
Un relevamiento realizado por el Departamento de Investigación y Prospectiva de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), presenta un panorama del consumo de fertilizantes durante la campaña agrícola 2017/2018, donde pese a los problemas generados por la sequía, el mismo aumentó un 4% en comparación con la campaña anterior y alcanzó las 2.800.000 toneladas. Los cultivos de invierno fueron los que impulsaron dicho crecimiento.
Del consumo total de fertilizantes, el 73% correspondió a las gramíneas, y los especialistas de la bolsa porteña explicaron: "Las fuentes empleadas fueron variadas entre cultivos, concentrándose en fuentes nitrogenadas en gramíneas, fundamentalmente urea, y en fuentes fosfatadas en oleaginosas".
En relación a esto, la cebada es el cultivo que mayor aporte de fertilizantes por unidad de superficie recibió. En soja y girasol se relevó baja superficie
fertilizada y menor cantidad de fertilizantes aplicado por hectárea en relación a las gramíneas.
Además, el informe refleja que los productores aplicaron 87 kilos de fertilizante por cada hectárea sembrada, cantidad promedio que varía según la región, cultivo y nivel tecnológico considerado. En ese sentido, la parte oeste del país, donde la disponibilidad de agua es un límite importante para la producción, se registraron los valores más bajos de aporte de fertilizante. Hacia el este, con rotaciones más intensas y con niveles tecnológicos medio y alto, los valores se ubicaron por encima de la media nacional. En los núcleos norte y sur, se destacó la zona de la Cuenca del Salado y sudeste de Buenos Aires.
Por otro lado, tan solo un 16% del total de productores realizaron un muestreo de suelos, una cifra que se eleva un 24% si se refiere únicamente a nivel tecnológico alto. Lo que reafirma que el muestreo de suelos es una práctica poco extendida en nuestro país. Desde la primera muestra que se realizó en la campaña 2014/2015, este valor ascendió del 10% al 16%.
Teniendo en cuenta que el universo de productores es diverso y con diferentes niveles de adopción de tecnología, el informe de la BCBA muestra las altas diferencias que existen entre productores de alta y baja tecnología.
Los especialistas de la bolsa porteña agregaron: "En todos los cultivos relevados se observó una relación similar entre el nivel tecnológico y la cantidad media aplicada de fertilizante; los niveles más altos de adopción de tecnología se corresponden con las mayores cantidades de fertilizante aplicadas por hectárea sembrada".
En la producción de maíz, si bien la media nacional es de 157 kilos por hectárea sembrada, los productores de alto nivel tecnológico fertilizaron con 194 kilos por hectárea. En trigo, cebada, maíz y soja, la mayor brecha en la cantidad aplicada de fertilizante por hectárea sembrada fue entre el nivel tecnológico medio y nivel tecnológico bajo.
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