C.S. Lewis, su amistad con Tolkien, las Crónicas de Narnia y el cristianismo más ortodoxo

Otro año más del natalicio de uno de los escritores británicos más popularizados, no solo por su conocida saga de novelas sino también por los temas religiosos que abordó en sus otros libros y el lugar que ocupó en la sociedad cristiana en Oxford.

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C.S. Lewis alcanza los 124 años en 2022. Falleció unos días antes de su cumpleaños número 65, en 1963. (Foto: Google).
C.S. Lewis alcanza los 124 años en 2022. Falleció unos días antes de su cumpleaños número 65, en 1963. (Foto: Google).

En noviembre de 2022, de haber sido como Aslan, uno de sus personajes más icónicos, el escritor C.S. Lewis habría alcanzado los 124 años en esta semana. Nació en el año 1898 y vivió hasta el año 1963, cuando falleció tan solo unos días antes de haber alcanzado los 65 años. En vida, fue uno de los escritores británicos más populares de su tiempo, además de medievalista y un conocido apologista cristiano anglicano.

Su nombre completo era Clive Staples Lewis, pero lo conocían simplemente como C.S. En sus círculos más cercanos lo llamaban Jack. Oriundo de Belfast, en Irlanda del Norte, creció en un hogar repleto de libros, al cuidado de sus padres, Albert y Florence, y en compañía de su hermano Warren. Su interés por la lectura apareció pronto y su habilidad para la escritura empezó a nutrirse a partir de sus lecturas y experiencias. Junto a su hermano viviría las aventuras más increíbles que todo niño pudiera imaginar. Bueno, de hecho, se las imaginaban mientras jugaban y correteaban por ahí. La cosa es que todas esas invenciones vinieron a alimentar, años más tarde, el gran universo narrativo del futuro escritor.

Formado al interior de un hogar cristiano, la primera decisión trascendental que toma en su vida se da a los 15 años, cuando decide dejar de lado la religión para practicar el ateísmo. Sin embargo, la presencia de la religión siempre estuvo ahí para él, por su familia y los círculos sociales que frecuentaba. Su fe oscilaba entre creer o no en un dios.

Le rezara a quien le rezara, el aspirante a escritor abandonó sus estudios en 1917 y se enlistó en el ejército británico. Fue herido en el primer año de servicio y en cuanto se recuperó, sus superiores lo enviaron de regreso. Lewis retomó los estudios y se enclaustró en el sitio que le permitiría cultivar su futura obra y sembrar amistad con uno de los nombres más importantes de la literatura fantástica de todos los tiempos. Aunque, claro, en ese momento ninguno lo sabía.

En la Universidad de Oxford, Lewis ejercería como profesor de Lengua y Literatura inglesa. Era el año 1925. Poco después, se daría su encuentro con J.R.R. Tolkien, con quien además de compartir afinidades literarias fundaría, en asocio con Charles Williams y Owen Barfield, el ‘Club de los Inklings’, que no tenía otro propósito distinto a discutir temas relacionados con literatura y filosofía. Dicho de una forma más coloquial, iniciaron su propio circuito nerd.

Entre una y otra reunión, la imaginación de Lewis se disparaba. Ya tenía en su cabeza la idea de algo que quería escribir, pero no conseguía hacerlo. Tolkien, en cambio, ya tenía varios manuscritos con lo que más tarde haría parte de su gran obra: El señor de los anillos.

Las lecturas y las conversaciones alimentaban la creatividad de ambos escritores. En el caso de Lewis, también su religiosidad se veía intervenida. Fueron dos autores quienes lo motivaron a acercarse al cristianismo: George MacDonald y G.K. Chesterton. Sus libros le transmitían algo que no comprendía en un principio, pero que ejercía una gran influencia sobre él. De hecho, lo cuenta el autor en su Autobiografía, en su juventud los había conocido en persona, mientras aún vivía en Belfast.

En 1931, Lewis se convirtió finalmente al cristianismo, aunque Tolkien le había sugerido que se hiciera al catolicismo. “Entré al cristianismo pateando y gritando”, escribió el autor una vez. Parte de su obra la dedicaría a la exploración de estos temas y representaciones de su religión aparecerían cifradas en su saga de El León, la Bruja y el Ropero.

La amistad que sostendría con Tolkien, además de duradera, sería trascendental para el desarrollo de su obra. De hecho, para ambos lo fue. Lewis escuchaba a Tolkien hablar sobre su Tierra Media y este lo alentó a Lewis a que escribiera. A Dios gracias que estos dos se encontraron. ¿Qué tan distinto habría sido todo si no? ¿Hablaríamos hoy de Las crónicas de Narnia o El señor de los anillos?

El primer libro que publicó Lewis apareció en 1933 bajo el título de El regreso del peregrino. Después vendrían alrededor de una veintena de libros que vieron la luz estando vivo el autor y también de manera póstuma.

Sus obras más famosas son sin duda las dos series de novelas de la Trilogía Cósmica y Las crónicas de Narnia. Entre las dos, un total diez libros que le permitieron a Lewis, con el paso del tiempo, convertirse en uno de los autores más traducidos y leídos en el mundo. Sus historias han sido adaptadas al cine, la televisión y el teatro, y han sido motivo de estudio por parte de académicos de la literatura.

Es una pena que C.S. no haya podido ver el fruto de tantos años de trabajo. Si se sentara a hablar con Tolkien acerca de lo que consiguieron durante esos días en Oxford, seguramente ninguno de los dos terminaría de creerlo. La suerte nos toca a nosotros, que tenemos la posibilidad de leerlos y discutirlos, como buenos nerds del Inklings. Quizá mañana alguno de nosotros podamos vivir tanto tiempo como Aslan para así contarlo.

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