Ernesto Samper, expresidente de Colombia: “Federico Gutiérrez es el tercer Uribe en veinte años”

En entrevista con Infobae, el exmandatario cuestiona la decisión del Partido Liberal de apoyar en estas elecciones al candidato de Equipo por Colombia. Además, analiza la propuesta política del Pacto Histórico de Gustavo Petro y brinda su balance de los cuatro años de gobierno de Iván Duque.

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Foto de archivo del expresidente de Colombia Ernesto Samper. EFE/ David Aguilar
Foto de archivo del expresidente de Colombia Ernesto Samper. EFE/ David Aguilar

La campaña presidencial en Colombia llega a su recta final. Hasta el momento, dos son los favoritos para pasar a la segunda vuelta: Gustavo Petro y Federico Gutiérrez. Ambos llegan apretados en los diferentes sondeos por sus propuestas para los próximos cuatro años.

Sobre este panorama polarizado, Infobae entrevistó al expresidente Ernesto Samper (1994-1998), quien cuestionó el apoyo del Partido Liberal a Gutiérrez. No descartó que esto sea el inicio de una división dentro de la agrupación. Habló también sobre el programa del Pacto Histórico.

-En Colombia se está viviendo una campaña electoral muy polarizada, pero también se percibe que el clima de violencia no cesa. ¿A usted como expresidente de la república le preocupa esta situación?

-Diría que, de alguna forma, las elecciones colombianas están siguiendo patrones latinoamericanos. Lamentablemente, estamos llegando a un esquema de polarización ideológica como el que se vivió en otros países como los casos de Chile y Perú. Si vamos más lejos, lo ocurrido entre Trump y Biden en Estados Unidos, el Brexit o el mismo plebiscito por la paz que se vivió en Colombia. Ese esquema de polarización es lo que cuentan las redes, los odios, los ataques personales, no hay tiempo de reflexión, no se mueven ideas sino pasiones. No es el ambiente más sano para hacer unas elecciones y mucho menos en un país como Colombia que, de alguna manera, se está recuperando de unos largos años de conflicto durante el cual se presentaron episodios de guerra que dejaron víctimas marcadas, huellas y cicatrices que hasta ahora estamos curando. Esa sería la parte negativa. La parte positiva es la desaparición del fantasma o estigma de la combinación de las formas de lucha según la cual la izquierda apelaba a la lucha armada para hacer proselitismo y le permitía a las fuerzas de derecha conquistar espacios para aterrorizar a la gente. En este momento a lo que estamos llegando es a un escenario abierto de confrontación. Los sectores, que antes disparaban, hoy día aceptan el escenario democrático como punto de encuentro y de reconocimiento frente a otras fuerzas políticas. Sin ir muy lejos, el caso de las FARC. Catorce mil personas movilizadas de las FARC ya están trabajando políticamente en sitios en los cuales están esperando su amnistía o ya están reincorporados a la vida civil. Hay sectores que antes estaban estigmatizados como los indígenas, los afrodescendientes y los campesinos que forman parte ahora del Pacto Histórico. Hay aspectos sui generis de la realidad colombiana que se deben destacar.

-¿Qué aspectos sui generis?

-Creo que el más importante es el renacer del movimientismo social en Colombia. Si nos trasladamos al año 2019, en América Latina se estaba viviendo una primavera árabe con cierto crédito latinoamericano, del cual eran protagonistas especialmente los jóvenes, quienes estaban protestando en Chile, México y Colombia. En nuestro caso, por primera vez, se pudo escuchar esta voz y este grito de reivindicaciones. Lo que pasa es que la pandemia colocó en modo avión estas protestas sociales y legítimas. Ahora ha vuelto a renacer con ocasión de la campaña y creo que, por primera vez, estamos enfrentados a un dilema en el cual hay un país que se quiere quedar con las elites y las contradicciones y hay otro país que desea que haya un cambio. También hay unas élites emergentes o expresiones de un conflicto periférico que estamos viendo en algunos territorios de manera muy peligrosa que revive algo que hemos vivido en los últimos cincuenta años.

