Los 70 años de Aníbal Pachano: “Me pone feliz decir que tuve una vida plena”

El coreógrafo, que nació el 7 de marzo de 1955 en Tostado, Santa Fe, hizo un balance de su historia y se mostró satisfecho de su recorrido a pesar de las dificultades

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Aníbal Pachano
Aníbal Pachano

“¡Yo estoy fenómeno! Y me parece que está re bueno este momento, porque nunca pensé llegar hasta acá. Y, sin embargo, hoy estoy traspasando la séptima década”, dice Aníbal Pachano. Nació el 7 de marzo de 1955 en Tostado, provincia de Santa Fe. Y, tras varias mudanzas derivadas de los problemas económicos de su familia, desembarcó en Buenos Aires donde se recibió de arquitecto y se formó como bailarín y coreógrafo. Fue el creador de los Botton Tap junto a Ana Sans, con quien estuvo casado por más de una década y tuvo a su hija Sofía. Y no solamente tuvo que enfrentar al HIV en un momento en el que esta enfermedad era un tabú para la sociedad, sino que también tuvo que pelear contra el cáncer. Sin embargo, en el día de su cumpleaños número 70, se muestra feliz y agradecido de la vida.

—¿Cómo planea festejar esta fecha?

—Viajé con mi hija y mi yerno, Santiago Ramundo, a Nueva York. Así que lo voy a pasar en familia. Y la idea es ver algún cabaret esta noche...

—¿Hace algún tipo de balance por estos días?

—La verdad que sí. Porque creo que he tenido una vida de la que no me puedo quejar. Me ha tocado pasar por un montón de momentos complicados. Pero no me queda la sensación de haber vivido cosas negativas. Yo he sido siempre un niño positivo, a pesar de todo lo que transité. Y lo aprendí de chiquito de mi viejo, de mi vieja y de todo lo que nos pasó. Las 33 mudanzas, la llegada a Capital que fue como un shock...Y el hecho de generar una historia de casi 60 años acá, que es mucho para haber nacido en Tostado y, entre los 6 y los 12 años, haber pasado por Santo Tomé, Santa Fe, Villa Carlos Paz, Córdoba...Pero, ¿querés que te diga algo?

—Por favor.

—Igual siento que tuve una vida llena de cosas positivas. Yo siento eso. Porque todo lo que hago tiene que ver con esa infancia. Y en este momento, cuando estoy cumpliendo años, hago un balance y digo que no tengo de qué quejarme. Al contrario, creo tengo que agradecer por todo lo que me pasó.

Aníbal junto a su hija
Aníbal junto a su hija Sofía y su ex, Ana Sans

—¿Aún teniendo en cuenta que ha atravesado situaciones muy difíciles de salud?

—Sí, claro. Porque a mí me parece que de todas las situaciones de oscuridad, siempre encontré el punto de claridad. Quizá fue sin darme cuenta. Pero empecé a ver el para qué de cada situación. Esto lo aprendí de grande, a los 65 pirulos, cuando tuve cáncer. Entendí que las cosas ocurren para generar un cambio, para que uno pueda mejorar y para mirar para adelante. Es pensar en para qué ocurren las cosas y no quedarse en el lugar de víctima preguntándose por qué a mí.

—Usted contó que, a partir de ese diagnóstico, descubrió que se enojaba mucho...

—¡Es verdad! Ahora estoy menos enojón...Pero, en realidad, eso venía de familia: mi viejo era re “caracúlico”. Y yo tengo mucho de mi viejo. Él me marcó. Porque, además, era un papá muy grande: tenía mi edad cuando yo era chico. ¡Era como mi abuelo!

—Entiendo.

—De hecho, a mis abuelos casi no los conocí. A mi abuelo paterno lo vi por última vez cuando tenía 5 años. Y a mi abuelo materno, que murió en Laguna Paiva, donde se filmó la película Evita de Alan Parker en la que yo muchos años después dirigí la puesta de escena de la avant première, apenas lo conocí. Pero lo vi pasar hacia el cementerio en la misma carroza que usó Madonna, por esa ruta. ¿Qué loco, no? Cómo a veces algunas cosas se unen sin que te des cuenta. Todo lo que me pasó ha sido tan explosivo y maravilloso a la vez.

