cargo de economista jefe y directora de Investigaciones del Fondo. Su vice es el economista tucumano Gustavo Adler. Junto a Cubeddu, publicaron en agosto pasado un paper sobre la futilidad de los manejos cambiarios y arancelarios para afrontar los desequilibrios externos.

La economista india Gita Gopinath, profesora de la Universidad de Harvard, es la primera mujer en llegar a Economista jefe en el Fondo. 
(Bloomberg)
La economista india Gita Gopinath, profesora de la Universidad de Harvard, es la primera mujer en llegar a Economista jefe en el Fondo. (Bloomberg)

Georgieva inició así un recambio generacional, aunque la designación más importante será la de su número dos, potestad del gobierno de EEUU.

Christine Lagarde, la ex directora del Fondo, reposaba muchísimo en Lipton para la discusión técnica de los programas y el manejo del staff del FMI (2.700 empleados, cerca de la mitad de ellos economistas) y se dedicaba a las relaciones públicas y políticas. De entrada, en cambio, Georgieva dio al personal la impresión de que será una directora “hands on”, como señaló un observador.

Un aspecto que las distingue, señaló, es que en sus expresiones Lagarde usaba mucho más el condicional, cosa que Georgieva prácticamente no hace. “De Lagarde se sabía muy bien lo que quería pero no muy bien lo que pensaba; Kristalina en cambio es muy franca, se sabe muy bien lo que piensa, aunque todavía no está muy claro qué es lo que quiere”, añadió.

En su último año en el Banco Mundial, donde llegó a directora general, Georgieva trabajó con el actual presidente del Banco, David Malpass, ex economista jefe de Bear Stearns, crítico del FMI y en 2016 miembro de la campaña de Donald Trump. Ayer lunes, Georgieva y Malpass encabezaron un foro sobre “Deuda y Desarrollo en Países de Bajos Ingresos”, categoría en la que no está incluida la Argentina

Entre Trump, Malpass y el Departamento del Tesoro decidirán quién secundará a Georgieva. Será un puesto clave, algo así como “los ojos de Estados Unidos” en el directorio del principal organismo del sistema financiero internacional, creado hace tres cuartos de siglo, sobre el final de la Segunda Guerra Mundial.

Es una decisión que pasa bien por arriba de los funcionarios del organismo. “Acá nos vamos a enterar cuando lo anuncien”, dijo al respecto un insider del Fondo.

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