“Por el bien del país renuncie”: la caída de Frondizi por sus dudas con Fidel Castro y la victoria peronista

El 30 de enero de 1962, la Argentina se abstuvo de votar contra Castro cuando la Organización de Estados Americanos decidió expulsar a Cuba del organismo. El 18 de marzo, el peronismo -bajo otras denominaciones- triunfó en las elecciones de diez provincias. La reacción militar y el final de Frondizi rumbo a Martín García

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Arturo Frondizi llegando a la Casa de Gobierno con Tito González
Arturo Frondizi llegando a la Casa de Gobierno con Tito González

La tapa del matutino La Nación del 2 de enero de 1962 fue atípica. Informaba sobre diferentes actividades que había cumplido el presidente Arturo Frondizi el día anterior, durante una jornada no laborable por el feriado del Año Nuevo. A tres columnas, el diario de los Mitre tituló con una frase del discurso presidencial del día anterior: “En lo interno e internacional se mantendrán los rumbos que se fijaron”. Sin embargo, la información más significativa era la que había cumplido el Presidente a las 17 horas en la Casa de Gobierno. Lo mostraba inaugurando el busto del presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu en la galería de los bustos presidenciales. Una escultura de Carlos de la Cárcova que fue ubicada a continuación de la del general Eduardo Lonardi, jefe de la Revolución Libertadora que derrocó a Juan Perón que apenas gobernó sesenta días.

El editorial del día se tituló “Ingrata visita” y se refería a la permanencia por unas horas en Buenos Aires del subsecretario de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Olivares Sánchez, que cumplía una gira por varios países del continente con la mira puesta en la próxima reunión de cancilleres de la OEA en Punta del Este. “Posee la Argentina el triste privilegio de contarse en el pequeño grupo de países americanos que mantienen relaciones diplomáticas con el gobierno de Cuba […] Trece estados continentales, casi dos tercios del total han roto relaciones con el régimen de La Habana, todos después de haber comprobado infiltraciones que --¡ésas sí!—eran violaciones flagrantes al principio de no intervención.” Como un anticipo de la posición norteamericana en Punta del Este, el 4 de enero se publicó en los diarios de América Latina un nuevo texto sobre el pensamiento de la Casa Blanca sobre el régimen castrista: “ideológicamente, Castro ha colocado a Cuba en el campo comunista” y […] Las actividades diplomáticas y otros agentes cubanos, el adiestramiento de extranjeros en Cuba en materia de sabotaje y (con) técnicas subversivas y la intensa campaña de propaganda en todo el hemisferio se prepara el terreno en otros países para provocar revoluciones.”

Kennedy con embajadores latinoamericanos en la Casa Blanca
Kennedy con embajadores latinoamericanos en la Casa Blanca

Días más tarde se conoció a través de una declaración del presidente Kennedy que “Castro será sancionado en Punta del Este”. Al mismo tiempo que La Habana hizo saber que el presidente Osvaldo Dorticós encabezaría la delegación cubana en la cumbre de la OEA y no el canciller Raúl Roa. El jueves 18, coincidiendo con Kennedy, el Secretario de Estado, Dean Rusk, anticipó que “Cuba será sancionada en Punta del Este”. A despecho de la condena que realizaba Frondizi en privado del régimen castrista, en las instrucciones dadas al jefe de la delegación argentina, el canciller Miguel Ángel Cárcano, se dice que “queremos salvar la unidad del sistema interamericano y por ello nos abstendremos de votar sanciones que puedan vulnerar el principio de la no intervención que irritarán más las condiciones políticas actuales y que se prestarán a la continuación más agresiva de las actividades extremistas de izquierda y de derecha.” Estas y otras directivas no fueron dadas a conocer a los secretarios militares. Como le había anticipado Kennedy a Frondizi a fines de 1961 en la reunión en Palm Beach, Colombia estaba trabajando un plan para presentar en la Conferencia de la OEA. La idea fue presentada el 27 de enero y determinaba la expulsión de Cuba de la organización panamericana. Faltaba un voto para llegar a los dos tercios e importantes países del continente (Argentina, Chile, Brasil, México, Ecuador) se mostraban renuentes a la expulsión o la exclusión de Cuba del sistema interamericano.

Más tarde, el voto de Haití aseguró los dos tercios para la expulsión, sin la participación de Argentina y Chile. El 30 de enero se aprobó una Resolución y la mayoría votó la expulsión por 14 votos a favor, 1 en contra (Cuba) y 6 abstenciones (Argentina, México, Chile, Bolivia, Brasil y Ecuador).

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Frondizi y Fidel Castro en Olivos, mayo de 1959
Frondizi y Fidel Castro en Olivos, mayo de 1959

La repercusión interna que provocó la abstención argentina sobre la cuestión cubana generó todo tipo de críticas y reuniones de los mandos militares en Buenos Aires. El 1° de febrero, en medio de rumores de golpe de Estado, los secretarios militares y Frondizi mantuvieron una prolongada y álgida reunión. De acuerdo a lo informado por una nota de La Nación del día siguiente, el presidente ofreció: 1) El convocar sine die al embajador en La Habana, Julio Amoedo; 2) Revisar la política exterior y 3) Pedirle la renuncia al canciller Miguel A. Cárcano. Para el matutino porteño, era “deplorable que la delegación argentina fuera incapaz de comprender su deber y responsabilidad en esta hora grave de América…tal vez aún exista la posibilidad de enmendar tanto error, al menos de disimular los efectos de tan inexplicable incomprensión.” Ese 2 de febrero las tres fuerzas armadas ordenaron el acuartelamiento de sus tropas y se rumoreó que tanto los secretarios militares como los tres comandantes en jefe renunciarían. Finalmente, víctima de presiones de toda clase (de militares y civiles), el 8 de febrero de 1962 la Argentina rompió relaciones diplomáticas con Cuba.

La crisis generada por la “cuestión cubana” desgastó al gobierno de Frondizi. Ahora llegaría el golpe final, la victoria del peronismo en las elecciones provinciales del mes siguiente. Una semana antes, el martes 30 de enero, La Nación tituló en su tapa: “Un tema político en el gabinete militar”, en el que se informaba la reunión del día anterior entre el Ministro del Interior, Alfredo Vítolo; el Ministro de Defensa, Justo P. Villar, con los secretarios militares Rosendo Fraga (Ejército); Gastón Clement (Armada), Rojas Silveyra (Aeronáutica). En la misma se analizó las consecuencias de la proclamación en Avellaneda de la fórmula Framini-Perón para la gobernación de Buenos Aires. Para los militares un triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires era inconcebible. Llevaba a una situación límite.

A lo largo del año anterior se llevaron a cabo varias elecciones provinciales en las que el partido oficial obtuvo buenos resultados. La UCRI fue sola a las contiendas de Santa Fe, Catamarca y San Luís y triunfó. La excepción se dio el 5 de febrero de 1961 en la Capital Federal en la que el viejo dirigente socialista Alfredo Palacios ganó una banca de Senador a caballo de una campaña que ponderaba a la revolución cubana. Junto a las elecciones de legisladores se debía renovar las autoridades de 14 provincias.

Anglada y Framini festejando la vistoria electoral de 1962
Anglada y Framini festejando la vistoria electoral de 1962

La gran batalla se llevaría a cabo en Buenos Aires y la UCRI presentó como candidato a gobernador a Guillermo “Cacho” Acuña Anzorena. Desde Madrid, Perón realizó una picardía: designó al dirigente sindical Andrés Framini y él se puso como candidato a vicegobernador por el partido Unidad Popular (el Partido Justicialista estaba al margen de la ley). La intención fue lograr su proscripción pero no la de su Movimiento. El 30 de enero el gobierno dejó al margen su candidatura por no cumplir con los requisitos legales (no estaba empadronado en 1957). A decir verdad, Perón no se encontraba reacio a la autoproscripción de su Movimiento porque tenía temor a las consecuencias de una victoria electoral. Es decir, el golpe de estado castrense.

En febrero una delegación sindical encabezada por Augusto Timoteo Vandor y Francisco Prado lo convenció a que se autorizara la concurrencia del peronismo a las elecciones. Para el sindicalismo el gobierno de Frondizi no tenía futuro. El 17 de enero de 1962, Perón le escribió al dirigente Alberto Iturbe, diciéndole: “Yo no creo que en la Provincia de Buenos Aires se le permita la concurrencia al Justicialismo y estoy persuadido que el ‘gobierno’ sólo permitirá la concurrencia peronista en el caso de que esté convencido que ha de perder las elecciones o en el caso que el candidato peronista esté de antemano ‘acomodado’ con el ‘gobierno’. Si el ‘gobierno’ vetara la candidatura de Framini enfrentaría el repudio de toda la clase trabajadora que, por sentido clasista, debe apoyarla. Yo estoy seguro que si tenemos en Buenos Aires alguna probabilidad de ganar la elección será solamente con esta candidatura y, por lo tanto, considero que el ‘gobierno’ no la ha de permitir para lo que ha de recurrir a cualquier expediente lícito o ilícito, que es lo que más nos conviene a nosotros. Si, en caso contrario, la permite, estaremos en las mejores condiciones de hacer una buena elección.”

Frondizi con Pedro Eugenio Aramburu
Frondizi con Pedro Eugenio Aramburu

El peronismo se expresó a través de los partidos Unión Popular, Tres Banderas y Partido Laborista. En Buenos Aires, el dirigente textil Andrés Framini llevó a Marcos Anglada como compañero de fórmula. El tiempo electoral se aceleraba y Frondizi no era consciente que transitaba sus últimas semanas en el poder. El sábado 3 de marzo de 1962, La Nación informó, como rumor, sobre una reunión mantenida en la residencia de Olivos entre el Presidente y Framini, a pedido de éste. Según se dijo la reunión se llevó a cabo entre la 01 y 02 de la madrugada del viernes 2 de marzo a pedido de Framini, quien fue llevado a escondidas por un allegado de Frondizi. Con la clásica fórmula de “fuentes autorizadas”, el martes 6 se informó que Framini había concurrido a Olivos “a gestionar la proscripción del peronismo”. En la misma ocasión el candidato peronista dijo que “el gobierno no debía contar con la abstención del Movimiento” y que debería ser “el gobierno quien tendría que encargarse de eliminar al peronismo del comicio”. El mismo matutino vuelve a informar el jueves 8, en su página 7, que Framini habría dicho que “el triunfo de su partido crearía situaciones imprevisibles. Frondizi sostuvo que debe ser el peronismo el que tiene que autoproscribirse y que él no lo haría porque se interpretaría como resultado de un acuerdo”. Frondizi también habría subrayado: “Ustedes están haciendo y diciendo tales cosas que con la legislación general de cualquier país democrático bastaría para justificar la proscripción”. La reunión fue prácticamente confirmada cuando el miércoles 7, al ser consultado por el periodismo, Frondizi respondió “no tengo nada que aclarar al respecto”.

El presidente con el Ministro del Interior, Alfredo Roque Vítolo
El presidente con el Ministro del Interior, Alfredo Roque Vítolo

El domingo 18 de marzo de 1962 el peronismo, bajo la sigla Unión Popular, se impuso holgadamente en la provincia de Buenos Aires. También lo hizo bajo otras denominaciones en Chaco, Santiago del Estero, Misiones, Neuquén, Río Negro, La Pampa, Tucumán, Jujuy y San Juan. Mientras que el oficialismo triunfó en Capital Federal, Entre Ríos, Corrientes, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Era una catástrofe. Esa misma noche, el ministro Alfredo Vítolo concurre a una reunión militar en el comando de la Aeronáutica, donde se le plantean una serie de exigencias: intervención a las provincias, con nulidad de los comicios, hasta la disolución del Parlamento. Anular la ley de Asociaciones Profesionales. La Armada por su parte pide la renuncia del presidente. En las horas siguientes, en medio de maratónicas reuniones militares, una advertencia partió de las propias filas del partido de Frondizi. El Senador Nacional por la UCRI, Alfredo García, opinó que “el triunfo de Unión Popular en algunas provincias puede poner en peligro la estabilidad” y no se equivocó. Los militares exigían condiciones difíciles de cumplir por el Presidente de la Nación. Otros consideraban que debía renunciar. Extraña paradoja para Arturo Frondizi: debía anular las elecciones de 1962 así como el gobierno de facto de Uriburu anulo las elecciones en la provincia de Buenos Aires de abril de 1931 en las que había triunfado el radicalismo.

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El almirante Agustín Penas y el teniente general Raúl Poggi
El almirante Agustín Penas y el teniente general Raúl Poggi

Al día siguiente, lunes 19 de marzo, el título de La Nación, a seis columnas, lo decía todo: “Anuló el gobierno los comicios de Buenos Aires, Tucumán, Santiago del Estero, Río Negro y el Chaco”. La excusa que se dio para tamaña decisión fue que se hizo “para asegurar la forma republicana de gobierno.” Entre el martes 20 y el miércoles 28 la sociedad siguió por los medios de comunicación la caravana de reuniones militares, civiles, gestiones de todo tipo para determinar el futuro del gobierno. En principio se conviene en formar un gabinete de unidad nacional y los nombres de los candidatos figuran en los medios gráficos. Finalmente, el cordobés Hugo Vaca Narvaja reemplaza a Vítolo en Interior; Jorge Wehbe en Economía; Rodolfo Martínez asume en Defensa; Roberto Echepareborda es designado en la Cancillería y Oscar Puiggrós en Trabajo y Seguridad Social. Los cambios no alcanzan y ninguna gestión conseguiría aplacar el malestar del sector castrense.

No renuncio ni pienso renunciar, le dijo Frondizi a los altos mandos militares. Horas después fue derrocado
No renuncio ni pienso renunciar, le dijo Frondizi a los altos mandos militares. Horas después fue derrocado

Quedó, entonces, una última prueba: El viernes 23, Laureano Landaburu, Ministro del Interior de la Revolución Libertadora, se entrevista con Frondizi durante el mediodía. De la reunión sale ungido como mediador el ex presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, con el objetivo de asegurar “a todo trance el orden constitucional”. Mientras pasaba el tiempo, algunos como el teniente general Raúl Poggi, imaginan que podían reemplazar al Primer Mandatario. La tapa de La Nación del 26 de marzo lleva el título: “La Marina sugirió a Frondizi que dimita”. La del 27 es la respuesta: “Niégase el presidente a presentar su renuncia” y al mismo tiempo da a publicidad una carta a Frondizi del mediador, Aramburu, en la que finaliza diciendo: “En nombre de ese orden (jurídico), la Nación pide a Usted un noble renunciamiento. Lo pide y lo espera de su reconocido patriotismo”.

Apuntes de Lanusse sobre la caída de Frondizi
Apuntes de Lanusse sobre la caída de Frondizi

El 28 las agencias noticiosas reproducen el texto de la revista Time que considera a Frondizi “el hombre más impopular de su país” y cita una frase del presidente al respecto: “Solo mi persona está entre el orden y el caos”. “La Argentina, dice Time, es una de las naciones que el presidente Kennedy ha elegido como ejemplo para su Alianza para el Progreso, y hace solo tres semanas le destinó una suma de 150 millones de dólares.” Ese mismo día, a las 17.18 horas, tres altos jefes militares entran al despacho presidencial. El general Poggi le dice: “Por el bien del país renuncie a su cargo.” Y Frondizi solo respondió: “No renuncio ni renunciare”. Siendo las 02.30 del 29 de marzo, el secretario de la Armada, almirante Clement le comunica al presidente: “Quiero informarle que se acaba de adoptar la formula tres (derrocamiento de Frondizi). Lo lamento mucho, pero yo no puedo hacer nada y dentro de un rato lo va a visitar el jefe de la Casa Militar”. Pocas horas más tarde Frondizi era conducido preso a la Isla Martín García. Al día siguiente La Nación informaba a la sociedad que “ante la Corte Suprema juró el doctor Guido”.

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