Gabriel Machado, el fotógrafo de las estrellas: “El arte me hizo renacer en medio de la pandemia”

Frente a su lente desfilaron todas las celebridades nacionales, pero también Al Pacino, John Travolta, Kate Moss, Antonio Banderas y Cher. La pandemia del COVID-19 lo sumergió en la peor angustia, pero también lo hizo reencontrarse con el pintor adolescente que “abandonó” a los 18 años. Con la fusión entre fotografía y pintura logró reinventarse y recuperó la felicidad

Compartir
Compartir articulo
Gabriel Machado junto a la súper modelo Kate Moss
Gabriel Machado junto a la súper modelo Kate Moss

Susana Giménez, Nacha Guevara, Valeria Mazza, Natalia Oreiro, Araceli González, Adrián Suar, la China Suárez, Carolina “Pampita” Ardohain, Lali Espósito, Mariano Martínez, Carla Peterson, Pablo Echarri... La lista puede seguir varias líneas más, pero lo cierto es que Gabriel Machado fotografió a todas las grandes figuras de nuestro país. Y aún más: su gran profesionalismo lo llevó ante las estrellas de Hollywood, que cayeron rendidas a frente a su lente. Al Pacino, Antonio Banderas, Cher, John Travolta, Kate Moss... Claro que esta nómina también es más extensa.

Susana Giménez y John Travolta bajo el lente de Gabriel Machado
Susana Giménez y John Travolta bajo el lente de Gabriel Machado

Con su socio de toda la vida, José Cicala, se hizo conocido por sus trabajos en el gran estudio de fotografía que hace muchos años lleva el apellido de ambos: Machado-Cicala. Pero la llegada de la pandemia y la cuarentena los golpeó de frente: tenían que pagar salarios, gastos, impuestos, servicios y sostener una gran infraestructura con cero ingreso.

Había llegado la hora de reinventarse, algo que Gabriel Machado revela que hubiera querido descubrir hace 4 años, cuando empezó a sentir que su vida profesional necesitaba un cambio de rumbo. En una entrevista con Infobae, reveló que, de un modo impensado, la pandemia le mostró cuál era ese camino que hoy le devolvió la felicidad.

Juana Viale bajo la lente y el pincel de Gabriel Machado
Juana Viale bajo la lente y el pincel de Gabriel Machado

-¿Cómo empezó a transitar la pandemia y la cuarentena?

-En marzo estaba hundido en la angustia más profunda. Sentía que vivía un apocalipsis real, porque hasta lo más impensado se desmoronaba. Tenía que pagar sueldos, la parte financiera estaba en carne viva y no podía trabajar... algo que nunca había vivido. Realmente, me hundí en lo más profundo. El estudio de fotografía es muy grande y pensaba en cómo iba a hacer para seguir manteniéndolo. Hoy sabemos que, afortunadamente, habrá teatro en el verano, teniendo en cuenta todos los cuidados y las limitaciones que impone la pandemia. Tengo tantos amigos actores, productores y directores... es desesperante ver cómo se cerró y cómo cambió todo. Incluso, antes del coronavirus, porque hace unos 6 años, la llegada de las redes sociales influyó en la caída de nuestro trabajo. Es desesperante querer reinventarse y no saber para dónde ir. Así pasé la cuarentena hasta el sábado 25 de julio. Una tarde estaba solo en mi casa, sumergido en la peor de las angustias, se cortó la luz y me acosté a dormir la siesta. De repente y como si fuera un spot publicitario, surgió una nueva idea: sentía que alguien me iba diciendo que tenía que hacer fotos y, después, intervenirlas. No pintaba desde 1988 y sentí que tenía que volver a buscar a ese pintor adolescente que dejé abandonado. ¡Hasta el nombre se me vino a la cabeza: Fotura! Fue algo muy raro, una idea que venía desde otro lado... Estaba tan angustiado y, de repente, sentí que mi espíritu se empezó a elevar. Esa tarde me cambió la vida y el panorama oscuro que veía. Empecé a visualizar y a pergeñar esta iniciativa, que ahora me encanta y disfruto hacerla. Así fue como empecé a pintar de nuevo, a conectarme con los óleos y los pinceles, fusionando mis dos pasiones: la fotografía y la pintura. Mi presente es de felicidad y expectativa, porque hace pocos días que mostré mi nuevo trabajo y la repercusión es impresionante. Estoy feliz de haber recuperado al pintor que había abandonado hace 32 años y sentir que él me está rescatando de esta situación. Me rescaté a mí mismo.

