Nahui Olin, la artista mexicana que rechazó a Hollywood y prefirió el arte

La pintora y poeta Carmen Mondragón es recordada por sus ojos verdes, su belleza excepcional, pero más que nada por su espíritu rebelde y transgresor

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Foto: (Museo Nacional de Arte -Munal-)
Foto: (Museo Nacional de Arte -Munal-)

María del Carmen Mondragón Valseca (1893-1978), mejor conocida como Nahui Ollin, apelativo conferido por el pintor Gerardo Murillo Dr. Atl, se caracterizaba por su espíritu libre y apasionado con el que rompió esquemas y que dejó como sello distintivo en su pintura y poesía, además de convertirse en la musa de fotógrafos y pintores de la vertiginosa época posrevolucionaria.

Nació el 8 de julio de 1893 en Tacubaya, dentro de una familia acaudalada bajo la estricta presencia de su padre, el general Manuel Mondragón. Su madre Mercedes Valseca cultivó en ella el gusto por la música y le enseñó a tocar el piano y a escribir desde temprana edad.

Al mudarse a la capital francesa, por el exilio de su padre, Nahui Olin estudió en un internado donde aprendió danza clásica, pintura, literatura y teatro. Volvió a París ya casada con el pintor Manuel Rodríguez Lozano(de quien se rumoró su homosexualidad), donde conoció a artistas como Diego Rivera, Georges Braque, Henri Matisse y Pablo Picasso. Este mundo fue el germen de la actividad artística y la personalidad indomable que desarrolló a lo largo de su vida Carmen Mondragón, cuyo sólo nombre sacudía a “las buenas conciencias” de la época.

La Primera Guerra Mundial, su huida a España y la muerte de su único hijo por asfixia a los pocos meses de nacido, fueron algunos de los trágicos episodios que debió afrontar la joven artista.

 Imagen tomada por el fotógrafo Edward Weston, pareja y mentor de Tina Modotti
Imagen tomada por el fotógrafo Edward Weston, pareja y mentor de Tina Modotti

En 1921 volvió a la Ciudad de México y se sumergió en la vida artística del país, donde resaltó por sus ideas de avanzada y su actitud provocadora. Convivió con personajes como José Vasconcelos, Frida Kahlo, Xavier Villaurrutia, Dolores del Río, Guadalupe Marín, Tereza Montoya, Tina Modotti, María Izquierdo, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Lupe Vélez y Salvador Novo.

Mondragón formó parte de ese grupo de mujeres que durante las décadas de 1920 y 1930 produjeron uno de los períodos más activos de la cultura y el arte en México, y a las que Elena Poniatowska bautizó como Las siete cabritas.

Ese mismo año inició una relación que duraría cinco años con el artista plástico Gerardo Murillo, mejor conocido como Doctor Atl, con quien vivió en el ex convento de La Merced. Todavía se conservan más de doscientas cartas escritas por ella y múltiples retratos que él le hizo.

Es en esa etapa que ella toma el nombre de Nahui Olin (cuatro movimiento o perpetuo movimiento en náhuatl), en relación a la renovación cíclica del calendario mexica. Ese período fue el más prolífico en la producción poética y pictórica en la vida de la artista.

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En la película La fabulosa vida de Diego Rivera se menciona a Carmen Mondragón como una de las dos únicas mujeres integrantes de la Unión Revolucionaria de Obreros, Técnicos, Pintores, Escultores y Similares difundida en 1924 por “El Machete”, al lado de Carmen Foncerrada.

En 1935 también fundó la Liga Feminista de Lucha contra las Toxicomanías, que buscaba erradicar los vicios que, a su juicio, no permitían el progreso del país; con ella pronto se unió a otros grupos que buscarían el voto femenino, la igualdad de derechos frente a los hombres, acceso al trabajo con apoyos a la maternidad, derecho a poseer tierras, la integración de las mujeres indígenas y el acceso a la educación para todas las mujeres.

Rechazó una vida en Hollywood

Tras terminar su relación con el Doctor Atl, Mondragón conoce al caricaturista Matías Santoyo, con quien viaja a Hollywood. Ahí el director Rex Ingram le ofrece aparecer en una película, pero ella no acepta porque considera que quiere explotar su imagen como símbolo sexual, argumentando que con el desnudo ella busca más una existencia estética que rompiera tabúes en cuanto al desnudo en el arte.

A los cuarenta años conoció al capitán Eugenio Agacino, quien aparece en algunos de sus cuadros. Con él viajó a Cuba, España y Francia, donde participa en una exposición y da conciertos de piano. Cuando él muere, al parecer de ingesta de marisco en mal estado o de shock anafiláctico (no está claro), Carmen Mondragón se retiró de la vida pública, dedicando más tiempo a la escritura que a la pintura. Fue entonces cuando compuso su diatriba contra la teoría de la relatividad de Einstein que tituló Energía Cósmica, un libro donde mezcla poemas, reflexiones y asertos científicos.

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Fue esta época una de las más fructíferas de Nahui Olin, quien a su labor creativa sumó su actividad como modelo para grandes figuras, como Diego Rivera, quien la inmortalizó en el mural La creación, donde aparece como Erato, la musa de la poesía erótica; también posó para Jean Charlot y realizó desnudos para los fotógrafos Edward Weston y Antonio Garduño, quienes no sólo capturaron la sensualidad de su figura y sus enigmáticos ojos verdes, sino que también asoma en sus imágenes la actitud rebelde y transgresora de una mujer que, como tantas otras figuras legendarias, quedó envuelta en el mito y la leyenda.

Con Garduño realizó una exposición de desnudos en la azotea de una casa del Centro Histórico de la Ciudad de México, que atrajo a figuras como Manuel Álvarez Bravo, Roberto Montenegro, Dolores Olmedo, entre otros.

En la etapa final de su vida, Nahui Olin se desempeñó como maestra de pintura en una escuela del Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA); gustaba comer en el Casino Español, gastaba incluso en algunas joyas y otros artículos de lujo, contrariamente al mito que se ha creado en torno suyo como alguien que vivió sus últimos años en medio de la pobreza.

Carmen Mondragón, Nahui Olin, fue una mujer que amó el arte, la ciencia y que se distinguió por su irrenunciable espíritu de libertad.

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