La historia del cantor de tangos más popular de Rusia: es argentino y firma autógrafos como una estrella pop

Martín Alvarado pasa más tiempo del año en Moscú que en Buenos Aires. Ahora está en Finlandia, varado por el coronavirus. Su experiencia recorriendo el mundo. Y el fanatismo de los rusos por nuestra música que nació hace muchos años cuando un cantante, perseguido por ser homosexual, los acercó al maravilloso universo tanguero

Compartir
Compartir articulo
Martín Alvarado frente al Teatro Filarmónico de la ciudad de Petrozavodsk, Rusia, donde dio su primer cocierto
Martín Alvarado frente al Teatro Filarmónico de la ciudad de Petrozavodsk, Rusia, donde dio su primer cocierto

Soy perito mercantil, aunque no me lo crean. En realidad, ni yo puedo entender cómo aprobé aquellas materias del debe y el haber o la fórmula de monto de matemática financiera. Pero mi mamá quería que yo fuese contador público nacional, “para tener un trabajo seguro”.

Rápidamente quedó demostrado que eso no era para mí y el dulce mandato maternal se desvaneció. Sin embargo, siempre conservé gratos recuerdos de aquel Comercial José Ingenieros del barrio de Flores y mantuve contacto con varios compañeros a través de los años. Uno de ellos, Roberto Alvarado, me llamó un día a Radio Rivadavia:

- Hola Julio, ¿cómo estás? Mi hijo canta tangos, estuvo actuando en Rusia… ¿Podría ir a tu programa?

Era el año 2010 y yo hacía La radio sos vos, todos los mediodías. Sacaba la radio a la calle y transmitía desde los barrios, con mi pequeña consola. Así fue que un par de días después, en la esquina de San Juan y Boedo, un muchacho robusto, de largo pelo enrulado y barbita candado, cantó en la puerta de una pizzería y rodeado de vecinos.

Desde entonces, le he seguido la carrera. Siempre está de viaje, en gira por Europa. Por eso no me sorprendió demasiado cuando hace tres días, por Skype, me dijo:

-Estoy varado en un pueblo que se llama Parainen, en el sur de Finlandia. Dicen que era un lugar visitado por los vikingos. Yo había estado cantando en Rusia y pasé por aquí para ver a unos amigos… ¡Y me agarró la cuarentena! La casa está en un bosque, a 300 metros del mar, es un lugar precioso. Casi no hay gente. Así que puedo salir con la perra de la casa, que se llama Lucía. Y aunque ayer aquí hizo 10 grados, me meto en el agua.

Martín Alvarado cantando en la TV rusa

A los 43 años, Martín Alvarado se ha convertido en el cantante de tangos argentino más popular de Rusia:

-Vine por primera vez en el 2007 y desde entonces he actuado en tantas ciudades rusas que me cuesta recordarlas. En muchas he sido el primer argentino en la historia en dar un recita. Mi primer concierto fue en San Petersburgo pero a lo largo de los años actué en Moscú, Murmansk, Vladivostok, Petrozavodsk, Irkutsk, Krasnoyarsk, Ufa, Yaroslavl, Vologda, Nizhny Novgorod, Velikiy Novgorod, Lipetsk, Apatity, Kandalaksha y decenas de otras ciudades. Es un orgullo haber sido el primer solista en muchos lugares y seguramente uno de los que más conciertos ha dado.

Realmente, a uno le puede parecer una rareza que al público ruso le interese el tango.

Sin embargo, la realidad es muy diferente. En Rusia hay docenas de milongas tangueras, que por supuesto ahora están cerradas por la cuarentena, pero que se poblarán de parejas cuando se levante la prohibición. El cronista confirmó que al día de hoy, en Moscú, se baila tango en las milongas Parque Gorka, Planetario, Tango Mío, Aviator, Me gusta, Fernet Night, Medialuna, Ideal, Buen porteña y Milonga brava. Y algunos de los principales profesores son Alexánder Vystgof, Alan y Olga, Anna Ziúzina, Valentina Ustínova, Alexander Prischépov, Olga Nikola y Dmitry Kuztnetzov.

En San Petersburgo, en los reductos tangueros, las grabaciones de Di Sarli, Troilo y D’Arienzo acompañan a los habitués de Tangomanía, Edissa, Casa Latina, Mansarda o El Abrazo.

A través de Skype, Martín Alvarado agrega un comentario:

-Los rusos bailan fenómeno. Los bailarines aquí son tan buenos porque tienen una escuela de danza rusa tradicional que es impresionante al día de hoy. Ellos tienen una escuela de danza tan fuerte que permite que les resulte bastante sencillo destacarse en el tango. Conozco a varios que son excelentes, como Yulia Osina y Artem Mayorov.

