Alfonsina Storni, la poetisa que admiraban su pares, eligió morir en el mar y se convirtió en himno

El 8 de enero se cumplieron 110 años de la edición de su primer poema, que tituló Anhelos. La vida de la escritora y actriz nacida en Suiza, que llegó junto a sus padres a los 4 años a la Argentina y, según su colega chilena y premio Nobel Gabriela Mistral, solo aparecía una como ella cada 100 años. Su decisión de suicidarse y el trágico final

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Alfonsina Storni fue una de las grandes de la literatura argentina
Alfonsina Storni fue una de las grandes de la literatura argentina

En el verano podemos darnos más tiempo para ciertos placeres, como leer. El mar, la montaña, el campo son los lugares por los que optamos a salir un poco. Y a los que eligen el mar y más aún, la ciudad de Mar del Plata, lo lleva inexorablemente a la gran Alfonsina Storni. La ciudad y la poetisa están fusionadas en el imaginario colectivo, forman un tottus con el mar; y así las tres: ciudad, mar y poetisa encaran nuestra trinidad bonaerense. Esta semana, más precisamente el 8 de enero, se cumplió un nuevo aniversario de su primera publicación, en 1912, del poema Anhelos en la revista Monos y monadas.

Su monumento tan simple y a la vez tan desafiante frente a la costa, nos interpela. Obra de Luis Perlotti. Lo que pocos saben es que Perlotti y Storni eran amigos. Se conocieron en las veladas del café Tortoni a la cual concurrían escritores, músicos, actores, como Juan de Dios Filiberto, Baldomero Fernández Moreno, etc... Perlotti creará para su amiga un bajorrelieve de ella de perfil, con vestimenta al viento como desafiando al mar. Y en el ángulo inferior izquierdo, labrará su rosto. Al pie del monumento se encuentra el poema “Dolor”, escrito en 1925 por Alfonsina.

Alfonsina nació en Capriasca ciudad del cantón Ticino en la suiza de habla italiana. Su padre era cervecero y a la edad de cuatro años emigrará a la Argentina. Arribaron a la ciudad de San Juan, en la provincia homónima, en donde trascurrió su primera infancia. Ella misma nos recuerda esa etapa de su vida: “Estoy en San Juan, tengo cuatro años; me veo colorada, redonda, chatilla y fea. Sentada en el umbral de mi casa, muevo los labios como leyendo un libro que tengo en la mano y espío con el rabo del ojo el efecto que causo en el transeúnte. Unos primos me avergüenzan gritándome que tengo el libro al revés y corro a llorar detrás de la puerta”

La familia de Alfonsina llegó desde Suiza cuando ella tenía cuatro años. Primero se radicaron en San Juan y más tarde en Rosario, donde abrieron un restaurante
La familia de Alfonsina llegó desde Suiza cuando ella tenía cuatro años. Primero se radicaron en San Juan y más tarde en Rosario, donde abrieron un restaurante

Luego se radicaron en Rosario donde abrieron un pequeño restaurante, pero el incierto rumbo de los negocios obligó a Alfonsina a trabajar desde temprana edad como lavaplatos, camarera y engrapadora. La madre tuvo que sacar a adelante a su familia debido al alcoholismo de su padre. Ella misma refleja a los dos en sendos poemas al padre y a la madre:

De su padre nos dice: “Que por días enteros, vagabundo y huraño /no volvía a la casa, y como un ermitaño/se alimentaba de aves, dormía sobre el suelo/y sólo cuando el Zonda, grandes masas ardientes/de arena y de insectos levanta en los calientes/desiertos sanjuaninos, cantaba bajo el cielo.”

Y de su madre: “Dicen que silenciosas las mujeres han sido/De mi casa materna... ¡Ah!, bien pudieran ser/A veces, en mi madre apuntaron antojos de liberarse, pero se le subió a los ojos/una honda amargura y en la sombra lloró”.

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La primera vocación de Alfonsina fue la actuación. En 1907 ingresó en una compañía santafesina que dirigía Manuel Cordero
La primera vocación de Alfonsina fue la actuación. En 1907 ingresó en una compañía santafesina que dirigía Manuel Cordero

En 1907 ingresó como actriz en la compañía de teatro dirigida por Manuel Cordero recorriendo Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Santiago del Estero y Tucumán. Participó como la ejecución de obras de Henrik Ibsen, Benito Pérez Galdós, Florencio Sánchez. Esta experiencia la introdujo en las principales obras del teatro clásico y contemporáneo.