En estas obras, Gabriel Machado logró fusionar sus dos grandes pasiones: la fotografía y la pintura. Aquí, con su hija Paz como protagonista
En estas obras, Gabriel Machado logró fusionar sus dos grandes pasiones: la fotografía y la pintura. Aquí, con su hija Paz como protagonista

-¿Sintió que, finalmente, veía “la luz al final del túnel”?

-Exacto. Ahora entiendo la frase que me decían, que había que tocar fondo para impulsarte bien arriba. Ese sábado sentí que había tocado fondo y me apareció esa idea... una voz que me hizo iluminar el cuerpo. Sentía efervescencia y, de ahí en más, no volví a parar. En mi casa me la pasaba diciendo que la vida ya no era un lugar feliz para mí, que se había vuelto espantosa. Me sentía en un lugar horrible y muy tremendo. Yo siempre había sido una persona muy feliz... Siento que el arte vino a rescatarme de la pandemia. A partir de ahí, empecé a hablar con muchas personas que viven del arte y me di cuenta del enorme engranaje que tiene detrás. Nunca me lo había planteado como forma de vida, ni a nivel económico, pero si uno lleva bien el camino, se puede vivir del arte.

Cher le confió su imagen para las tapas de sus últimos dos discos
Cher le confió su imagen para las tapas de sus últimos dos discos

-¿Le hubiera gustado que este cambio de rumbo llegara antes a su vida?

-Hace 4 años que venía pensando qué podía hacer por fuera de la fotografía. Ojalá esta idea me hubiera venido antes a la cabeza. Hace unos años, para conocer la vida de una celebridad, tenías que comprar una revista. Ahora, las redes sociales te dan línea directa con todas. Entonces, todo se va achicando cada vez más. Todo va a un ritmo que con los medios antiguos es imposible poder estar al tanto. Eso nos generó una pérdida de trabajo tremenda, porque viajaba por todo el mundo haciendo notas con las celebridades y estaba meses en el exterior. Ahora, hay que trabajar mucho para mantener una estructura tan grande como la que tenemos con el estudio. Ya había menos trabajo y ahora ni hablar...

Al Pacino by Gabriel Machado
Al Pacino by Gabriel Machado

-¿De qué se trata su nueva iniciativa, Fotura?

-Tengo una charla con la persona que se va a hacer el cuadro, veo qué le gusta, analizo su universo y hago la foto, previendo lo que voy a pintar. Una vez que está impresa en lienzo, la intervengo y le agrego la fantasía que tenga que ver con esa persona. Es el regalo perfecto para esta época. Tengo una familia entera para hacer la semana que viene: un matrimonio con sus tres hijas, en su nueva casa. Quiero que cada cuadro tenga su lugar, su momento. No es nada caro, a pesar de que me lleva mucho trabajo, porque el precio es según el tamaño y arranca en USD 400.

Así es Fotura
Así es Fotura

-En el mundo del arte, ¿qué valor tiene una foto intervenida?

-Comprar arte es invertir. Tengo amigos que compran arte como quienes compran departamentos. Invierten en arte porque su valor siempre sube. Lo mismo pasa con una foto intervenida. Los artistas plásticos me dicen que hoy la gente está comprando mucho arte, al contrario de lo que uno pensaría en un contexto como el actual. Hay personas que, con la pandemia, dejaron su profesión de toda la vida y se animaron a vivir del arte. ¡Y les está yendo muy bien!. El arte es muy importante en el ser humano, porque nos protege de la realidad. Es la mejor versión de la humanidad. Somos arte y, todo lo que se hace con amor, es arte: desde componer una canción, hasta hacer una torta de cumpleaños. Mi amigo Rodolfo Insaurralde, es quien me animó a llevar a cabo esta idea. Pinta hiperrealismo y expone sus obras en todas partes del mundo. Me ayudó a volver a agarrar los pinceles, me contó que vende desde los 21 años -hace más de 30 años- y me dijo que el arte es una gran industria. Yo sabía que tenía tanta llegada, tanto movimiento financiero y ni que comprar una obra de arte era una inversión. Cada vez más gente invierte en esculturas y en pintura. El arte me hizo renacer en esta pandemia y me hizo encontrar con un panorama nuevo. Siento una nueva adrenalina, es una segunda adolescencia. La gente bajó los decibeles de comprar cosas triviales, como ropa o viajes costosos. Todo lo que se gastaba en entretenimiento está en algún lado, pero sin gastarse. En estos meses, pudieron ahorrar en esas cosas que antes estaban acostumbrados a consumir, pero que ahora ya no pueden hacerlo. El arte es maravilloso: el ser humano necesita reiniciarse a ese nivel, porque no somos robots que tienen todo el tiempo un celular en la mano y una pantalla con colores artificiales frente a los ojos. El arte me rescató de la desesperación de no saber qué hacer cuando empezó la pandemia.