Antes del recital en el Teatro Filarmónico de Irkutsk, Siberia
Antes del recital en el Teatro Filarmónico de Irkutsk, Siberia

Sin dudas eso explica por qué cada año, en el Campeonato Mundial de Tango que se hace en Buenos Aires, se consagran participantes rusos como Diimitry Vasin, Sagdiana Hamzina, Maskin Gerasimov, Katerina Zak, Max Izvekov o Irina Ponomarev, que ya están en el podio junto a nuestros Christian Palomo, Agustina Piaggio, José Luis Salvo o Melisa Sacchi, algunas de las nuevas figuras del género.

Pero Martín prefiere asumir el riesgo de apartarse del influjo milonguero:

-Siempre preferí desarrollar mi carrera haciendo tango sin depender de los bailarines ni del baile. Muy raramente actúo en milongas. He sido y soy, siempre, un artista solista. Prácticamente no trabajo con bailarines. Eso me costó el triple de esfuerzo, pero también me da diez veces más felicidad. El tango cantado corre con desventaja con respecto al baile, en todo el mundo. Y en Rusia más de una persona me dijo: “No sabía que el tango se cantaba, pensé que era sólo baile…”.

Pero sí, el tango se canta en Rusia desde hace muchos años. La historia es dolorosa, muy triste. Porque es el relato de la vida de un cantante que fue perseguido, prohibido y encarcelado por ser homosexual.

Se llamó Vadim Kozin. Había nacido en San Petersburgo en 1903, su madre era de origen gitano y la familia se dedicaba al comercio. Como su padre murió joven y la economía familiar se resintió con la revolución rusa, desde muy joven trabajó como pianista. En la década del 20 comenzó a destacarse como cantante y su voz de tenor brilló en varios conjuntos de jazz. Siguió su carrera en Moscú, donde se hizo muy popular, llevaba una vida despreocupada y no ocultaba sus preferencias sexuales. Su carrera ya se había orientado al repertorio romántico y muy especialmente al tango. Toda Europa consagraba esa música dulzona y cadenciosa que rápidamente se impuso entre las dos guerras. Muy pronto, Kozin se convirtió en una estrella. Llenaba los teatros, grabó muchos discos, su foto salía en los diarios y su voz se escuchaba en las radios. De esa época es “Zabytoe” el tango que hizo famoso a Vadim Kozin:

Zabytoe tango, Vadim Kozin

Hasta que el gobierno de Stalin criminalizó la homosexualidad masculina, en 1934. Entonces Kozin pasó varios años ocultándose y sus actuaciones fueron más esporádicas.

Pudo reaparecer en 1941, cuando participó en las brigadas de entretenimiento y cantó para las tropas soviéticas, en los conciertos populares organizados para repudiar el ataque nazi a la URSS. Pero eso fue contraproducente, porque rápidamente fue detectado por Lavrentiy Beria, el temible jefe de la policía secreta. Le preguntaron por qué no cantaba las canciones oficiales que ensalzaban a Stalin y contestó que no eran adecuadas a su registro de tenor. Ante esa respuesta, fue encarcelado y enviado a un campo de trabajos forzados.

Sus discos dejaron de escucharse en las radios y nunca más se habló de él públicamente. Cayó en el olvido.

Pero su detención tuvo un cruel y breve intervalo en febrero de 1945, durante la Conferencia de Yalta. Esa famosa reunión, en la que se planificó la política internacional de la posguerra, tuvo una cena protocolar. Se dice que Winston Churchill pidió que hubiera música, preferentemente tangos rusos. Entonces Vadim fue trasladado por unas horas, cantó y luego fue llevado otra vez a la prisión.

Vadim Kozin y su orquesta
Vadim Kozin y su orquesta

Cuando murió Stalin, Kozin recuperó su libertad. Vivió en una humilde vivienda en Magadan, trató de reconstruir su vida artística y comenzó a cantar sus viejos éxitos en escenarios de poca trascendencia. Pero no se sentía libre. En su diario personal, rescatado por su viejo amigo Boris Savchenko, anotó el 14 de julio de 1955:

-Ellos dicen que cante. Que cante donde ellos me dicen que cante. Que cante aquí, pero no allá. A lo que yo respondo: piérdanse. Los gobernantes vienen y se van. Yo no voy a humillarme frente a ellos y denigrarme. No soy culpable de nada.

