
Se acercó al espejo, tal vez con la familiaridad de quien se conoce cada línea del rostro y cada mechón rebelde. Guillermina Valdés, empresaria y referente de la moda nacional, decidió despedirse del corte bob y abrazar la asimetría del desmechado, provocando una ola de elogios y miradas en las redes sociales. Fue un instante sencillo pero decisivo, ese en el que una mujer toma las tijeras —o confía en el pulso de su estilista— y deja caer viejas formas para dejar lugar a un aire fresco.
En la pantalla de su teléfono, los mensajes caían uno tras otro. “Belleza, cada día más joven y radiante Guille! Danos la receta. Bendiciones”, escribió una seguidora, admirada por la sencillez renovada de su ídola. Hay algo magnético en la transformación, sobre todo cuando la protagonista es Guillermina, acostumbrada a generar tendencia casi sin proponérselo. Lejos quedó el bob clásico, ese corte que alguna vez fue emblema de rebeldía en los salones europeos durante la Primera Guerra Mundial y que décadas después, en la Argentina, adquirió el aire elegante de Chanel. Ahora, el desmechado con flequillo toma la posta: un estilo que suaviza los ángulos del rostro y otorga espontaneidad y vitalidad, señala la experta entre bastidores.

Nada de rigideces. La modelo imprime su sello en cada cambio. La textura asimétrica del nuevo look contradice el orden geométrico del bob y juega a favor de la naturalidad. Irregularidades sutiles y asimetrías mínimas aportan un efecto distendido y descontracturado, como si el cabello llevara escrito un manifiesto: aquí no hay moldes, sino una libertad contenida en cada punta despeinada.
“¡Bellísima! Te queda espléndido el nuevo look. Te vi un día frente a Leparc y sos hermosa, natural, simpática”, exclamó otra fan, en una de esas cartas digitales que abundan en el muro de la empresaria.

La historia de Guillermina Valdés comenzó en pasarelas nacionales e internacionales allá por la década de 1990, cuando Pancho Dotto la descubrió y los flashes aprendieron su nombre. Madre de cuatro hijos, empresaria inquieta y rostro reconocido en la televisión, hace años que forja su propio territorio en la industria: hoy gestiona una línea de zapatos y una marca de cosmética natural, expandiendo su influencia más allá del modelaje. Y en este 2025, cuando las tendencias corren y mutan cada semana, ella decide tomar el riesgo de reinventarse, sin perder jamás el hilo de su identidad.
El corte bob, alguna vez llamado Chanel, fue símbolo de mujeres que buscaban libertad y modernidad. Las “flappers” de los años veinte cortaron su cabello para desafiar a la tradición; hoy, Guillermina simboliza una variante de esa rebeldía, donde la elegancia y la experimentación conviven en el mismo peinado atrevido. “¡Divino el corte y el color bordo te queda bárbaro!”, celebró otra seguidora.

No es solo un cambio de look, sino una declaración. El desmechado con flequillo que ahora lleva puesta, y que revoluciona Instagram, responde al pulso internacional de la moda y, al mismo tiempo, se acopla a una tradición local de mujeres que no temen transformar su imagen. Hay allí un dialogo sutil entre la memoria de los años veinte y estos días de inmediatez digital, entre la osadía del pasado y la reafirmación del presente.
Con cada foto y cada video, Guillermina Valdés muestra cómo arma sus estilismos y comparte rutinas de belleza, ofreciendo inspiración a quienes buscan un estilo sobrio y actual. Pero detrás de cada elección estética late una convicción: reinventarse es también permanecer. Y así, entre elogios y corazones digitales, la empresaria reafirma su lugar como ícono argentino y faro de las tendencias que están por venir.
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