Antonio Banderas
Antonio Banderas

-¿Cuáles son las enseñanzas que viene a dejar esta pandemia?

-Son varias. La primera es valorar todo muchísimo más: desde el trabajo de un ama de casa hasta darme cuenta lo que es convivir permanentemente con tu familia. Por otro lado, el encuentro con uno mismo: porque ahora tenemos tiempo de mirar para adentro, reconocernos y evaluarnos. Creo que en este tiempo, todos hemos filosofado. Perdí a dos tíos por COVID-19 y ni siquiera pude despedirlos. Cada mañana, apenas empezó la pandemia, nos despertábamos y no podíamos creer lo que estaba pasando. Ahora ya nos acostumbramos, porque el ser humano se acostumbra a todo. Pero los primeros días eran una pesadilla: encerrados en casa, con barbijo, aterrados, sin poder trabajar, los cadáveres apilados en las calles en Ecuador, las fosas en los Estados Unidos... Todo fue y es tan atroz que supera a cualquier película. Nací en La Tablada y ver a mi tía que sigue viviendo allá -encerrada en su casa y con barbijo- igual que a Julia Roberts en su mansión es insólito... La pandemia puso a la humanidad frente a la igualdad absoluta: seas quien seas, vivas donde vivas. Todos nos hemos planteado qué es esto que nos pasa. Hoy, estamos viviendo un drama causado por un bichito que ni siquiera podemos ver, ¿quién puede pensar en irse de vacaciones? Este año está perdido, pero hay otras cosas que estamos recuperando y que nos viene bárbaro como humanidad. Creo que también nos va a dejar una enseñanza respecto a cuidar a la naturaleza y al agua. Para mí, escuchar una canilla que gotea es peor que una puñalada. No puedo ver el mal uso del agua... Tenemos que tomar conciencia de la finitud de la vida. Es un corto trayecto el que nos toca vivir. La vida es un breve espacio entre dos infinitos. Esta igualdad nos toca a todos y ahora cada uno pudo viajar a su interior. Fui a buscar a mi pintor abandonado en la adolescencia y él me ayudó a salir de ese pozo angustiante en el que estaba. Si todos nos ponemos de acuerdo en salir de esto y nos damos la mano para ayudarnos, vamos a poder conseguirlo.

Valeria Mazza
Valeria Mazza

-De La Tablada a Hollywood: ¿así podría llamarse un libro sobre su vida?

-¡Creo que sí! (risas) Nací en La Tablada, en el conurbano. Es un sitio que adoro, a pesar que mi infancia fue muy precaria. Soy hijo único, mis padres eran muy humildes y habían hecho solo hasta tercer grado. Sin embargo, a los 4 años, yo dibujaba y pintaba: la gente se quedaba maravillada. Hoy, veo dibujos que hacía a los 13 años y no lo puedo creer. De hecho, ese 25 de julio agarré tres dibujos y los subí a Instagram. Al rato, me llamaron de una galería de arte para exponerlos y venderlos. Me pidieron que los encuadrara y los llevara... Algo impensado, pero la vida siempre te sorprende. Volví a reencontrarme con los pinceles y los colores: esa es la magia de la vida. Mi papá trabajaba en un matadero de San Justo y mi mamá tejía sweaters. No pude conocer el mar cuando era chico, no había vacaciones, no teníamos teléfono, ni auto... pero yo me refugiaba en el arte. Un día, mi maestra de primer grado le dijo a mi mamá que dejara de hacerme los dibujos que llevaba al colegio. ¡No creía que eran míos! Hasta que una tarde me puso a dibujar frente a todos mis compañeros... ¡Y no lo podía creer! De ahí en más, esa maestra pasó a ser de mi familia, hasta que murió. Incluso, le hizo los primeros escarpines a mis hijos. Nadie podía creer que dibujara tan bien a los 6 años. En la secundaria, todos mis compañeros me pedían que les hiciera un retrato. Yo quería ser dibujante, pero la vida me llevó a estudiar publicidad.

