José Montesano, el hombre que superó un cáncer y volvió a relatar para emocionar y emocionarse en los Juegos Olímpicos: “¡Punto, punto punto!”

El popular relator de vóley y básquet es una figura más de Tokio 2020. Querido por los jugadores y reconocido por el público, en 2016 tuvo que someterse a un agresivo tratamiento por un linfoma. La visión de su trabajo y de la vida en este momento de alegría

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El alocado festejo de Montesano y Conte tras la victoria ante Italia

“¡Punto, punto, punto!”, la clásica expresión de José Montesano desde TyC Sports atravesó la pantalla para llegar con emoción a todos los argentinos cuando la selección argentina de voleibol consiguió vencer a Estados Unidos el pasado domingo en el Ariake Arena de Tokio y este martes cuando clasificó a seminales y provocó su abrazo con una de las glorias de este deporte y comentarista, Hugo Conte, quien presenciaba los éxitos de su hijo Facundo.

Aquel domingo, pero horas antes, el mismo relator había transmitido, con su particular voz, otra emoción en los Juegos Olímpicos, cuando el equipo nacional de básquetbol logró también el pase a los cuartos de final al vencer a Japón y fue abrazado por los jugadores apenas minutos más tarde.

Es que Montesano no es un relator más. Construyó su popularidad desde sus primeros tiempos cubriendo fútbol, boxeo y básquetbol en su Olavarría natal y todos los que lo rodean en las transmisiones destacan su carisma, sencillez y sensibilidad para encontrar un lugar desde sus coberturas televisivas en el voleibol y el básquetbol, y el cariño creció cuando tras serle detectado un linfoma de Burkitt (cáncer en los ganglios) tuvo que atravesar nueve meses de enfermedad e internaciones con siete quimioterapias y luego debió recluirse otra vez por la pandemia, y hace muy poco tiempo que regresó a su actividad regular hasta vivir estos picos de emoción en los Juegos de Tokio.

“Siento que estoy en un tremendo momento, muy bueno –sostiene Montesano a Infobae desde Japón-. Es algo lindo, pero también lo sentí en Río de Janeiro en 2016. A mí, el ciclo olímpico me enciende. Después, mantengo una continuidad, lo que no se mantiene es el grado de visibilidad que tiene un Juego Olímpico. Pero fundamentalmente lo que siento es que estoy acá por algo. Yo pensé que nunca más iba a estar en un Juego Olímpico. Yo pensé que nunca más iba a estar vivo. Esto es difícil de transmitirlo y explicarlo”.

La imagen de Montesano está asociada a los momentos más importantes de las selecciones nacionales, como aquella clasificación a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016 cuando Argentina venció 78-70 al local, México en básquetbol. Al finalizar, Sergio “Oveja” Hernández le dijo “es la primera vez que el entrenador consuela al periodista” o quedó para siempre la frase de Facundo Campazzo “no sé para que vengo porque no puedo hablar”.

También Montesano puede ser recordado en la imagen de los festejos en el Mundial de China 2019, cuando la selección argentina llegó a la final ante España y tras la victoria ante Francia, los jugadores lo rodearon en la zona mixta y lo insultaban en broma, Campazzo le robó los lentes y Gabriel Deck le quitó el micrófono y le hizo una pequeña entrevista sobre el partido.

Las expresiones eufóricas con su particular voz ya forman parte de las tradiciones en los relatos deportivos televisivos, con frases como “Punto, punto, punto” o haciendo juego con la cumbia, “las manos de todos los pibes arriba”.

Jordán Galliquio, quien compartió viajes y preparaciones de transmisiones con Montesano por todo el país y quien se considera “su hermano menor” a partir de una relación construida “por ser yo de Azul y él de Olavarría, dos ciudades con mucha pica y códigos en común”, considera que el vínculo del relator con el básquetbol “se forzó en su ciudad y en sus primeros vínculos y con la cobertura del Torneo Nacional de Ascenso (TNA) y la Liga Nacional con Miguel Romano y también de allí viene la relación con el entrenador de la selección argentina, Sergio ‘Oveja’ Hernández, que sacó campeón a Estudiantes de Olavarría”.