Su actividad poética se vio plasma y publicada por primera vez, como dijimos, el 8 de enero de 1912 con su poema titulado “Anhelos”:

“Bajo el ombú, que eleva majestuoso/su verde copa en la lanosa pampa/he sollozado un día los recuerdos/que viven en el alma./Bajo el ombú, coloso de lo inmenso,/cuando la noche silenciosa y quieta/iba robando al día sus colores/lloré mi dicha muerta./Testigo fue del dolorido grito/con que en las horas del dolor pasadas,7el corazón rebelde al sufrimiento/protestas levantara./Tiempo hacía ya que de la herida abierta/la sangra gota a gota no manaba/Tiempo hacía ya de su tronco hermoso/la suerte me alejaba./Y hoy al mirarlo, siento que de nuevo/acuden en tropel viejas nostalgias/que en el fondo de mi alma dolorida/juzgaba sepultadas./Mas, si el dolor de nuevo en mí provocas/no he de odiarte por eso, árbol querido,/que al cadáver del indio vagabundo/un día diste abrigo./Y en prueba yo también, como ese ignaro/quiero por cruz tu sombra silenciosa;/y en vez de blanca lápida labrada/el verde de tus hojas.”.

En 1909 dejó el hogar materno para terminar sus estudios en Coronda. En esa localidad se dictaba la carrera de maestro rural, en la escuela normal mixta de maestros rurales. En el registro de inscripciones aparece la leyenda «Alfonsina Storni, 17 años, suiza». En 1910 comenzó a realizar viajes los fines de semana sin que nadie supiese adónde iba y de dónde conseguía el dinero.

En 1911, Alfonsina se radicó en Buenos Aires, al año siguiente tuvo, sola, a su único hijo, Alejandro
En 1911, Alfonsina se radicó en Buenos Aires, al año siguiente tuvo, sola, a su único hijo, Alejandro

En 1911, a pesar de una serie de dificultades económicas, decidió trasladarse a Buenos Aires. Alfonsina era una mujer libre, absolutamente libre y decidió tener un hijo, hecho que ocurrió en 1912 año en el que nació el 21 de abril Alejandro Alfonso Storni, por aquella época de padre desconocido; aunque últimamente según algunos historiadores podría ser hijo de Carlos Tercero Arguimbau, quien ya tenía tres hijas: Delia Arguimbau, Francisca Arguimbau y Rosa Arguimbau. Alejandro se casó con María Emilia Maggio, con quien tuvieron dos hijos.

La condición de madre soltera, el deseo de proteger la intimidad de los seres queridos, la necesidad de afrontar sola los problemas de la vida, la llevaron a una actitud de desafío y oposición a los prejuicios sociales muy arraigados en aquella época.

En 1913 comienza a colaborar en la revista “Caras y Caretas” es ahí donde conoce y se relaciona con José Enrique Rodó, Amado Nervo, José Ingenieros y Manuel Baldomero Ugarte.

Su primer poemario en volumen “La inquietud de Rosal” apareció en 1916. Su segundo volumen “El dulce daño” en 1918, fue presentado públicamente por los amigos del poeta Roberto Giusti y José Ingenieros. A partir de 1920 con el volumen “Languidece” en 1920 obtuvo sus primeros grandes premios nacionales los cuales eran Primer Premio Municipal de Poesía y el Segundo Premio Nacional de Literatura

Alfonsina rodeada de colegas en una de las reuniones literarias y poesía feminista que organizaba en el café Tortoni en 1934
Alfonsina rodeada de colegas en una de las reuniones literarias y poesía feminista que organizaba en el café Tortoni en 1934

En abril de 1921 ingresó como docente en la Escuela para Niños Débiles del Parque Chacabuco, una institución creada por Hipólito Yrigoyen para contrarrestar los efectos de la pobreza, que albergaba a niños mal alimentados o raquíticos, a quienes se trataba con un programa de sol y ejercitación física. Alfonsina no se sentía a gusto en este empleo porque decía que las autoridades no eran comprensivas con ella y comenzaron sus visitas a Montevideo donde en 1922 conoció al poeta uruguayo Horacio Quiroga con quien entabló una profunda y duradera amistad que lo acompañó hasta su muerte. Y también a poetisa uruguaya Juana de Ibarbourou. Sobre Alfonsina, Juana de Ibarbourou nos dirá: “Era joven y parecía alegre; por lo menos su conversación era chispeante, a veces muy aguda, a veces también sarcástica. Levantó una ola de admiración y simpatía. Un núcleo de lo más granado de la sociedad y de la gente intelectual la rodeó siguiéndola por todos lados. Alfonsina, en ese momento, pudo sentirse un poco reina”.

Con Horacio Quiroga la unió un afecto especial, que culminó en 1927 cuando el escritor se casó con María Helena Bravo, su segunda esposa. Nunca se supo a ciencia cierta si fueron amantes. Pero Alfonsina le dedicó un poema cuando este se suicidó: “Morir como tú, Horacio, en tus cabales, /Y así como en tus cuentos, no está mal; /Un rayo a tiempo y se acabó la feria.../Allá dirán. /Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte/Que a las espaldas va. / Bebiste bien, que luego sonreías.../Allá dirán.”

En 1923 tuvo la misión de enseñar literatura en la Escuela Normal de Lenguas Vivas. En el mismo período, participó activamente en la organización de las bibliotecas populares del Buenos Aires socialista y se desempeñó como periodista bajo el seudónimo de Tao Lao. En 1925 publicó “Ocre”, que marcó un cambio decisivo en su poesía.

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Un retrato de Alfonsina hecho en carbonilla por Ramón Subirats que ilustró el libro de José D. Forgione de 1943
Un retrato de Alfonsina hecho en carbonilla por Ramón Subirats que ilustró el libro de José D. Forgione de 1943

Gabriela Mistral, la gran poetisa chilena y premio Nobel de literatura, la visito en su paso por la Argentina, ella misma relata le encuentro con Alfonsina: “Extraordinaria la cabeza pero no por rasgos ingratos, sino por un cabello enteramente plateado, que hace el marco de un rostro de veinticinco años. Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos. El ojo azul, la empinada nariz francesa, muy graciosa, y la piel rosada, le dan alguna cosa infantil que desmiente la conversación sagaz y de mujer madura”.

El público y la atención de otros escritores así como de la crítica internacional, provocaron en ella una creciente vergüenza interior que la condujo a una forma de neurosis cada vez más arraigada. Así fue que dejó la docencia y se dedicó a viajar. Fue en Europa donde entró en contacto con muchos intelectuales. Esta experiencia fue de gran importancia para la evolución de su estilo poético. Estudió y conoció a Borges, Pirandello, Marinetti y García Lorca.

En 1928 falleció Roberto J. Payró y se suicidó el poeta Francisco López Merino, del cual Storni era amiga; se habían conocido en el vestíbulo de un hotel en Mar del Plata durante una celebración literaria: ante un comentario de Merino sobre el clima desagradable, Alfonsina replicó: “Sí, sí, pero ideal para estar entre dos sábanas, con alguien como usted, por ejemplo”.

Dijo Gabriela Mistral sobre ella: "Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos"
Dijo Gabriela Mistral sobre ella: "Cabello más hermoso no he visto, es extraño como lo fuera la luz de la luna a mediodía. Era dorado, y alguna dulzura rubia quedaba todavía en los gajos blancos"

En 1931, Alfonsina partirá nuevamente a Europa, será España quien la reciba y allí entablará relación con el novelista Carlos Soldevilla y al poeta catalán José María de Segarra. En ese viaje visitó Toledo, Ávila, El Escorial, Andalucía, Sevilla, Córdoba y Granada y luego París y a su ciudad natal, Capriasca, en Suiza. A su regreso se instaló en una pensión de la calle Rivadavia al 900, muy cerca del café Tortoni. En 1932 publicó “Cimbelina en 1900 y pico”, farsa en prosa en 6 actos y “Polixena y la cocinerita”, farsa trágica en prosa y verso en 1 acto. También colaboró en los diarios Crítica y La Nación y sus clases de teatro fueron su rutina diaria.

En 1934 también publicó, después de ocho años, un nuevo libro llamado “Mundo de siete pozos”, una recopilación de poemas que dedicó a su hijo Alejandro. Gabriela Mistral al leer el libro comentó que poetas como ella nacen cada cien años.

En 1935, Alfonsina comenzó a desarrollar un tumor mamario, que fue decisivo para determinar su voluntad de quitarse la vida
En 1935, Alfonsina comenzó a desarrollar un tumor mamario, que fue decisivo para determinar su voluntad de quitarse la vida

En 1935 manifestó síntomas de un tumor mamario que la obligó a someterse a una difícil cirugía. Tras una aparente mejoría reapareció el mal en toda su agresividad y su frágil personalidad, Alfonsina reaccionó con la elección de un suicidio fríamente planeado y ejecutado casi como en una escena de teatro, pero para eso faltará tres años.

En 1937 escribió su último libro llamado “Mascarilla y trébol” publicado al año siguiente. Lo compuso durante las noches en Bariloche, y trató de desarrollar una nueva forma de pensar la poesía y, por consiguiente, una nueva forma de pensar el mundo.

En enero de 1938 concurrirá a descansar a la casa de su amiga María Sofía Kusrow a la que le decía “Fifi” en el Real San Carlos, cerca de colonia del Sacramento en Uruguay, casa que hoy se muestra como “La casa Alfonsina”. Estando allí el 26 de ese mes una invitación del Ministerio de Instrucción Pública Uruguayo que intentaba reunir en un mismo acto a las tres grandes poetas del momento: Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y ella.

