Exclusivo: el prefecto imputado por la muerte de Rafael Nahuel declaró que vio a "dos personas tirando con armas de fuego"

Infobae publica los testimonios completos de cada uno de los agentes que actuaron en Villa Mascardi

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(Fotos: Euge Neme)
(Fotos: Euge Neme)

A los ocho cuerpos del expediente caratulado como "muerte dudosa" del joven Rafael Nahuel en Villa Mascardi se le sumarán en las próximas horas otras 600 fojas de una actuación administrativa reservada clave, requerida formalmente por la Justicia Federal de Bariloche. Se trata de un pormenorizado informe interno de la Dirección de Seguimiento de Causas de Violencia Institucional y Delitos de Interés Federal del Ministerio de Seguridad, elaborado por Daniel Barberis, el director de esa dependencia.

En ese documento constan las primeras exposiciones oficiales de los seis miembros del grupo Albatros que presuntamente intercambiaron fuego cruzado durante una emboscada por parte de encapuchados, en el predio de Parques Nacionales donde fue fatalmente herido Rafael Nahuel. La hipótesis de un enfrentamiento armado, no obstante, es rechazada de cuajo por miembros de la comunidad mapuche Lafken Winkul Mapu. Ellos, la familia de Nahuel y organismos de derechos humanos sostienen que el joven fue fusilado por la espalda mientras su grupo se defendía con piedras ante una avanzada represiva como política estatal.

Antes de la indagatoria este jueves al cabo primero Francisco Javier Pintos, el efectivo del grupo Albatros imputado por su muerte, el juez Gustavo Villanueva quiere examinar ese material. Hay un dato, dado a conocer por Infobae, que inquieta al tribunal: en su primera declaración oficial ante el Ministerio de Seguridad, Pintos no reconoce haber disparado en lo alto de cerro con el subfusil MP5, el arma que se le había asignado y que se le secuestró en su poder, con la numeración 05-C335508. De ese fusil salió la bala 9 mm que mató a Nahuel. La pericia de ese cotejo balístico es indubitable. No sólo por el aval de tres peritos de reconocido prestigio. Especialmente —según señalaron a este medio fuentes judiciales— "porque la bala que se le extrajo a Nahuel estaba muy limpia y la simetría de estrías no arrojaron dudas".

La inquietud del tribunal es que Pintos afirma haber efectuado disparos primero con una marcadora FN 303 de aire a presión tipo paintball (arma no letal), con la que agotó dos cargadores. Luego, dijo que disparó con su pistola Beretta, calibre 9 mm, con la numeración 05 P 25873 Z. La duda que acecha a los investigadores es si alguno de los otros cinco miembros de la patrulla tomó esa arma y efectuó los "tiros de cobertura" para permitir el repliegue del grupo. Ese será—según fuentes judiciales—uno de los puntos centrales de su indagatoria, que podría extenderse hasta el día siguiente con un cuarto intermedio.

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"Prevemos una declaración muy extensa, para que pueda explicar todo lo que ocurrió allí arriba. Desde qué rol tuvo cada miembro de la patrulla, sus ubicaciones en el terreno y su versión sobre cómo fueron agredidos y con qué elementos", señaló a este medio la fuente judicial. Y desestimó versiones que indicaban que Pintos podría quedar detenido tras su interrogatorio.

"No vemos en el imputado un riesgo de fuga ni un entorpecimiento de la investigación —agregó la fuente—. La actitud de los efectivos de la Prefectura Naval ha sido de colaboración: fijaron domicilio y una vez que les secuestramos los celulares todos los Albatros brindaron al instante las claves de sus teléfonos".

Fuentes con acceso al expediente ratificaron a Infobae que el tribunal sumó un indicio fuerte —aunque sin la necesaria contundencia probatoria— respecto a la existencia de armas a partir de los residuos de pólvora hallados en las manos de tres mapuches. Uno de ellos fue el propio Rafael Nahuel. En la pericia que se difundió esta semana, quedó ratificado un barrido electrónico anterior sobre las muestras obtenidas con cintas de carbono sobre las manos de Fausto Jones Huala y de Lautaro González, quienes bajaron el cuerpo de Nahuel.

