
Una camiseta habitó durante 20 años el Museo del Fútbol de Manchester y será el foco de una puja organizada por la afamada casa de subastas Sotheby’s, que espera recibir entre 5 millones y casi 8 millones de dólares. El paradero de la otra protagonista de uno de los intercambios más icónicos de la historia de este deporte es un verdadero misterio...
La polémica quedó instalada: el británico Steve Hodge está dispuesto a vender la casaca que cambió con Diego Maradona luego de su actuación más inspirada, los dos gritos a Inglaterra, la “Mano de Dios” y el “Gol del Siglo”, en el duelo por los cuartos de final del Mundial de México de 1986. El ex mediocampista asegura que se trata de la camiseta que el astro lució en el segundo tiempo, cuando dejó su sello en la historia. Dalma Maradona y Claudia Villafañe, ex esposa de Pelusa, lo desmintieron, alegando que en realidad se trata de la que usó en la etapa inicial.
Sotheby’s, para garantizar el remate, informó que realizó un minucioso estudio para comprobar que se trata de la indumentaria con la que el Diez descolló en los segundos 45 minutos aquel 22 de junio en el estadio Azteca. Contrató a una “firma externa experta en Resolution Photomatching” para comparar la pieza con las fotos, y ratificó que en ese proceso encontró “múltiples coincidencias concluyentes” con la que Maradona anotó sus dos goles, tales como “los hilos deshilachados e imperfecciones de costura en el parche frontal de la camiseta”.
Detrás de la pelea por la etapa en la que Diego usó esa casaca hay otra historia. Porque para hacerse del uniforme con el que Maradona llevó al éxtasis a la pelota, Hodge entregó el suyo, con el dorsal 18. Así lo relató en el libro que firmó con su historia, atada para siempre a ese suceso, al punto que lo tituló “El hombre con la camiseta de Maradona”.
Una obra imprescindible para profundizar en el mojón que representó aquel Argentina-Inglaterra es “El partido”, del periodista Andrés Burgo. Allí, relata al detalle ese intercambio para la posteridad... Sobre todo, para la posteridad del inglés. “Al final quise la camiseta de Maradona, pero había un poco de cola, muchos pretendientes. La tradición es intercambiarla con el rival más cercano que tuviste en el partido y Steve Hodge lo marcó a Diego en los últimos cinco minutos, así que se quedó con la camiseta”, prologó John Barnes en su biografía.
“Cuando terminó el partido, un par de compañeros quisieron la camiseta de Maradona. Al principio, ni pensé en eso. Nunca lo había hecho en el Mundial y solo quería irme rápido. Los argentinos festejaban como locos. Pero como ya estábamos eliminados, me dije: ‘Bueno, puedo probar’, y me acerqué a darle la mano a Maradona. Chris Waddle estaba en lo mismo. En eso me pidieron que hablara con Gary Newbon -entrevistador-, y eso me retrasó, así que tardé un par de minutos en irme de la cancha. Los equipos tenían dos túneles separados, pero bajo tierra se unían y nos llevaban a los vestuarios. Yendo para el mío, veo cómo Maradona también va para el suyo. Nos miramos y estiré mi camiseta, como pidiéndole un cambio. Él dijo que sí con la cabeza y listo. Fue pura casualidad. Juntó sus manos como un gesto de agradecimiento y se fue”, narró Hodge.

“Al volver a Inglaterra puse la camiseta en el ático de mi casa y quedó ahí hasta 2022, cuando vi una noticia que me llamó la atención: una de las remeras que Pelé había usado en el Mundial 70 fue a subasta y se vendió por 150 mil libras. Supe que la de Maradona en 1986 podía ser comparable y la camiseta que guardaba se convirtió en tema de conversación. Me invitaron a un programa de televisión, en Londres, y viajé el día previo. A las once de la mañana me llamaron para preguntarme si la había traído. No la tenía, así que llamé a mi suegra para que la buscara y me la enviara en una moto a través de un mensajero. Me puse muy nervioso hasta que me la entregaron a las dos de la mañana. En otro programa, uno de los conductores quiso ponérsela. Como toda la indumentaria de entonces, la de Maradona era muy pequeña, así que empecé a transpirar más por eso que por las luces del estudio. Tuve miedo de que se rompiera, y eso me sirvió para que decidiera asegurarla, pero fue muy difícil porque ninguna compañía quería ponerle un valor. Entonces la dejé en el Museo Nacional del Fútbol, en Preston. La gente me hace más preguntas por la camiseta de Maradona que por otra cosa. Nunca la lavé, todavía tiene su transpiración y su ADN”, detalló su periplo.
“Tuve ofertas para venderla pero no quise hacerlo: es el gran momento de mi carrera y un recuerdo del mejor futbolista que jugó a este deporte”, le respondió a Burgo vía correo electrónico sobre una hipotética transacción. Hoy, a juzgar por la compulsa que se iniciará el 20 de abril, cambió de opinión. Ahora bien, es conocido el periplo de la pieza iluminada por la gloria. ¿Pero qué fue de la casaca del británico, que al menos hasta el vestuario viajó en las manos de Maradona? Aquel acto de camaradería deportiva, incluso, le había generado el fastidio de sus compañeros al mediocampista que pasó por el Aston Villa, el Tottenham y el Leeds, entre otros equipos.
“No había manera de que yo quisiera intercambiar camisetas con cualquiera de los argentinos. Irónicamente, la única persona con ganas de poner sus manos en la camiseta de Maradona fue el propio “Señor Olvidadizo”, Steve Hodge. Él todavía la tiene y vale una fortuna. Ojalá la tuviera yo”, describió el clima del vestuario perdedor Kenny Sansom, también en su biografía.
Diego fue el dueño por apenas un suspiro. Es que una casaca, o un detalle de la misma, fue más fuerte que él. Cuando entró a los camerinos de Argentina, en medio de la euforia, detectó que Oscar Garré había hecho un trueque con Gary Lineker, el N° 10 inglés. Y, para Pelusa, el N° 10 oficiaba de imán. Entonces, le ofreció al lateral izquierdo la ofrenda de Hodge a cambio de la del delantero devenido periodista y presentador. Esa es la que hoy permanece en el museo de tesoros de Maradona que heredó su familia.
El destino de la camiseta de Hodge hoy es una incógnita. Y no porque el Mago lo haya olvidado. Consultado por Infobae, Garré no quiso adentrarse en la controversia por la autenticidad del manto a subastar: “Seguí el tema superficialmente, lo sé por comentarios, porque me preguntan”. Pero sí confirmó que la casaca de Hodge es historia... Literalmente.

“No tengo más camisetas, a muchas los pibes míos las perdieron. Y, en un momento, hace muchos años, entraron a mi casa y se llevaron muchas cosas de valor, incluyendo algunos recuerdos, camisetas, botines, medias; no me quedó prácticamente nada de recuerdo”, se lamentó por el contenido sentimental del botín sustraído por los ladrones.
“La única que me quedó es la camiseta que usamos contra Perú, cuando clasificamos al Mundial del 86, en el último partido de la Eliminatoria 85; la tengo enmarcada. Y también la de Ferro, cuando me retiré, en el 94; otra que tengo encuadrada. Después, un desastre, porque perdí, me robaron, y ahora con el tiempo te das cuenta de que eran cosas muy lindas para tener”, reveló, confirmando que las dos piezas de un trueque emblemático no corrieron la misma suerte...
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