-El Partido Liberal ha expresado su apoyo al candidato Federico Gutiérrez. Y usted no estaría de acuerdo con esta decisión. ¿Por qué?

-Primero, porque es el ala derecha del Partido Liberal. No es que yo esté incluido dentro de esa manifestación. Lo hecho por el presidente Gaviria, quien es el jefe formal del Partido Liberal, ha ido contra los estatus que establecen claramente que cualquier decisión sobre alguna coalición con una fuerza política o algún apoyo a otra que encabeza un candidato presidencial distinto a un liberal, debe ser aprobada por la Convención Nacional del partido que es el órgano máximo.

-¿Eso no ha ocurrido?

-No. El presidente Gaviria se ha arrogado algunas atribuciones y responsabilidades que no tiene estatutariamente. En segundo lugar, no son razones de carácter ni siquiera ideológico o político las que llevan a este reclamo sino que, lamentablemente y tengo que decirlo, hay razones de orden personal e intereses burocráticos que son los que ha llevado al presidente Gaviria a tomar esta vergonzosa decisión. En las encuestas muestran claramente que más de las dos terceras parte de los liberales de a pie están con el proyecto político del Pacto Histórico de Gustavo Petro en dos cuestiones que me parecen fundamentales.

-¿Cuáles?

- La primera es que continúen los acuerdos de paz de La Habana y se reactiven las negociaciones con el Ejército de Liberación Nacional. Y la segunda es que se hagan ajustes al modelo económico para poder financiar la pospandemia. Yo diría que algo más: no solo la pospandemia sino el posconflicto. No nos olvidemos que en Colombia, además, de la pospandemia también se vive un posconflicto que tienen unos costos que indican contar con tierras para los campesinos, de construir vías secundarias, de asegurar la presencia social del Estado, de reparar a las víctimas. Nada de eso se ha hecho en el Gobierno de Uribe y eso es lo que propone continuar el candidato al cual se ha “adherido” el Partido Liberal.

-¿Federico Gutiérrez es la carta del expresidente Uribe?

- Por supuesto que sí. El señor Federico Gutiérrez es el tercer Uribe en veinte años, el segundo Duque y el candidato de los empresarios antioqueños. Eso es lo que representa. Y todo eso nos lleva a que es una continuidad de una serie de procesos que Colombia no quiere. No quiere regresar a la guerra, la gente en Colombia no quiere que se le impongan impuestos a la clase media y los sectores populares. La gente quiere unos cambios. Por eso, aquí lo se está expresando no es una diferencia entre bloques ideológicos sino en un país en el que unas élites se quieren quedar al precio que sea sobre unos sectores que desean un cambio.

-Si usted dice que la decisión de apoyar a Gutiérrez ha sido literalmente de un sector relacionado al expresidente Gaviria, ¿qué va pasar en la interna del Partido Liberal?

-Bueno, los que se fueron con Gaviria pues se fueron. Se ha sabido de una rebelión de liberales, especialmente de los representantes a la Cámara, que no acatan las decisiones del presidente Gaviria. Lo más probable es que con esto haya una oficialización de una división que se está incubando dentro del Partido Liberal desde hace veinte años entre un ala conservadora-neoliberal que prácticamente ha manejado el partido y ha excluido a los sectores progresistas que creemos en un modelo de desarrollo solidario, en salidas al conflicto armado y la integración latinoamericana. Por esa razón, no descarto que esto termine en la conformación de un partido que agrupe a los sectores del ala progresista o de izquierda del Partido Liberal.

-Lo que dice me recuerda bastante a lo que ocurrió cuando Luis Carlos Galán decidió apartarse del Partido Liberal para formar su propio partido en la década de los ochenta. ¿Podría darse un escenario similar?

-Creo que esta división podría ser más un deslinde ideológico.

-Antes de que se oficialice el apoyo del partido se estaba en tratativas con Petro para forjar una alianza, pero las declaraciones de Francia Márquez contra el expresidente Gaviria frustró todo.

