“Palo Alto”: el día que Thelonious Monk derribó las barreras raciales con un pequeño concierto en una escuela secundaria

Oculta por 52 años, programada por un estudiante y grabada por un conserje, este memorable actuación acaba de ser publicada y eso revela una de las mejores actuaciones del gran músico estadounidense. Su peculiar historia y qué lo hace tan especial

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Thelonious Monk (Lee Tanner)
Thelonious Monk (Lee Tanner)

Los artistas más grandes son aquellos que causan una revolución, no sólo en su disciplina sino también en la sociedad. Reescriben las reglas y crean nuevas posibilidades que nadie había imaginado pero, del mismo modo, y eso es tal vez lo más importante, borran las divisiones entre el público. Thelonious Monk entra en esta categoría. Su forma de tocar el piano cambió el modo de concebir al jazz y se ganó el respeto y la admiración de todo el mundo, sin distinción. No importaba en dónde se presentara, siempre estremecía al auditorio. Prueba de ello es la reciente aparición de la grabación de un concierto que dio con su cuarteto en 1968 en un colegio secundario de Palo Alto, California, en la que su interpretación del estándar Don’t Blame Me conmueve a una poco habitual audiencia interracial, a pesar de que sus notas están acompañadas del constante chirrido del banco en donde está sentado.

Bajo el título de Palo Alto, el sello Legacy (una división de Sony Music) acaba de lanzar la presentación que dio Monk acompañado de su mejor formación -el contrabajista Larry Gales, el baterista Ben Riley y el saxofonista Charlie Rouse-, poco tiempo antes de separarse. El registro lo hizo el conserje de la escuela a cambio de afinar el piano y Danny Scher, el promotor del show, lo tuvo en su poder durante 52 años hasta que decidió hacerlo público. Gracias a una excepcional restauración, puede distinguirse hasta el más mínimo detalle, sonidos que nunca se escucharían en un álbum en vivo, como el mencionado ruido del asiento y a Gales tarareando la melodía de su solo mientras lo toca. Pese a lo casero de la grabación, la nitidez del material genera la sensación de estar en primera fila.

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Monk, junto con Charlie Parker y Dizzy Gillespie, fue uno de los máximos exponentes del bebop, el siguiente paso en la evolución del jazz, que dejó de ser una música para bailar y se convirtió en un ejercicio que exigía una escucha atenta. Para el momento del concierto, la popularidad del pianista estaba en descenso, pero su influencia nunca estuvo en cuestionamiento. Habían pasado cinco años de la salida de su álbum más exitoso, Monk’s Dream, su debut para el sello Columbia, y cuatro de su aparición en la portada de la revista Time. Solo cinco hombres del jazz fueron tapa de la famosa publicación en toda su historia. Además de Monk, tuvieron semejante distinción Louis Armstrong, Dave Brubeck, Duke Ellington y Wynton Marsalis.

Sin embargo, cuando accedió a tocar en la Palo Alto High School el 27 de octubre de 1968 hacía tiempo que sus álbumes no se vendían bien. Columbia intentó llevar su nuevo disco Underground a las nuevas generaciones rockeras con una controversial portada que mostraba al pianista en un sótano de París rodeado de uvas, quesos y armas de guerra, una escopeta en su hombro, un solado nazi maniatado como prisionero de guerra y una femme fatale en uniforme de guerrilla. Esa imagen de Monk como miembro de la resistencia francesa le valió un Grammy a Mejor Arte de Tapa, pero no logró cautivar a los jóvenes ávidos de rock psicodélico. Musicalmente, era un álbum con un sonido que había sido revolucionario en su momento, pero que a esa altura ya era estándar. A la juventud el jazz le resultó interesante cuando se fusionó con el rock, tal como lo hicieron a fines de los ’60 bandas como Chicago, Frank Zappa and The Mothers Of Invention y Blood, Sweat and Tears. Recién en 1970 Miles Davis tomaría elementos del rock y los llevaría al jazz con Bitches Brew e inauguraría un nuevo acercamiento al género.

