Qué es ALF, la organización extremista investigada por el FBI que mantiene vínculos con Joaquin Phoenix

En sus apariciones sorpresivas durante el fin de semana en las salas de cine que proyectan Joker, el actor llevó una sudadera con capucha y el logo de Animal Liberation Front, un grupo “ecoterrorista” que opera en 40 países

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Joaquin Phoenix llevó un hoodie con el logo de ALF a sus irrupciones sorpresivas en las proyecciones de Joker en Los Angeles(Hollywood Post en Instagram, @hwoodpost)
Joaquin Phoenix llevó un hoodie con el logo de ALF a sus irrupciones sorpresivas en las proyecciones de Joker en Los Angeles(Hollywood Post en Instagram, @hwoodpost)

Durante las apariciones sorpresivas que hizo el fin de semana en Los Angeles, para la promoción de Joker, Joaquin Phoenix llevó una sudadera con capucha que mostraba impreso el logo del Frente de Liberación Animal, ALF. En principio a nadie sorprendería un mensaje en favor de los animales del actor que es vegano desde los tres años: “Con mis hermanos vimos cómo mataban peces de una manera realmente violenta y agresiva. Para mí es obvio: no quiero causar dolor a otra criatura viva”. Se sabe también que, además de sus elecciones privadas, Phoenix tiene una militancia pública a favor del respeto a los animales, cuya manifestación más reciente fue la campaña de PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales) en la que se lo ve con un pollo. Pero este atuendo por primera vez lo mostró en apoyo abierto a una organización que la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) considera extremista y ubicada dentro del espectro del “terrorismo de intereses especiales”.

En su presentación ante el Comité Judicial del Senado, en 2004, John E. Lewis, entonces subdirector del FBI describió:

Joaquin Phoenix es un reconocido activista anti especismo, pero nunca antes se había manifestado a favor de una organización que el FBI considera extremista.
Joaquin Phoenix es un reconocido activista anti especismo, pero nunca antes se había manifestado a favor de una organización que el FBI considera extremista.

“Durante los últimos años el extremismo de intereses especiales, como el que caracteriza al Frente de Liberación Animal (ALF), el Frente de Liberación de la Tierra (ELF) y extremismos asociados, ha surgido como una seria amenaza terrorista doméstica. En general estos grupos extremistas participan en muchas actividades protegidas por las garantías constitucionales de libertad de expresión y de reunión. Las autoridades sólo se involucran cuando el discurso volátil de estos grupos pasa a la acción ilegal. El FBI estima que ALF, ELF y grupos afines ha cometido más de 1.100 actos delictivos en los Estados Unidos”.

Acaso ese deslizamiento constante entre lo legal y lo ilegal hace que, por ejemplo, si ahora alguien va a la página web de ALF, se encuentre en realidad en la de Animal Authority, de denuncias contra el maltrato a los animales pero, sobre todo, de consejos y fotos de perros y gatos.

La página web de ALF deriva automáticamente a otra, llena de perritos y gatitos.
La página web de ALF deriva automáticamente a otra, llena de perritos y gatitos.

Algunos atajos hacia páginas en la memoria de internet permiten ver el sitio original en la versión de Estaos Unidos, y la sala de comunicados de prensa de la web está activa al mes de octubre de 2019. Algunos de sus títulos: “El FBI acusa a activistas de liberar cerditos” (es menos gracioso de lo que parece: los cargos podrían llegar a 70 años de prisión), “Las mayores instalaciones de procesamiento de venado Michigan fueron gravemente dañadas por un incendio”, “20 pollos liberados de una granja de huevos”, “Diez torres de caza destruidas en Wisconsin”, “100 faisanes liberados en Francia; es la 16º liberación de aves salvajes en Europa este verano”, “Otro sitio de caza hackeado”, “Rescatan a dos cabras de una granja”, “Tres pistas de rodeo dañadas por incendios intencionales”, “600 visones liberados en Washington” y “ALF ataca McDonald’s en Alton, New Hampshire” (en el interior del comunicado, al fast food se lo llama “McMurder”, McAsesinato).

