Suicidio u homicidio: la extraña muerte de un testigo clave en el proceso contra Álvaro Uribe que cayó en el olvido

John Fredy González Isaza era un desmovilizado del Bloque Metro de las Autodefensas que se encontraba tras las rejas de la cárcel La Modelo de Barranquilla.

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John Fredy González Isaza era un desmovilizado del Bloque Metro de las Autodefensas que se encontraba tras las rejas de la cárcel La Modelo de Barranquilla, por los delítos de concierto para delinquir agravado, homicidio en persona protegida, terrorismo y desplazamiento forzado.

El 8 de junio de 2011, luego de una inspección de rutina en el pabellón de Justicia y Paz de la Cárcel Modelo, los vigilantes notaron la ausencia de un recluso, que luego de inspeccionar celda por celda, encontraron recostado en una esquina contra la pared, de pie, inmóvil y con las manos atadas; se trataba de John Fredy, alias Rosco.

Aunque en ese momento, el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) aseguró que la muerte de Jhon Fredy González fue un suicidio, las versiones de sus ex compañeros, guardias e incluso la hipótesis de la Fiscalía, contradijeron esta versión.

Lo sospechoso es que antes de su muerte, el 10 de mayo de 2010, alias “Rosco”, había declarado que en la Hacienda Guacharacas existió un bloque paramilitar.

<mark class="hl_orange"><b>La información de Daniel Coronell</b></mark>

Según un artículo escrito por Daniel Coronell para Los Danieles, la declaración relacionaba al expresidente Álvaro Uribe Vélez con el grupo criminal y con Juan Guillermo Monsalve, responsable de que la Corte Suprema de Justicia llamara a Indagatoria a Uribe, tras haberlo acusado de presionarlo para declarar en contra de Iván Cepeda.

“La importancia de ese testimonio es doble: Primero, porque Guacharacas es la misma finca de la familia de Álvaro Uribe Vélez en la que según el testimonio de Juan Guillermo Monsalve, se fundó el Bloque Metro de las Autodefensas. Y segundo, porque el propio Monsalve, quien según la defensa de Uribe jamás ha sido paramilitar, es hijo de quien fue mayordomo de la hacienda”, dice el artículo de Los Danieles.

Asimismo, en esa hacienda, el 14 de junio de 1983, se llevó a cabo el asesinato de Alberto Uribe Sierra, padre del exsenador, quien fue sorprendido por tres hombres armados que le proporcionaron un tiro en el pecho y otro en la cabeza.

Lo cierto es que el testimonio no fue del agrado de muchos paramilitares, quienes desde ese entonces empezaron a presionarlo de diferentes maneras para que se retractara.

En primer lugar, desde la cárcel de Itagüí, por medio de dos internos identificados con los alias de “Fifí” y “Perra flaca”, según documentos de la Fiscalía General de la Nación.

El artículo de Daniel Coronell relata que “ellos primero lo invitaron a que fuera leal con los jefes y cambiara su testimonio. Después le dijeron que se evitara una muerte pendeja por decir cosas que no le servían a nadie”.

Por su parte, el mismo John dejó por escrito las amenazas que recibió y los motivos de estas.

“Estos señores me han estado presionando de parte de Julián Bolívar para que me retracte de cosas que he mencionado. En especial de lo que he dicho de la señora Patricia Díaz de Fundepaz”, denunció.

Cabe recordar que Julian Bolívar, quien lleva por nombre real Rodrigo Pérez Alzate, comandó el Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Por eso, a fin de salvar su vida, “Rosco” fue trasladado a la cárcel La Picota en Bogotá, sin embargo, las amenazas continuaron.

“Me llamaron a la celda del señor Roldán, alias Monoleche, y me propuso que de parte de Julián Bolívar por qué no me sentaba a cuadrar las cosas y a mirar de qué me retractaba en la Fiscalía y que a cambio de esto mirara qué necesita- ba, que a mí no me convenía tener a ese señor de enemigo”, fueron las palabras de González dadas a conocer en el artículo de Daniel Coronell.

Como las amenazas continuaron, John fue trasladado nuevamente, pero esta vez a la cárcel Modelo de Barranquilla, donde, según sus familiares, este tenía el presentimiento que lo iban a matar.

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Los hechos que ocurrieron ese 8 de junio, desencadenaron muchas preguntas respecto a su muerte. De hecho, cuando encontraron su cuerpo en la celda 13, los guardias tuvieron que tumbar la puerta, pues esta se encontraba con candado.

<mark class="hl_orange"><b>La hipótesis de la INPEC Vs Fiscalía</b></mark>

La víctima fue encontrada colgada del cuello con una cuerda delgada, que estaba amarrada de un palo de madera. Así mismo, en el lugar de los hechos había una silla sobre la cama, lo que “reforzó” la teoría sobre un posible suicidio.

Pero lo que alertó y puso en tela de juicio esa hipótesis, fue que “Rosco” tenía sus manos amarradas con un cinturón. Entonces, ¿Cómo se suicidó sin la ayuda de sus manos?

A pesar de las dudas, ese mismo día el INPEC comunicó que se había tratado de un presunto suicidio, en el cual nunca se mencionaron las manos atadas de la víctima.

“El interno fue encontrado en posición de ahorcamiento sujetado por una cuerda alrededor de su cuello, lo que permite, en primera instancia inferir, que se trató de un suicidio”, decía el comunicado divulgado por el INPEC.

Por su parte, la investigación forense arrojó que John Fredy había sido asesinado.

“Por las circunstancias modales como ocurrió el crimen, posiblemente la víctima fue asesinado por venganzas personales y/o para evitar que en las versiones que rendiría ante las autoridades de Justicia y Paz informara o delatara hechos criminales presuntamente cometidos por otras personas”, señaló el documento de la Fiscalía.

Lo cierto es que 9 años después de lo ocurrido, no se ha dado con el responsable de la muerte de un testigo clave en uno de los casos judiciales más importantes del país, que también quedó en el olvido.

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