
Potencia, sonido, vibración, velocidad de repostaje y precio. Esos fueron hasta ahora los bastiones de la defensa para el motor de combustión interna frente al avance del motor eléctrico. En cambio, la movilidad a baterías puede estar orgullosa de no generar contaminación ambiental, de ser silenciosa (punto a favor para unos pero en contra para otros) y tener un torque o aceleración muy superior.
Lo interesante del punto es que ninguno se ha conformado con sus defectos y constantemente los departamentos de investigación y desarrollo, buscan ideas o modos de compensar esos saldos deudores.

Los motores de combustión interna emiten cada vez menos gases porque son más eficientes, por ejemplo, adoptando la motorización turbo, que permite mayor potencia con menor cilindrada, o la caja de velocidades automática con mayor cantidad de marchas, de modo de tener el motor en bajas revoluciones. El torque también se ha incrementado con este modo de sobrealimentación, pero ese es un terreno complicado, porque la aceleración instantánea de un motor eléctrico no se podrá igualar con un proceso de combustión físico.
Esa es una batalla perdida, y probablemente una que no quieran pelear, concentrándose en otras virtudes en las que sí pueden apuntalar su defensa.
Los motores eléctricos tienen esa aceleración asombrosa, que complementada por un sonido casi imperceptible y ninguna vibración, generan una sensación similar a la de estar por despegar en una nave espacial. Y todos la quieren aprovechar para mostrarse más duros rivales de los deportivos de combustibles derivados del petróleo.

Rimac ha sido el precursor de los hypercar eléctricos, pero no ha sido el único. Si bien su último modelo, el Nevera, alcanza los 2.000 CV gracias a sus cuatro motores eléctricos, situado uno en cada rueda, a los croatas les ha aparecido un nuevo rival, que para colmo, es vecino cercano.
Apenas pocos días después de exhibir las primeras imágenes públicamente, la empresa austríaca Deus Automobiles, se presentó en el Salón del automóvil de New York la semana pasada, para que el mundo pueda comprobar que, aunque en fase de prototipo, el Deus Vayanne existe, se puede ver y tocar, y lo más importante, se puede conducir.

El auto será fabricado por Italdesing en Torino, Italia, pero su propulsión será responsabilidad de Williams Advanced Engineering, la división que nació del equipo de Fórmula 1 hace algunos años, y que se dedica a desarrollos de electrónica. Se construirán solamente 99 unidades, que comenzarán a entregarse a sus propietarios a partir de 2025.
Estéticamente es un biplaza de líneas relativamente convencionales para el auto de alta performance, con un sello distintivo en una forma de infinito representada tanto en el frente como en el remate de la carrocería. Según sus creadores, el lenguaje de diseño del automóvil se inspiró en la “simetría y el infinito”.

En su interior, los paneles táctiles toman casi todos los mandos, salvo por alguna forma analógica reservada para regular la climatización. El contraste entre blanco y negro es protagonista con una integración del tablero con los paneles de puerta y espejos.
Pero, sin dudas, la tecnología aplicada al movimiento es la gran estrella del producto austríaco, ya que sus dos motores eléctricos le permiten generar 2.200 CV de potencia con un torque asombroso de 2.200 Nm. La tracción integral contribuye para una aceleración de 0 a 100 km/h en 1,99 segundos y una velocidad tope de 400 km/h. La alimentación eléctrica, el paquete de baterías, situado detrás de los asientos traseros, está compuesto por 21.700 celdas cilíndricas de iones de litio, ya que consideran que es el mejor equipamiento para conseguir un equilibrio entre rendimiento y costo. La batería es de 85 kWh y soporta una carga de 350 kW, con lo que podría cargarse al 80% en 20 minutos y obtener una autonomía de 480 kilómetros.

Las primeras pruebas comenzarán el año próximo. Según sus creadores, a pesar de ser un automóvil de prestaciones extremas, y solo tener 12 cm de despeje al piso, no será un auto de competición ni un auto para usar solo en un circuito. La idea de Deus es que el Vayanne sea un auto que pueda ser conducido por las calles y su propietario no tenga que ser un piloto de carreras.
No se sabe aún el precio, aunque se estima que rondará los 2,5 millones de dólares. En cambio, se ha detallado específicamente que cada propietario tendrá un Vayanne único, debido a que quién compre un modelo, decidirá la terminación de pintura y molduras interiores a su gusto, de modo de asegurar su exclusividad.
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