-Rodrigo, eso fue una excusa. Hubo factores que, en estos momentos, no estoy en condiciones de revelar que fueron de índole personal y burocrática. Este acuerdo (El Partido Liberal-Gutiérrez) es simoniaco. Es un acuerdo a cambio de dádivas de distinto orden. Por eso, repito que es vergonzoso para el Partido Liberal. Hace veinte años, cuando el Partido Liberal de Colombia me eligió presidente tenía el 54% del Senado, el 55% de la Cámara de Representantes, todos los gobernadores y las alcaldías. Yo mismo fui elegido presidente liberal. Hoy en día, sin embargo, el candidato liberal solo consiguió el 5% de la votación de todo el país. El partido ha venido viviendo una serie de derrotas sucesivas. Y creo que esta decisión equivocada del presidente Gaviria, quien es el dueño del frasco liberal pero no del jarabe, pues lo que hace es precipitar algo que se ha debido producir hace bastante tiempo. La identidad histórica del liberalismo es la de un partido socialdemócrata. Así me identifico yo, por ejemplo, dentro del espectro del Grupo de Puebla que está sintonizado con Lula, Correa, Evo Morales. Es decir, con los sectores progresistas.

-Hablemos del Pacto Histórico al que ha manifestado un apoyo visible. ¿El plan de gobierno de Gustavo Petro es lo que necesita Colombia en este momento?

-El Pacto Histórico conforman hoy diez a doce fuerzas muy importantes. No solamente hay liberales, sino también organizaciones campesinas y mineras. La misma vicepresidenta (Francia Márquez) es un símbolo de todas las reivindicaciones aplazadas que tiene este país con los afrodescendientes, la violencia ejercida contra la mujer como consecuencia del conflicto armado, los municipios olvidados. En las líneas que me interesan como expresidente, me parece que el plan de gobierno de Petro es lo que sí necesita Colombia. Petro ha propuesto continuar con el proceso de paz de La Habana que Duque dejó en modo avión en tres temas que son sensibles para Colombia.

-¿Esos son?

-Primero, abandonó los compromisos en materia de tierras. El primer punto de los acuerdos de La Habana es una reforma agraria integral para darles tierras a los campesinos porque llevan cincuenta años matándose por cuenta de eso. Segundo, la reparación de las víctimas. Tenemos diez millones de víctimas a las cuales apenas se le ha dado la reparación que se les ofreció en solo un 15% a 17%. Y tercero no sé si sea un tema entendible a nivel latinoamericano, pero para nosotros es vital. Se acordó que la sustitución de los cultivos ilícitos en los cuales estaban involucradas más de 180 mil familias campesinas cocaleras no se iba hacer a las malas ni con erradicación forzosa sino a través de unos proyectos productivos de acompañamiento a los campesinos para que abandonaran estos cultivos ilícitos y se pasarán a cultivos alternativos que les dieran paz y tranquilidad a sus posibilidades de vida. El conflicto se está volviendo de manera territorial en nueve zonas del país. La mayor parte coincide con los límites con Venezuela, Ecuador y Panamá. La población civil está cayendo en medio de este conflicto en el que está el narcotráfico y los carteles paramilitares, esto tiene que ser la principal preocupación del próximo gobierno. Y el único que está hablando de mantener en esta línea es el Pacto Histórico. Tengo que decir que los dos temas para Colombia es la reforma del modelo para financiar la pospandemia y avanzar en los acuerdos de paz, incluida la reactivación de las negociaciones que este gobierno paró durante cuatro años con el Ejército de Liberación Nacional que son definitivas. De los 180 municipios donde tenían presencia las FARC hace cinco años, hoy hay 60 o 80 en el cual ha llegado el ELN porque el Estado no lo hizo.

-Como usted dice el Pacto Histórico está tratando de hablar de estos temas, pero también sus detractores ven la sombra -como ha ocurrido en otros países- en el candidato Petro, quien por ser de izquierdas le ponen las etiquetas del chavismo o lo relacionan con gobiernos como los de Cuba y Nicaragua. Es una narrativa creada por los grupos de derecha.

