Los atroces relatos de los afganos torturados por los talibanes: “Grité tan fuerte que me desmayé”

Los testimonios confirman el empeoramiento de la situación de los derechos humanos bajo el régimen fundamentalista

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Combatientes talibanes montan guardia en el lugar de una explosión cerca del Ministerio de Exteriores en Kabul, Afganistán, el lunes 27 de marzo de 2023. Un atacante suicida se inmoló cerca del Ministerio en la capital afgana, donde mató al menos a seis personas e hirió a una docena. (AP Foto/Ebrahim Noroozi)
Combatientes talibanes montan guardia en el lugar de una explosión cerca del Ministerio de Exteriores en Kabul, Afganistán, el lunes 27 de marzo de 2023. Un atacante suicida se inmoló cerca del Ministerio en la capital afgana, donde mató al menos a seis personas e hirió a una docena. (AP Foto/Ebrahim Noroozi)

Tras su toma del poder en agosto de 2021, los talibanes volvieron a instaurar en Afganistán un régimen represivo similar al de su primer gobierno, con ejecuciones, torturas y eliminación de los derechos de las mujeres.

En noviembre, los talibanes ordenaron a los jueces que impusieran una interpretación estricta de la ley islámica, según la cual las penas pueden incluir ejecuciones públicas, flagelaciones y amputaciones, el tipo de castigo corporal brutal que fue una característica notoria de su anterior gobierno. Semanas después, el grupo islamista llevó a cabo la primera ejecución pública conocida en el país desde su regreso al poder.

La ONU y las más importantes organizaciones de derechos humanos denunciaron el deterioro de la situación de derechos humanos en el país, pese a las promesas iniciales de los talibanes de un gobierno más moderado que el de su anterior etapa en el poder en la década de 1990.

Aunque no existen cifras oficiales, un informe del relator especial de las Naciones Unidas publicado en febrero afirmó que las autoridades habrían flagelado a más de 180 personas entre el 18 de noviembre de 2022 y el 15 de enero de 2023. Según el informe, entre ellas había hombres, mujeres y niños acusados de delitos como robo, relaciones ilegítimas o “violar códigos de conducta social”.

Los talibanes cometieron cientos de asesinatos y violaciones de derechos humanos, entre ellas ejecuciones extrajudiciales y torturas, desde que tomaron el poder en Afganistán, denunció Naciones Unidas.
Los talibanes cometieron cientos de asesinatos y violaciones de derechos humanos, entre ellas ejecuciones extrajudiciales y torturas, desde que tomaron el poder en Afganistán, denunció Naciones Unidas.

El informe también señaló que la violación sistemática de los derechos humanos de mujeres y niñas en el país “se ha profundizado aún más” y acusó a los talibanes de utilizar “el miedo y las políticas represivas” para reprimir a las comunidades.

Los testimonios

El empeoramiento de la situación fue confirmado por los testimonios de varios afganos que hablaron con CNN y relataron las golpizas y amenazas que sufrieron en los últimos meses.

Uno de los testimonios es el de Mohammad Zafri, un ex empleado de la anterior administración que sufrió las represalias del grupo fundamentalista.

Zafri, de 36 años, contó que fue detenido y torturado durante casi cuatro meses, después de que los talibanes lo acusaran de conspirar contra ellos por colaborar con el Frente Nacional de Resistencia (NRF), un grupo guerrillero.

“Intentaron estrangularme y asfixiarme atándome una bolsa de plástico a la cara, diciéndome que confesara que trabajaba con el NRF”, contó. “Pero como nunca formé parte de ella, no confesé [...]. Luego me colgaron boca abajo, una vez de los pies y otra de las manos”.

Y agregó: “Grité tan fuerte que me desmayé por el trauma”.

Zafri había intentado sin éxito abandonar el país cuando los talibanes se hicieron con el control tras la retirada de las tropas de Estados Unidos y la OTAN tras dos décadas de guerra. Ahora vive escondido con su familia. Afirmó que ya ha perdido la esperanza de intentar marcharse, a pesar de que él y su familia viven en condiciones terribles.

