Sorpresa, grotesco y ¿un estado del arte actual?: qué nos dejan las estatuas de Gallardo y Mirtha Legrand

Infobae Cultura habló con el escultor Alexis Minkiewicz y la historiadora del arte Ana Battistozzi sobre la polémica que causaron ambos monumentos

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Monumento a Marcelo Gallardo en el Monumental (Foto: Nicolas Stulberg)
Monumento a Marcelo Gallardo en el Monumental (Foto: Nicolas Stulberg)

Habrán sido, no altas, altísimas, las expectativas por la inauguración del monumento a Sarmiento el 25 de mayo de 1900. Del acto participaron el presidente Julio A. Roca, personalidades de la cultura y varios vecinos. Habían pasado casi dos años de la muerte de Sarmiento. El entonces intendente de Buenos Aires, Adolfo Bullrich Patricia Bullrich es su sobrina bisnieta; Esteban Bullrich, su tataranieto—, hizo demoler la casona de Rosas y ahí mismo, en el cruce entre Libertador y Sarmiento, pidió erigir la estatua. Todo esto lo cuenta el historiador Daniel Balmaceda. Un grupo de notables, encabezado por Aristóbulo del Valle y Miguel Cané, llevaban adelante este proyecto. ¿Y quién sería el artista? El pintor Eduardo Schiaffino volvió de París fascinando con un escultor: Auguste Rodin.

Cuando quitaron la manta que cubría la escultura, el rictus de los presentes cambió completamente. Sobre un pedestal de mármol y una base granítica, un Sarmiento de bronce con más de dos metros, majestuoso, imponente, pero con un rostro algo raro: “Parece un gorila”, dijo el arquitecto Enrique Chanourdie. En el diario La Nación de la época se lee: “Es difícil concebir algo más feo, más vulgar, casi repulsivo y, por lo tanto, menos parecido a Sarmiento que el perfil de su estatua”. Un siglo después, la escena parece repetirse como una farsa: las críticas están en las redes sociales, y las obras, que tienen también el mismo carácter de homenaje institucional, no representan a Sarmiento, sino a Marcelo Gallardo y Mirtha Legrand. ¿Y qué es lo que se ve en esas esculturas brillantes viralizadas hasta el infinito?

En principio, humor. También sorpresa, incredulidad. ¿Absurdo, extravagancia, ridiculez? Sobre todo humor: comparaciones, parecidos, burlas. La escultura de Gallardo y la incomodidad graciosa de que, “ante el malestar de los hinchas, River está dispuesto a limar la entrepierna del monumento”, como publicó la agencia AP. A los pocos días, un homenaje a Mirtha Legrand en su Villa Cañás natal le generó, incluso a ella misma, una gratitud contrariada: “No me gustó, yo no quiero hablar nada en contra de mi ciudad Villa Cañás y de los cañaseños porque sé que es un esfuerzo el que hicieron, pero evidentemente no es el óvalo de mi cara, no soy yo, me veo rarísima. Me mostraron antes de ayer la foto y dije: ‘Muchas gracias’”. Mientras tanto, en las redes floreció la cultura del meme.

Monumento a Mirtha Legrand en Villa Cañás, su ciudad natal, en celebración de los 55 años de sus famosos almuerzos
Monumento a Mirtha Legrand en Villa Cañás, su ciudad natal, en celebración de los 55 años de sus famosos almuerzos

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“El punto no es la escultura en sí, sino la manera en la que nos pensamos”, dice Alexis Minkiewicz, un destacado escultor que, tal vez por casualidad, también nació en Villa Cañás. “Los lenguajes cambian y creo que uno como escultor tiene que poder atender esas cuestiones. Los monumentos cumplieron un rol clave en determinado momento en la construcción de un mito fundante para nuestra nación. Hoy tal vez los sistemas de representación son otros y para poder abordar nuevas problemáticas hay que estudiar, y no solamente anatomía. Además, creo que no hay una manera correcta de hacer las cosas. Y eso no es una idea mía, hace cuarenta años o mas que se viene pensando así. Tal vez la pregunta tiene mas que ver con qué esperamos de este tipo de monumentos”, agrega en diálogo telefónico con Infobae Cultura.

Minutos después de bajarse de un avión, la crítica e historiadora del arte Ana Battistozzi conversó con Infobae Cultura. “Buenos Aires, por ese impulso que caracterizó a la Generación del 80 y los ecos que tuvo, es una ciudad que hasta ahora tiene un muy buen diseño en calidad de monumentos. Muchos de ellos fueron encargados a Europa, como el monumento en la Plaza Francia, en la Avenida Alvear, o el de Sarmiento: emprendimientos de primer orden. Ahora eso cambió. Son cosas grotescas en muchos casos. De poca calidad y de poca fidelidad inclusive con la fisonomía. No pasa solamente con Gallardo o con Mirtha Legrand, pasó también con el monumento de Alfonsín, a quien degradaron con un bigote que parecía cualquier cosa”, comenzó diciendo.