El emocionante relato de José Montesano en la victoria de Argentina sobre Túnez

Montesano, de 50 años (nació el 23 de enero de 1971) vino a Buenos Aires a estudiar en la escuela del Círculo de Periodistas Deportivos ya con un importante bagaje porque había trabajado en Olavarría y al poco tiempo alternaba el básquetbol con el fútbol del Nacional B para TyC Sports en 1997.

Alejandro “Turu” Munuera, uno de sus productores históricos –comenzó a trabajar con él en 1996 en las transmisiones de “Tirando al Aro” en radio Provincia de Buenos Aires-, destaca que Montesanosiempre fue muy pasional para el relato y de muy buena llegada a los protagonistas. Aprendimos y crecimos juntos, con él y Quique Edelstein en las coberturas de TyC Sports se refiere a las transmisiones de vóley y beach vóley cuando se le hizo imposible viajar a otro colega, José Jozami- y luego se sumó Hugo Conte. Ellos tienen una relación maravillosa y pensar que José llegó a relatarlo y ahora lo hizo con su hijo Facundo en unas finales tremendas entre Swiss Medical Tucumán y Bolívar”.

“Desde lo profesional – le comenta Montesano a Infobae- siento que estoy muy bien pero nunca me sentí mal profesionalmente. Soy un tipo seguro y que buscó este camino de transmitir la pasión. Hice lo mismo cuando empecé en Olavarría a relatar. Relataba de esta manera. Nunca cambié, porque si cambio no sería yo”.

Ya desde su primera infancia en Olavarría, donde siguen viviendo su madre Delia y sus hermanos Luis (psicólogo) y Carlos (éste último, abogado de la Asociación de Jugadores de Básquetbol), lleva el sobrenombre de “Mosquito” y fue siempre partidario de acercarse a los protagonistas con apodos. “A un jugador de vóley no le gustó cómo lo llamaba y desde ese momento comenzó a tratarlo de ‘señor’”, cuenta Galliquio.

“El secreto es que es un gran profesional que se toma de la misma manera un Peñarol-Quilmes que un partido de los Juegos Olímpicos –destaca Martín Bitthoff, camarógrafo y amigo personal de Montesano, al que también lo unió ser del interior bonaerense, de Mar del Plata-. Es un apasionado por lo que hace. Es un pibe común, humilde, respetuoso, sencillo, cariñoso. Antes, parecía que nunca le alcanzaban las cosas, como que siempre quería más, pero la enfermedad lo cambió y ve la vida de otra manera”.

El reconocido comentarista de fútbol Alejandro Fabbri, quien coincidió poco con él en TyC Sports –”solo en el noticiero porque hacemos deportes diferentes”, aclara- sostiene que Montesano “tiene todas las condiciones para ser elegido el mejor compañero de la clase, como cuando elegíamos así. Es un tipo muy querido, solidario, muy buen compañero, que siempre está con algo positivo, y tiene muy buena relación con los jugadores y no por ser un chupamedias o un tipo que no pregunta nada sino que en general, especialmente con el básquet, se han dado muchas cosas a favor, en distintos torneos, que nos emocionaron”.

“Compartimos algunas tardes de noticiero y es un tipo que tiene la suficiente edad como para poder hacer alguna broma o como para poder hablar de algo muy profundo –agrega Fabbri-. No es un tipo hueco, que esté de joda, para nada. Al contrario, un profesional. Está muy metido con el basquetbol y el voleibol. Padeció esta enfermedad y pudo salir adelante. En ese tiempo, todos lo pasamos mal. Lo hemos ido a ver al sanatorio muchos de nosotros. Él siempre agradece, es muy extemporáneo, parece como de un tipo italiano por la manera de actuar y por cómo te brinda el afecto. Nos cargamos mucho con Platense y Estudiantes de Olavarría, que competían en básquetbol”.

En medio de todo su trabajo, aparecieron signos de que algo no andaba bien con su salud. “Me dolía todo el cuerpo, el estómago, la espalda, las piernas. A veces sentía que no podía más –relató en una entrevista- pero ya todo se complicó en noviembre de 2016 cuando fue a relatar un partido de básquetbol a Bahía Blanca. “Terminé de trabajar y no daba más, ni siquiera podía comer”.

