Fue campeón del mundo, jugó con Maradona y tras el retiro sufrió una profunda depresión: “Estuve un año y medio encerrado y bajé 20 kilos”

El ex arquero Chocolate Baley recorre su carrera y evoca con dolor su amistad con Diego, de quien fue compañero y rival: “Le arruinaron la vida y lo abandonaron”. Emblema de Talleres, analiza la final de la Copa Argentina: “Boca es un quilombo, un cabaret”

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A los 71 años, disfruta de su familia y disfruta del fútbol y el automovilismo (Crédito: La Voz)
A los 71 años, disfruta de su familia y disfruta del fútbol y el automovilismo (Crédito: La Voz)

En vísperas de la final de la Copa Argentina 2021 que disputarán Boca y Talleres en Santiago de Estero, existe un encuentro entre ambos que pasó a la historia y se transformó en uno de los más recordados por los fanáticos de uno y otro equipo.

El 22 de febrero de 1981, Diego Armando Maradona salía por el túnel y se encontraba cara a cara por primera vez con la multitud boquense que esperaba para verlo brillar en el verde césped de la Bombonera. Fue su primer partido con la casaca Azul y oro. En aquella tarde de verano, el Xeneize goleó 4-1 a Talleres de Córdoba y Pelusa se dio el lujo de anotar dos goles, ambos de penal. Miguel Ángel Brindisi, su gran socio durante esa temporada, también marcó por duplicado. El arquero que sufrió los cuatro tantos fue Héctor Rodolfo Baley, quien fue testigo de una derrota histórica.

“Esa tarde debuto en la T y Diego en Boca. Fue un placer haber jugado contra él. Con 17 años ya demostraba sus condiciones técnicas”, remarcó Chocolate Baley, quien conserva la marca de haber sido el primer arquero en atajarle un penal a Pelusa cuando vestía la casaca de Argentinos y él defendía los tres palos del Globo de Parque Patricios, en un partido que terminó igualado en dos.

“La lógica dice que son muy pocas las posibilidades de detener una ejecución desde los 12 pasos. Por intuición, me tiré hacia mi derecha. Después, en el rebote Diego vuelve a patear y la tira por encima del travesaño”, recuerda el ex futbolista que pasó por Colón (1973-1976), Huracán (1976-1978), Independiente (1978-1981), donde salió campeón del Torneo Nacional 1978, y Talleres (1981-1987).

“Yo tuve la suerte de conocerlo del 78 al 82, al Diego amigo, al compañero, respetado. A partir de su llegada al Barsa le cambió la vida. Se juntó con personas que dicen ‘quererlo’ y no fue así. Son los mismos a los que escuchás por televisión hablar bien, de que ‘en Cuba le daban la droga y le llevaban las minas”, que decían ser amigos de él. Pero le arruinaron la vida y lo abandonaron. Maradona murió en una pieza solo, sin nadie. Te da bronca, porque verlo fallecer de esa manera es muy feo”, sentenció Baley.

Su porte elegante y su 1,86 metro de altura lo distinguían. Tal fue su envergadura que tuvo el privilegio de levantar la Copa del Mundo en 1978 y participar del Mundial de España 82. Luego de casi 20 años de carrera, el portero se retiró a los 38 años y cayó en un cuadro depresivo. “Tuve un ataque de presión. Estuve un año y medio encerrado en mi casa. Bajé 20 kilos. Fue muy difícil manejar la situación del retiro. No estamos preparados los jugadores para dejar el fútbol”, expresó en diálogo con Infobae.

- ¿Qué es de su vida, Héctor?

-Estoy en Córdoba capital con mi familia y cuidándonos; mirando mucho fútbol. No trabajo más. Tengo 71 años. Me dedico a cuidar mi salud y a mi nieta.

- ¿Tiene otras pasiones además del fútbol?

-Sí, la pesca, la caza y el automovilismo, además del básquet. Están por encima del futbol hoy en día. Especialmente, la Formula 1 porque están cabeza a cabeza Lewis Hamilton con Max Verstappen. Hoy, elijo mirar una carrera de esas que un partido de fútbol, salvo cuando juega River que, si lo hace de noche, no ceno para verlo.

- ¿Qué le parece el equipo de Gallardo?

-Excelente como juega, da cátedra de fútbol. El trabajo de Marcelo es muy bueno. River es el mejor equipo de Argentina. Tiene mucha dinámica, velocidad y mucha presión. Y eso que en los últimos partidos armó un once sin Matías Suarez, Fabricio Angileri, Enzo Pérez y Nicolás De La Cruz. Así y todo pasa por arriba al resto. No para de sacar juveniles: Santiago Simón, Julián Álvarez y Enzo Fernández, que son de categoría.

