La presión social y el deseo de tener un hijo: Sofía Zámolo y el debate sobre la maternidad

Días atrás la modelo contó en una revista que se siente “agobiada” por la continua pregunta sobre cuándo se convertirá en madre. “Es agotador”, confesó, y abrió un fuerte debate. La palabra de una especialista

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Sofía Zámolo prioriza su trabajo por sobre la maternidad y se siente cuestionada en su elección (Foto: Instagram)
Sofía Zámolo prioriza su trabajo por sobre la maternidad y se siente cuestionada en su elección (Foto: Instagram)

Es agobiante cuando vas caminando por un shopping y te dicen que te apures porque se te pasa el tiempo. Yo no quiero traumarme, y creo que la maternidad se pospuso. Trato de que no me afecte el qué dirán, pero es agotador", señaló Sofía Zámolo en una entrevista, y abrió decenas de preguntas. ¿Por qué una mujer debe explicar cuándo quiere ser madre? ¿Qué le genera la presión familiar o social ante la no llegada de un niño? ¿Debe ser mamá para poder sentirse realizada en su vida?

“Es una cuestión cultural, hay un caminito que hay que seguir –señala la psicóloga Marisa Russomando, especialista en maternidad, crianza y familia–. Si una persona está en pareja preguntan cuándo será el casamiento, si ya están conviviendo preguntan cuándo llega el primer hijo, y si tienen el primero, es cuándo viene el segundo. Es como una exigencia que no se detiene, frente a un camino preestablecido que parecería que todos tenemos que seguir de la misma manera”.

Casada con Joe Uriburu desde hace tres años, Zámolo explica: “Estamos muy unidos como pareja y nos encantaría tener hijos. Me presiona que me pregunten cuándo voy a ser mamá... pero por ahora no está en mis planes”.

Zámolo y su marido, Joe Uriburu
Zámolo y su marido, Joe Uriburu

“Este tipo de inquietudes se presentan cada vez más frecuentemente en el consultorio –sostiene Russomando a Teleshow. Y pasan dos cuestiones. Por un lado, hay mujeres que sienten que no quieren tener hijos, y no lo toman como algo tan natural, sino que se preguntan si se están equivocando: ‘A ver si me arrepiento’. Y por otro lado, muchas mujeres con 32 o 35 años que todavía no sienten el deseo de ser madres, aunque sí lo proyectan”.

“Para mucha gente que el resto de las personas siga el caminito los tranquiliza –sostiene la terapeuta–, para parte de la sociedad es inquietante ver una persona que se pregunta o elige un camino alternativo, y en función de eso, en lugar de observar de una manera silenciosa, en general esto es puesto sobre la luz”.

Las mujeres de este nuevo siglo marcamos una gran diferencia con las generaciones anteriores: priorizamos la profesión o el trabajo. No por sobre nuestros afectos, y mucho menos de nuestros hijos. Pero tampoco por debajo. Intentamos hacer un equilibrio entre nuestras necesidades y el deseo de cumplir con nuestras metas.

Muchas mujeres planean la maternidad, a otras las encuentra desprevenidas. Algunas desean ser madres jóvenes, y otras que la llegada de un hijo las encuentren maduras. Pero incluso hay quienes no cuentan con el deseo de transformarse en mamás, y planifican su vida desde otro lugar. Para Russomando, es una “novedad” el hecho de que muchas se comiencen a preguntar si quieren tener hijos.

La mujer que lo posterga en general es por desarrollo personal, o quiere estudiar o tener un buen puesto laboral. Muchas veces porque todavía no quieren tener esa responsabilidad, quizás tienen viajes pendientes, salidas con amigas o priorizan la convivencia con la pareja –añade la psicóloga–. Si lograron cierta armonía, hay temor en lo que implica tener un hijo, porque ahora están todos más advertidos y hay mucha información acerca de esto y mucha honestidad. Entonces se sabe que tener un hijo es un trabajo que muchas veces pone en jaque a las parejas o a la vida personal de quien lo tuvo, y por lo tanto hay una decisión más auténtica”.

Y añade: “La información es útil a la hora de tomar una decisión. En este tironeo, eligen desarrollarse sin esta presión del otro lado de parte de la crianza de los hijos. Tal vez si estuviera más repartido equitativamente las mujeres no se lo preguntarían tanto. Pareciera que en algún punto hay que elegir, pero una puede ser buena mamá y ser buena empleada o profesional, aunque a veces esto se pone en tensión”.

