Un cachet de 170.000 dólares y la "ley del ex" de Santiago Solari: así fue la última vez de River en el Santiago Bernabéu

El conjunto “millonario” no juega desde hace 15 años en el estadio del Real Madrid, ante el que perdió 3 a 1 en 2003. El "Indiecito", hoy entrenador del poderoso equipo español, convirtió el primer gol del Real en aquel amistoso

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La excusa fue el 50 aniversario de la llegada a España de Alfredo Di Stéfano, figura de River entre 1945 y 1949 y ex presidente honorario del Real Madrid hasta su muerte en 2014. El amistoso, en el que se puso en juego la vigésimo quinta edición del Trofeo Santiago Bernabéu, quedó en manos del Real Madrid, que recién en el segundo tiempo, y cuando sus principales figuras ya no estaban en la cancha, estableció la diferencia con un 3 a 1 sobre el conjunto que dirigía el chileno Manuel Pellegrini.

Santiago Solari, hoy entrenador del conjunto más poderoso y ganador del mundo, abrió el camino de la victoria del Real con una gran jugada individual a los 9 minutos de la etapa final. El Indiecito no festejó el gol por su pasado en River, donde jugó entre 1996 y 1999 y obtuvo tres títulos locales. Javier Portillo fue el autor de los otros dos goles del equipo español, a los 12 y a los 15, con sendos cabezazos. Para River descontó Luis González, quien a once minutos del final sacó un derechazo a colocar desde adentro del área que se clavó en el ángulo derecho. Lucho, quien había reemplazado a Eduardo Coudet en el entretiempo, le pegó de primera con sutileza y calidad, fino como es el actual mediocampista del Atlético Paranaense de Brasil.

"El River, que había aguantado durante todo el primer período las oleadas de fútbol brillante de Zinedine Zidane y de David Beckham, se descompuso con el gol de Solari, que no celebró la diana. Contrariamente a lo que había ocurrido nada más iniciarse el segundo tiempo, el Real Madrid mandó y convenció con un equipo más parecido al filial que a la plantilla absoluta", publicó el diario español El País en la crónica del partido, jugado el 23 de septiembre de 2003. Y agregó: "Los jóvenes madridistas se reivindicaron en el escaparate de este prestigioso torneo ante un oponente tan ilustre como el argentino, cuyas virtudes de los primeros 50 minutos se convirtieron en una acumulación de defectos y lagunas que debilitaron una buena imagen".

El Real Madrid era dirigido por el portugués Carlos Queiroz, quien –a contrapelo de la lógica- encontró las soluciones para conseguir el triunfo con los suplentes y juveniles del club. La formación inicial de su equipo fue con: César; Michel Salgado, Francisco Pavón, Roberto Carlos; David Beckham, Iván Helguera, Guti, Santiago Solari; Zinedine Zidane; Antonio Núñez y Javier Portillo.

Por su parte, River salió con: Franco Costanzo; Eduardo Tuzzio, Horacio Ameli, Fernando Crosa, Kilian Virviescas; Guillermo Pereyra, Javier Mascherano; Eduardo Coudet, Alejandro Domíguez, Daniel Ludueña; y Fernando Cavenaghi.

En su crónica del amistoso, el diario Clarín señaló: "Solari, un riverplatense tan ferviente que en el entretiempo se acercó a la tribuna donde se agrupaban los hinchas más ruidosos del equipo de Núñez para señalarles con gestos elocuentes que llevaba la banda roja sobre el pecho, jugó como si en realidad el rival fuese Boca".

"Justo venir a hacerle un gol a River…", dijo Solari tras el encuentro con el tono de quien se lamenta por algo y sosteniendo el trofeo al jugador más valioso del partido en su mano derecha. Fue una noche en la que el Indiecito se dio todos los gustos: recibió aplausos de los hinchas de los dos equipos, anotó un golazo, compartió la copa con Di Stéfano y terminó el partido como capitán. "Son cosas del destino", insistió sobre su gol, como queriendo pedirle perdón a los hinchas de River. Y completó: "Era un partido especial para mí, salí con un cosquilleo… Sigo sintiendo mucho a River y por eso en ningún momento pensé en festejar el gol". El próximo domingo, en ese mismo Bernabeu en el que supo destacarse como futbolista y donde hoy tiene el privilegio de ser el técnico del equipo, Solari hará fuerza por River desde alguno de los lugares de privilegio del estadio.

Aquel amistoso le dejó a River un cachet de 170.000 dólares y la chapa de jugar por cuarta vez en una de las canchas más emblemáticas del mundo (ganó en el debut y perdió las otras tres, siempre ante el Real Madrid). Allí regresará el domingo, pero para jugar la final de la Copa Libertadores ante Boca. La Conmebol vio la posibilidad de concretar un negocio multimillonario luego del frustrado choque decisivo en el Monumental y –mal que nos pese a todos- la Libertadores se decidirá a 10.039 kilómetros de Buenos Aires.

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