Y el 12 de septiembre de ese mismo año, escribió:

-Kemerovo, qué lugar desolado. El agua escasea aunque corre por el río Tom. Hay poco pan. La manteca rara vez aparece. Se producen largas colas cada vez que surgen productos básicos. Es lo mismo en muchas ciudades soviéticas.Finalmente, la KBG lo volvió a detener y lo mandó a Siberia. Allí permaneció preso otra vez, durante el mandato de Leonid Brézhnev. Cuando en 1982 volvió a su casa en Magadán, ya tenía 79 años. Los años sucesivos, con la apertura política, permitieron que recuperara algo de su fama y muchas personas se acercaran a conocerlo.

Una de ellas fue el cantante pop británico Marc Almond, que hizo una gira por Rusia en 1992 y redescubrió a Kozin, cuya fama parecía haber renacido. Al año siguiente, las autoridades de Magadan resolvieron homenajear al cantante y prepararon una fiesta para celebrar sus 90 años. Figuras conocidas viajaron desde Moscú y San Petersburgo para participar del acontecimiento.

Hubo una sola ausencia. La del propio Vadim Kozin, que prefirió quedarse en su casa.

Cantando ante 1200 espectadores en el legendario Teatro Filarmónico Shostakovich, de San Petersburgo, Rusia
Cantando ante 1200 espectadores en el legendario Teatro Filarmónico Shostakovich, de San Petersburgo, Rusia

Esta historia, con altibajos y claroscuros, es similar a las alternativas que el propio tango tuvo en la sociedad rusa.

Primero, el emperador Nicolás II lo prohibió, por considerarlo “un baile indecente”. No mucho tiempo después, la revolución de 1917 lo declaró “parte de la decadente cultura burguesa”. A tal punto llegó el descrédito del tango que los directores de cine rusos lo usaban como música de fondo para ambientar escenas en las que aparecían delincuentes o estafadores.

Pero ese mal ambiente comenzó a disiparse en 1976. Fue cuando la pareja de patinadores sobre hielo integrada por Ludmila Pakhomova y Alexander Gorshkov ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos invernales de Innsbruck. La música que eligieron para la competencia fue “La cumparsita” y ya nada pudo impedir que los rusos se enamoraran del tango.

Ese cariño de los rusos por el tango lo comprueba Martín Alvarado permanentemente:

-El público ruso es aplaudidor, fanático, te lo demuestra, hace la cola para que le firmes los autógrafos. Los rusos y los argentinos tienen bastantes similitudes. Somos pasionales. En Rusia la gente es demostrativa. Mirá, yo hago tres giras por año a Europa: Inglaterra, España , Finlandia. En Rusia he dado cientos de conciertos. Y el público ruso se conmueve desde el primer tango que cantás, lo percibís en el escenario.

Martín con el público luego de presentar "Así es mi Tango" en el Teatro Filarmónico de la ciudad de Ufa
Martín con el público luego de presentar "Así es mi Tango" en el Teatro Filarmónico de la ciudad de Ufa

Martín ha tratado de que el idioma no se convierta en una barrera:

-En lo personal me comunico en inglés. En Rusia hay bastante gente que lo habla. Y artísticamente, desde el principio canto algunas canciones en ruso. Por un lado, tangos reversionados. Y también temas populares rusos en su propio idioma.

Lejos de la apariencia convencional que los prejuicios le adjudican a un cantor de tangos, Martín Alvarado podría confundirse con un rockero: pelo largo, rulos, barba, ropa colorida. Y en realidad, alguna vez lo fue:

-Como a casi toda mi generación, me fue imposible escapar de la influencia del rock, no tanto el argentino como el inglés y norteamericano. Mi cantante de rock favorito es Glenn Hughes, uno de mis artistas favorito es Stevie Wonder, me encanta Deep Purple, preferentemente en su formación con David Coverdale y Glenn Hughes, pero la banda de la que siempre fui fan es Kiss. Me avergüenza decir que le debo mi destino de músico a esta agrupación de calidad musical tan modesta y sobre todo a su guitarrista Ace Frehley, que no era muy dotado.

-¿Y el tango?

-El tango estuvo siempre en mi vida pero porque mi viejo es un tanguero de alma, de esos que iban a las radios a ver a las orquestas. Durante mis años en la escuela de música lo cantaba porque era materia obligatoria. Hasta que una tarde, en un programa que conducía Juan Alberto Badía, descubrí a Rubén Juárez. Ese genial cantante y bandoneonista cordobés me enseñó no sólo a respetar y amar a nuestra cultura sino que también me impulsó a desear cantar en mi lengua madre, el castellano.

Martín reitera la referencia a Juan Alberto Badía:

-Nosotros le debemos mucho a Badía, porque él siempre apoyó a los músicos argentinos y lo hizo sin ningún interés económico.

