Los investigadores dicen que hay mucho más por aprender sobre la felicidad

Por Colby Itkowitz

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Durante cerca de ochenta años, los investigadores de la Universidad de Harvard han estudiado la vida de un mismo grupo de hombres. Desde 1938, han seguido su desarrollo, documentando cada dos años detalles sobre su salud física y emocional, su empleo, sus familias y sus amistades.

Al observar el desarrollo humano a lo largo de una vida, los primeros investigadores esperaban encontrar tendencias emergentes que proporcionaran una idea de los factores que finalmente llevaron a una buena vida.

La gran oportunidad de tener varias décadas de investigación y millones de dólares gastados en el popular Estudio Grant es que, como cantaban los Beatles, todo lo que necesitas es amor. No fue dinero o estatus lo que determinó una buena vida. Aquellos que eran más felices y saludables reportaron fuertes relaciones interpersonales, mientras que los que estaban aislados tuvieron disminuciones en la salud mental y física a medida que envejecían.

En noviembre de 2015, Robert Waldinger, el director del programa, compartió este hallazgo clave en una conferencia Ted que se ha visto más de 14 millones de veces (claramente hay un apetito por aprender qué priorizar para tener vidas más satisfactorias).

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Ahora el programa se está viendo afectado por la limitada financiación, por lo que Waldinger y su equipo de trabajo están preocupados por la entrada de dinero.

La mayor parte del presupuesto para la investigación longitudinal proviene del gobierno federal, los Institutos Nacionales de Salud (NIH por sus siglas en inglés) y, cada cinco años, la institución de Harvard tiene que volver a argumentar por qué el contribuyente estadounidense debe pagar la factura por este trabajo científico.

No está todo perdido para Waldinger, un psiquiatra del Hospital General de Massachusetts, aunque para uno de fuera puede parecer que no es la investigación más urgente en comparación con la búsqueda de curas para el cáncer y la enfermedad del Alzheimer. Ahora, con el presidente Trump sugiriendo recortar el presupuesto del NIH en un 19 por ciento, el médico está preocupado de que el famoso estudio pudiera ser visto como dispensable.

Entonces, ¿qué pasará a partir de ahora con uno de los estudios longitudinales más largos del desarrollo humano jamás realizado? ¿Vale la pena que los contribuyentes continúen pagándolo?

Waldinger entiende que los fondos federales estén muy ajustados. El NIH ya redujo su presupuesto de este año en un 10 por ciento en previsión de los futuros recortes. Sin embargo, dijo que el estudio tiene mucho que ofrecer en el espacio del bienestar y la salud mental.

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Según Waldinger, gracias a estos estudios es posible que a alguien con traumatismo infantil, inflamación o estrés crónico se le pueda diagnosticar una artritis o una enfermedad coronaria. En su opinión, estos estudios podrían dar señales de advertencia para detectar este tipo de enfermedades de forma temprana.

También ayuda a comprender el inicio de una enfermedad mental. Hace unas semanas, la Organización Mundial de la Salud nombró la depresión como el principal riesgo para la salud del planeta. Determinar qué factores pueden contribuir a los trastornos psicológicos podría conducir a identificar maneras de mitigarlos, lo que tendría enormes beneficios económicos y sociales.

"Estamos trabajando en determinar cómo se forman esos trastornos. ¿Qué pasa si pudiésemos identificarlos a una edad muy temprana? ¿Y si pudiéramos predecir lo peor del envejecimiento para mantener a la gente más sana durante más tiempo?", comenta.

El estudio ha recibido muchas críticas ya que no se relaciona con la demografía real de Estados Unidos. Comenzó como una investigación de hombres blancos y opulentos de Harvard, entre ellos el presidente John F. Kennedy y el ex editor del The Washington Post, Ben Bradlee. Décadas más tarde se amplió a otro estudio longitudinal de hombres jóvenes en barrios cercanos de Boston, pero todos los participantes seguían siendo blancos. Por tanto, la diversidad del estudio solo se contemplaba en el contexto socioeconómico, sin tener en cuenta la raza o el género. Muchos de los individuos originales del estudio han muerto y, alrededor de ochenta, todavía viven. En los últimos años, el equipo de Harvard, bajo la dirección de Waldinger, ha comenzado a rastrear a los hijos de esos hombres y ahora tienen una división de casi 50-50 de mujeres y hombres para examinar, aunque aún no hay diversidad racial en el estudio.

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"No hay defensa para eso y sabemos que es un problema. Siempre decimos que se necesita más investigación para probar estos hallazgos en otras poblaciones", admite Waldinger.