La máquina de mirar, bajo la dirección de Julio Panno, invita en sus seis episodios a la audiencia a sumergirse en una narrativa cargada de emociones y dramatismo, combinando la voz de Fernando Marín, el personaje detrás de toda la historia, con los testimonios de personas que compartieron o presenciaron su camino. En el primer capítulo llamado El Origen, la serie ofrece una introducción pausada y melancólica a la vida de Marín, ambientada con imágenes en blanco y negro y escenas ficcionalizadas para recrear los recuerdos de su infancia. Este enfoque inicial marca un contraste con los siguientes, que abordarán la trama desde una perspectiva de documental.
Uno de los recuerdos más impactantes que Marín evoca en este capítulo es su primer contacto con la televisión, que era de la marca Silvana, una experiencia que lo fascinó profundamente y que, sin saberlo, se convertiría en su gran pasión. Cuando era niño, él y un grupo de amigos, observaron por primera vez una pantalla a través de la ventana de un vecino, cosa que duró poco, ya que la madre de su amigo bajó la persiana a los pocos minutos. La escena les causó gran asombro, especialmente porque transmitían un programa de ajedrez, un contenido inusual para la época y de una calma infrecuente para la televisión, que dejó una huella en él.
En este episodio se puede ver que, desde pequeño, Fernando mostró una inclinación por ser líder y organizar actividades, particularmente relacionadas con el deporte, su otra gran pasión. De hecho, en su niñez creó un club de barrio llamado El Rayo, donde premiaba a los ganadores de las competiciones locales con medallas que le donaba un amigo del barrio. Estos recuerdos evidencian su espíritu emprendedor desde temprana edad, su interés en reconocer, motivar y sacar lo mejor de quienes lo rodeaban.
Al repasar su trayectoria, Marín demuestra un cariño especial por aquellos tiempos de juegos en la calle y las primeras experiencias de su juventud, aunque sin considerarse una persona nostálgica. Para él, esos años de niñez y adolescencia significaron una etapa de descubrimientos, incluida su primera experiencia de enamoramiento juvenil. En lugar de sentir añoranza, recurre a los álbumes de fotos cuando desea revivir esos momentos.
Estos álbumes fueron de gran ayuda a la hora de realizar esta biopic, puesto que a la narración está acompañada tanto por fotografías de su infancia como por material de archivo de sus proyectos en la pantalla chica, ese que guarda de manera celosa y que sirven para corroborar cada una de sus historias.
Durante la producción del relato, el icónico productor decidió no involucrarse en los detalles, esperando hasta el estreno para descubrir el resultado final. Prefirió experimentar la obra como un espectador más, sin intervenir en la edición, aunque su instinto como productor lo llevó a imaginar cómo se habrían plasmado en pantalla los distintos momentos de sus años de vida.
El cierre de este capítulo deja a la audiencia con ganas de saber más acerca de su increíble historia, de la que él mismo asegura que en ocasiones no puede creer todo lo que atravesó, y a la espera de la segunda emisión.
En conjunto con la voz en off del creador de Video show se encuentran los testimonios del fundador y CEO de Infobae, Daniel Hadad, el conductor de Bendita, Beto Casella; el periodista deportivo especializado en tenis Guillermo Salatino; el expresidente de la Nación Mauricio Macri entre otras figuras relevantes a los ámbitos de los que fue parte Fernando. Las voces de terceros, que lo conocieron a lo largo de los años, hacen de esta primera entrega una muestra del carácter, la personalidad y el alcance de su obra, esa que acompañó a generaciones y quedó inmortalizada en el tiempo.