"Algunas mujeres buscan un hijo porque le gustaría cumplir el deseo de su pareja o de su familia", sostiene Russomando (Shutterstock)
"Algunas mujeres buscan un hijo porque le gustaría cumplir el deseo de su pareja o de su familia", sostiene Russomando (Shutterstock)

Por otro lado la psicóloga asegura que, para quienes ya son madres, este poder de la información real de lo que significa la maternidad “es absolutamente beneficioso". Y argumenta: "En otra época el ser mamá implicaba un amor incondicional, tenías que estar 24 horas con tus hijos, tener ganas y ser feliz con eso, y hoy sabemos que no es así. Entonces es bueno saber que si te pasa esto, es normal que suceda. Eso alivia y favorece que, como mamá, estés más tranquila”.

Esta tensión entre trabajo y maternidad visualiza el gran conflicto interno que tienen hoy la mayoría de las mujeres, y se diferencia de la postura cultural del hombre, al que no se le piden las mismas exigencias. “En la actualidad también hay hombres que no quieren ser padres, pero parecería que está más aceptado. Un hombre que no quiere hijos no es tan señalado, observado ni cuestionado como una mujer. Esto también está motivado un poco más por el reloj biológico; a la mujer que no se decide se le puede pasar la posibilidad de hacerlo, el hombre puede decir que no quiere ser padre y no lo inquieta tanto porque sabe que si cambia de idea, puede serlo”, dice Russomando.

Y agrega que en este tironeo hay una cuestión de patriarcado que aún se ejerce en la sociedad actual. “Tiene que ver con un concepto cultural donde el único destino disponible para una mujer es ser madre, se supone que las mujeres nos realizamos de esa forma, como si no hubiese otra manera de sentirse realizada y feliz. Y no deja de ser una manera de control del patriarcado sobre las mujeres, porque la mujer que trabaja y que no está todo el día con sus hijos sigue siendo un tema controvertido, por eso nos sentimos tan tironeadas, porque queremos ser buenas en el trabajo pero a su vez nos da culpa dejar a nuestros hijos, y en todos lados se espera que funcionemos bien. Mientras que todo esto no sucede con el hombre”.

Al hombre no se le cuestiona el deseo de ser padre, mientras que la mujer todavía debe justificar su decisión (Shutterstock)
Al hombre no se le cuestiona el deseo de ser padre, mientras que la mujer todavía debe justificar su decisión (Shutterstock)

Pero muchas veces en la elección de la maternidad también se juega un papel fundamental: la presión externa. En el deseo del otro por ver a una pareja cumplir la meta de ser padres, la sociedad –o incluso la propia familia– olvida que en ocasiones hay cuestiones de salud que impiden la llegada biológica de un niño.

La presión genera en la psiquis de una mujer una situación difícil de manejar, incluso al punto de bloquear un embarazo. “Mi hermana hizo de todo para quedar embarazada durante cinco años, tuvo de los peores tratos, y yo lo viví con ella de una manera muy dolorosa, y después quedó embarazada de manera natural –recordó Zámolo–. Yo me voy a relajar y no quiero pasar por tantos nervios. Por el momento me hice estudios, está todo bien, pero siento más presión de afuera que por nosotros”.

La exigencia, la presión, la ansiedad son ingredientes que van a contramano del estado general que se necesita para lograr el embarazo –indica Russomando–. Es lo emocional atravesando el cuerpo. Están quienes llegan al consultorio: tal vez hicieron distintos estudios o tratamientos de fertilidad, y no hay nada orgánico que justifique esta demora”. En ese sentido, recuerda que en muchas oportunidades se encuentra con casos de mujeres que no desean ser mamás, pero aún no lo resolvieron internamente. “El no querer serlo es inconsciente, y a veces están buscando un hijo porque les gustaría cumplir el deseo de su pareja o de su familia”.

Lo único certero es que las mujeres hemos cambiado. Ya no nos conformamos con ocuparnos de los quehaceres del hogar o el cuidado full time de los chicos. Ahora reclamamos nuestro espacio propio, intentando equilibrar los deseos personales, laborales y familiares. “Por suerte, cada vez más nos animamos a preguntarnos qué queremos para nosotras”, concluye Russomando, dejando una gran pregunta abierta para que cada una escriba su propia respuesta.

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