La gratitud del comentario se sustenta en una declaración de principios:

-El artista no tiene como finalidad vender entradas ni ser popular. Su propósito es hacer arte y uno tiene que hacer arte para uno y así llegar al corazón de la gente. La obra del tango es tan virtuosa tanto musicalmente como poéticamente. Por eso, por la deseducación que hemos sufrido en las últimas décadas a veces es demasiado complejo. Vos tenés que tener mucho elemento educativo para comprender la poesía de Homero Expósito. Y la mediocridad reina en todos lados. Por eso hay que luchar y estudiar.

Le pregunto cuál es el tango de su repertorio que más le gusta a los rusos:

-Hay varios. Uno que siempre los emociona, porque antes de cantarlo les explico la letra, es “La última”.

Hagamos click aquí, lector. Y disfrutemos como si estuviéramos en Moscú o en San Petersburgo:

La última, Martín Alvarado

Cuando se habla de los artistas argentinos en Rusia, la mención de Lolita Torres es imprescindible:

-Todavía se la recuerda. Y aquellas películas suyas de la década del 50, que aquí fueron popularísimas, cada tanto se vuelven a dar en la televisión. Ahora la que rompe todo es Natalia Oreiro. Es una estrella pop en Rusia. En cualquier lugar te encontrás con alguien que tararea “tuve tuve tu veneno…”, ja ja… Y también viene Facundo Arana a tocar el saxo. La vez pasada fui a cantar a Vladivostok, una ciudad del lejano oriente ruso, cerca de Japón y vi los posters de Facundo…

En cuanto al tango, Martín tiene información actualizada:

-En Rusia hay grupos de músicos que imitan los diferentes estilos de las orquestas clásicas argentinas y tocan en las milongas, para los bailarines. Particularmente hay un cuarteto ruso con muy buenos músicos, impresionantes… hacen un proyecto de imitación pero de mucha calidad. Se llama “Sólo tango”, piano, contrabajo, violín y bandoneón.

Crítica de un diario de  Irkutsk, cuando tocó en octubre de 2018
Crítica de un diario de Irkutsk, cuando tocó en octubre de 2018

Cuando pueda viajar de regreso a la Argentina, casi no va a deshacer las valijas:

-Ya tengo programas las actuaciones en Rusia para el último trimestre del año. Y voy a ir a Polonia otra vez, donde hace poco canté “María de Buenos Aires” en Poznan. Fue una producción gigante en un festival en la calle. También vendré aquí, a Finlandia, donde estoy muy seguido en otro festival de música de cámara muy famoso, es un éxito siempre, se agotan las entradas. Actúan músicos de todo el mundo, la ciudad es muy pequeña, se llama Kuhmo. Se arma un seleccionado de músicos clásicos famosos… un violinista Daniel Rowland que es inglés, ucranianos, franceses, rusos, italianos, un guitarrista de Venecia, Alberto Mesirca, que toca por todo el mundo. Es un pueblo muy pequeñito de muy pocos pobladores pero que en la época del festival se llena, no sabés lo que es.

-¿Entonces tu carrera definitivamente seguirá en Europa?

-No lo sé. A pesar de que paso más tiempo de gira que en mi propia ciudad, trato de actuar en Argentina todo lo que puedo. Estuve en casa desde los primeros días de noviembre hasta el 8 de febrero, casi tres meses. En ese lapso presenté dos nuevos álbumes y canté en el Centro Cultural Kirchner, en la Academia Nacional del Tango, en Mar del Plata, también en el Teatro Solís de Montevideo. Estoy muy feliz y agradecido con el reconocimiento que tengo en Rusia y también en Inglaterra y Finlandia, pero me gustaría ser profeta en mi tierra, por supuesto.

Durante el concierto de Febrero de 2020 en el Teatro del Palacio del Kremlin de Moscú, ante 8000 personas
Durante el concierto de Febrero de 2020 en el Teatro del Palacio del Kremlin de Moscú, ante 8000 personas

Y su voz suena firme cuando confiesa una profunda convicción:

-Yo quiero ser mejor cada día. Cuando me llamaste vos estaba estudiando. Y desde hace 20 años no dejo de estudiar. Por más que alguien te diga no estudies más, si cantas fenómeno, yo no dejo de estudiar.

A veces solo con su guitarra, otras con una gran orquesta.

Martín Alvarado, igual que aquel mediodía en San Juan y Boedo, empieza a cantar un tango.

Puede ser en Moscú o en Buenos Aires. El aplauso del público -finalmente- es un veredicto universal.