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Alfonsina en Mar del Plata. Esta fotografía data de 1936
Alfonsina en Mar del Plata. Esta fotografía data de 1936

El dolor que le provocaba el cáncer era insoportable, además de generarle paranoia y de suplicar que nadie la viera. El Octubre, le dice a su amiga Fifi si la puede recibir en el Real san Carlos, pero tiene la casa llena de gente, por tanto decide viajar a Mar del Plata. Tomará le tren desde la estación Constitución el 18 de octubre.

El 24 de octubre envió desde Mar del Plata al diario La Nación su poema “Me voy a dormir”. Ese día Alfonsina se queda en el Hotel. Le solicitará a la mucama Celinda Abarza que le escriba una carta que le dicta a su hijo Alejandro. El hotel está vació salvo ella, la mucama y el cuidador José Porto. La madrugada del 25 de octubre, Alfonsina cerró por última vez la puerta de su habitación, en ella deja una nota dirigido a Manuel Gálvez: “Sr. Gálvez. Estoy muy mal. Por favor, mi hijo tiene un puesto municipal, yo otro. Ruéguele al intendente a mi nombre que lo ascienda acumulándole mi sueldo. Gracias. Adiós. No me olviden. No puedo escribir más. Alfonsina”. Caminó hacia la calle Catamarca, y en la escollera de la Playa “la Perla” se arrojó al mar.

Ahí murió Alfonsina Storni y en ese mismo instante nació el mito eterno de Alfonsina y el mar.

La estatua de Alfonsina en Mar del Plata mira a la plata de La Perla, a cuyas aguas seinternó el 25 de octubre de 1983
La estatua de Alfonsina en Mar del Plata mira a la plata de La Perla, a cuyas aguas seinternó el 25 de octubre de 1983

El cuerpo fue rescatado en el mar a la mañana siguiente y un médico lo reconoció casualmente en la morgue del Hospital Mar del Plata (hoy Materno Infantil). Por tratarse de una figura de renombre, la noticia se propagó rápidamente. Su hijo se enteró en Buenos Aires, al escucharla por la radio. La empleada Celinda Abarza creía que Alfonsina seguía durmiendo en su habitación, donde luego hallarían aquella nota final escrita con tinta roja: “…me tiro al mar…”. Junto con la carta a Manuel Gálvez.

Sus restos fueron trasladados desde Mar del Plata por tren hasta Buenos Aires. Una vez arribada la formación a la estación Constitución, se llevó el féretro hasta el Club Argentino de Mujeres en la calle Maipú al 900 donde se llevó a cabo el velorio. Su cuerpo fue sepultado, en primera instancia; en el cementerio de la Recoleta en la bóveda de la familia Onrubia-Botana. En el lugar la esperaban sus amigos escritores y poetas tales como: Enrique Larreta, Ricardo Rojas, Enrique Banchs, Arturo Capdevila, Manuel Gálvez, Baldomero Fernández Moreno, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, Alejandro Sirio, Augusto Riganelli, Carlos Obligado, Atilio Chiappori, Horacio Rega Molina, Pedro M. Obligado, Amado Villar, Leopoldo Marechal, Centurión, Pascual de Rogatis, Carlos López Buchardo y Camila Olivieri, entre otros.

La escultura monumental en la tumba de Alfonsina Storni en el cementerio de la Chacarita, obra de Julio César Vergottini. Archivo OADM
La escultura monumental en la tumba de Alfonsina Storni en el cementerio de la Chacarita, obra de Julio César Vergottini. Archivo OADM

El 22 de septiembre de 1963 sus restos fueron trasladados al “Recinto de las Personalidades” en el cementerio de la Chacarita y ahí reposan ahora, en una bóveda diseñada por Julio César Vergottini. Su amigo Benito Quinquela Martín pagó gran parte de los gastos de la construcción del mausoleo. La bóveda posee en su exterior una estatua de tres metros de altura, realizada con granito rosado de San Luis, que representa a “La Poesía”. La actitud de la bella figura femenina al cual está erguida y con los ojos cerrados, sus brazos algo retraídos y el cuerpo ligeramente inclinado hacia adelante. Parecería como una mujer que desafía todo; y como sabemos su trágico final, está como desafiando al mar. Para recibir los restos de la inmortal poetisa, estaba el intendente de la ciudad de Buenos Aires Alberto Prebisch.

Alfonsina es parte del patrimonio cultural de nuestro país. Su nombre es inconfundible. Lo interesante es que si bien es una de las más conocidas poetisas, muy pocos han leído sus libros, pero todos conocen la zamba “Alfonsina y el mar” la cual está dentro del cancionero nacional argentino compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna y cantada por primera vez en el disco de Mercedes Sosa “Mujeres argentinas” en 1969. Es cierto que el poema de esta zamba no se ajusta a la realidad de los hechos de su suicidio, poco importa; lo importante es como su nombre perdura, y un dato curioso, el padre de Ariel Ramírez, Zenón Ramírez, la tuvo a Alfonsina como alumna suya.

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