Los abogados querellantes adelantaron que impugnaran la pericia y atribuyeron esos vestigios a una transferencia secundaria. Esa contaminación—argumentan—puede haber ocurrido de dos formas: ya sea porque los propios Albatros que dispararon fueron los mismo que precintaron y esposaron a Jones Huala y a González o por una defectuosa manipulación de las muestras por parte de los científicos del Centro Atómico de Bariloche. En este último caso, al no seguir el protocolo internacional que impone cambiar los guantes de látex para cada muestra observada en microscopio.

Los investigadores judiciales, sin embargo, parecieran rechazar esa tesis: "Los tres tenían partículas características de disparo (plomo, bario y antimonio) en las áreas tabaqueras, es decir, en el ángulo de 90 grados que se forma entre el índice y el pulgar al efectuar un disparo. Si bien pueden existir transferencias secundarias de metales, es altamente improbable que esa contaminación deposite esos tres elementos y más aún en la zona tabaquera", explicó la fuente consultada. Y adelantó que para evacuar dudas se citará a los peritos tanto del Centro Atómico de Bariloche como del Servicio de Ingeniería y Química Forense del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) del Ministerio Público de Salta para que se expidan sobre esos puntos.

Existen otros elementos con peso probatorio en la causa que abonan la sospecha de un enfrentamiento en Villa Mascardi, deslizó la fuente de la investigación. Si bien se excusó de informar sobre su contenido, reconoció que se trata de escuchas telefónicas que probarían la existencia de armas de fuego. Otra fuente con acceso al mismo expediente precisó que son unas 700 fojas las que contienen las transcripciones de esas intervenciones. Y añadió que todas las partes han tenido vista al contenido de esas escuchas, "ya que hace tiempo que en la causa no rige el secreto de sumario".

Rafael Nahuel tenía 21 años
Rafael Nahuel tenía 21 años

Testimonios exclusivos

Desde hoy y hasta sábado, Infobae publicará diariamente las declaraciones completas de cada uno de los miembros del grupo Albatros que participaron del procedimiento en Villa Mascardi. Todos afirman haber sido víctimas de una emboscada cerca de las 17 del 25 de noviembre pasado, en momentos en que unos quince a veinte mapuches encapuchados se disponían a reocupar el predio desalojado dos días antes. Sus testimonios (algunos más pormenorizados que otros) están contenidos en la actuación administrativa reservada, identificada con la denominación EX -2017-29918097-APN-DSCVIYDIF#MSG, que solicitó el magistrado Gustavo Villanueva.

Los datos objetivos, según fuentes judiciales, indican que ese día, dentro y fuera del predio, hubo un total de 20 efectivos del grupo Albatros asignados a la custodia del lugar. Durante las pericias criminalísticas realizadas 12 días después del hecho "se recogieron 34 vainas calibre 9 mm, todas disparadas por los Albatros y otros 13 cartuchos de postas de goma o antitumulto, presumiblemente disparados dos días antes durante el desalojo a la comunidad mapuche".

Los cuestionarios manuscritos, tomados el 17 de enero en San Fernando, corresponden a los cabos Francisco Javier Pintos, Guillermo Sergio Cavia, Francisco Antonio Lezcano, Juan Ramón Obregón, Carlos Valentín Sosa y al marinero Sergio Damián García.

La declaración del cabo primero Francisco Javier Pintos

-¿Cuál fue el motivo del operativo?

-El cumplimiento de la orden judicial de desalojo en Villa Mascardi y, posteriormente, la custodia del lugar.

-¿Quién estuvo a cargo del Operativo?

-Oficial Principal Pablo Raúl Berra.

-Equipamiento del que fueron provistos:

-Marcadora de aire a presión tipo painball, marco FN; pistola Pietro Beretta; uniforme reglamentario color arena tipo desértico; chaleco.

-Desarrolle en forma detallada su presencia en el Operativo:

-Me encontraba junto al cabo segundo Obregón de guardia, en el lugar donde el día anterior se habían encontrado unas mochilas. Pasado un tiempo en el lugar se escucharon modulaciones a través del equipo de comunicación de la patrulla que había salido a reconocer el lugar. En esa zona, en la parte superior de la montaña, habían encontrado una edificación, se observaban a dos personas y se solicitaba apoyo para proceder a la detención. En el momento en que se escucharon las modulaciones dimos aviso al personal que se encontraba en al pie de la montaña solicitándoles permiso para subir. El personal nos responde que fuéramos y que en breve iría más personal de apoyo.