“El año pasado estuve en Londres y me sorprendió que en frente del Big Ben, en una plaza dedicada a los héroes propios y a otros que fueron de la colonia, como Gandhi o Mandela, la fidelidad a la fisonomía: ¡sorprendente! Lo mismo que en Liverpool con los Beatles: impecable. Entonces el problema es esa especie de cosa rústica, rudimentaria, y que cualquiera puede decidir ocupar el espacio público y decir ‘yo emplazo esto’. Eso es un síntoma: los héroes que estuvieron representados en la Costanera como Luciana Aymar y Vilas estaban más o menos bien pero además era de un material berreta. En ese sentido se podría decir que es simbólico de lo contemporáneo: es falso. Una perdurabilidad falsa, una obsolescencia casi inmediata, porque es todo material barato que finge ser bronce”, agrega.

El polémico monumento a Sarmiento de Rodin inaugurado en 1900
El polémico monumento a Sarmiento de Rodin inaugurado en 1900

Para Alexis Minkiewicz, autor de obras como Rep(úb)lica (2020) y el monumento a María Remedios del Valle (2022), hay que preguntarse por el proceso entero: “Esto tiene que ver también con la persona que te encarga el trabajo. En cada caso es distinto. Si vos elegís un artista que te proponga una obra, imagino que habrá un boceto, instancias en donde esa obra se puede ir viendo. Y así es menos sorpresa. Una fundición de ocho metros es algo que podés verlo paso a paso. Enseguida van a pegarle a los escultores. Imagino que hicieron lo mejor que pudieron hacer o lo que ellos consideraron que era correcto. Alguien decidió que determinado artista resolviera determinada figura. Me parece que ahí está la cuestión: cuáles fueron las preguntas que se hizo la persona que encargó algo así”.

Minkiewicz recuerda el encargo del monumento de Sarmiento: “Fue una polémica fabulosa. Y claro, salvando las distancias, porque te pongo a Rodin y a estos escultores que no conozco, no podés pretender pedirle a un artista algo y después no estar satisfecho con lo que el artista hizo si no fuiste claro con las indicaciones”. ¿Hay arte en estas obras?, se preguntaban en las redes Para el escultor, es una pregunta errada: “Qué es arte es una pregunta muy elástica, y a su vez todo el tiempo se está reprogramando. Es como si fuese un sistema neuronal donde todo el tiempo estás modificando esos conceptos a partir de información que te va entrando. Decir ‘esto es arte y esto no’ es entenderlo de un modo binario. Creo que acá se habilitan situaciones de reflexión y hay que pensar si estaremos a la altura de abordarlas”.

“Por otro lado, las personas que se están homenajeando, gente del deporte y los espectáculos, son los héroes contemporáneos. El siglo XIX entronizó a través de los monumentos una legitimación de sus seres. También construía un relato. Lo que ahora se homenajea es gente del espectáculo y del deporte, no son los héroes de la patria”, dice Battistozzi y agrega que “la figuración en la escultura y en la pintura no es algo que sea demasiado cultivado por los artistas contemporáneos, entonces tenés que buscar un artista especializado. Y lo ideal es que vos hagas un relevamiento y no que pongas al artista que le resulta simpático al tipo que decidió erigir ese monumento y no se hagan licitaciones, no se presenten proyectos, no se comparen con proyectos de calidad, eso no se hace más”.

Selfie con la estatua de Marcelo Gallardo, afuera del estadio Monumental en Buenos Aires, el martes 30 de mayo de 2023 (Foto: AP Foto/Iván Fernández)
Selfie con la estatua de Marcelo Gallardo, afuera del estadio Monumental en Buenos Aires, el martes 30 de mayo de 2023 (Foto: AP Foto/Iván Fernández)

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Para Ana Battistozzi, “no son idóneos los escultores para decidir erigir un monumento de alguien a quien ni siquiera reconocés físicamente, pero tampoco lo son para calcular si ese monumento va a durar, si es provisorio, si es precario, si es efímero. ¿Qué define la naturaleza de un monumento? Cierta consistencia y cierta perdurabilidad en el tiempo. Es muy difícil porque estamos viviendo momentos muy frenéticos”. ¿Qué tiene la escultura como arte, como disciplina, para decirle a estos tiempos hiperveloces donde los consumos masivos parecen ir en otra dirección, la de las pantallas, la de lo instantáneo? ¿Responden estas dos esculturas adheridas al debate público y al consumo irónico a esa rapidez, más allá de la mirada del espectador, sino en el proceso mismo de producción?

Alexis Minkiewicz y Ana Battistozzi coinciden en que hay algo del grotesco que se impone en estas dos obras, y que eso dice algo más. Dice el escultor: “No se trata solamente de lo grotesco, que el grotesco tuvo su momento en la historia del arte, hay como pensamientos sobre lo grotesco, pero me parece que tiene más que ver con entender qué esperamos y la manera en la que nos representamos y la manera en la que nos pensamos previo a esa representación, que es una cuestión de la humanidad desde siempre: cómo representamos y cómo nos queremos representa”. En ese sentido, la crítica de arte dice que “Si algo que está distinguiendo a la cultura contemporánea es el grotesco. El grotesco se va configurando así, por estas cosas, que cualquiera decide”.

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