Patricia Viggiano y el abuso que sufrió a los seis años: "Yo no entendía de qué se trataba, era una nena"

La figura de "Campanas en la noche" relata tres experiencias límites que sufrió a lo largo de su vida. La primera, en su infancia. Las otras dos, ya siendo actriz. Y gracias a Calu Rivero, casualmente su compañera en la ficción de Telefe, pudo revelarlas de manera pública

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"La soltería me agarra en un muy buen momento, siento mucha paz", dice Patricia Viggiano separada hace siete meses luego de 38 años de relación. "Las cosas siempre son para algo, y por algo son -agrega-. Tengo la dicha de haber tenido una historia de amor maravillosa con sus pros y sus contras, que me dio dos hijas que son mucho más de lo que yo hubiese esperado e imaginado. Que nuestra historia haya terminado no quiere decir que no hayamos puesto todo lo mejor de nosotros para seguir adelante. Y hoy, somos una familia".

Viggiano lentamente transita el duelo y se acerca a la idea de volver a salir. "Estoy empezando, con ganas de abrirme. Acepto propuestas que me lleven a conocerme a mí misma. No me interesa pareja, solamente transitar distintos momentos con distintos hombres, nada más", advierte la actriz que hoy vive un gran momento profesional en Campanas en la noche.

"A mí me encanta hacer de mala. Son los personajes que más me hicieron sentir actriz -explica en referencia a María Marta, la mamá del personaje de Calu Rivero en la tira de Telefe -. Sale una energía que en la vida no utilizarías, pero que todos la tenemos dentro y a través de esos personajes, sale".

Patricia Viggiano como Maria Marta en “Campanas en la noche”
Patricia Viggiano como Maria Marta en “Campanas en la noche”

Campanas en la noche toca la temática de la violencia de género y hace muy poco hubo una polémica por dos nombres que registró Pol-Ka. Hay quienes consideran que es oportunista aprovechar que el tema está tan candente para explotarlo. ¿Vos sentís que hay algo de esto?

Campanas en la noche ya estaba escrito de antes. Por otro lado si así fuera, me parece que está muy bien, sería maravilloso. No creo que sea oportunismo, creo que tiene que ver con hablar con las cosas que como sociedad nos están pasando.

—¿Creés que con todo lo que está pasando hoy, es más fácil para las mujeres?

—Sí, claro.

Patricia Viggiano con Calu Rivero, su compañera en la ficción
Patricia Viggiano con Calu Rivero, su compañera en la ficción

—A la vez, la estadística de femicidios sube.

—El feminismo sale con todo su derecho a decir: "Basta, por favor, no nos maten más, no nos violen más, no nos abusen más, no hagan uso de ninguna cosa que a ninguna persona le gusta que le hagan". No es una cuestión de géneros; estamos hablando de género porque en este momento es lo que está sucediendo. Celebro que así sea y que se visibilice. Pero la violencia está mal en todos los casos. Si yo vengo hoy y te hablo de esto es porque es la causa por la cual yo estoy tratando de que reflexionemos, de que cambiemos como sociedad. Los femicidios no son cosas de mujeres: pertenecen a la sociedad entera y la sociedad está compuesta por hombres. Todos los hombres no son esas personas que no se pueden adaptar a una sociedad, o son enfermos. Y esos hombres tienen que comprender que a ellos les pueden matar a su hija, les pueden violar a su hija. O les pueden raptar a sus hijas, meterlas en un prostíbulo, drogarlas, bautizarlas siendo violadas por varios hombres a la vez y manteniéndolas drogadas para que esas mujeres puedan, sin darse cuenta, entregar su cuerpo y que los hombres hagan con ellas lo que quieran, y varios hombres a la vez.

—Sin embargo, recién decíamos, no baja la cantidad.

Hay un Estado que está ausente y que no sale a decir esto es prioritario dentro de la agenda política, que es parte de la inseguridad en la que todos estamos viviendo, pero que dentro de la temática inseguridad es un ítem de los que hay que trabajar.

—¿Cómo estás de cara a las elecciones del 2019?

—Estoy perdida. No sé a quién votar, no tengo ni idea. En nuestro país tiene que haber un sismo, se tiene que producir un tsunami de reflexión. Habría que hacer una verdadera selección, así como audicionan los actores para las cosas, creo que debería existir una audición de políticos. Debería realmente saberse antes que nada si ese político tiene vocación o si lo que quiere es poder e ir creando situaciones para su propio beneficio. Y además, si en el momento en que hay que deshacer la mafia interna que hay, la corrupción que hay, esos políticos se van a unir para que la corrupción no siga creciendo y que puedan de a poco ir desbaratándola.

—¿Interpretarías la vida de Cristina Kirchner en el cine?