Los textos suelen ser de reivindicación. Debajo del título “Rompieron los ventanales de un restaurante de carnes en Phoenix”, por ejemplo, se describió: “En la noche del 24 de marzo atacamos una churrascaría en Phoenix, Arizona. Se hicieron pintadas con las leyendas ‘Maldito especismo’, ‘Destruyamos la dominación’ y un símbolo anarquista además de romper las ventanas. No queremos quedarnos quietos mientras continúan la esclavitud, la tortura y el asesinato masivo de animales no humanos, porque sabemos que nuestra libertad está fuertemente amarrada a la de ellos”.

Sólo es posible rastrear la sala de comunicados de prensa del sitio de ALF.
Sólo es posible rastrear la sala de comunicados de prensa del sitio de ALF.

El objetivo que declara ALF es terminar con el abuso animal. Para eso liberan animales de situaciones de explotación, algo que desde la perspectiva de los ganaderos que los crían, por ejemplo, es más bien una liberación de su propiedad, es decir, robo. También los animales que se utilizan en experimentos y para entretenimiento humano son objeto del rescate de ALF. Según su definición, el grupo quiere “abolir la explotación animal institucionalizada porque supone que los animales son propiedad”.

El frente es, obviamente, clandestino en los 40 países donde opera; además del FBI en Estados Unidos, la Unidad de Coordinación Táctica de Extremismos Nacionales lo sigue en el Reino Unido. Una característica que lo hace más difícil para las autoridades es que carece de organización, membresía o líderes. Lo que define a sus participantes es que realizan acciones directas. Una anciana que rescate a un gatito de un vecino abusivo, por ejemplo, es de facto miembro del ALF.

El FBI investiga a ALF y otras organizaciones similares como "ecoterroristas" dentro del espectro del "terrorismo doméstico de intereses especiales".
El FBI investiga a ALF y otras organizaciones similares como "ecoterroristas" dentro del espectro del "terrorismo doméstico de intereses especiales".

En general, las acciones que llegan al conocimiento público son otras. Los activistas rescatan animales de laboratorios, por ejemplo; en una ocasión, al hacerlo también destruyeron el sistema informático de un centro de investigaciones, lo cual eliminó años de ciencia. También incendian o vandalizan instalaciones, rompiendo cosas o simplemente pintando el logo que la estrella de Joker llevaba en el hoodie. Con la venta de productos con sus siglas e isotipos, como ese, ALF financia la administración de pequeñas casas de seguridad para animales, donde les ofrecen atención veterinaria.

Su uso de la violencia es particularmente problemático. Si bien declaran que toman todas las precauciones para preservar la vida animal, lo cual incluye la humana, se puede saber cómo empezar un incendio pero difícilmente se pueda prever cómo terminarlo sin víctimas colaterales. Hasta el momento el ALF no ha sido acusado de haber causado ninguna lesión o muerte. Una de las pocas caras conocidas del grupo, el eco-anarquista estadounidense Rod Coronado, quien ha sido detenido tres veces por sus acciones, dijo: “Si algo nos separa de las personas que permanentemente nos acusan de ser terroristas, es que no hemos hecho daño a nadie”.

Una de las imágenes de ALF: la liberación de animales de las granjas donde se los cría para la economía humana.
Una de las imágenes de ALF: la liberación de animales de las granjas donde se los cría para la economía humana.

Sin embargo, un análisis de Global Security lo contradijo: “Con acciones directas como cortar los frenos de 38 camiones de reparto de pescados y mariscos y el uso de bombas y dispositivos de incendio, ha sido por suerte, y no por planificación, que no ha habido víctimas de ELF y ALF”. Al revisar los actos cometidos por estas organizaciones entre 1977 y 2004, “casi el 70% de estas acciones directas son actos de violencia de diferente gravedad. Alrededor del 12% están vinculadas a robo y suelta de animales y un 10% a incendios intencionales y otros delitos”.

La presentación de Lewis ante el Senado mostró también que desde comienzos del siglo ha aumentado la intensidad retórica que acompaña los atentados. El funcionario del FBI citó dos bombas que estallaron en California, uno en el centro de investigación Chiron Life en Emeryville, en 2003, y el otro en Shaklee, fabricante de productos nutricionales y para el hogar de Pleasanton, en 2007. “Este es el final del juego para los asesinos de animales, y si eligen quedarse de su lado serán tratados de manera correspondiente”, se leyó en la reivindicación de la primera bomba. “Ahora cosecharán su siembra. Todos sus clientes y sus familias se consideran objetivos legítimos. Nunca sabrán cuándo sus hogares o sus automóviles pueden volar por el aire. O acaso sea un disparo en la noche”.

El activismo de Joaquin Phoenix contra el especismo, la idea de supremacía de una especie en el planeta, es conocida por su participación en PETA, In Defense of Animals y Nation Earth, entre otras organizaciones. Para Nation Earth hizo la narración de los documentales Earthlings (2005, una crítica a la dependencia humana del consumo animal para sus fines económicos) y Unity (2015).

Joaquin Phoenix suele colaborar con PETA: su última campaña, We Are All Animals, se lanzó en coincidencia con el estreno de Joker.
Joaquin Phoenix suele colaborar con PETA: su última campaña, We Are All Animals, se lanzó en coincidencia con el estreno de Joker.

Phoenix ha denunciado a China por su industria de cuero de perros; también a Walmart por presunta complicidad en la crueldad en la crianza de los cerdos. No usa ropa ni accesorios hechos con materiales animales y su novia, la actriz Rooney Mara, es dueña de una empresa de moda vegana. Con ella participó, en junio de 2019, en el encuentro por el Día Nacional de los Derechos de los Animales, en West Hollywood: marcharon con aves muertas en las manos.

Pero su presentación en las exhibiciones de su exitosa Joker, dirigida por Todd Phillips, es la primera vez que lo muestra simpatizante de ALF.

Aunque tiene raíces en la década de 1960, ALF comenzó a gestarse en el verano boreal de 1974, cuando los británicos Ronnie Lee y Cliff Goodman, que dos años antes habían fundado la Banda de la Misericordia, un pequeño grupo que vandalizaba los automóviles de los cazadores, fueron arrestados por un atentado a un centro de investigaciones donde se realizaban vivisecciones de animales. Lee declaró que quería “impedir la tortura y el asesinato de nuestros hermanos animales”; eso no evitó el juicio. Ambos fueron condenados a tres años de prisión; Lee hizo huelga de hambre para recibir alimentación vegana en la cárcel.

Cuando salió de prisión, con el estigma de ecoterrorista, a Lee lo sorprendió encontrar apoyo de algunas personas que querían sumarse a sus acciones en defensa de los animales. En 1976 Band of Mercy se transformó en ALF. “La cantidad de acciones aumentó rápidamente, y lo grupos de ALF se establecieron en todo el país y en el exterior”, explicó Lee en un artículo sobre la historia del frente. También aumentó, desde luego, la cantidad de miembros encarcelados.

Curiosamente tuvieron efectos colaterales legales, paradójicos para personas que no creen en los procesos republicanos: inspecciones, multas y hasta cierres de instalaciones que no cumplían con las normas de bienestar mínimas para la experimentación con animales o la cría para consumo humano.

Hacia la década de 1980 ALF (y otros movimientos similares) se había consolidado en una filosofía diferente del proteccionismo animal medianamente reconocible desde finales del siglo XVIII, explicó Amy Zalman en una historia de la organización publicada en Thought Co. Se pasó de la visión paternalista a la consideración de los animales como dueños de “derechos autónomos”.

