El lado B de Gustavo Fernández: la vitrina "protegida" por Game of Thrones, sus "permitidos" y el futuro de "amo de casa"

El "Lobito", flamante campeón del Abierto de Australia, su tercer Grand Slam, apunta a volver a ser N° 1 del mundo en tenis adaptado y acaba de publicar su biografía. El detrás de escena del deportista al que admiran Rafael Nadal, Novak Djokovic y Gabriela Sabatini: "Trato de ser lo mejor que puedo ser"

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Agitó los brazos, con los puños cerrados y una sonrisa de dientes apretados. Se tomó el rostro y permaneció así, sumido en sus pensamientos, durante varios segundos. Miró hacia el cielo y luego se trasladó a un costado, donde lo esperaba su entrenador Fernando San Martín. Y se estrechó en un abrazo en el que se diluyó la carga de las frustraciones. Porque hasta el triunfo ante Stefan Olsson en la definición del Abierto de Australia, hasta coronarse campeón por tercera vez en uno de los grandes torneos, Gustavo Fernández acumulaba cuatro finales perdidas en Grand Slam.

"Fue una emoción enorme, se me venía atragantando el festejo desde hace bastante. Hice final en 2017 en Roland Garros y Wimbledon, estando match Point y a dos puntos de ganar; el año pasado, lo mismo. Ese deseo y esas ganas empezaron a generar una presión, una especie de fantasma, difícil de sobrellevar. Tuve que trabajar mucho para desnudar ese fantasma y darme el gusto que me di el otro día se notó mucho el desahogo en el festejo", explica el oriundo de Río Tercero, Córdoba, de 25 años. Pero para un luchador como el Lobito, que al año y medio de vida sufrió un infarto medular pero nada pudo impedir que se transformara en un referente del tenis adaptado, una cadena de tropiezos no podía representar un obstáculo. Y ahí está, sonriente, en el estudio de Infobae, con la réplica de la Copa, un nuevo habitante de su vitrina especial, de la que ya formaban parte el trofeo de Australia 2017 y Roland Garros 2016.

"Me gusta tener lo trofeos en casa, porque me gusta verlos, si bien lo importante es lo que representan. Es más, con el tiempo, hay que limpiarlos, cuidarlos. Los tengo ahí en casa, resguardados. Yo soy fanático de Game of Thrones y me compro pops, que son muñequitos y los tengo resguardados con los personajes que me gustan", revela su particular escaparate.

¿Cómo se maneja ese fantasma de las finales perdidas? ¿Cómo trabajaste para dar vuelta esa situación?

La primera final que pierdo, estuve match point, doble match point, hice todo lo que tenía que hacer para ganar. Y no gané. A veces pasa, el deporte es así, a veces no te toca. En la segunda final pasa lo mismo. La tercera fue distinto. Y la cuarta fue la peor de todas: jugué muy mal, aunque tuve chances, tuve que trabajar mucho. Deseo tanto el Grand Slam, que me pone muy emocional, demasiado, y te nubla la acción. Con lo tenso que estás, la responsabilidad que hay, no te da tiempo para pensar, simplemente hay que actuar. Y trabajamos en eso, en enfocarnos en el acá y ahora y poder ejecutar lo que trabajamos en la cancha, dejando afuera las emociones.

Hoy sos número 2 del mundo. el hecho de buscar volver a ser el N° 1 (en poder del japonés Shingo Kunieda), ¿es una presión o una motivación?

Fue más en su momento, que encima me lo callé, no lo expresé y lo manejé bastante bien, sbía que si había tal y tal cosa llegaba y lo pude manejar. hoyu lo veo anecdótico, estamos trabajando bien con el equipo y si llega va a ser consecuencia de eso. Te deja trabajar con tranquilidad y no te nubla.

Rafael Nadal firmó el prólogo de tu biografía, Djokovic supo parar un entrenamiento sorprendido por tu juego, peloteaste con Gabriela Sabatini: ¿cómo te llevás con los elogios?

Es muy raro. La otra vez me pasó que estábamos en Rotterdam, con mi entrenador. Viene Federer, nos saluda. Pasa Boris Becker, nos saluda. Nos hemos cruzado muchas veces, no es que tenemos relación. Y digo: 'Loco, de Río Tercero, del frontón, entrenando, arrancado de la nada, sin saber qué iba a pasar, a estar al lado de estos tipos, que los miraba por la tele… que te reconozcan, que te respeten…' Después, con el tema Nadal, Djokovic, en mayor escala, porque terminás relacionándote… Es muy fuerte. No llego a ver todos los mensajes a veces en las redes sociales. Lo de Gaby Sabatini fue… Increíble. Ella es una genia, la admiro, pero pelotear con ella… Me encanta. Y yo no soy cholulo, soy tímido, me aíslo para no joder, no quiero molestar, pero estas cosas se disfrutan. A medida que van pasando me sorprenden, me enorgullecen, porque vienen de la mano de algo; ese algo es todo lo que uno logró hacer en base a lo que uno se sacrificó.