Araceli González
Araceli González

-¿Cómo llegó la fotografía a su vida?

-Solo hice un año de Facultad, en la Universidad de Lomas de Zamora, donde conocí a José Cicala. Fue en 1985 y los dos dejamos de estudiar. En 1988, empezamos a pintar casas y después empezamos a trabajar de letristas. Juntos, pintamos las flechas que marcan la salida de los tres subsuelos del estacionamiento del Complejo La Plaza. Hacíamos hasta las letras de los kioscos... Pero un día pensamos en hacernos fotógrafos, cuando en la Argentina sólo había tres: Gaby Herbstein, Urko Suaya y Gabriel Rocca. Lo decidimos sentados en el McDonald’s del Complejo La Plaza. Salimos a la calle y alquilamos el primer departamento que encontramos. Pusimos un estudio de un ambiente, pero era tan chico que, para hacer un cuerpo entero, teníamos que salir al pasillo y apoyarnos en la puerta de un dentista que atendía en otro departamento (risas) Desde el principio, nos fue muy bien. Conocimos a Ricardo Piñeiro y confió en nosotros, a pesar que recién empezábamos. Nos encargó el libro que hacía todos los años. De ahí en más, hicimos las campañas publicitarias más importantes de la época, como por ejemplo, la de Charro con Paula Colombini. No paramos nunca.

La China Suárez
La China Suárez

-Y después de haber fotografiado a todas las figuras más importantes de nuestro país, llegó a Hollywood...

-Lucila Polak fue una de las primeras personas que fotografiamos, cuando apenas tenía 16 años y era modelo. Hace un tiempo, nos llevó a Los Ángeles y nos presentó a Al Pacino, su pareja en ese entonces. Lucila también nos contactó con Cher y ella nos pidió que le hagamos las fotos de los dos últimos discos. Viajamos 11 veces para hacerle fotos. ¡Una locura impensada! A Kate Moss la fotografié dos veces en Londres, porque a una marca le gustó una tapa que yo había hecho con Pampita y quisieron que la replicara con ella. A John Travolta lo fotografié cuando vino a la Argentina, en secreto, para una entrevista con Susana Giménez. Un día, me llamó la secretaria de Susana para decirme que Travolta estaba acá y me preguntó si le podía hacer las fotos en dos horas. ¡Obvio que acepté! También, hice las fotos de Antonio Banderas para su perfume. Si hacés las cosas bien, todo se va dando. Por eso, pudimos llegar a ellos. Trato a todos por igual: no me importa si estoy frente a una celebridad internacional, o a un actor que recién empieza y no lo conoce nadie.

Kate Moss
Kate Moss

-¿Qué siente cuando se pone al frente de una sesión de fotografía con semejantes personalidades?

-Son personas y nada más: con mi profesión puedo ver la vulnerabilidad de todos frente a la cámara. No se sienten tan seguros: soy yo quien los tiene que hacer sentir bien y hacerlos elevar. Siempre llego antes que todos, incluso, que los del servicio de catering. Cher, Al Pacino, Kate Moss, Antonio Banderas, John Travolta... son personas iguales como cualquiera de nosotros y, para fotografiarlos, me comunico con mi niño interior. Me olvido quién es la persona que está frente a mi y también, me conecto con su niño interior. Siento que ambos volvemos a los 9 años: nos emparentamos a ese nivel y me olvido de su bagaje. Conecto con la esencia de la persona y genero un clima, en el que ambos nos elevamos. Eso pasa con el arte y mis puestas son muy teatrales. Los recibo con luz tenue y música suave. Pongo al estudio en penumbras y empiezo un proceso, para explotar lo mejor de la persona frente a la cámara. Me encanta armar ese clima: tener el ego de la persona en mi mano y acariciarlo. La persona más segura en la vida, esa que uno ve así en una revista, es la más insegura en su esencia. No todos son lo que parecen ser en la tapa de una revista... pero yo soy una tumba.

Seguir leyendo: