A los 21 años se quedó ciego sin explicación y desde ese día no paró de capacitarse: “Me convertí en cosas inesperadas”

Con su historia y filosofía de vida Silvio Catania promueve la inclusión laboral de las personas con discapacidad. Inventos, electrónica, arte, un kiosco y el primer mago con ceguera del país. “Las limitaciones son del que me mira”, advierte

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Silvio Catania busca demoler prejuicios

“Soy una persona normal que no ve con sus ojos, nada más”, se presenta Silvio Catania, oriundo de Lanús, su “patria chica”, en el sur del conurbano bonaerense.

El caso del hombre de 48 años es particular. Hace más de dos décadas se quedó inexplicablemente sin visión pero en una muestra de auténtica resiliencia desarrolló paulatinamente una filosofía de vida que en diálogo con Infobae se encargará de remarcar en varios pasajes. No quiere que la discapacidad lo defina, ni sea un tabú en el vínculo con los demás. Por eso nunca dejó de hacer y aprender.

Amante de la electrónica, hoy genera innovaciones y participa en la adaptación de programas educativos para ayudar a personas con otras problemáticas. También coordina un proyecto destinado a generar empleo para personas con síndrome de Asperger, afección del neurodesarrollo que se encuentra dentro del espectro autista. Pero además trabaja como radio operador del SAME, lleva adelante un kiosco, es el primer mago ciego del país. Y hay más...

Silvio en su kiosco, dentro de la Universidad de Lanús
Silvio en su kiosco, dentro de la Universidad de Lanús

Sin embargo, prefiere empezar por el principio. Su problema con la visión comenzó a manifestarse a sus 18 años hasta que, tres años después, quedó ciego. Los médicos todavía no pueden identificar su patología. Silvio cuenta que pasó por los mejores especialistas del país y su familia también consultó en el exterior. “Tengo la atrofia del nervio óptico pero no se sabe que la causó; no tengo tumores ni golpes, la ciencia aún lo desconoce”, asegura.

Relata su drástica vivencia con serenidad y resalta la importancia de “no creerse el ombligo del mundo” porque “hay gente que está peor”. Desliza otra frase que podría resumir su actitud y mentalidad ante los obstáculos: “Creo que yo soy el problema de la ceguera, y no la ceguera el problema.”

En la puerta del Centro Cultural "La huella" que fundó junto a familiares con fines solidarios
En la puerta del Centro Cultural "La huella" que fundó junto a familiares con fines solidarios

Por lo pronto, en el transcurso del último año en el que podía ver, se capacitó en orientación, movilidad y computación para personas con discapacidad visual. La electrónica era y sigue siendo su gran pasión. Se convirtió en Técnico de esa materia y en Programación de Arduino, placas basadas en pequeños microcontroladores que permiten concretar distintas acciones, un sistema que para Silvio “no tiene techo” y le permite hacer “cualquier cosa”.

Así fue construyendo un camino de innovaciones, y soluciones. Resolviendo problemáticas propias ingresó al mundo de las invenciones. Por ejemplo, un detector de luz para distinguir si estaba encendida o apagada en su hogar mediante sonido. Fue el primero de sus desarrollos, que luego armó a pedido de Lekotek, una organización que trabaja en la integración de chicos con discapacidad a través de juegos. Silvio ideaba y sus amigos seguían sus instrucciones.

“La gente necesita encuadrarte, ponerte dentro de una caja de zapatos y que esos sean tus límites”
“La gente necesita encuadrarte, ponerte dentro de una caja de zapatos y que esos sean tus límites”

Esa vocación por tender puentes e incluir persiste hasta la actualidad. Leyendo el diario se sorprendió de la alta demanda para puestos de programación sin satisfacer. Pensó rápidamente en las personas con Asperger, quienes, explica, “tienen mucha inteligencia y potencial desaprovechado”. Se conectó con instituciones especializadas y con el centro de capacitación EducaciónIT, donde ya había estudiado. Desde la institución ofrecieron los cursos y Silvio contactó a la Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI), el actor que faltaba para que los jóvenes, ya instruidos en el oficio que el mercado necesita, puedan demostrar sus conocimientos en empresas del sector.

