Al igual que en otros países, en Francia la presencia canina cerca del presidente es una tradición que dio lugar a decenas de anécdotas y situaciones incontrolables dentro del Palacio del Elíseo. Después de Philae, la perra labrador de Hollande, arribó a la sede presidencial francesa Nemo, la mascota de Emmanuel Macron.
Tres meses después de su llegada a la presidencia, el matrimonio Macron rescató a un simpático labrador negro cruzado con grifón de casi dos años de edad del refugio de la Sociedad Protectora de Animales (SPA), en la localidad de Tulle, en el centro de Francia. Nemo, llamado así en honor al capitán Nemo de la novela de Julio Verne Veinte mil leguas de viaje submarino, se trata del primer can presidencial mestizo y procedente de una perrera.
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Aunque ya había sido protagonista de numerosas noticias después de acompañar a Macron en importantes reuniones y de recibir a mandatarios mundiales, como por ejemplo Mahamadou Issoufou, actual presidente de Níger, esta vez, fue un pequeño blooper de la mascota fue lo que inundó las redes y lo lanzó a los portales de noticias.
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Durante una reunión -que registraba la televisión francesa- sobre inversiones entre Macron con Benjamin Griveaux, ministro de Economía y Finanzas, Julien Denormandie, de Cohesión Territorial y la ministra Brune Poirson, de Ecología, el perro aprovecho la distracción de su dueño para orinar en un rincón del despacho presidencial.
Mientras los dos primeros ministros comenzaron a reirse, Poirson se interrumpió a sí misma y señaló: "Me preguntaba qué era ese ruido". Resultó que era Nemo haciendo pis vigorosa y desvergonzadamente contra una chimenea dorada del palacio, que data del siglo XVIII.
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"¿Pasa a menudo?" preguntó entre risas Julien Denormandie. "No. Han desencadenado en mi perro un comportamiento totalmente inusual", respondió bromeando el presidente, que intentó continuar la reunión mientras limpiaban la orina del perro.
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