Adéntrate en el sector de "La guerra de las galaxias" en Disneylandia

La expansión del parque californiano llamada "Galaxy's Edge" es la más grande de su historia y cuenta con un Halcón Milenario, Wookiees, una estación para hacer tu propio sable de luz y alimentos salidos de la saga. Por Brooks Barnes

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En verano de 2015, cuando Walt Disney Company reveló sus planes para construir una zona monumental de La guerra de las galaxias en sus parques de atracción en California y Florida, una ola de euforia inundó el planeta. Bob Iger, el director ejecutivo de Disney, hizo el anuncio durante una convención para fanáticos y reveló que una de las atracciones permitiría a la gente pilotar el Halcón Milenario. Dos hombres adultos sentados al lado mío empezaron a llorar de emoción.

Harrison Ford, Mark Hamill, Billy Dee Williams, George Lucas y  Walt Disney CEO, Bob Iger at “Star Wars: Galaxy’s Edge” en Disneyland Park en Anaheim, California el 29 de Mayo. REUTERS/Mario Anzuoni
Harrison Ford, Mark Hamill, Billy Dee Williams, George Lucas y  Walt Disney CEO, Bob Iger at “Star Wars: Galaxy’s Edge” en Disneyland Park en Anaheim, California el 29 de Mayo. REUTERS/Mario Anzuoni

Yo también estaba lleno de emociones… pero distintas.

Los anexos a los parques para La guerra de las galaxias, cada uno de aproximadamente 56.000 metros cuadrados, sonaban increíbles. Iban a costar 2000 millones de dólares (o más) para la construcción de sitios que parecieran puertos comerciales en la frontera del espacio. Pero yo soy una de esas personas puristas que no quiere que los parques de Disney cambien.

Corrección: quiero que Disneylandia, el lugar original más feliz del mundo, el parque que construyó personalmente Walt Disney y que abrió en 1955, se mantenga igual. Que cambien lo que quieran en Disney World, en Florida. Pero Disneylandia es uno de mis lugares: de ese niño de 9 años que lo visitó en 1983 y creó grandes recuerdos con su padre, recuerdos que este hombre de 44 años todavía atesora. Sé que es ridículo. Disneylandia tiene que evolucionar para mantenerse relevante entre las nuevas generaciones.

Entonces cuando lo visité lo hice con recelo. Acudí al sitio en Anaheim, California, el 20 de mayo, el primer día en el que se permitió el acceso a visitantes externos a Galaxy's Edge, como lo llama Disney. Esta es la expansión más grande en la historia del parque.

Un wookiee está entre quienes reciben a los visitantes de Galaxy’s Edge. Credit Beth Coller para The New York Times (Beth Coller/The New York Times)
Un wookiee está entre quienes reciben a los visitantes de Galaxy’s Edge. Credit Beth Coller para The New York Times (Beth Coller/The New York Times)

Galaxy's Edge tendrá dos grandes atracciones; una de ellas, Rise of the Resistance (Despertar de la Resistencia), ha sido descrita por Disney como una visita "desgarradora" a un Destructor Estelar que incluye un enfrentamiento cara a cara contra Kylo Ren. Hay talleres para construir tus propios sables de luz (por 199 dólares) y droides funcionales (a partir de 99 dólares). Por primera vez en Disneylandia tendrán a la venta bebidas alcohólicas, en Oga's Cantina, donde un Dabogah Slug Slinger (con tequila) te costará 15 dólares y el vino blanco espacial tiene un tono azul brillante. Hay varios restaurantes con platillos temáticos, entre ellos un Ronto Wrap que es como un kebab de carne de cerdo con salchicha (los rontos son animales de Tatooine, el planeta desértico donde creció Luke Skywalker).

Disney, por vez primera, venderá alcohol dentro de sus parques en la cantina de Oga. (Beth Coller/The New York Times)
Disney, por vez primera, venderá alcohol dentro de sus parques en la cantina de Oga. (Beth Coller/The New York Times)

Para entrar a Galaxy's Edge antes de su gran inauguración el 23 de junio, los visitantes necesitan reservar además de comprar los boletos de entrada al parque; es algo inédito en Disney porque se prevé que las multitudes sean inmanejables. Incluso si tienes una reservación, el tiempo que pases en la tierra galáctica se limitará a unas cuatro horas. Ya se agotaron las primeras entradas —a menos que puedas conseguir una habitación en uno de los hoteles de Disney con precios a partir de unos 500 dólares por noche—. La versión casi idéntica de Galaxy's Edge que abrirá en Disney World, en Orlando, será inaugurada el 29 de agosto; hasta el momento no se planea usar un sistema de reservación ahí.