Tapa de "Underground" (1968)
Tapa de "Underground" (1968)

Las presiones por las malas ventas afectaron la salud de Thelonious, que se vio obligado a cancelar conciertos y una sesión de grabación. Luego, su mujer Nellie, que administraba sus negocios, se enfermó y toda su actividad estuvo frenada por tres semanas. En el documental producido por Clint Eastwood Straight, No Chaser (1988) se ve cómo ella garantizaba que no llegara tarde a sus presentaciones y que esté vestido para la ocasión. Con ella inactiva, sus compromisos se vieron postergados y muchas cuentas quedaron impagas, incluidos los impuestos.

Al poco tiempo, Monk sufrió convulsiones y estuvo en coma varios días. Como Columbia tuvo que cancelar nuevamente la grabación, le cobró los gastos del estudio. Endeudado con el fisco y con su sello, quedó en una situación en la que no podía darse el lujo de decirle que no a ningún recital, ni siquiera a un adolescente de 16 años que le ofrecía tocar en su escuela.

Danny Scher era un chico pelirrojo proveniente de una familia judía de clase media alta, melómano y fanático del jazz, conocido en el colegio por pasar discos en el almuerzo. Hoy tiene 68 años y es uno de los promotores de conciertos más importantes de la Costa Este de los Estados Unidos. Su pasión por producir recitales empezó en la adolescencia, cuando trabajó haciendo pequeñas tareas para Darlene Chan, fundadora del mítico festival de Jazz de Berkeley, y el crítico Ralph Gleason, uno de los creadores del Festival de Jazz de Monterey.

Thelonious Monk (Burt Glinn)
Thelonious Monk (Burt Glinn)

En la secundaria había sido elegido como presidente de la comisión que organizaba proyectos solidarios de escala internacional. Así, para juntar fondos para causas como la construcción de escuelas en Latinoamérica y África o los Cuerpos de Paz, organizó conciertos de jazz. Ya había llevado al colegio al pianista Vince Guaraldi, al creador del scat John Hendricks y al vibrafonista Cal Tjader, pero estaba obsesionado con conseguir a sus ídolos, Thelonious Monk y Duke Ellington.

A través de Darlene Chan, Scher consiguió el contacto de Jules Colomby, el nuevo manager de Monk, que había reemplazado a su hermano Harry tras doce años al servicio del músico. Ambos arreglaron el concierto del cuarteto por un cachet de 500 dólares y Colomby le envió un contrato, fotos del artista para los carteles y el programa y copias de Underground.

Para sorpresa del joven promotor, las entradas no se estaban vendiendo como esperaba. A pesar de que estaban a tan solo dos dólares ($1,50 para estudiantes), la presencia del pianista no había despertado el interés de los habitantes de Palo Alto, que hoy es el corazón del Silicon Valley y sede de las más grandes empresas tecnológicas, como Google y Facebook, pero que en ese momento era una ciudad más modesta, célebre por ser el hogar de la prestigiosa universidad de Stanford.

El afiche del histórico concierto
El afiche del histórico concierto

El adolescente puso carteles en los negocios de la ciudad y consiguió que los comercios que pagaban publicidad en el diario de la escuela pusieran un anuncio en el programa del show. También invitó a dos bandas locales muy populares tanto en la comunidad afrodescendiente como en el ámbito universitario, el Jym Marks Afro-Ensemble y el combo de jazz experimental Smoke. Ambos grupos estaban integrados por militantes activos del movimiento por los derechos civiles, en especial el último, cuyo saxofonista era uno de los directivos de las Unión Estudiantil Negra de Stanford.

Nada de esto fue suficiente, por lo que a pesar de las advertencias de la policía, que le decían que era un lugar peligroso para un niño blanco, se dirigió a Palo Alto Este, una localidad vecina de población negra, para promocionar la visita del cuarteto de Thelonious Monk. “Si pensaban que era riesgoso estar ahí, más problemas iba a tener si el show perdía dinero”, explicó.

