Un cuerpo desaparecido y un cráneo como única pista: los misterios del travesticidio de Marcela Chocobar

La joven trans salteña de 26 años fue asesinada y descuartizada en septiembre de 2015 en Río Gallegos en un crimen que, con muchas dudas y pocas certezas, llegó a juicio. Los relatos de los dos acusados, las pruebas en su contra y la aplicación de la carátula de "crimen de odio"

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Marcela Chocobar tenía 26 cuando fue asesinada: días después solo apareció su cráneo
Marcela Chocobar tenía 26 cuando fue asesinada: días después solo apareció su cráneo

En la madrugada helada del 6 de septiembre de 2015, mientras la noche del sábado se aquietaba en los bares y boliches de la ciudad de Río Gallegos, Marcela Estefanía Chocobar, una joven trans salteña de 26 años, había decidido quedarse parada sola en la puerta del bar "Russia", donde había estado bailando hasta hacía un rato con amigos, en el ritual más clásico de la prostitución callejera: esperando clientes. Esa fue la última vez que la vieron con vida.

Una cámara de seguridad la registró y testigos en la puerta del boliche la vieron subiendo a un Renault 9 rojo junto a dos sujetos. Karina, Judith, Gabriela y Laura, sus cuatro hermanas, comenzaron con ese dato una búsqueda desesperada y solitaria que duró días y para ellas fue eterna, con la esperanza cada vez más débil de que estuviera viva. "En el juzgado nos tiraron tres hipótesis: que se la había llevado una red de trata, que estaba metida en un tema de drogas o que se había ido con alguien, un novio", recuerda Laura en diálogo con Infobae.

Días después, un vecino del barrio San Benito -en la periferia de la capital santacruceña- encontró en un baldío un cráneo sin tejido blando, sin ningún rastro de piel y, a siete cuadras de ese lugar, aparecieron una cadenita, un vestido y un saco negros, una bucanera blanca y una peluca rubia que confirmaron lo peor: a Marcela la asesinaron y descuartizaron. El resto de su cuerpo jamás apareció.

Tres hombres que circulaban en un auto similar al que ella se había subido fueron detenidos en 2016 y casi cuatro años después del crimen, dos de ellos –Ángel Azzolini, detenido con prisión preventiva en Puerto San Julián y Oscar Biott, detenido en Río Gallegos- enfrentan un juicio por el travesticidioAdrián Fioramonti, que logró su libertad con una fianza de 50 mil pesos y fue sobreseído, declaró como uno de los 55 testigos del juicio.

Karina, Judtih, Gabriela y Laura, las hermanas de Marcela que encabezan el pedido de justicia (La Poderosa Río Gallegos)
Karina, Judtih, Gabriela y Laura, las hermanas de Marcela que encabezan el pedido de justicia (La Poderosa Río Gallegos)

Marcela se había ido en 2008 de Orán, en su Salta natal -donde inició su transición y conoció la prostitución- hacia la Patagonia, para vivir cerca de sus hermanas. Allí logró tener un DNI con su nueva identidad de género y allí también, como a muchas otras mujeres trans, la encontró la muerte joven.

El escalador y guía de turismo Oscar Biott, el único imputado que declaró en el juicio, contó que en la madrugada en que desapareció Marcela estaba festejando su cumpleaños junto a su amigo con quien convivía, Ángel Azzolini, primero en el bar de pool "Bola 8" y luego en el boliche bailable Russia. Dijo que se cruzaron con Marcela ahí y que después de una mínima conversación se subió al auto, que ella quiso ir al barrio San Benito a comprar cocaína y que ellos fueron a las cabañas donde vivían a buscar dinero para pagar sus servicios sexuales.