- ¿Qué pasó con Talleres que no llegó a pelearle el título a River hasta la última fecha?

-No le dio la nafta para competir por el título hasta el final. Tiene un plantel muy corto, que le alcanza únicamente para llegar a la final de la Copa Argentina, donde enfrentará a Boca. Hizo una buena campaña, pero tiene un grupo reducido.

- ¿Cómo se imagina el juego entre Boca y Talleres?

-Yo lo veo muy bien a Talleres. Ha hecho muy buen campeonato, excelente. El Cacique Medina está llevando a cabo un trabajo bárbaro. Con un plantel reducido y jugadores desconocidos como Diego Valoyes, Nahuel Tenaglia y Michael Santos. De esta manera, llegó a una final y está segundo en el torneo local. No se la va a hacer fácil al xeneize.

- ¿Lo ve más debilitado al equipo de Battaglia que a la T cordobesa?

-Boca es un quilombo, un cabaret. No lo entiendo a Battaglia cuando sale a hablar en conferencia de prensa diciendo que tres de sus futbolistas estaban intoxicados y todos sabíamos que se fueron de joda. Ahora que los necesita no los sanciona. Quedará un antecedente bárbaro y cualquiera podrá hacer lo que quiera. Y no va a poder hacer nada porque no lo hizo con Cardona, Villa y Zambrano. Esos errores en el club de la Ribera te cuestan caro. Por eso, le tengo más fe al Matador que al Xeneize.

- ¿Le faltó experiencia a Battaglia para manejar esa situación?

-Hay que ser pelotudo para salir a hablar en una conferencia de prensa y decir que estaban intoxicados. Todo el periodismo sabía lo que había pasado. Miente y después se manda la cagada de decir que los iba a sancionar y no lo hace. Ahora, cualquier futbolista hará lo mismo y no va a poder tomar ninguna medida. Los tiene que suspender a los tres. No importa que deba jugar una final de Copa Argentina. Tiene jugadores para utilizar, muchos juveniles. El entrenador defiende mucho a los chicos, pero cuando le conviene los borra. Y cuando los necesita los usa. Que tome una decisión, pero que no le mienta a la gente. Yo no lo podía creer.

- ¿Está para continuar como técnico de Boca?

-No lo está, ciclo cumplido. Los técnicos del Xeneize deberían ser del estilo del Coco Basile y Carlos Bianchi. Este muchacho no tiene la espalda para estar en Boca, teniendo a Juan Román Riquelme controlando todo. Boca es novedad siempre porque sigue siendo un cabaret. Salvo en la época del Virrey, siempre fue un puterío, una joda tremenda. En cambio, River es un ejemplo. Deben pasar cosas como en cualquier otro club, pero no salen a la luz. Nadie se entera. No dicen nada y juegan muy bien.

- ¿Alguna vez lo llamó River o Boca para contratarlo?

-Sí, me llamó Boca. Resulta que cuando estaba en Huracán había arreglado de palabra mi transferencia a Independiente. Previo a llegar al Rojo, me llama Juan Carlos Lorenzo para llevarme al Xeneize. Pero ya le había dado mi palabra a Julio Grondona. Además, con el ex presidente tenía una relación muy especial. Y cumplí mi promesa.

- Existe un partido entre Boca y Talleres que quedó en la historia. Fue el debut de Diego Maradona en la Bombonera con la camiseta local. ¿Qué recuerda de aquel choque?

-Fue hace 40 años, en 1981. Hermoso fue jugar en la Bombonera a estadio lleno. Esa tarde yo debuto para la T y Diego para Boca. Fue un placer haber jugado esa tarde contra él. Enfrenté al que se iba a convertir en el mejor jugador de todos los tiempos. Con 17 años, ya demostraba sus condiciones técnicas. No tuvimos suerte. Porque perdimos y me hizo dos goles. Le regalaron dos penales a Diego y los otros tantos fueron de Miguel Brindisi. Para nosotros marcó la Pepona Rinaldi. Ellos salieron campeones ese año.

- Ya lo había enfrentado antes a Pelusa, pero con otra camiseta. Fue en noviembre de 1977. En ese partido, le atajó un tiro penal en un Argentinos 2 - Huracán 2.

-Sí, atajaba para el Globo. Tuve la suerte de contenerle su primer tiro penal. Luego, se iba a convertir en el número 1 del mundo. Por intuición, me tiré hacia mi derecha. La lógica dice que son muy pocas las posibilidades de detener una ejecución desde los 12 pasos. Después, en el rebote el Diez vuelve a patear y la tira por encima del travesaño. Son cuestiones de segundos. Recién surgía Maradona y sabíamos de las condiciones con las que contaba. No era ni un 10 por ciento de lo que terminó siendo dentro de una cancha. Tenía 17 años.