Dijo, no obstante, que si alguna vez logra ponerse a salvo, le gustaría escribir un libro sobre su estancia en prisión.

“Si cuento todas las atrocidades de los talibanes en las cárceles y la opresión de los presos que presencié con mis propios ojos, quizá nadie lo acepte o quizá digan que estoy loco”, dijo Zafri.

Un tribunal talibán decidió castigar a dos hombres vistiéndolos como mujer

Otro testimonio es el de Zabihullah Noori, un ex periodista de Radio Takharistan.

Noori, de 27 años, contó a CNN que estaba con su familia cuando hasta 30 talibanes irrumpieron en su casa de la ciudad de Taloqan, al noreste de Afganistán, en diciembre. Dijo que golpearon a él y sus hermanos con rifles por los informes que había elaborado, que según Noori incluían un “mensaje antitalibán” publicado antes de su regreso al poder.

“Una vez que llegué al departamento de inteligencia (oficinas talibanes), empezaron a golpearme con varas eléctricas, látigos, y me ataron una bolsa de plástico negra a la cara intentando asfixiarme”, dijo Noori.

“Intenté decirles que soy periodista e informo sobre todas las realidades, ya sea contra los talibanes o contra el gobierno anterior”, continuó. Noori dijo que sus explicaciones no conformaron a los talibanes y continuaron diciendo que estaba trabajando con los “infieles” y “difundiendo propaganda”.

“Me dijeron que llamara a mi madre para que me oyera gritar; pensé que iba a morir”, relató.

La primera noche, relató Noori a la cadena estadounidense, sus captores le ataron las manos a la espalda y le golpearon las piernas con una barra de metal, lo que le produjo numerosos hematomas. Tras horas de tortura, los talibanes lo dejaron en una celda durante la noche y volvieron a torturarlo al día siguiente, dijo.

Una niña afgana camina entre soldados talibanes en una calle de Kabul, Afganistán (REUTERS/Ali Khara)
Una niña afgana camina entre soldados talibanes en una calle de Kabul, Afganistán (REUTERS/Ali Khara)

Al tercer día, fue liberado después de que los ancianos de la comunidad escribieran una carta en nombre de su madre suplicando su regreso.

Tras su liberación, Noori huyó con su familia a Pakistán. Ahora vive bajo la sombra del miedo, temiendo lo que pueda ocurrir si alguna vez se ve obligado a regresar a Afganistán o si le siguen la pista hasta el lugar donde se refugió.

“No me siento seguro aquí, los talibanes pueden hacer cualquier cosa, incluso en Pakistán”, afirmó.

Azotamiento público

El episodio ocurrió en un estadio de Kandahar.

En las redes sociales también siguen apareciendo videos que arrojan luz sobre los abusos del régimen contra la población.

En enero, imágenes grabadas en el estadio de fútbol de Kandahar que mostraba a hombres y mujeres siendo azotados públicamente ante miles de espectadores causó conmoción cuando se publicó en Internet. El castigo público fue aprobado por el Tribunal Supremo de Afganistán, que declaró que se estaba castigando a nueve “criminales” por robo y adulterio.

El video de Kandahar fue grabado con un teléfono móvil por un afgano que habló con CNN. Dijo que unas 5.000 personas estaban allí para presenciar la flagelación y que, antes de que comenzara, las autoridades talibanes dijeron que el castigo era necesario para “reformar la sociedad.”

“Tuve la sensación de que los castigados estaban avergonzados [de lo que habían hecho], por eso no gritaban mientras los castigaban [...]. No me gustó que los castigaran públicamente”, dijo.

El hombre añadió que empezó a grabar para que el mayor número posible de personas pudiera ver lo que ocurría, a pesar de que los teléfonos estaban prohibidos y de que él mismo se arriesgaba a ser castigado si lo descubrían.

“Los países de todo el mundo saben cómo son los talibanes, porque aún mantienen relaciones con ellos, y la comunidad internacional puede verlo todo con sus propios ojos”, afirmó. “Sólo hice este vídeo para que la gente viera lo que estaba ocurriendo”.

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