Según el relato de Biott (cuyos rastros genéticos aparecieron en las pertenencias de la víctima), su amigo Azzolini bajó del auto y se metió en la cabaña a dormir mientras él se trenzó en una discusión con Marcela que empezó ahí y terminó a las piñas en un descampado cerca de San Benito. Allí, luego de un empujón, según dijo, ella se desvaneció en el piso y él la abandonó, inconsciente, pero con vida. Contó que la buscó los días posteriores en el lugar -en ese punto del relato aparece Fioramonti, a quien llamó en uno de esos viajes para que lo asista porque se le había quedado el auto- y que nunca la encontraron. "Se me vino el mundo abajo", dijo Biott ante el tribunal y lloró con angustia.

Azzolini, que nunca declaró todavía en el juicio, expuso en su declaración indagatoria una historia similar a la de su amigo, aunque con algunas contradicciones y el mismo final incierto. Él había salido en completo estado de ebriedad de Russia y cuando pasaron por  la cabaña en compañía de Marcela solo atinó a entrar para tirarse a dormir. Sin embargo, Azzolini asegura que al despertar de su sueño lo vio a Biott preso de un estado de nerviosismo total. Que lo tranquilizó, que lo ayudó a quemar las ropas ensangrentadas en el patio de la vivienda y a buscar el cuerpo en reiteradas oportunidades de la joven que, según su amigo, había quedado desvanecida.

El escalador y guía de turismo Oscar Biott, acusado por el transfemicidio
El escalador y guía de turismo Oscar Biott, acusado por el transfemicidio

Fioramonti, por su parte -que fue denunciado el año pasado por amenazas por una de las hermanas Chocobar-, declaró también que Biott le había contado de un "altercado" con una persona que en un momento "se dieron cuenta de que era travesti" y que él "se quiso defender". Las hermanas consideran, a pesar de que ya fue sobreseído, que Fioramonti estuvo siempre involucrado en la muerte de Marcela, pero la Justicia nunca pudo encontrar pruebas suficientes y le dictó falta de mérito.

Hubo en la segunda audiencia del juicio, otro testimonio que heló la sangre de todos los asistentes. Ante los nervios del propio testigo, el tribunal pidió que se desalojara la sala. Fue el de un camionero que compartió un viaje con Ángel Azzolini en febrero de 2016 y declaró en el juicio que el acusado le comentó durante una charla ese día que un amigo suyo "había descuartizado un travesti" y que deslizó también que él lo había ayudado. Pero a pesar de que fue tenido en cuenta, fuentes judiciales aseguraron a este medio que no hubo elementos que sostuvieran con firmeza su versión.

En una escucha telefónica ilegítima entre Biott y Azzolini, que no forma parte del expediente y fue difundida únicamente por medios periodísticos, hay una curiosa conversación entre los acusados donde los dos se explican y reafirman mutuamente cómo ninguno participó puntualmente de la muerte de la joven. En su charla también discuten una extraña teoría sobre la desaparición de los restos de Marcela, que gira en torno a que ella habría quedado tendida aún con vida en ese descampado donde el cuerpo habría sido comido luego por perros. En la justicia creen que la difusión de ese audio podría tratarse de una estrategia de los acusados para lavar su imagen.

Ángel Azzolini con un cuchillo similar a un tantō, como se mostraba en sus redes sociales
Ángel Azzolini con un cuchillo similar a un tantō, como se mostraba en sus redes sociales

El informe forense que se realizó sobre sus huesos, sin embargo, no sustenta esa versión. De acuerdo con el análisis que realizó el medico cirujano Javier Echandi, la decapitación sucedió post-mortem y el cráneo había sido perfectamente separado y cortado con un elemento filoso entre la segunda y la tercera vértebra. Además, el informe indicaba que no había indicios de que la causa de muerte haya sido un traumatismo o un disparo y que no había rastros toxicológicos positivos. Su testimonio será clave en la próxima audiencia prevista para este lunes.

Después de las primeras declaraciones de los testigos y luego de escuchar los informes de las pericias psicológicas de los acusados, el abogado querellante Carlos Muriete y el fiscal Iván Saldivia elevaron el pedido de lo que las hermanas de Marcela y las organizaciones sociales que las acompañaron exigieron sin descanso: que la carátula de la causa cambie de "homicidio simple" y "encubrimiento", para Biott y Azzolini respectivamente, a "crimen de odio", que prevé una pena de prisión perpetua.

