La historia detrás de la foto de los hinchas de Boca y de River que conmovió al mundo durante la despedida de Maradona

Un hincha Millonario y otros dos Xeneixes unidos por el mismo dolor, llorando juntos, apoyándose uno a otro sin conocerse. Infobae rastreó a los protagonistas de una de las imágenes más icónicas del velatorio de Diego Armando Maradona en la Casa Rosada y reconstruyó el detrás de escena de la foto

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La foto de Maximiliano Luna que dio la vuelta al mundo: dos hinchas de Boca consuelan a un hincha de River. Ninguno se conocía entre ellos antes de ese día.
La foto de Maximiliano Luna que dio la vuelta al mundo: dos hinchas de Boca consuelan a un hincha de River. Ninguno se conocía entre ellos antes de ese día.

Una imagen. No hace falta completar la frase hecha. Una foto y todos entendimos lo que significaba Maradona. Con la potencia de la síntesis, la imagen atravesó las redes sociales, los medios, los chats de Whastapp y quedó para siempre como postal de la despedida de Diego Armando Maradona. En ella se ve a tres personas, dos con la camiseta de Boca y una con la camiseta de River. Los tres desconsolados, dejando brotar el llanto a lágrima viva, como pedía Girondo. Sin embargo, hay un quiebre que percibe el corazón antes que el ojo: son los de Boca quienes consuelan al de River.

La imagen generó impacto no solo por lo que representa (ese amor al fútbol más allá de las rivalidades), sino porque de algún modo fue Maradona quien lo hizo posible. La emoción verdadera, demostró, no es partidaria.

¿Pero qué hubo detrás de la imagen? ¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué estaban ahí? ¿Qué sentían? Infobae las rastreó y reconstruyó la historia de la que fue, tal vez, la representación del luto nacional.

El autor de la foto es Maximiliano Luna, reportero gráfico de Infobae que estaba en la Plaza de Mayo desde las cinco de la mañana del jueves 26 de noviembre en que se veló a Maradona. “Después de dar una vueltas, me acerqué al cordón por donde salía la gente que ya se había despedido, que ya había pasado por dentro de la Rosada, y había muchísima gente llorando. Y de repente ví a dos de Boca y uno de River y pensé: esta es la foto”, cuenta.

Unos momentos antes de entrar a despedir a Maradona, mientras Luis Manrique, uno de los protagonistas de la imagen (que sucedió después esta foto), estaba haciendo la fila. Foto: Maximiliano Luna.
Unos momentos antes de entrar a despedir a Maradona, mientras Luis Manrique, uno de los protagonistas de la imagen (que sucedió después esta foto), estaba haciendo la fila. Foto: Maximiliano Luna.

No fue el único periodista o fotógrafo que estaba allí, pero para él tuvo un significado especial porque está acostumbrado a cubrir partidos de fútbol de Primera División y lo que suele ver es otra cosa. “Hace años hago fotos de fútbol todas las semanas. Lo único que vi siempre fue rivalidad, y lo que vi ayer fue unión, hermandad, emoción conjunta. Y la foto siento que lo representa. Hubo por primera vez en la historia una unión entre hinchas, y creo que eso fue lo más rescatable del día”, dice.

Como indica el oficio, luego de hacer la foto siguió haciendo otras, cientos, y los tres protagonistas de la imagen se perdieron de vista. No supo nada de ellos, hasta que unas horas después era su imagen la que recorría el mundo mostrando el dolor universal de los argentinos.

Sin embargo, luego uno de ellos fue identificado. Se trata de Damián Juárez, de 42 años, oriundo de Lanús y fanático de River. Él es quien llora en el pecho de uno de los dos hinchas de Boca. Estuvo ahí toda la noche hasta que abrieron las puertas, pero lo cuenta él mismo a Infobae: “Llegué a Obelisco a la medianoche del miércoles, estaba shokeado, quería hacer la vigilia para despedir a Diego. A la madrugada me fui para la Plaza de Mayo a hacer la fila, y ahí conocí a un jubilado que me dijo que se llamaba Luis. Estuvimos conversando toda la noche sobre Maradona. Él tenía la camiseta de Boca puesta, y yo la de River. Pero la mía la tenía para dejarsela a Diego en el cajón, quería que él la tuviera”, dice.

Damián Juárez es el hincha de River. Aquí, con su hija en brazos mientras construía su casa en Lanús. Tiene 42 años y dice que después de su hija, "el Diego es todo".
Damián Juárez es el hincha de River. Aquí, con su hija en brazos mientras construía su casa en Lanús. Tiene 42 años y dice que después de su hija, "el Diego es todo".

“Con Luis conversamos mucho. Él me dijo que tenía miedo de descompensarse frente al cajón, me dijo que sentía que no estaba preparado. Yo le dije que no se preocupara, que yo iba a estar con él, que no lo iba a dejar caer. Sin embargo, un rato antes de que abrieran las puertas, unas personas se empezaron a pelear con la policía, se cayeron las vallas, hubo corridas y fue todo un caos. Ahí nos separamos sin querer. Alguien me agarró y quedé del lado de adentro de la Casa Rosada y pude ahí ver el cajón y saludar a Diego”, relata.

Cuando estuvo frente a Maradona, quiso sacarse la camiseta de River y dejársela. Tenía, debajo, la de Argentina. No pensó en la metáfora que estaba llevando a cabo, en esa suerte de puesta en escena de la representación más cabal que significó Maradona. Él simplemente quería dejarle su camiseta, agradecerle. Pero al momento de hacerlo se descompensó y casi se desmaya. “No aguanté”, dice.

