Las dos caras de Paulo Dybala: de la euforia por el gol que ilusionó a la Roma al desconsolado llanto por haber perdido la final de la Europa League

La Joya estaba en duda para el duelo decisivo en Budapest y estuvo 67 minutos en el campo de juego. Fue clave en el ataque del conjunto de José Mourinho, pero fue Sevilla el que se impuso en los penales

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* La desazón de Paulo Dybala tras la derrota de la Roma en los penales

José Mourinho había adelantado en la previa de la final de la Europa League que Paulo Dybala, su jugador clave en la Roma, estaba para jugar unos 20 o 30 minutos ante el Sevilla en Budapest. La Joya, que venía de padecer lesiones en el último mes, terminó jugando más de lo previsto hasta que fue reemplazado a los 67 por Georginio Wijnaldum y fue clave para su equipo.

El cordobés, campeón del mundo con la selección argentina en Qatar, llegaba con muchas ilusiones a cuestas y al igual que todo el club romano quería levantar la segunda copa internacional consecutiva de la Loba, que venía de ser campeón de la Conference League el año anterior. Pero no pudo ser en los penales, ante un Sevilla que es infalible en la segunda competencia más importante de Europa y ya lleva siete títulos (sin perder ninguna final).

A Dybala se lo vio de buena forma física, moviéndose permanentemente en el frente de ataque del conjunto italiano y generando la preocupación de los defensores rivales. Incluso, a los 35 minutos recibió un balón filtrado de Gianluca Mancini y, tras controlar el esférico, no falló en el mano a mano con Bono. Cruzó el remate con su botín zurdo y salió corriendo a festejar el 1-0 con los tifosi que viajaron hasta Hungría.

La euforia se transformó, primero en frustración, por el empate del Sevilla tras un gol en contra de Mancini. Luego, en lamento por la jugada sobre el final del tiempo suplementario que dio en el travesaño y más tarde en el nerviosismo lógico de una definición por penales, que terminó favoreciendo a los españoles con la conversión de Gonzalo Montiel. El resto fue pura tristeza para el delantero. Con lágrimas en los ojos y el consuelo de sus compañeros, observó la entrega de premios y debió conformarse con la medalla de plata.

* El gol de Paulo Dybala que abrió la final de la Europa League en Budapest

Del otro lado, los argentinos Lucas Ocampos, Erik Lamela, Gonzalo Montiel, Alejandro Papu Gómez y Marcos Acuña, quien no participó de la final por estar suspendido, se colgaron una nueva medalla de oro con el nuevo título del Sevilla, el club más ganador de la historia en Europa League.

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