El británico Ronnie Lee es uno de los pioneros de estos movimientos que utilizan la violencia para defender los derechos de los animales.
El británico Ronnie Lee es uno de los pioneros de estos movimientos que utilizan la violencia para defender los derechos de los animales.

Zalman citó una acción en la Universidad de Pensilvania, en 1974, para liberar tres gatos, dos perros y ocho palomas del laboratorio: “Puede que les parezcamos radicales”, dijo uno de los perpetradores. “Pero somos como los abolicionistas de la esclavitud, a quienes también se los vio como radicales. Y esperamos que dentro de 100 años la gente mire atrás y vea el modo en que hoy se trata a los animales con el mismo horror que vemos hoy el comercio de esclavos”.

En el Reino Unido, el caso más famoso entre los activistas por los derechos animales fue el de Barry Horne, quien sólo brevemente se identificó con ALF. En 1988 trató de rescatar al delfín Rocky, que desde 1971 vivía en cautiverio en Marine Land, de Lancashire. Pero el volumen del animal, que pesaba casi 300 kilos, hizo imposible la acción. Horne y cuatro simpatizantes se pasaron el año siguiente acosando al acuario; le causaron tantas pérdidas económicas que por fin Rocky fue trasladado a las islas Turk and Caicos.

Acusado de una ola de ataques incendiarios en la década de 1990 contra la experimentación en animales, la industria alimenticia y la venta de productos como abrigos de piel, Horne recibió una sentencia de 18 años privado de su libertad. En la cárcel hizo distintas huelgas de hambre que tuvieron enorme repercusión negativa en la prensa del momento, por las cuales perdió funciones renales y parte de su visión, y finalmente murió por fallo orgánico en 2001.

En los Estados Unidos, ALF y ELF tuvieron algunos momentos de repercusión pública, como cuando rompieron ventanales del Bank of New York y escribieron graffiti como “BNY mata cachorros” para protestar contra los negocios financieros entre el banco y Huntingdon Life Sciences, una empresa de investigación sobre animales que fue atacada también en el Reino Unido, su sede original. ALF también reivindicó un dispositivo incendiario en la entrada de la casa de la neurocientífica Lynn Fairbank, de la Universidad de California en Los Angeles, a la que llamó “asesina sádica de monos”.

En 2006 una revisión de la ley sobre terrorismo contra las empresas que utilizan animales (Animal Enterprise Terrorism Act, AETA) endureció las penas contra los ataques de grupos como ALF y creó protecciones para las personas que trabajan en esos lugares, ya que antes sólo se cuidaba la propiedad. También se incluyeron como delitos los daños que puedan sufrir las empresas que hacen negocios con las que son blancos de estos ataques.

En sus irrupciones, ALF deja graffiti como "Sin justicia no hay paz".
En sus irrupciones, ALF deja graffiti como "Sin justicia no hay paz".

Pero con escasa organización y pocos fondos, “la práctica más destructiva de ALF/ELF hasta el momento es el incendio intencional, por mucho”, argumentó Lewis ante el Senado estadounidense en 2004. “Estos dispositivos incendiarios con frecuencia se construyen a partir de instrucciones que se hallan en los sitios de ALF/ELF. Estos incidentes delictivos suelen involucrar vigilancia previa a la actividad y operaciones planificadas”.

Si bien por su tamaño los “extremistas de los derechos de los animales” no requieren más que una treintena de oficiales del FBI (en promedio, suele haber unas 200 investigaciones en curso), “presentan desafíos únicos”, concluyó el funcionario. “Los movimientos ecoterroristas no son como los emprendimientos delictivos tradicionales, que suelen estar estructurados y organizados. Tienen niveles destacados de conciencia sobre su seguridad cuando realizan actividades criminales, y por lo general tienen buenos conocimientos de las técnicas de las fuerzas de seguridad y de las limitaciones que pesan sobre ellas”.

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