- ¿Qué recuerdos tiene de Diego?

-Yo tuve la suerte de conocerlo del 78 al 82, al Diego amigo, compañero, respetado. Recuerdo cuando quedó afuera de la lista de convocados para el Mundial del 78. Con el paso del tiempo, compartimos plantel en el seleccionado en el Mundial de 1982. Teníamos una relación muy linda. Me acuerdo de que hablábamos mucho de pesca porque a mí me gustaba y él se mostraba interesado. A partir de su llegada al Barsa, le cambió la vida.

- ¿Por qué?

-Se juntó con personas que decían “quererlo” y no fue así. Son los mismos a los que escuchás por televisión hablar bien, de que “en Cuba le daban la droga y le llevaban minas”. Que decían ser sus amigos. Pero le arruinaron la vida y lo abandonaron. Maradona murió en una pieza solo, sin nadie. Te da bronca, porque verlo fallecer de esa manera es muy feo.

- ¿Hubo mucha gente que lo usó y después lo abandonó?

-Sí, sin dudas. Son los mismos que después los ves por televisión desfilando y contando las andanzas, ¿no? En su momento, en lugar de cuidarlo a Diego se la pasaban hablando por tele. No lo cuidaron un carajo, sinceramente.

- ¿Se refiere a Guillermo Coppola?

-Sí, Coppola y todo los que lo rodearon en el último tiempo. El que estuvo a su lado sabe que “si no le decís todo que sí, no podías estar con él”. Entonces, los que se quedaron eran cómplices de todo lo que le estaba sucediendo.

Chocolate participó con Argentina de los ciclos de dos Mundiales: 78 y 82 (Crédito: Twitter @fifaworldcup_es)
Chocolate participó con Argentina de los ciclos de dos Mundiales: 78 y 82 (Crédito: Twitter @fifaworldcup_es)

- ¿Cómo fue la relación con él en el Mundial 82?

-Muy buena. Porque era un chico joven y no estaba contaminado todavía. Un joven muy sencillo, inteligente y venía de un barrio carenciado, muy apegado a Doña Tota y a Don Diego. Desgraciadamente, Diego no estuvo preparado para llegar hasta donde llegó. Y soportar todo lo que le pasó en su carrera: la fama, el dinero y todo lo demás.

- ¿Cuándo Diego padeció aquella contaminación?

-Cuando llegó a España en 1982. En Barcelona empezó a consumir y él mismo lo afirmó.

- Estuvo presente el día que Menotti lo dejó afuera de la lista para el Mundial 78. ¿Cómo reaccionó Pelusa?

-Sí señor. Quedó afuera junto con Bravo y Lito Bottaniz. Era muy joven. Entendió la situación a pesar de la bronca que tenía. Teníamos a Mario Kempes y otros que también fueron muy importantes en el seleccionado. Diego no tenía una trayectoria tan importante para ser parte del plantel. Aparte, era sabido que le quedaba mucho tiempo para jugar en la selección argentina. Disputó los Mundiales 82, 86, 90 y 94. Fue campeón y subcampeón.

- Héctor, ¿cómo se enteró de que había sido citado por primera vez al seleccionado argentino?

-Fue en el año 1975. El ex técnico de Colón, Miguel “el Gitano” Juárez, me dijo: “Mirá Héctor, mañana tenés que presentarte en la cancha de Defensores de Belgrano para entrenarte con el seleccionado nacional”. Al principio no me volví loco, pero terminó siendo el día más importante de mi carrera. Hubo un antes y un después. Los primeros que lo supieron fueron Enzo Trossero y Hugo Coscia, que jugaban conmigo en el Sabalero y compartíamos casa en Santa Fe. Debuté en un triunfo por 6 a 0 ante Estados Unidos en el estadio Azteca por la Copa Ciudad de México. Después, me quedé hasta el Mundial de España, inclusive.

- ¿Qué cábalas tenía siendo parte del seleccionado?

-Fueron varias. Una de ellas fue usar la camiseta número 13, porque en el plantel nadie la quería. Otra, cuando nos trasladábamos en micro al estadio para jugar los partidos: cada uno respetaba sus asientos, no podías usar la butaca del otro. Después, cuando partíamos del predio de José C. Paz, había una mujer en la puerta con un cuadro que portaba una foto de Jesucristo. Era infalible y estaba siempre esa señora.