El Instituto Nacional de las Mujeres (INAM), presentó también un amicus curiae solicitando a los jueces que se aplique esa misma figura que hace un año se utilizó por primera vez en un fallo contra David Gabriel Marino, único detenido y condenado por el crimen de la dirigente y activista trans Diana Sacayán, asesinada de 13 puñaladas en Buenos Aires, un mes después que Marcela Chocobar.

En la sede de la Cámara en lo Criminal de la Primera Circunscripción Judicial, es el tribunal presidido por Carlos Yance e integrado por los jueces Joaquín Cabral y Enrique Arenillas, que deberá decidir si el asesinato de Marcela estuvo efectivamente signado por el "odio a la identidad de género". 

Los peritos psicológicos señalaron que los acusados trataron a Marcela siempre como un “objeto”
Los peritos psicológicos señalaron que los acusados trataron a Marcela siempre como un “objeto”

Los informes psicológicos oficiales a los que accedió Infobae indican que el ataque tuvo "directamente que ver con concebir a Marcela Chocobar como un objeto, no después de su muerte, sino aún antes" y califican tanto a Biott como a Azzolini como sujetos con "características antisociales y desadaptados" y con "noción de equipo" en la relación entre ellos.

Los peritos señalaron además que los imputados indicaron que no supieron de la condición de transgénero de Marcela desde el inicio de su encuentro y que la revelación del dato produjo en ellos un "quiebre emocional". En la escucha ilegal ya mencionada, siempre se refieren a Marcela como "él" y "el señor".

"Al haber detectado la condición sexual se produjo el desborde emocional y la situación de violencia", avaló esa teoría el fiscal Saldivia. "Los peritos confirmaron que ambos estaban en su sano juicio en todo momento y a raíz de haber tomado conocimiento de su estructura de personalidad, eso nos habilitó a hacer el requerimiento del cambio de carátula".

Azzolini, considerado "partícipe necesario" del asesinato por la fiscalía y la querella, presenta de acuerdo a este informe una personalidad "signada por sentimientos crónicos de inseguridad, inadecuación e inferioridad", con "baja tolerancia a la frustración" y "sexualidad disfuncional". En la personalidad de Biott, en tanto, aparecen "indicadores de ambivalencia pulsional" donde "es probable que la agresividad y la sexualidad se mezclen".

"Fue atroz escuchar todo eso", confiesa Laura Chocobar, que nunca imaginó que su hermana, que les había confesado desde los 12 años que se sentía una mujer, terminaría su vida de esa forma.

Frente al bar Russia, donde Marcela fue vista con vida por última vez. Sus hermanas participaron de la pintada de un mural recordatorio (La Poderosa Río Gallegos)
Frente al bar Russia, donde Marcela fue vista con vida por última vez. Sus hermanas participaron de la pintada de un mural recordatorio (La Poderosa Río Gallegos)

Ahora, tanto las defensas de los acusados como la querella pidieron que se realicen nuevas pericias y este lunes, en coincidencia con la fecha aniversario de la movilización de Ni Una Menos, en una nueva audiencia, los profesionales que lleven adelante esos nuevos análisis podrían ser llamados a declarar y dará su testimonio el médico forense.

Recién ahí podría darse paso a los alegatos de las partes y un cuarto intermedio de cinco días hábiles para que, después de tres años y ocho meses, se resuelva una sentencia que, tal vez, arroje alguna certeza sobre el salvaje crimen de Marcela, que sigue cubierto por un manto de misterio y tiene aún en este punto del proceso muchas preguntas sin respuestas.

"Cuando entramos al juicio teníamos cero expectativas", admite Laura. "Pero a medida que fue pasando el tiempo nos fuimos dando cuenta, y más con el cambio de carátula, que nos queda todavía una esperanza de que se haga justicia", dice, como quien pide un deseo.

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