
Por más de 25 años, David mantuvo en secreto los innumerables abusos sexuales que habría sufrido a manos de uno de sus primos. Hoy tiene 38 años, pero cuando era un niño no era capaz de poner en palabras las prendas a las que era obligado a cumplir cada vez que perdía en un juego contra el acusado. No obstante, todo cambió cuando el año pasado decidió contárselo a su familia y presentar una denuncia ante la Justicia de Santa Fe.
“Quiero denunciar a mi primo por abuso sexual”, fueron las palabras que el hombre pronunció ante las autoridades del Centro Territorial de Denuncias (CTD) al momento de relatar las situaciones que habría vivido cuando tenía entre sus 9 y 12 años.
El presunto autor de las vejaciones que aseguró haber padecido en su infancia se trataba de un primo, identificado como C. F., quien hasta hace unos meses era subdirector de Policía en la Unidad Regional de Coronda. Desde que se abrió una investigación en su contra, el funcionario fue pasado a disponibilidad y el Ministerio de Seguridad dejó en suspenso el ascenso que le habían otorgado como subdirector.
De acuerdo a la información publicada por Rosario3, el denunciante aseguró que los ataques sexuales ocurrieron cuando era menor de edad y se quedaba al cuidado de sus tíos, ya que sus padres se iban a trabajar. “Como el padre de C. F. estaba jubilado y su madre era ama de casa, yo iba por la mañana a su domicilio con mi hermana, que es dos años mayor que yo y mi otro primo que tenía 7 u 8 años”, recordó.

Para ese entonces, el acusado tenía 17 años, pero habría continuado con los abusos ya siendo mayor de edad. “Cuando los padres de C. F. se ausentaban del domicilio por alguna ocasión, hacíamos juegos y C. F comenzó a poner prendas”, narró al poner como ejemplo que, cada vez que le hacía un gol, él tenía que cumplir con alguna de sus exigencias.
“Al principio eran verdad o consecuencia y luego pasaron a ser que él me decía que vayamos a su habitación”, rememoró al indicar que, primero, habría sufrido tocamientos, hasta que la situación habría escalado hacia el abuso con acceso carnal. Y ratificó: “Esto pasó innumerables veces, siempre en su habitación”.
En medio de su declaración, David admitió que no se encontraba en condiciones de reconocer lo que ocurría dentro de esas cuatro paredes. “Me hacía creer que yo era malo si no cumplía, amenazaba con contarle a mi papá”, planteó al reiterar: “Yo en ese momento no sabía lo que significaba”.
Incluso, mencionó que las visitas a la casa de sus tíos mermaron en 1999, luego de que los padres del denunciado se separaran, aunque esto no evitó que los abusos se prolongaran. De hecho, uno de los recuerdos que le habría quedado marcado en la memoria sucedió a sus 12 años, luego de que sus profesores de fútbol tuvieran que llevarlo a la casa del acusado porque sus padres no lo habían retirado.
“Allí él estaba solo”, puntualizó al añadir: “Me angustié y comencé a llorar, C. F. me dijo que jugáramos a la PlayStation”. Fue allí que se habría desencadenado otro de los abusos al relatar que había perdido y, una vez más, la prenda que le impuso su primo era ir a su habitación.

Según reconstruyó la víctima, 15 minutos más tarde llegaron sus padres a la casa, cuando el ataque ya se habría consumado. “Cuando ellos llegaron, yo estaba llorando en el baño. Mi primo les dijo que yo lloraba desde que había llegado porque no me habían ido a buscar”, narró.
Todas estas situaciones habrían atormentado a David hasta que pudo contar lo ocurrido a su madre y su hermana. Fue un día antes de que denunciara penalmente a su familiar que también se enteró de que su hermana mayor habría sido sometida al mismo calvario por el acusado. Poco después, su primo menor replicaría los supuestos abusos. Hoy, ambos se presentaron como testigos en la causa.
Luego de que el expediente pasara por varias jurisdicciones, la investigación comenzó a avanzar cuando el caso se hizo público. Actualmente, la denuncia quedó en manos del fiscal Matías Broggi. “Me entrevistaron y me trataron muy bien”, valoró el denunciante al asegurar que volvió a recuperar la fe de que se haga justicia.
“Las causas de abuso no deberían prescribir jamás, porque uno lo va a tener hasta el último día de su vida en la espalda”, planteó el denunciante. Además, entre sus deseos, David enumeró “sacarse 25 años de la espalda, dormir en paz y que C. F. vaya preso”.
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