Sí que la interpretaría, claro que sí. Fue parte de nuestra historia. Hay cosas que no comparto con ella, hay cosas que no me han gustado. Como también hay cosas que no me gustan de este Gobierno. Desde que tengo uso de razón, yo me crié en los comunicados de los militares, nunca viví épocas de gloria en este país. Ahora también, y no estoy acusando por esto a la ex presidenta porque desconozco, pero creo que los gobiernos corruptos nos venden ideologías de color rosa y mientras tanto están robando la comida que es de ese chiquito que está en el Norte, y que se está desnutriendo y muriendo de hambre. Eso a mí no me sirve. A mí me sirve que las acciones y las acciones sean coherentes, el discurso con la acción. Tampoco creo en el populismo: a los políticos los veo muy lejanos a lo que es la sensibilidad social.

—Vos contaste tres situaciones de acoso y abuso. ¿Por qué elegís no dar los nombres?

—Nunca hablé porque la sociedad no estaba preparada para que yo hablara. Porque estas cosas son la palabra de uno contra la del otro, y si vos tenés una sociedad que lo naturaliza es muy difícil que puedas hablar. Hablé porque Calu habló. Calu tiene dos años más que mi hija más grande; podría ser mi hija. Y tuvo el valor de salir a hablar. Calu vivía en Estados Unidos y se dejó atravesar por eso que estaba sucediendo y que era necesario traerlo a la Argentina. Yo lo celebro. Como la mujer más grande que soy, no me podía hacer la boluda.

—También contaste una situación que viviste muy chiquita, a los 6 años.

—Sí, con el casero que vivía en mi casa. Viste, todos en las redes sociales, que son tan siniestras para algunas cosas, dicen: "Ahora todas son abusadas". Si yo quiero decir que fui abusada tengo todo el derecho del mundo a decirlo y nadie puede decir absolutamente nada. Si no sos compatible con el dolor ajeno, yo lo respeto. Lo que sí quiero aclarar es que yo no salí a decir que fui abusada, yo lo que hice fue hablar de mí para poder ayudar, para que la gente comprenda que estas cosas nos pasan y a muchísimas mujeres. Si yo te empiezo a decir ahora, Araceli González, Reina Reech… hay miles. Y estas son las representativas de las que están del otro lado.

Patricia Viggiano (Foto Instagram)
Patricia Viggiano (Foto Instagram)

—Cualquier grupo de mujeres con las que te sentás a hablar, si no fueron acosadas en el trabajo fueron abusadas de niñas, fueron seguidas en la calle, fueron molestadas en el transporte público…

—Sí, meterle la mano como me ha pasado que te ponen y te tocan de una manera y vos no reaccionás y no entendés qué es lo que está pasando, sentís algo raro, y ves una mano en un auto y que te empiezan a joder, y adelantan el auto y se ríen porque vos, desesperada, vas para cagarlos a trompadas. Es una violación a tu cuerpo, es un abuso, y cuando agarrás la piedra empiezan a jugarte a que adelantan más, adelantan más, adelantan más, y tirás el piedrazo con la bronca, y araron (con las cubiertas) y se fueron, y no se la pudiste dar. Esas cosas nos pasan; a mí me han pasado también.

—También vale contarlo después, porque lo contamos cuando podemos contarlo.

—Lo que a mí me lleva a no decir el nombre es que nunca tuve intención de hacer una denuncia. Eso fue hace años, ya bastantes años, y este es un tema que también creo que hay que empezar a tratar y que se tiene que estar muy atento desde el Estado. Si yo hoy quisiera denunciarlo, esto prescribió para la Justicia. Se me vuelve en contra. Me denuncian a mí, me hacen un juicio por daños y perjuicios. Sobre lo vivido, además pierdo.

—¿Te los volviste a cruzar con el tiempo?

—Sí, me los volví a cruzar.

—Y ya en otra posición, ¿los pudiste encarar?

—Yo encaré sí, encaré.

Patricia Viggiano en “Las Estrellas”
Patricia Viggiano en “Las Estrellas”

—El primero era un actor extranjero que se quiso acostar con vos, vos no quisiste, y después se empezó a desubicar en las escenas. Y en una escena ya de mucho contacto físico…

—Contacto físico que no era necesario. No estaba en el libro. Tampoco era una situación para eso.

—Y él después les muestra a todos su erección, como si fuera un mérito.

—Un trofeo.

—¿Y vos ahí qué dijiste?

—"Tanto escandalo por algo tan chiquito". Porque de verdad, era algo tan chiquito. No porque sea chiquito su miembro sino porque era algo de una bajeza, de una falta de inteligencia de todo tipo. Era tan chiquito lo que estaba haciendo y tan estúpido, ¿no?

—¿Te lo volviste a cruzar con los años?

—No. Una vez estaba en un lugar de vacaciones, lo escuché entrar y me fui.

—De ese proyecto, ¿te fuiste?

—Me fui pero después me pararon, me dijeron que por favor no me vaya porque de verdad no me podían cubrir. Esa era la verdad. Lo que hicieron fue pararlo a él. Después tuve otras situaciones. En una tuve testigos. Tuve que buscar un testigo para poder probarlo.

—Ya no con él, esto en los otros dos casos.

