El 14 de septiembre de 2024, la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) hizo una grave denuncia sobre un incidente de violencia que ha sacudido al mundo del fútbol colombiano.
Según la denuncia, varios jugadores del Cúcuta Deportivo han sido víctimas de agresiones por parte de un grupo de personas que interceptaron sus vehículos. La situación no solo ha generado preocupación por la seguridad de los deportistas, sino que también ha puesto en evidencia la creciente tensión en el entorno del club.
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Acolfutpro, a través de un video publicado en sus redes sociales, mostró imágenes de la agresión. En el clip, se observa a al menos tres individuos descendiendo de un Chevrolet Spark blanco para atacar, tanto verbal como físicamente, el automóvil en el que se encontraban los futbolistas del Cúcuta Deportivo. La escena se desarrolla en medio de la mirada atónita de los transeúntes, que no pueden evitar ser testigos de este acto de violencia.
La reacción de Acolfutpro no se hizo esperar. La asociación condenó de manera enérgica las agresiones y las amenazas dirigidas hacia los jugadores, describiéndolas como actos perpetrados por un “grupo de delincuentes”. Según el comunicado de la asociación, los ataques no se limitan al tráfico; también han tenido lugar en el estadio, en el sitio de entrenamiento e incluso en los domicilios de los futbolistas. Esta campaña de intimidación ha generado un clima de inseguridad y miedo entre los miembros del equipo y sus familias.
Acolfutpro no proporcionó los nombres de los jugadores afectados, pero sí ofreció detalles sobre los agresores, especificando que se trasladan en un Chevrolet Spark con placas CRL 546. La asociación ha exigido tanto a los directivos del Cúcuta Deportivo como a las autoridades locales que aseguren la protección y la integridad de los futbolistas y sus seres queridos.
El contexto en el que se han producido estas agresiones sugiere un ambiente de alta tensión dentro del club. El Cúcuta Deportivo atraviesa una etapa difícil, marcada por una serie de resultados deportivos insatisfactorios que han desencadenado la frustración de los aficionados. Recientemente, la presión sobre el equipo se manifestó en el cambio de director técnico, con la contratación de Bernardo Redín en un intento por mejorar el desempeño del club en los próximos partidos.
La situación refleja una problemática más amplia en el deporte colombiano, donde la violencia y la inseguridad a menudo trascienden los límites del campo de juego. Los ataques a los jugadores del Cúcuta Deportivo no solo afectan su bienestar físico y emocional, sino que también perturban el ambiente competitivo y profesional del fútbol. La integridad de los deportistas debería ser una prioridad en cualquier contexto deportivo, y las autoridades tienen la responsabilidad de actuar con prontitud para prevenir y sancionar estos actos de violencia.
Hasta el momento, el Cúcuta Deportivo no ha emitido una declaración oficial sobre el incidente, lo que ha generado inquietud entre los aficionados y los medios de comunicación.
Se espera que en las próximas horas el club se pronuncie al respecto y proporcione detalles adicionales sobre la situación, así como las medidas que se están tomando para garantizar la seguridad de los jugadores y del personal del equipo.
La comunidad futbolística colombiana y los seguidores del Cúcuta Deportivo observan con preocupación el desenlace de esta situación.
La violencia no tiene cabida en el deporte, y es imperativo que se establezcan mecanismos efectivos para proteger a los jugadores y promover un ambiente de respeto y profesionalismo. Mientras tanto, la atención se centra en la respuesta del club y las acciones que se tomarán para enfrentar esta crisis y restablecer la seguridad y la normalidad en el entorno del fútbol.