Cuando hablás con tu familia o amigos o tu novia, ¿les contás que estuviste con Federer o Djokovic?

Mirá, no soy… Los admiro profundamente, pero para mí no hay gente más importante y menos importante, lo tomo muy natural. Cenar, almorzar, o compartir algo con una persona como ellos es lo mismo que estar en Río Tercero con mi familia. Sí mis amigos son más cholulos, o la familia.

La tapa de la flamante biografía del “Lobito”
La tapa de la flamante biografía del “Lobito”

¿Por qué aceptaste volcar tu historia en un libro?

En realidad fue raro porque con 24 años, 23, cuando me lo propuso Seba (Torok, el autor), y dije un libro, tan temprano, ¿qué tengo para decir o mostrar? Me entusiasmó porque es algo raro, distinto y no lo imaginaba. Yo le entregué mi vida. Y creo que salió lindo, fue más satisfactorio que lo que esperaba. Me hizo ver cosas que no me ponía a analizar y a ver. Fue algo distinto que va a quedar, que le voy a poder mostrar a mis hijos.

Cuando lo fuiste leyendo, en perspectiva, ¿qué pensaste? Porque no tiene la distancia de un libro cualquiera, estabas leyendo tu vida

Fue raro porque hay un montón de cosas de mi vida que yo me las entero cuando leo el libro, sobre todo de cuando era chico. Anécdotas o cosas del día del infarto medular y cosas que me pasaron con los años. Nunca lo pregunté, no porque me diera complejo ni nada de eso, sino porque no sentí la curiosidad de hacerlo. Y me sorprendió. Y, después, porque uno empieza a ver y dice: "Che, loco, qué cantidad de cosas que pasaron". Yo tengo 10 años de carrera profesional. Y 10 años es un montón de tiempo. La cantidad de cosas que pasaron… Decís: "Valió la pena lo que se hizo durante el camino".

Pausa. El primer capítulo del libro cuenta al detalle lo sucedido aquel lunes 25 de mayo de 1995. Al regreso de un paseo por el parque con su hermano, su papá Juan Manuel, reconocido basquetbolista, entonces en Atenas de Córdoba, y Juan Espil (célebre jugador de la Selección de básquet) y sus hijos, Gusti se puso a saltar en el comedor de la casa, desde una pequeña silla al suelo, en repetidas ocasiones. "Hasta que luego de uno de esos movimientos bruscos algo inexplicable sucedió. quedó tumbado en cuatro patas, absorto, sin quejarse, pero sin poder moverse. como si estuviera aturdido por una explosión. Paralizado", describe la escena el libro "Hambre de Lobo", en el que Gustavo Esteban Fernández refleja su viaje.

De ahí, el raid de médicos, la contención familiar, la tozudez de ese chico que amó la disciplina en la que se ganaron un nombre su papá y su hermano, pero se lanzó al tenis a los 6 años y, motorizado por la pasión, llevó (y lleva) sus ambiciones permanentemente a otro nivel. Toda una inspiración.

¿Qué comentarios te hizo llegar la gente sobre el libro? 

-Soy medio reacio al elogio, lo tomo con mucha cautela, porque soy bastante crítico, para no confundirme. Se agradece siempre el elogio y el respeto. Pero fue raro porque con el tema del libro la gente empieza a conocerme con más profundidad y con eso soy temeroso. Todos los comentarios me han llegado al alma, porque muchas veces se pierde la perspectiva y por ahí no saben cómo soy como persona, algunos no saben cómo soy como deportista. Y está bueno que la gente te conozca más en profundidad. Y ese tipo de halagos, cuando la gente te empieza a conocer, deja buenas sensaciones, es lindo. El libro es muy sincero. Hay gente que lo lee y dice: "Te imagino. Sos hinchapelotas, o calentón, peleándote con tu entrenador". Es muy sincero y está bueno.

Te transformaste en una inspiración de la disciplina en Argentina, ¿sos consciente de eso?