Al llegar a Buenos Aires, su médico de cabecera lo internó para hacerle estudios y el 29 de noviembre le diagnosticaron que tenía “Linfoma de Burkitt”, algo poco frecuente que ataca los ganglios de todo el cuerpo y la médula ósea, lo que lo obligó a someterse a agresivos tratamientos de quimioterapia.

“Lo importante es que la cabeza no te gane y que puedas recibir todo el amor y cariño posible –comentó más tarde Montesano- porque independientemente de que pueda salir bien o mal, para el que está enfermo es bueno recibir ese amor. Hay personas que se cierran. Yo he tenido días enteros solo y llorando en la cama sin querer hablar con nadie, pero eso es lo que te tira para abajo. Tardé en darme cuenta de que no me podía morir, tenía que vivir. Es muy difícil pensar en tu propia muerte. Llega el día en que pensás en los que quedan”.

A los dos meses de volver a trabajar recibió un emotivo homenaje con videos que le enviaron los protagonistas del vóley y el básquet. Su regreso después de nueve meses y siete sesiones de quimioterapia se produjo en un enfrentamiento de vóley entre Argentina y Chile por el Premundial el 30 de Palpalá. “Nadie tiene la vida comprada –dijo entonces-. La cabeza te cambia, ves las cosas de otra manera”.

“Decime si estoy exagerando un poco”, cuenta Galliquio que a veces le pide Montesano. “Su relato tiene una característica propia, porque tiene que diferenciarse con los de otros deportes a partir de que TyC Sports es un canal futbolero, más que otra cosa” –sostiene Fabbri-. Trata todo con sentido común, con criterio, y más allá de que a veces parezca desorbitado con el relato, está puesto más del lado del entretenimiento y se supone que el comentarista es el que tiene que darle un toque diferente más allá aunque hoy los relatores en el fútbol griten y te cuenten un córner igual que un saque lateral a cincuenta metros del arco, José lo hace de otra manera, te engancha más. Conoce el reglamento y el juego, y con el vóley y el básquet tiene mucha onda y además siempre se complementa bien con el comentarista. Ese es un dato muy importante. No dice pavadas sino que hace un tratamiento de la noticia con buen humor y tratando de no meter la pata nunca. Todas esas cosas las reúne José. Por eso es una alegría que gracias a estos muchachos se gane otra vez un lugar en la consideración”.

Galliquio detalla que Montesano –que tiene tres hijos, las mellizas Juana y Catalina, y un hijo, Emiliano, de un primer matrimonio- recibe cartas de todo el país, y a donde va, le piden fotos y lo saludan. “Tiene un aura especial, un don. Una mezcla de carisma y sensibilidad. Establece un vínculo con los protagonistas por su carisma y humor muy particular y se hace querer por todos, siempre tirando para adelante porque la gusta que la gente que trabaja con él se sienta cómoda.”.

“Las sensaciones de morirse son de cada uno y son intransferibles –explica Montesano a Infobae-. Yo la tuve. Y entonces siento que estoy acá para transmitir cosas que tienen que ver con el sentimiento y el corazón pero fundamentalmente tratar de dar un mensaje que tenga que ver con la salud así sea una frase como “las manos de todos los pibes arriba en época de Covid con alcohol en gel”- Esa es mi idea y por algo pude con el cáncer, para poder hablar libremente de una enfermedad que sigue siendo tabú en la Argentina y para poder hablar de situaciones de salud que no se hablan y que se deberían hablar mucho más y ponerlas sobre la mesa”.

“Siento que el relato es mi lugar en el mundo porque logro abstraerme de todos mis problemas, de todo lo que me esté pasando y focalizar mucho en el que la esté pasando mal por distintas situaciones: por un dolor de muela, porque tiene cáncer, porque se le murió una pareja, un familiar, o porque tiene quiilombo con sus hijos o se está por separar. Si yo puedo robarle una sonrisa a alguien a través de mi relato, para mí eso no tiene precio, es impagable”, finaliza, y vuelve a la intensidad de la cobertura de los Juegos Olímpicos de Tokio. Le espera otra ardua y apasionante jornada.

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