—Tuve antes de eso una bastante grosa e importante que tuve que esperar varios meses para poder probarlo porque necesitaba que alguien saltara, que le pasara algo, y pasó algo mínimo. Entonces ahí fui a hablar con un directivo del canal, me recibió maravillosamente bien, me dijo de ir a hablar él, de encararlo, y yo le dije que no, que eso era algo que tenía que hacer yo. Y lo hice: fui y lo encaré, le dije que no me había dejado trabajar, que me había desestabilizado y psicopateado durante muchísimos meses y que yo no podía trabajar como actriz, que era para lo que me pagaban a mí, a un cien por cien. Él me dijo que con razón yo estaba tan mal en el proyecto. Una vez más trató de psicopatearme y yo le dije que estaba como él me permitía estar. Soy guerrera. Porque aunque me tenga que callar saco fuerzas de donde no tengo, aunque esté amamantando, aunque esté criando. Yo soy así. A ciertos personajes la belleza, si te puedo parecer yo agradable o no, a los actores, a los hombres, es un atentado contra su lucimiento.

—Es tremendo.

—Además de que sea porque te quieren claramente coger, porque esa es la verdad.

—Y porque creen que pueden, ¿no?

—Porque creen que tienen derecho. Y porque tienen poder. El derecho se los da el poder. Porque te pueden hacer sacar.

Patricia Viggiano junto al elenco de “Falladas”, dirigidas por José María Muscari
Patricia Viggiano junto al elenco de “Falladas”, dirigidas por José María Muscari

—Eras muy chiquita cuando pasó lo que pasó con el casero. ¿Pudiste contárselo a tus padres en ese momento? ¿Cómo lograste salir de esa situación?

—Yo se lo conté siendo muy chica a un hermano mío. Evidentemente, teniendo seis años, al percibir que me tapaban la boca y no me dejaban hacer ningún tipo de sonido, algo estaba mal. Eso debe haber hecho que yo le diga a mi hermano lo que me estaba pasando. Mi hermano, dos años más que yo fue, no me preguntes cómo porque nunca lo hablé con él, porque sé que le da mucho pudor y me da mucho pudor a mí, pero fue el que le dijo a mis padres, no sé de qué manera. A pesar de que mis padres me explicaron y todo. Se borró, se expiró.

—Tus padres lo creyeron inmediatamente.

—Absolutamente. Esto yo siempre lo fui hablando, yo nunca lo tapé. No lo vivo ni como una vergüenza ni como una victimización. A mí me pasó para que quizás yo hoy pudiera estar contándolo. Esto no pasa solamente donde no hay dinero, esto pasa en todos lados. Hay una parte de la sociedad que está muy enferma. El Estado tiene que hacerse cargo de generar también una política de salud y en la salud entran también las mentes, porque seguramente el abusador habrá sido abusado. Seguramente el abusador sea impotente también. Los que no se comportan bien a lo largo de la vida, hay una justicia divina que después dirá.

—¿Pudieron hacer algo con el casero?

—Lo echaron, claro.

—¿Pero no pudieron meterlo preso?

—No porque era muy chico, todo eso era en Posadas. Y el pueblo muy chico, la gente se conoce toda. De hecho, después fue el basurero de mi casa. Y yo salí corriendo a abrazarlo porque, imaginate, yo lo quería, para mí era alguien que me daba mucho cariño. Era una nena de seis años.

—Vos no entendías.

—Yo no sabía de qué se trataba. No lo sabía. Tuve la gran suerte de poder tener en ese momento el dinero como para que mis padres lo usen para llevarme a una terapia. Hice una terapia de dos años, y salí airosa. Lo cuento porque yo pude pagarlo. Hay un montón de chicas, un montón de mujeres, un montón de niñas que han sido violadas, que han sido maltratadas psicológica, físicamente, que son secuestradas, y yo quiero apelar a los corazones de esos secuestradores, para que esos corazones se ablanden, que comprendan que no tienen derecho a utilizar a una mujer como un objeto para ser utilizada como una máquina de lavar platos. No hay derecho.

—Sí, pero no dependamos de que sus corazones se ablanden y que el Estado nos cuide.

—Los gobernantes tienen que unirse, no ser tan egoístas, peleando por su propia quinta y no por su pueblo y por sus hijos, que se están muriendo, y por los jubilados, que no tienen para morfar, o por el mismo país, que tampoco tenemos para morfar. Si no comprendemos que tenemos que entrar en un nuevo despertar de conciencia y empezar a trabajar todos desde otro lugar, es tan mediocre cómo nos estamos manejando que no vamos a poder dar ese salto cualitativo. Tenemos un país rico, rico, rico; lo que nos falta es tener riqueza humana.

—Además de tener la posibilidad económica, tus padres tuvieron sensibilidad: que pudieron acompañar ese momento y no taparlo.

—Sí, por suerte sí. Y me tuve a mí también. Me tuve a mí, que tomé la decisión de salir adelante, de no quedarme en algo que me iba a anclar a la vida de una manera que no me iba a servir. Y limpiar, sanar.

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