- ¿Es cierto que tenían una cábala con Kempes, que era fumar cigarrillos antes de los partidos?

-Sí, en el viaje de la concentración nos íbamos al último asiento del micro y compartíamos un cigarrillo. Menotti no se enojaba porque sabía que después rendíamos, especialmente Mario. El Flaco te daba muchas libertades. Por fumar un cigarrillo no pasaba nada. En cambio, si eran 10 la cosa se complicaba. También, fumaban Miguel Ángel Oviedo y Daniel Valencia. El entrenador te daba ciertas libertades, pero debías saber cómo manejarlas. Porque muchos compañeros se tuvieron que ir por no entender las señales del entrenador.

- ¿Quién no supo entender esas libertades?

Muchos, incluso de acá (Córdoba) como el Hacha Ludueña. El Flaco te daba muchas libertades, pero tenías que saber entenderlas.

- Como cuando se escaparon de la concentración para ir a pescar con Kempes…

-Sí, fuimos después de ganarle a Perú 6 a 0 durante el Mundial. Estábamos en Rosario y nos quedaba cerquita. Se me ocurrió que teníamos que ir a pescar. “¿Querés venir?”, le pregunté a Mario. César nos dijo que sí, pero que a las diez de la mañana teníamos que estar de vuelta para la práctica. A las cinco de la madrugada desperté a Mario. También, fueron Daniel Killer y Ruben “el Gato” Pagnanini. Kempes se quedó un rato y se volvió.

- ¿Dónde fueron a pescar?

-Al río Paraná, cerca de la concentración que teníamos en Rosario. Estuvimos arriba de una barcaza. Había conseguido cañas, un equipo de mate y facturas. Hacia un frío de morirse. Pero volvimos con cuatro pescaditos, que después le dimos al cocinero para que los preparara para el almuerzo. Nuestra mesa, donde además estaban (Alberto) Tarantini y (Daniel) Killer, tuvo un menú especial y todos se morían de envidia.

- ¿Qué otras libertades les daba el entrenador?

-Desde el juego, dentro de la cancha, como hacer un caño y un sombrerito, hasta tomar alcohol en las concentraciones. Siendo una persona madura sabías lo que tenías que hacer. Es muy simple: hacías las cosas bien o quedabas afuera. Nada de excesos.

- Cuando habla de alcohol, ¿se refiere a una copa de vino por día?

-Tomabas lo que vos querías, no había un límite. Después, atenete a las consecuencias. Si vos tenías que ir a practicar y no estabas bien físicamente o no rendías, solito te ibas echando del seleccionado. Hubo jugadores que estaban en la lista de preseleccionados que se equivocaron y por eso quedaron fuera de los convocados.

- ¿Fue el mejor momento de su carrera cuando vistió la camiseta albiceleste?

-Sí, pero tuve también momentos muy buenos en Independiente, Huracán, las divisiones inferiores de Estudiantes de La Plata, Colón y los últimos siete años en Talleres.

- Se dice que el arco no perdona, ¿es un puesto sacrificado el del arquero?

-Si te equivocás la vas a buscar adentro, es un puesto muy complicado. Más en la actualidad, que obligan al portero a salir con la pelota en sus pies. No todos están capacitados para eso. La mentalidad del arquero es muy especial. Debés atajar sabiendo que a tu espalda está únicamente la red. El fútbol cambió y todo en perjuicio del portero. La pelota corre más rápida por los campos de juegos y las reglas cambiaron: no podés agarrar la bola con la mano cuando te la devuelven con los pies. Por cómo se juega hoy y los sistemas que se utilizan, el guardameta tiene mucho más tiempo la pelota que en mi época.

El ex arquero Chocolate Baley recorre su carrera y evoca con dolor su amistad con Diego, de quien fue compañero y rival: “Le arruinaron la vida y lo abandonaron”. Emblema de Talleres, analiza la final de la Copa Argentina: “Boca es un quilombo, un cabaret”

- ¿Por qué motivo dejó el fútbol?

-Tenía 38 años y estaba cansado de todo, no tenía ganas de ir a entrenar. Dejé de un día para el otro. Dije: “No juego más”. Mas allá de que abandoné, me fue a buscar Vélez. Pero no tenía ganas de regresar.

- ¿Cómo la pasó una vez que dejó el futbol?

-Muy mal, tuve un ataque de presión. Estuve un año y medio encerrado en mi casa. Bajé 20 kilos. Fue muy difícil manejar la situación del retiro. No estamos preparados los jugadores para dejar el fútbol. Le pasó también al Chape Suñé. No volvés a pisar nunca más un vestuario ni recibir aplausos, ni sacarte fotos ni tener reportajes. Todo lo que viviste durante 20 años, de un momento para el otro no lo tenés más. Por ende, caí en un cuadro depresivo muy profundo.