Cuando narra sus experiencias, el lanusense admite que se convirtió en “cosas inesperadas”. Desde 1995 es el primer mago ciego en la Argentina. Mientras reparaba juguetes para una ludoteca, el director de la institución le habló de un “mago amigo” que quería enseñarle magia a una persona ciega. El “mago amigo” era uno de los más conocidos del país, Rey Ben. La anécdota no concluye ahí. “Mi primer show ese año fue en una fiesta privada en la Embajada de Estados Unidos, cuando James Cheek era el embajador”, relata Silvio, entre sonrisas.

En la revista de la organización Lekotek, años atrás. Orgulloso de convertirse en mago
En la revista de la organización Lekotek, años atrás. Orgulloso de convertirse en mago

Como se expresó al inicio, al narrar momentos de su vida se encarga de transmitir componentes de su esencia, de explicar como sumó tantos trabajos y conocimientos a pesar de una abrupta limitación. Repite lo imperioso de “no ponerse límites”, de “ser inquieto”, del aprendizaje constante y rechazar los preconceptos.

“A nivel nacional hay un 10% de la poblacion que adolece algún tipo de discapacidad y pareciera que eso es lo mismo que ser inútil; entonces no se nos brindan las oportunidades para insertarnos laboralmente y eso quita independencia, hace que uno dependa de la familia”, subrayá con impetú.

En la Argentina se estima que unas 5 millones de personas tienen algún tipo de discapacidad, el 55% son mujeres y 45%, varones, según datos de la Agencia Nacional de Discapacidad. Además, 8 de cada 10 están desocupados.

El protagonista de esta historia siempre va por más experiencias y aprendizajes
El protagonista de esta historia siempre va por más experiencias y aprendizajes

Tras escuchar los números el entrevistado interrumpe la conversación y sus convicciones imprimen una orden: “Esto es muy importante, destacalo en la nota. La gerente de Recursos Humanos o el dueño de la empresa tiene que permitirnos demostrar lo que sabemos hacer, sino vamos a ser siempre un tema tabú, se van a llevar una sorpresa, van a ver”.

El protagonista habla con conocimiento de causa: se encuentra en el kiosco que concesiona en el interior de la Universidad de Lanús. Hizo gastronomía para eventos. Testea desarrollos web y aplicaciones para compañías como asesor externo. Trabajó varios años como radio operador de Defensa Civil del distrito y ahora lo hace como matriculado del SAME. Expone obras artísticas elaboradas con partes de electrodomésticos en desuso combinadas con tecnología de Arduino, la muestra Reciclartec.

A su vez desde 1994 inició un recorrido por diferentes áreas abocadas a la formulación de políticas sobre discapacidad y busca llegar a un rol en el que pueda tomar decisiones y cuente con presupuesto para producir cambios palpables; ese sería su sueño, porque “hay mucho para hacer”.

Una de sus obras, arte con tecnología. Al acercarse al cuadro comienza a escucharse el sonido del mar

Su gran cantidad de actividades avasallan pero él lamenta que, a pesar de “ser muchas cosas”, al no poder ver, “la gente necesita encuadrarte, ponerte dentro de una caja de zapatos y que esos sean tus límites”. Ratifica: “No son las limitaciones de las personas con discapacidad, son las limitaciones del que está frente a la persona con discapacidad; piensan por nosotros, pero las limitaciones son del otro”.

Y cierra con una interpelación directa al autor: “Vos capaz pensás que yo no puedo cocinar, pero sí puedo hacerlo. Vos lo pensás porque tal vez vos no podés. Uno traslada, y no es así”. Donde muchos ven trabas, Silvio ve oportunidades. Ya demostró que tiene razón.

"Las limitaciones son del que me mira", resume el hombre de Lanús
"Las limitaciones son del que me mira", resume el hombre de Lanús

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