—Lo peor que le puede pasar a alguien es no haber vivido, ¿no le parece?

—Claro. Y a mí me quedan recuerdos que puedo vivenciarlos como si hubieran ocurrido hoy. Como cuando conocí a Astor Piazzolla a los 16 años y, mucho después, me lo encontré en la puerta de mi camarín en Punta del Este. ¡Es muy fuerte! Por eso digo que siempre miro lo positivo. A los 12 conocí a Petrona C. de Gandulfo, que era la ídola de mi vieja que tenía su libro en mi casa. Y hoy, mi hija hizo un libro de cocina con las recetas en papelitos de sus abuelos. Es como que todo está conectado. ¿Cómo no me voy a poner contento y feliz de decir que he tenido una vida plena?

Pachano en Así Vuelvo, el
Pachano en Así Vuelvo, el último gran espectáculo que montó para hablar de su historia (Mario Sar)

—¿Hay algo de lo que se arrepienta?

—No. Cuando suceden las cosas, es por algo. Y uno es parte. Incluso con el HIV, uno es el que tiene que cuidarse, más allá de que el otro tiene el 50 % de la responsabilidad. Entonces, tiene que ver qué le pasó internamente y no poner la culpa afuera. Yo me hago cargo de todo. Y me he hecho cargo de todo lo que me ha pasado. Pero también de lo bueno. Porque he sido muy meticuloso a la hora de estudiar. Llegaba a mi casa y me encerraba a hacer la tarea, para poder después tener un rato libre como para divertirme. Y ese orden es algo que me marcó mi vieja, que ponía un horario para el almuerzo, para la siesta, para los deberes y para salir a jugar en la vereda del pueblo. Eran otros tiempos...Pero no me puedo arrepentir de nada de lo que transité en estas siete décadas.

—¿Y cuál diría que fue su mayor logro?

—Haber seguido dos profesiones, la arquitectura y el arte, gracias a mi vieja que me dejó volar y a mi viejo que me enseñó a ser un tipo derecho. Y, obviamente, haber tenido a una hija como Sofía, que fue producto de una unión de mucho amor y de una familia que, con sus vaivenes, se sigue sosteniendo hasta el día de hoy. En ese sentido, creo que hice muy bien los deberes.

—¿Tiene alguna asignatura pendiente?

—En cuanto a la profesión, hoy puedo disfrutar de hacer un programa de radio que tiene que ver con la cultura y con el arte, Aló Pachano que se emite los domingos de 10 a 13 hs. por Radio Nacional, AM870. En algún momento me hubiera encantado tener un espacio para armar un cabaret. Pero después, eso se fue diluyendo. Es mucho trabajo, mucho esfuerzo... Y yo estoy en una etapa en la que he hecho tanto y he luchado tanto por el mundo del espectáculo, que ya no tengo ganas de llevar adelante semejante proyecto. De hecho, siento que Así vuelvo, fue el último show grandilocuente de mi vida. Ahí conté mucho de mi historia. Y siento que, ahora, de hacer algo en teatro sería una obra más intimista. Quizá, un homenaje a los payasos es lo que me queda pendiente. Aunque yo he sido el payaso más fashion de la Argentina, con mi personaje de la galera, y la verdad es que no ha habido a nivel mundial un jurado de esa naturaleza.

—¿Y a nivel personal? Porque usted ha amado mucho, ha formado una familia y ha tenido a su hija pero no volvió a formar pareja...

—Digamos que estoy bien. La verdad es que, en los últimos años, no me ocupé mucho de mi vida privada. Me dediqué a los demás. Y a veces me lo replanteo, porque veo que los años pasan y que, por ahí, me podría haber dedicado más tiempo. ¿Pero viste que a veces uno se olvida? Empieza a transitar otros estadios y deja de lado el hecho de que también necesita afecto. De todas formas, eso también tiene que ver con la pasión que uno pone en lo que hace. Y yo estoy contento.

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