- ¿Ha sido feliz en el arco?

-Sí, debajo de los tres palos me divertía, lo disfrutaba muchísimo. Te voy a contar algo. No me gustaba jugar al arco. Yo empecé a desarrollarme en ese puesto por una obligación con mi papá. Éramos cuatro hijos varones y yo jugaba al centro y mis hermanos también. Un día pensé en que tenía que darle el gusto al viejo y fui de portero. Entonces, me desarrollaba un tiempo en el arco y otro en el centro. A los dos años, mi papá me llevó al Pincha. Tenía 17. Después, tuve técnicos como Ángel Labruna, Menotti, Cayetano Rodríguez, José Pastoriza y el Gitano Juárez, que les gustaba lo lindo del fútbol e incluía divertirse.

- ¿Le quedó alguna cuenta pendiente?

-Ser el número 1 en la selección Argentina, pero estoy conforme con todo lo que hice.

- En el seleccionado nacional competía con el Pato Fillol, considerado como uno de los mejores arqueros de la historia…

-Sí, es uno de los mejores de la historia. Me tuvo dos Mundiales en el banco ese muchacho (risas). También estaba Ricardo La Volpe. Cuando uno compite con los mejores es lo mejor que te puede pasar.

- ¿En qué guardavalla se ve reflejado hoy en día?

-El Dibu Martínez anda muy bien. Franco Armani no es de mi estilo. El año pasado había bajado su nivel y en el 2021 lo recuperó. El Dibu es un muy buen arquero, pero le falta mucho para compararlo con el Pato Fillol.

- ¿Cómo terminó el juicio que le inició a la productora Underground por lo que dijeron sobre usted en la serie “Historia de un clan”?

-Le gané dos juicios en un año porque volvieron a cometer el mismo error. Les avisé y no me dieron bola. Le gané el primero y lo volvieron a hacer. Le volví a hacer juicio y se lo gané, al astuto de Sebastián Ortega. Uno puede opinar lo que quiera sobre mi condición de futbolista, pero no podés difamar mi vida personal. Encima, era mentira lo que decían. Involucrarme de esa manera no es correcto. La pasé muy pero muy mal, realmente.

Parte del plantel de la selección argentina campeona del mundo de 1978 en un homenaje a 35 años del logro. Ricardo Saporiti, Daniel Killer, Daniel Bertoni, César Menotti, Alberto Tarantini, Leopoldo Luque, Daniel Passarella, Luis Galván, Jorge Olguin, Ubaldo Fillol, Ricardo Villa y Héctor Baley. Al frente: Américo Gallego, René Houseman, José Daniel Valencia, Ruben Pagnanini, Oscar Ortiz y Miguel Oviedo (REUTERS/Enrique Marcarián)
Parte del plantel de la selección argentina campeona del mundo de 1978 en un homenaje a 35 años del logro. Ricardo Saporiti, Daniel Killer, Daniel Bertoni, César Menotti, Alberto Tarantini, Leopoldo Luque, Daniel Passarella, Luis Galván, Jorge Olguin, Ubaldo Fillol, Ricardo Villa y Héctor Baley. Al frente: Américo Gallego, René Houseman, José Daniel Valencia, Ruben Pagnanini, Oscar Ortiz y Miguel Oviedo (REUTERS/Enrique Marcarián)

- ¿De qué lo acusaban?

-Inventaron todo. Muy fuera de lugar. En la serie nombran a Chocolate Baley y afirman que había mantenido relaciones sexuales con dos compañeros del seleccionado nacional. Utilizaron mi nombre para difamarme. Ponele que sea cierto, ponele. Ellos no tienen por qué andar contando esas cosas. A mí la gente me paraba por las calles y me preguntaba: “¿Es cierto lo que dicen de usted?”. Amigos mios hasta hoy me siguen preguntando.

- ¿Cómo nació su apodo, Chocolate?

-Me lo puso el tucumano Jorge Augier, quien jugó en Estudiantes de La Plata. Fue por el color de mi piel. Ya me quedó de por vida. Todo el mundo me dice “Chocolate”.

- ¿Sufrió discriminación?

-Sí, la sufrí. Hay discriminación en nuestro país. Hoy ocurre por la portación de cara y el color de piel. En la vida cotidiana sufría insultos. A mí me favoreció mucho el hecho de ser conocido. Pero antes de ello, me he sentido mil veces discriminado.

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