Una vez iniciado el ascenso junto al cabo segundo Obregón empezamos a ver barricadas de troncos y ramas en el camino. Detrás de las sucesivas barricadas—unas cinco o seis— había montículos con piedras. También marcas con pintura en la corteza de los árboles, lanas de color rojo y color blanco por el costado del camino. Personalmente, yo tomé fotografías con mi teléfono celular.

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Llegamos a una especie de precipicio donde encontramos cartuchos de escopeta de color verde. Posteriormente, nos comunicamos por HT [Handy] para saber la ubicación de la patrulla. Ellos responden que siguiéramos hasta una antena caída, que se encontraban allí cerca.

Volvimos a modular cuando llegamos a la antena y ellos nos dicen que siguiéramos unos metros más hasta otra antena que estaba en pee. Una vez que llegamos a ese lugar nos encontramos con el cabo Lezcano, el marinero García y un perro que los siguió. Ahí preguntamos dónde estaban Cavia y Sosa. Respondieron que más arriba, monitoreando la casa precaria porque allí había gente. Obregón y yo seguimos subiendo unos metros más y le modulamos a Cavia y a Sosa. Nos respondieron una sola vez. Luego seguimos llamándolos sin éxito. Estábamos rodilla a tierra. Cuando intentamos seguir, nos encontramos con un grupo de varias personas encapuchadas. En ese momento Obregón les da la voz de "¡Alto Prefectura"! La respuesta de esas personas fue arrojarnos una especie de lanza, piedras y objetos de todo tipo. Respondo con armamento no letal, tirando con la marcadora de pintura. Así hasta que agoto un cargador de 15 pallets. Cargo y coloco otro cargador de pallets hasta que pudimos ver a Cavia y a Sosa. En ese momento, para que Cavia y Sosa pudieran salir de la línea de estas personas, los hicimos retroceder con la marcadora. Nosotros nos escondimos detrás de un árbol ya que nos estaban arrojando muchas piedras. En un momento me separo de Obregón y quedo detrás de un árbol junto al cabo primero Cavia. Ahí empezamos a escuchar detonaciones que parecían de armas de fuego. Luego pude observar a dos personas tirando con armas de fuego. En ese momento se solicita autorización para usar armamento letal. Luego desenfundé mi pistola y realicé disparos a zonas seguras para evitar que hubiera personas heridas, ya que las personas que nos estaban disparando con armas de fuego se mezclaban con personas que no estaban armadas con armas de fuego, pero sí con todo tipo de objetos que nos arrojaban.

En un determinado momento cuando un grupo de personas estaba muy cerca, empuño mi armamento y saco del chaleco una granada de estruendo y luz denominada flash bang. Es una granada que emite una luz y un sonido. Doy aviso a mis compañeros que voy a tirarla. Una vez que aviso tiro la granada y es después del estruendo cuando empezamos a correr para salir del lugar. Una vez nos alejamos unos metros del lugar dándonos seguridad, nos reunimos los integrantes de la patrulla para saber cómo estábamos, y ver si alguien estaba herido. Ahí comenzamos el descenso.

Más o menos a mitad de la montaña nos encontramos con el oficial Berra, los ayudantes Blanco y Sánchez. Llegamos hasta casi el pee de la montaña donde momentos después empezamos a ver movimientos de ramas y gritos de personas. Pero en ese momento se nos ordenó bajar hasta la ruta.

Al llegar a la ruta, cuando estábamos intercambiando novedades y tomando agua, volvimos a escuchar varios gritos de personas. Momentos después vimos a un grupo de personas que gritaban: "Hay un herido, hay un herido". Les respondimos que lo bajaran hasta la ruta. Ellos de nuevo gritan que hay un herido. Cuando volvemos a decir que lo bajen, hay un muerto. Momentos después bajan o salen de la ruta dos personas con una camilla. Había otra persona acostada sobre la camilla con una especie de rama o plantas sobre la cara.

Yo procedo a colocarles los precintos por seguridad a una de estas personas a la que se le saca un cuchillo de entre sus ropas.

Minutos después a estas personas las alejamos del lugar por seguridad, mientras personal médico asistía a la persona que estaba en la camilla. Después, personal de Prefectura nos sacan del lugar y nos llevan hasta una estación de servicio ubicada cerca del lugar donde nos encontrábamos hasta en ese momento.

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