-Inevitablemente lo tengo que ser. Sería falso si dijera que no. Está a la vista, se ha logrado más repercusión en los últimos años. Por algún lugar se empieza. Lo que hice siempre lo hice por mí y para mí, porque es mi pasión. Pero que venga de la mano que el tenis en silla gane en importancia y en respeto, que es lo más importante, y que a partir de eso haya muchos chicos que están empezando a conocer y se meten en el tenis, es un plus, muy satisfactorio. También voy a estar pendiente de eso para tratar de aprovechar que lo que se genera le sirva a mucha gente.

¿Ya se vislumbra un heredero de Gustavo Fernández?

-Puede haberlo. cuando son chicos me encanta ver que la gente disfrute lo que haga, después si cuando vas creciendo, si te apasiona y tiene condiciones, mejor, pero estamos en proceso de reclutamiento, ojalá, me encantaría que Argentina sea potencvia y tenga más jugadores, pueda desarrollar el tenis en silla. Es una herramienta importante para la discapacidad.

¿Qué objetivos te faltan dentro del tenis?

Me pasa algo que desafortunadamente no es tan normal: vivo de lo que me apasiona y siempre busqué vivir de lo que me apasiona. Ese fuego no se apaga y no se va a apagar. El hecho de ser tan exigente, de trabajar y buscarle la exigencia a las cosas, hace que la motivación pase por ahí. La ambición de exprimir al máximo mis capacidades no hace que el hecho de concretar resultados apague la llama. La motivación es fácil, instantánea, no hace falta analizarlo. Termina un torneo. ¿Ganaste? Bueno; festejamos, pasan dos días y estamos trabajando. ¿Perdiste, la pasaste mal, como me pasó el año pasado? Trabajamos, vemos cómo mejoramos. Así, con todo, mi objetivo es exprimir al máximo mis capacidades tenísticas. Tratar de ser lo mejor que puedo ser.

Cuando conseguís un objetivo, ¿cuáles son los permitidos o pequeños premios que te das?

Darme un poco más de libertad. La vida de tenista limita mucho el tiempo, el mimo conmigo mismo es estar con la gente que yo quiero, que durante el año me limito mucho en ver. Me tomo un par de días más para volver a entrenarme o viajar.

¿Y con la comida?

No soy tan estricto, sobre todo cuando me va bien. No tengo vicios muy grandes. Me gustan las hamburguesas, no me privo; pero me encanta la carne, por mí, asado, con achuras, bien completo. No se negocia.

¿Qué te pasa cuando te dicen que sos el único argentino que llegó a ser N° 1?

No le presto atención, no necesito ese título. El hecho de haber llegado me genera un orgullo y una satisfacción enorme. No necesito ese título, que para mí es falso, porque Guillermo Vilas fue 1, por más que los libros no lo digan. Pero, más allá de eso, da igual que si hubiese habido 150 números 1 antes; fue muy fuerte cuando llegué y lo valoré de ese lado.

¿Qué hacés en tu tiempo libre durante los viajes?

Veo muchas series y soy muy exigente; me gusta mucho Game of Thrones y los videojuegos. Me gusta jugarlos porque me divierto y los jugué toda la vida. Me gusta creer que soy bueno en el FIFA. Fui cambiando de equipo: en el 2015 o 16 jugaba con el Napoli; después, con el Tottenham. No me gusta jugar con los grandes, esos equipos juegan solos. No es divertido. Mis amigos juegan Real Madrid-Barcelona y salen 16-14, no tiene sentido. No soy un distinto, pero tengo muchas horas encima. También he probado el Fortnite, pero soy espantoso. Es divertido, pero no duro ni 5 minutos.

¿Qué planificás hacer cuando dejes el tenis?

-Una vez que se termine la carrera, probablemente en 10 ó 12 años, tal vez más, me gustaría que haya Lobitos y estar encargándome de ellos. Me encantaría ser entrenador de básquet, es una cuenta pendiente, me encanta, pero no tengo nada… Estoy metido en lo que estoy ahora. Me gustaría escribir, como hobby, como una forma de expresarme y plasmarlo en algún lado. Veré lo que depare la vida.

¿No te molestaría ser amo de casa, entonces?

Para nada, me encantaría criar a mis hijos y verlos crecer. Y hacer como hicieron mi vieja y mi viejo conmigo y mi hermano en su momento.

¿Y si te dedicaras a ser entrenador de básquet quién sería tu espejo?

El Lobito original, mi viejo. Ya le dije que, si quiero ser entrenador, quiero que me forme y ser su asistente. Le avisé: "Esperame, formame vos y después retirate tranquilo".

El festejo de su tercer Grand Slam, en Australia, hace unos días