-Forma parte de todas las campañas de las derechas. La materia prima de las campañas de las derechas en América Latina es el miedo. Es poner a la gente que vote por miedo. No solamente en América Latina, los norteamericanos votan por el miedo a los comunistas, a las drogas y los terroristas. Y aquí no hay diferencias. Es un gobierno de derecha como el que fue de Trump. Creo que están sacando del armario los viejos esqueletos de los fantasmas para amenazar que va volver Chávez y Cuba, por favor. Venezuela se está recomponiendo en estos momentos y nosotros estamos para atrás. El Gobierno de Duque tiene mayor concentración de poder que el que tiene Maduro. Es el dueño de la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría. Las amenazas que tiene Petro es que pueda haber un magnicidio, un fraude o se le desconozca las elecciones como sucedió en las consultas populares que lo eligieron como candidato del Pacto cuando se perdieron un millón y medio de votos. Entonces, la amenaza real a Petro es hasta dónde quiere llegar la derecha en este país para frenar unas aspiraciones democráticas.

- La campaña del Pacto Histórico apunta a ganar en primera vuelta, pero si hay una segunda con Gutiérrez será muy polarizada. ¿Usted lo percibe así?

- Por supuesto, la segunda vuelta nunca ha sido beneficiosa para el que gana la primera. Al menos eso se nota en Colombia. Lo más probable es que los que perdieron en la primera vuelta se alíen con el que quedó en segundo lugar. Por eso, el mejor escenario para Petro es, y que no descartan las encuestas, ganar en la primera vuelta. Un triunfo por knockout. Si eso no se da, tocará medirse el escenario de la segunda vuelta y ganar por asaltos. Va ser un escenario muy difícil de confrontación y guerra sucia.

-Conversé el año pasado con el exprecandidato Alejandro Gaviria y, al final de la entrevista, me dijo que el gobierno de Duque será recordado por no implementar alguna reforma. ¿Cuál es su balance de estos cuatro años?

-Creo que en los temas de fondo que conversamos del país, no hay avances sino peligrosos retrocesos. Pero también hay que reconocer algunos hechos. Primero, tuvo éxito en la vacunación porque Colombia está entre los países líderes en materia de población inmunizada y eso fue un esfuerzo concertado entre el gobierno y el sector privado que también es fuerte y reconocido. Segundo, el tema de los inmigrantes venezolanos al que se le reconoció su estatus. Fue un reconocimiento ampliamente apoyado a nivel internacional. Aquí hay dos millones de inmigrantes venezolanos. Salvo esto, otros temas han sido preocupantes como la política internacional. Se afianzaron los lazos hegemónicos de Colombia, se desbarató la UNASUR y los mecanismos de integración. El Gobierno no habla con Nicaragua.

-Usted ha cuestionado que la gestión de Duque no habla con Managua tras el fallo de la Corte Internacional de La Haya que indica que Colombia violó los derechos internacionales al interferir con actividades de pesca en sus aguas.

-Es que lo dice la Corte de La Haya. La única salida racional para no meternos en una guerra con Nicaragua es sentarnos para redefinir nuestros límites marítimos bajo los parámetros que fueron considerados en el fallo de La Haya. Y también atender los eslabones débiles de este conflicto que es la población de más de seis millones de personas que viven en la zona de influencia del archipiélago de San Andrés y el barco sunflower que es el tercero más importante del mundo y, actualmente, está roto. Eso no se puede solucionar enviando a la armada colombiana a patrullar y amedrentar a las autoridades nicaragüenses. Hay un sector que quiere que haya una salida militar, pero la Corte Constitucional de Colombia y la Corte Internacional de La Haya han señalado claramente que se debe negociar con Nicaragua. Y resumo con una frase lo que para mí ha sido la tragedia de Duque: ha confundido Estado con el gobierno. Una cosa son los compromisos del gobierno y otras del Estado. Un compromiso del Estado es el acuerdo de paz con las FARC, con la UNASUR y ahora el tema con Nicaragua.

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