
Novak Djokovic, uno de los tenistas más decorados de la historia, ha reconocido que, aunque ha superado sus propias expectativas en el deporte, una sensación persistente de insuficiencia sigue impulsando su carrera.
En una entrevista reciente con Jay Shetty, el serbio explicó que su motivación no solo nace de la pasión y el amor por el tenis, sino también de una necesidad interna de demostrar que es suficiente, una batalla emocional que arrastra desde la infancia. Psychology Today, que analizó en profundidad estas declaraciones, destaca cómo esta dualidad ha marcado tanto su éxito como su bienestar personal.
Djokovic detalló que, aunque siente orgullo por sus logros, nunca se siente completamente satisfecho. “Sí, y más que eso, y al mismo tiempo, todavía quiero hacer más”, afirmó el tenista, según recogió Psychology Today. Para él, parte de ese impulso proviene de un “buen lugar”: el propósito, la inspiración y el deseo de alegrar a quienes lo siguen.
Sin embargo, también identificó una segunda fuente de motivación menos luminosa: la sensación de no ser suficiente. “Eso se remonta a mis inicios y a mi relación, en particular con mi padre, y a no ser, no hacer, lo suficiente, no ser lo suficientemente bueno. Me conmueve eso, porque todavía lo llevo muy dentro y es como una batalla que también enfrento a menudo”, relató Djokovic en la conversación.
Origen de la sensación de insuficiencia y presión familiar
El análisis de Psychology Today profundiza en el origen de esta sensación de insuficiencia, situándola en la relación de Djokovic con su padre y en las circunstancias de su niñez. El propio deportista relató cómo, desde pequeño, sintió que debía triunfar no solo por ambición personal, sino como una cuestión de supervivencia familiar. “Como si triunfar fuera una cuestión de existencia, de supervivencia para mi familia. Creo que empezó ahí y que con los años se ha transformado o evolucionado hacia una forma diferente”, explicó. Esta presión, según el medio, se convirtió en una huella emocional que aún lo acompaña.
Desde la perspectiva de Psychology Today, la historia de Djokovic no solo refleja una creencia mental, sino una huella fisiológica profunda. El artículo recurre a la Teoría Polivagal, desarrollada por el Dr. Stephen W. Porges, para explicar cómo las experiencias tempranas pueden condicionar el sistema nervioso de una persona.
En el caso de Djokovic, su infancia estuvo marcada por la anticipación constante de amenazas y la necesidad de estar siempre alerta. Este patrón, según el análisis, le permitió alcanzar la cima del tenis mundial, pero también le impide disfrutar plenamente de sus éxitos y descansar en la sensación de ser suficiente.

El peso de la responsabilidad y los sacrificios familiares
Uno de los episodios más significativos de su infancia, según relató Djokovic, ocurrió cuando su padre llevó a casa 10 marcos alemanes y le dijo: “Esto es todo lo que tenemos para nuestra familia de cinco...”. A partir de ese momento, el joven Novak sintió que debía asumir una responsabilidad desproporcionada para su edad. “Pensé: bueno, ahora tengo que tomar las riendas de mi cuerpo de 12 años como pueda... No tener éxito no es una opción”, recordó. Este episodio, recogido por Psychology Today, ilustra el peso que la situación económica y familiar depositó sobre sus hombros.
La presión no se limitó a lo económico. Djokovic describió cómo su padre solicitó préstamos a tasas de interés elevadas para financiar su participación en torneos, con la esperanza de que algún patrocinador apostara por él. Aunque siempre consideró a su papá un héroe por estos sacrificios, el estrés y la exigencia implícita de éxito le generaron una sensación constante de insuficiencia. “Luego fue duro porque él también me hacía pasar un mal rato si no jugaba bien... Es como si tuviera que ganar pase lo que pase. No me lo decía con palabras, pero así lo sentí, y así lo sentí durante años”, confesó el tenista.
Psychology Today subraya que, más allá de los mensajes explícitos, las señales no verbales —como el tono de voz, las expresiones faciales y el lenguaje corporal— transmitieron a Djokovic la urgencia y el miedo de su padre. El artículo cita al Dr. Porges para explicar que estas señales, muchas veces inconscientes, pueden moldear la fisiología de un niño y dejar una marca duradera.
Así, el sistema nervioso de Djokovic aprendió a asociar la victoria con la supervivencia y cualquier otro resultado con el peligro y la incertidumbre.
Actualmente, Djokovic sigue viviendo con esa huella emocional. Aunque reconoce el orgullo por lo alcanzado, admite que la sensación de no ser suficiente nunca desaparece del todo. Psychology Today plantea que esta experiencia no es exclusiva del tenista, sino que muchas personas exitosas canalizan sentimientos similares.
La cuestión que queda abierta es cómo convive Djokovic con esa carga y si existe una forma de aliviar su influencia en su vida diaria.
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