Yo pude ir durante un periodo de prueba de dos semanas, en el que los empleados de Disney acudieron como civiles, gracias a que reporteo sobre la empresa para la sección de Negocios de The New York Times. Como no tengo hijos, tomé "prestada" la mitad de una familia para que me acompañara: Connor Ennis, editor en el Times, y uno de sus hijos, Sam. Iba a ser su primera visita a Disneylandia y Sam era tanto un fanático de La guerra de las galaxias como alguien de la edad objetivo del parque, 9 años. (Pagamos por nuestros boletos, 321,50 dólares en total, y por todo lo que consumimos).

La cantina es amenizada por este droide como DJ.

Después de encontrarme con Connor y Sam, caminamos hacia Galaxy's Edge, que está al fondo del parque. Sam, quien traía puesta una camiseta de Chewbacca, apenas podía contener su emoción. "¿Cuándo nos toca construir los sables de luz?", preguntó. "¡Quiero hacer todo!".

En cuanto entramos, los tres nos quedamos atónitos. Había techos enormes de roca que parecían secuoyas petrificadas con detalles de liquen amarillo frente a nosotros. Vimos a soldados imperiales caminando hacia un puesto que vende Blue Milk, una bebida congelada similar a la leche de bantha. El Halcón Milenario estaba en una esquina, con los motores en reposo.

Habíamos entrado al Black Spire Outpost (Puesto Avanzado Espiral Negra), un pueblo de comerciantes construido en el lecho de un río seco en el planeta Batuu (según la historia de Disney) que está al centro de la tierra de Galaxy's Edge. En el "barro" del río seco a nuestros pies había huellas de droides (que los artesanos de Disney diseñaron a partir de las "pisadas" del R2-D2 original). En algunos de los muros de Espiral Negra había marcas de disparos de rifles bláster.

Galaxy’s Edge está ambientado en el planeta de Batuu, vigilado por tropas imperiales. (Beth Coller/The New York Times)
Galaxy’s Edge está ambientado en el planeta de Batuu, vigilado por tropas imperiales. (Beth Coller/The New York Times)

Quedé muy impresionado con cómo Disney había logrado crear un sitio tan terrenal y al mismo tiempo espacial que une tantos elementos del universo de La guerra de las galaxias: las películas, los libros, los videojuegos y las series de televisión. Un motor de carreras de pods o vainas como los vistos en La amenaza fantasma se usa para cocinar la carne de ronto. Hondo Ohnaka, pirata de la serie animada La guerra de los clones, es parte de la atracción en el Halcón Milenario. La cantina de Oga Garra aparece en Thrawn: Alianzas, novela del universo expandido y avalado por Lucasfilm.

Stormtroopers en Star Wars: Galaxy’s Edge Beth Coller/The New York Times)
Stormtroopers en Star Wars: Galaxy’s Edge Beth Coller/The New York Times)

Los parques de Disney normalmente ofrecen experiencias pasivas para celebrar: siéntate en una embarcación voladora para Peter Pan's Flight o pasea mientras escuchas "It's A Small World". Galaxy's Edge, en contraste, se trata de la inmersión: eres parte de la acción. De hecho, sí, puedes volar el Halcón Milenario. Disney siempre llama a sus empleados integrantes del elenco, pero aquí las 1600 personas que trabajan en Galaxy's Edge lo llevan a otro nivel: todos son "residentes" de Baatu que dicen "Brillan los soles" para saludarte y mantienen siempre su papel cuando les haces una pregunta.

"Es increíble cómo te hacen sentir que realmente estás en el lugar", dijo Connor. "La verdad ni me importaría si hay o no atracciones".

¿Y Luke?

Es la misma pregunta que se hace Disney, al menos en un inicio. Porque la ambiciosa atracción de Rise of the Resistance ni siquiera va a abrir hasta finales del año, pues no la han terminado (no queda claro si en Disney World sucede lo mismo). Eso significa que en los primeros meses solamente estará activo Millennium Falcon: Smugglers Run.