Palo Alto Este era la contracara de Palo Alto. Mientras que la segunda tenía una población mayoritariamente blanca que gozaba de una buena calidad de vida, la primera era considerada prácticamente un gueto afroamericano con uno de los índices más altos de pobreza y desempleo de la Bahía de San Francisco. La tensión racial se percibía en el ambiente y 1968 fue un año especialmente convulsionado para la comunidad. En abril había sido asesinado Martin Luther King y todo el país estaba atravesando una ola de protestas similar a las que se desataron este año luego de la brutal muerte de George Floyd en manos de la policía de Minneapolis.

Por otro lado, el rechazo hacia la Guerra de Vietnam era ostensible y el homicidio del senador Robert Kennedy, ferviente defensor del movimiento por los derechos civiles y del fin de la ocupación del país asiático, no hizo más que exacerbarlo. En particular, los habitantes de Palo Alto Este querían afianzar sus raíces africanas y habían convocado a un referéndum para definir si rebautizaban el distrito como Nairobi, la capital de Kenia.

Entre afiches que promovían el cambio de nombre, Scher pegó los que anunciaban la visita de Monk a Palo Alto. La noticia se esparció por todos los barrios, pero muchos se mostraban escépticos y no creían que una leyenda de semejante envergadura fuera a visitar la ciudad. Con espíritu emprendedor, Danny propuso a los jóvenes con los que se cruzó que vayan el día del show al auditorio y cuando vieran al pianista compraran una entrada.

Thelonious había sido contratado para hacer una residencia de dos semanas en el Jazz Workshop, un prestigioso club nocturno de San Francisco. No era la primera vez que tocaba allí. De hecho, hay una interesante grabación de unos conciertos que dio en 1964 con su clásico cuarteto (recién formado) que Columbia editó en 1982 poco después de su fallecimiento. Previsor, Danny Scher lo llamó al hotel para asegurarse de que no falte a su cita, pero descubrió que el músico no estaba al tanto de que debía presentarse en Palo Alto. Al parecer, su manager nunca le había dado el contrato para firmar. Tampoco tenía forma de llegar con su banda hasta allá y esa misma noche tenía que tocar. Scher sorteó el obstáculo rápidamente pidiéndole a su hermano que hiciera el trayecto de 50 kilómetros que separa a ambas ciudades para que Monk pudiera cumplir con sus dos compromisos a tiempo.

Thelonious Monk: Blue Monk

A pesar de la lluvia, en la tarde del 27 de octubre de 1968 los habitantes de Palo Alto Este cruzaron al otro lado de la autopista Bayshore para comprobar si efectivamente uno de los más grandes pianistas de la historia del jazz se iba a presentar en la escuela pública de la localidad vecina. Cuando vieron llegar la camioneta con el contrabajo de Larry Gales asomando por la ventana las dudas se disiparon. Apenas bajó el maestro con uno de sus inconfundibles y excéntricos sombreros, todos formaron fila para comprar su entrada. El adolescente blanco había cumplido su promesa y el auditorio estaba prácticamente lleno.

El set fue corto pero contundente. Sin tiempo para las composiciones nuevas de Underground, en menos de 50 minutos Monk recorrió sus principales clásicos. Abrió con Ruby, My Dear, una balada que compuso en 1945 para su primer amor, Rubie Richardson. A continuación, la banda se prendió fuego en una de las versiones más largas que se hayan registrado de Well, You Needn’t, otro tema propio de su primer LP Genius Of Modern Music de 1947. Cada uno de los músicos se luce con un solo –en especial el saxofonista Charlie Rouse- y, aunque llevaban cuatro años juntos, es evidente que disfrutaban de improvisar y sorprenderse entre sí viendo hasta dónde podía llegar el otro. Es posible que el cuarteto, que se separó al año siguiente, estuviera dando lo mejor sabiendo que se trataba de uno de sus últimos espectáculos juntos. Acto seguido, Monk hizo solo en el piano Don’t Blame Me. El chirrido del banco no opaca ni por un segundo su sentida versión de esta canción de la década del ’30 escrita por Jimmy McHugh y Dorothy Fields. El final lo marcaron dos de sus más grandes éxitos, Blue Monk -uno de sus favoritos- y Epistrophy, compuesta con el baterista Kenny Clarke y un número puesto para cerrar los recitales.