Dos personas lo agarraron de los brazos y lo ayudaron a seguir la marcha. Nadie se podía detener frente al ataúd para que el caudal de gente que lo pudiera despedir fuera mayor. “Les dije a esas personas que quería dejar la camiseta pero me dijeron que no me preocupara, que Diego ya tenía muchas, que la guardara para mí y lo recordara. Yo sé que dejarle una camiseta de River a Diego es raro, pero es el único adversario del cual yo aplaudía todos los goles, y quería dejársela porque fue un ídolo sin importar los equipos. Pero no pude, me sentía muy mal y no pude”, cuenta, con la voz quebrada, con la amenaza del llanto a cada palabra.

“Al salir de la Casa Rosada me quedé esperando a ver si salía Luis, para saludarlo y ayudarlo si lo necesitaba. Al rato salió y nos abrazamos, se nos unió un muchacho más, y lloramos los tres juntos. Fue realmente muy emocionante”, agrega.

Otra foto de la serie de imágenes conmovedoras de Maximiliano Luna. Aquí, solo Luis y Damián, hasta entonces desconocidos y ahora unidos para siempre.
Otra foto de la serie de imágenes conmovedoras de Maximiliano Luna. Aquí, solo Luis y Damián, hasta entonces desconocidos y ahora unidos para siempre.

La pregunta no es original, fue repetida hasta el infinito desde que se conoció la noticia, y las respuestas suelen ser las mismas. Pero en esa repetición es tal vez donde se juega el sentido. “¿Qué es Diego? Si no fuera por mi hija, te diría que Diego es todo. Y fue además muy importante para nosotros, la gente de barrio, la gente humilde. Yo soy de Lanús, y Diego era como un muchacho de Lanús, un morocho del conurbano que hablaba como hablamos nosotros y que no quería lastimar a nadie con su forma de ser. Él era eso, era uno de nosotros, y verlo triunfar era importante. Fue el hombre que nos hizo sentir importantes a nosotros. Así. Eso. Para mí Maradona era el hijo del carpintero, que nació en un pesebre, y el mismo que caminó sobre las aguas. Fue la bendición de la Argentina Maradona, el que siempre estuvo dispuesto a poner la otra mejilla”, concluye.

No sabe si anotó el teléfono de Luis. Cree que sí pero no lo encuentra en la agenda. Conversamos algunas posibilidades: Luis, jubilado, despedida de Maradona… Todas las palabras con las que lo nombró, pero en ninguna está. Finalmente, encontramos la clave: Bostero. Lo agendó durante la vigilia con un nombre esencial: “El más Bostero”. Nos pasa el contacto, pocos minutos después, lo contactamos.

El otro protagonista de la imagen, un día después de la despedida, ya sin la camiseta de Boca pero aún emocionado.
El otro protagonista de la imagen, un día después de la despedida, ya sin la camiseta de Boca pero aún emocionado.

Su nombre es Luis Manrique y tiene 71 años. Vio a Diego en todo su esplendor, lo admiró desde el comienzo. Lo vio llegar a Boca desde Argentinos. Antes, lo vio hacerle cuatro goles a Gatti, a Boca. Lo vio campeón con los juveniles, lo vio campeón del mundo. Lo vio volver a Boca, llorar con Boca. Lo vio siempre.

Hace unas semanas, cuando Diego estuvo internado por última vez, se acercó a la clínica a expresarle su apoyo. Las cámaras de algunos noticieros lo captaron. No imaginó este final tan pronto. Cuando se enteró estaba en su casa, en Tigre, y no podía creerlo. Rápido, decidió irse al obelisco a homenajearlo. “Llegué a la 9 de julio a las seis de la tarde. Estuve ahí en el Obelisco hasta tarde, me gustaba el ambiente. Y a eso de las dos de la mañana escuché por la radio que había algunas personas haciendo la fila en la Plaza de Mayo y decidí ir para ahí. Si me iba a dormir me iba a costar volver, entonces decidí pasar toda la noche despierto. Y así fue, y en la fila conocí a Damián, que tenía la camiseta de River y con él pasamos este momento tan duro”, cuenta.

Luis Manrique junto a otros hinchas expresando su amor a Maradona varias semanas atrás, cuando el ídolo estuvo internado por úlima vez. Un amigo de Luis fotografió la televisión y le compartió la imagen.
Luis Manrique junto a otros hinchas expresando su amor a Maradona varias semanas atrás, cuando el ídolo estuvo internado por úlima vez. Un amigo de Luis fotografió la televisión y le compartió la imagen.

“El otro chico que está en la foto no sabemos quién es, nunca tuvimos ningún diálogo. Fue una persona que nos vio y se nos unió en el abrazo, pero después desapareció”, dice sobre el tercero de la foto, anónimo hasta el momento.

Para Luis, Maradona significó mucho. No sabe si alguno de sus 11 nietos podrán entenderlo, pero dice que pretende aprovechar la exposición de la foto para dar un mensaje a la juventud: “Yo querría decirles que el fútbol es esto que despertó el Diego: alegría, unión. El fútbol no es enfrentamiento, el fútbol no son los desmanes, el fútbol es para compartir y creo que incluso en su partida Diego lo dejó claro”, dice.

Nunca pudo sacarse una foto junto a Maradona, sin embargo, fue su foto la que recorrió el mundo cuando Diego ya no estuvo. “Diego es único, es lo más grande, es todo el fútbol”, dice, y su voz también se quiebra, y pide cortar el teléfono. No tiene a su nuevo amigo Damián para abrazar, pero tiene a todo el pueblo argentino contenido en el mismo llanto.

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