
Aunque los viajes al espacio se vean ya como algo normal por gran parte de la población de la Tierra, lo cierto es que aún son situaciones de gran riesgo en las que los astronautas pueden resultar heridos sino se cuenta con las suficientes normas de seguridad y prevención para evitar una catástrofe durante una misión fuera del planeta.
De acuerdo con la NASA, es de suma importancia los trabajos científicos que realizan sus investigadores, así como los de otras agencias espaciales, pues son estos los que pueden prevenir hasta un punto máximo que las amenazas provenientes del espacio (no, no se habla de extraterrestres) puedan perjudicar a los hombres y mujeres que tratan de obtener hallazgos lejos de su hogar en nombre de la humanidad. Por ejemplo, durante muchos años la radiación resultante de los viajes a sitios lejanos como la Luna o posiblemente Marte ha sido tema de estudio y preocupación entre los científicos espaciales, teniendo en cuenta que, “la exposición al entorno espacial” puede ser perjudicial de forma específica para algunos astronautas.
Por esto, “para reducir los riesgos de los vuelos espaciales y proteger a los astronautas de la radiación espacial, la NASA está utilizando la Estación Espacial Internacional (EEI) para desarrollar capacidades para predecir la exposición a la radiación espacial para futuras misiones de exploración”.
Según un estudio de Monitoreo Médico de la EEI realizado por astronautas de dicha estación, para saber de qué forma puede o no afectar la radiación espacial a un grupo de “pilotos espaciales” se hace necesario un análisis de ADN de cada uno de ellos, pues “la sensibilidad del ADN de un astronauta individual a la exposición a la radiación en la Tierra puede predecir la respuesta de su ADN durante el vuelo espacial, medida por los cambios en sus cromosomas”.

“Queríamos saber si es posible detectar y medir el daño por exposición a la radiación en los cuerpos de los astronautas, y si había diferencias basadas en la edad, el sexo y otros factores que pudieran medirse antes de ir al espacio. Esperamos utilizar estas medidas para ayudar a desarrollar y comparar métodos para proteger a los astronautas de la radiación”, explicó Honglu Wu, científico principal del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.
Los reportes de la NASA aseguran que los astronautas pueden ser expuestos a la radiación fuera de la Tierra por tres agente principales: por las partículas atrapadas en el campo magnético del planeta, por las partículas que emite el Sol durante las erupciones que ocurren en esa estrella o por lo que se conoce como “rayos cósmicos galácticos”.
“La exposición a la radiación puede aumentar el riesgo de desarrollar cáncer, alteraciones del sistema nervioso central, enfermedades cardiovasculares y otros efectos adversos para la salud”, asegura la NASA por medio de un comunicado, en el que manifiesta también que “la vida en la Tierra está protegida de la mayor parte de la radiación espacial por la atmósfera y el campo magnético del planeta”.
La ciencia detrás de la prevención a la radiación
Para conocer la sensibilidad inherente en cada persona para ser víctima fatal o no de la radiación, los científicos tomaron muestras de sangre a un grupo de 43 astronautas antes de que estos volaran a la EEI; así como otra muestra a cada uno de ellos después de regresar. Con la primera muestra, los investigadores decidieron usarla para exponerla “intencionalmente a la radiación de rayos gamma en la Tierra para medir la facilidad con que sus células acumulaban cambios cromosómicos. Esta medida estableció la sensibilidad inherente de cada astronauta a la radiación”.
Mientras que con la segunda, determinaron si hubo o no cambios cromosómicos de los astronautas luego de salir y volver a la Tierra, teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo o la sensibilidad individual.

“Los hallazgos sugieren que si los astronautas mayores tienen una mayor sensibilidad a la radiación, podrían tener un mayor riesgo de alteraciones cromosómicas (…) Si bien experimentar alteraciones cromosómicas no significa automáticamente que alguien desarrollará cáncer, sí plantea la cuestión de si tienen un mayor riesgo de padecerlo”, indicó Wu.
Sin embargo, el estudio también concluye que el riesgo sería más alto para los astronautas más jóvenes, teniendo en cuenta que, en caso de tener consecuencias con la radiación, son estos los que podrían sufrir sus efectos más adelante.
“Se cree que los astronautas más jóvenes son más susceptibles que los astronautas mayores a las consecuencias para la salud a largo plazo que resultan de la exposición a la radiación espacial. Esto se debe en parte a que a los astronautas más jóvenes les queda más tiempo de vida y podrían vivir lo suficiente para desarrollar un cáncer por la exposición a la radiación; por lo general, el cáncer tarda entre cinco y 20 años o más después de la exposición a la radiación”, finaliza la NASA.
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