Thelonious Monk: Dont' Blame Me

Como señala su biógrafo Robin Kelley en las notas que acompañan el álbum, la reacción del público ponía en duda la creencia de los ejecutivos de Columbia de que Monk no podía cautivar a una audiencia joven. La respuesta fue tan espectacular que el compositor cedió e hizo un pequeño bis. Estaba apurado porque tenía que volver a San Francisco, pero se tomó literalmente poco más de un minuto para entonar los primeros compases de la canción de Rudy Vallee I Love You Sweetheart Of All My Dreams. “Tenemos prisa por volver al trabajo, ¿entienden?”, se despidió, casi disculpándose. Scher pagó los 500 dólares en efectivo y el cuarteto regresó a tiempo para el show que tenía esa noche en el Jazz Workshop.

Es cierto que la música acompaña a los acontecimientos sociales, pero también lo es que muchas veces, encapsulada en su propia búsqueda artística, se termina adelantando a ellos. En octubre de 1968, un año álgido para el movimiento por los derechos civiles, Thelonious Monk dio un pequeño recital en una escuela y reunió en un mismo auditorio a blancos y negros, que por un momento dejaron atrás sus diferencias para deleitarse con la destreza de una de las más grandes leyendas del jazz. Nueve días más tarde, en el referéndum, ganó contra todos los pronósticos la propuesta de mantener el nombre de la ciudad. Es probable que Monk nunca se haya enterado de lo que su música provocó en esta zona urbana de California.

El baterista T. S. Monk, fundador del Instituto de Jazz Thelonious Monk, considera a Palo Alto una de las mejores grabaciones en vivo de su padre. Por supuesto que no es por la fidelidad del sonido, sino por el momento único que el aún anónimo conserje del colegio tuvo el buen tino de captar a cambio de afinar el piano. Ese día “hubo una tregua entre Palo Alto y Palo Alto Este. Eso es lo que genera la música”, dice Scher en retrospectiva. El cuarteto liderado por Monk absorbió toda esa buena energía y el resultado es una de las mejores performances que se hayan registrado de una de las formaciones más poderosas que tuvo el pianista.

La importancia de este material, que estuvo guardado en la casa de los padres de Danny Scher todo este tiempo, radica también en que es uno de los últimos raptos de la brillantez de Monk. Su trastorno bipolar mal tratado estaba empeorando y paulatinamente empezó a desaparecer de la esfera pública. Dejó de grabar y componer a fines de 1971 -sus últimos álbumes estaban compuestos de versiones y reinterpretaciones de su repertorio- y a mediados de los ’70 abandonó las giras. Pasó el final de sus días recluido bajo los cuidados de Nellie y de su amiga y mecenas la baronesa Pannonica “Nica” de Koenigswarter hasta su fallecimiento, el 17 de febrero de 1982.

La historia de un adolescente que logra que un ícono del Jazz se presente en su colegio y termine uniendo a una ciudad dividida es atractiva y, desde ya, despierta el interés por escuchar este nuevo lanzamiento. Pero lo más importante es que Palo Alto retrata a un Thelonoius Monk encendido, tocando para una audiencia interracial que cayó rendida a sus pies. Su luz se apagaría pronto, pero esa tarde su cuarteto se sintió inspirado por la respuesta del público y brilló. Por eso, hay que estar eternamente agradecidos al conserje y a Danny Scher por haber capturado este pequeño momento histórico que hoy, 52 años después, se puede disfrutar casi como si uno hubiera estado allí.

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