Los encargados de Disney buscan que las tropas imperiales se vuelvan una atracción para sus parques tanto como lo han sido las princesas. (Beth Coller/The New York Times)
Los encargados de Disney buscan que las tropas imperiales se vuelvan una atracción para sus parques tanto como lo han sido las princesas. (Beth Coller/The New York Times)

Todo esto es una gran apuesta para Disney. Su enorme negocio televisivo enfrenta desafíos en la era de las plataformas de emisión, por lo que necesita que la división de 20.000 millones de dólares de parques temáticos rinda más. La empresa ha invertido cantidades multimillonarias en nuevas atracciones, hoteles y cruceros. Los proyectos como Galaxy's Edge también buscan atender las expectativas cambiantes de los clientes. La generación de niños como Sam —que creció viendo Netflix, jugando Fortnite y usando aplicaciones en iPhone— esperan algo más personalizado y una participación activa. Las atracciones más pasivas que a mí me encantaron en 1983 todavía entretienen a los niños de hoy, pero ¿por cuánto tiempo seguirán haciéndolo?

Star Wars: Galaxy’s Edge (Beth Coller/The New York Times)
Star Wars: Galaxy’s Edge (Beth Coller/The New York Times)

Los aficionados a La guerra de las galaxias representan desafíos específicos por sus gustos y disgustos, como aprendió Disney cuando varios fanáticos se enfurecieron con Los últimos jedi de 2017, debido a la muerte de Luke Skywalker. Algunos también se disgustaron con Han Solo: Una historia de Star Wars y no le fue tan bien en taquilla. Si la empresa enfrenta más rechazo por alguna creación de este universo, enfrentaría preguntas incómodas sobre su manejo de Lucasfilm, que adquirió en 2012.

Galaxy's Edge se arriesga en una cuestión creativa: la historia de Black Spire Outpost es nueva y ambientada después de los eventos de Los últimos jedi. Entonces no habrá oportunidad para que los visitantes conozcan a Luke Skywalker, a Han Solo, Darth Vader o a Yoda. Muertos ya están.

Droid Depot. (Beth Coller/The New York Times)
Droid Depot. (Beth Coller/The New York Times)

"Queríamos crear el nivel más profundo de inmersión posible y esas historias ya sucedieron: la gente sabe, aunque sea de manera subconsciente, que no pertenecen en esas tramas", me dijo Margaret Kerrison, directora editorial de historias para Galaxy's Edge, en una entrevista telefónica antes de la visita. Añadió que Disney quería crear un lugar completamente nuevo para que todos estén en terrenos parejos. "Todos lo visitan por primera vez, sin importar qué tan fanáticos son", dijo.

En nuestro grupo eso funcionó bien. Yo soy un seguidor casual. Connor es más aficionado; todavía recuerda las figuras de acción de la saga que tenía de niño. Sam es un gran aficionado.

"¿Cuándo conseguimos los sables de luz?", preguntó, como si su vida dependiera de ello.

(Beth Coller/The New York Times)
(Beth Coller/The New York Times)

Los talleres

Primero fuimos a comer. Mientras estábamos en el restaurante, Sam descubrió la aplicación Play Disney Parks, con la que hay una capa más en la trama de Galaxy's Edge: vuelve tu móvil un "bloc digital" interestelar. Sam se dio cuenta de que podía usarlo para activar a los droides en el terreno, hacer un escaneo de las cajas de cargamentos para ver qué había dentro o para traducir las señalizaciones en aurebesh, uno de los idiomas de La guerra de las galaxias. También se puede usar la app para interactuar con otros visitantes en un juego llamado Outpost Control, en el que eliges si eres parte de la Primera Orden o de la Resistencia.

Pero ningún juego podía distraer a Sam de su misión principal: los sables de luz.

Un vistazo al Droid Depot (depósito de droides) (Beth Coller/The New York Times)
Un vistazo al Droid Depot (depósito de droides) (Beth Coller/The New York Times)

Galaxy's Edge tiene nueve tiendas que ofrecen unos setecientos productos, prácticamente ninguno de los cuales está a la venta en otra parte, de acuerdo con Brad Schoeneberg, ejecutivo de Disney que desarrolló la estrategia de mercadotecnia. Uno de los lugares que más nos gustó es una tienda como de mascotas donde puedes "adoptar" a peluches, incluyendo los porgs (por 45 dólares), que hacen ruido y mueven sus alas.

El taller de los sables de luz, como Sam predijo, es el más impresionante.

No se ve tan especial desde fuera; está escondido al lado del Droid Depot, donde los visitantes pueden construir sus robots y droides al tomar partes de una banda mecánica.

Droid Depot (Beth Coller/The New York Times)
Droid Depot (Beth Coller/The New York Times)

Pero adentro del taller de los sables de luz realmente hay magia; me dejó pensando: "¿Cómo diablos lo lograron?".

No quiero arruinarlo para los futuros visitantes al describirlo en detalle. La experiencia tiene que ver con temáticas como "paz y justicia" o "poder y control" y seleccionar entre cristales (rojo, azul, verde, violeta). Cada sable es personalizado a partir de los detalles en la empuñadura; en total hay 120.000 posibles combinaciones. Hicimos tres.

La única parte que no es atractiva: cuestan 199 dólares cada uno.

Pero yo creo que valió cada centavo tan solo por haber visto cómo se iluminaba la cara de Sam cuando probó por primera vez su sable azul. Incluso hace los sonidos al moverlo como en las películas.

A bordo del Halcón Milenario

Los visitantes pueden ponerse a prueba en los controles del Halcón Milenario. (Beth Coller/The New York Times)
Los visitantes pueden ponerse a prueba en los controles del Halcón Milenario. (Beth Coller/The New York Times)

Hicimos el simulador de la nave hasta el final.

Ya con sables de luz amarrados a nuestra espalda, caminamos al edificio donde se ubica (el depósito de Hondo Ohnaka) y nos fuimos moviendo por las varias zonas para hacer fila, diseñadas con mucho detalle, hasta encontrarnos con Hondo. Nos contó cómo Chewie le había prestado el Halcón a cambio de repuestos requeridos y que entonces Hondo ahora necesita una tripulación que no vaya a hacer muchas preguntas sobre los cargamentos que transportarán.

Ya a bordo del Halcón pasas unos minutos en la cubierta principal, que es idéntica a la vista en las películas; hasta tiene la tabla de dejarik (el holoajedrez). Ya que nos dijeron que era momento de empezar la misión, nos pusimos los cinturones en la cabina placenteramente desgastada, con seis asientos y decenas de botones, controles e interruptores funcionales.

Star Wars: Galaxy’s Edge en Disneyland Park (Beth Coller/The New York Times)
Star Wars: Galaxy’s Edge en Disneyland Park (Beth Coller/The New York Times)

A cada persona le asignan uno de tres roles —piloto, ingeniero de vuelo o artillero— y se supone que debes trabajar en equipo. Si tu grupo no lo hace bien, la nave se descarrila. Es como estar dentro de un videojuego muy elaborado.

Nuestro grupo no lo hizo muy bien. Chocamos contra otras naves —la verdad fue divertido— y tuvimos una colisión en un planeta que no reconocí. Se sienten los golpes.

"Pa, admítelo, lo hiciste terrible", le dijo Sam a Connor cuando salimos, deslumbrados. Se rieron juntos. Fue adorable.

Me conmovió cómo Sam estaba haciendo recuerdos con su padre, tal como yo lo había hecho con el mío en los años ochenta a bordo de los Matterhorn Bobsleds —nos subimos doce veces seguidas a esta montaña rusa— y con nuestras risas por lo cursi que era la atracción Country Bear Jamboree (que ya no existe).

Y si los recuerdos para Sam y Connor incluyen a porgs, Chewie y Hondo Ohnaka en vez de a tres osos que tocan el bajo, ¿quién soy yo para juzgar?

Las fachadas de las tiendas están señalizadas en el idioma aurebesh y quienes trabajan ahí siempre mantienen su papel de habitantes de Baatu. (Beth Coller/The New York Times)
Las fachadas de las tiendas están señalizadas en el idioma aurebesh y quienes trabajan ahí siempre mantienen su papel de habitantes de Baatu. (Beth Coller/The New York Times)
(Beth Coller/The New York Times)
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Oga’s Cantina bar (Beth Coller/The New York Times)
Oga’s Cantina bar (Beth Coller/The New York Times)

* Copyright: 2019 The New York Times News Service