El 15 de noviembre de 2017 cuando un conocido que trabaja en el Edificio Libertad llamó a Guillermo Tibaldi, retirado de la Armada, para contarle que el comandante del submarino San Juan no se había comunicado, él supo que había pasado algo grave. “Empecé a hacer el duelo desde ese día”, admite en diálogo con Infobae desde Carlos Tejedor, en la provincia de Buenos Aires.
A Tejedor llegó el jueves. Cuando le faltaban 10 kilómetros vio que ya lo estaban esperando grupos de vecinos, los alumnos de una escuela especial y también varios periodistas. Tibaldi pasó en la ciudad bonaerense el viernes 15, día en que en 2017 se dio a conocer la última comunicación del ARA San Juan a las 7.30 de la mañana y que se considera la fecha de su desaparición.
Tibadi, con 64 años, Capitán de Navío, submarinista retirado de la Armada Argentina, embarcó el San Juan cuando llegó al país y pasó la mayor parte de su carrera abordo del submarino, del que fue durante dos años comandante. Tras el hallazgo de los restos del buque hace un año, se propuso un desafío: la “Expedición homenaje al submarino San Juan y sus 44 tripulantes”.

“Cuando planifiqué esto, cuando se me ocurrió, estaba entrenándome para correr un Iron Man. Corriendo por la costa de Mar del Plata, cuando nadaba, me tiraba al mar y realmente no había vez que no pensara en los 44. Un día se me ocurrió poder hacer este homenaje y lógicamente con la primera que consulté fue con mi familia, con mi esposa, y me dijo ‘hacelo, si te parece nosotros te apoyamos. Me parece bien. No te quedes con las ganas de poder homenajear a tus camaradas’”, resume el germen de la idea y las primeras tratativas. También pidió autorización a la Armada y a los familiares con los que pudo hablar.
El desafío. Al cumplirse dos años de la última zarpada desde la Base Naval Mar del Plata el pasado sábado 26 de octubre, acompañado por el lema “Desde su muelle, a lo más alto de la Patria”, comenzó su travesía para trasladar desde ese muelle, sin la utilización de ningún medio mecánico, unas veces trotando, otras caminado, una bandera argentina con los nombres de los 44 tripulantes hasta la cumbre del Cerro Aconcagua en Mendoza.
“He realizado otro tipo de aventuras, de expediciones, sobre todo expediciones homenaje y expediciones solidarias. He tenido la suerte de escalar el Aconcagua y podido donar su altura de leche a escuelas rurales próximas al cerro”, le cuenta Guillermo a Infobae, y agrega que esta “posiblemente sea la última”. “Sin duda es la más grande que me he propuesto, desde el punto de vista físico y desde el punto de vista psicológico”, admite.

Además aclara que su recorrido también tiene otros dos objetivos. El primero: dar charlas en escuelas, universidades y lugares que lo convoquen para hablar de la vida a bordo de un submarino, de la historia del San Juan, del mar. El segundo, recaudar fondos para -al finalizar la Expedición- realizar construir un memorial en la Escollera Norte marplatense.
“En la página web que es www.expedicionhomenaje44.com están los datos y los nombres de la gente que ha colaborado y de las empresas que van colaborando y ese memorial si todo va bien no me cabe ninguna duda de que se va a hacer, porque si falta dinero lo voy a poner yo”, comparte.
Y agrega: “Cuando hagamos el memorial va a tener una ‘Cápsula del tiempo’, que se va a abrir de acá a 50 años, cuando se cumplan los 50 años de la última zarpada del submarino San juan, donde va a figurar toda la gente que ha colaborado de los 100 pesos hasta las empresas que se han hecho presentes en este homenaje”.

El ex Comandante del buque del que en 2017 habló el mundo, admite que desde un primer momento no fue optimista. “Dos años atrás cuando se cumplió lo que se llama el límite del Intercom, que es la comunicación del submarino con su central de control, un amigo me llamó, él estaba de guardia en el Edificio Libertad y me dijo: ‘mirá Guillermo no se comunicó el submarino’. Habiendo sido comandante yo sé de la gravedad de que un comandante no se comunique”, repasa.
“Empecé a hacer el duelo desde ese día”, dice. Desde su experiencia “no había ningún tipo de posibilidad de que hayan sobrevivido. No sabía por qué podría haber pasado el siniestro, pero era algo realmente muy grave. Hay un periodo que se llama ‘búsqueda en comunicaciones’. Lo que hizo la Armada, no me cabe duda de que fueron los procedimientos correctos. Pero hoy en día con la facilidad en las comunicaciones uno puede imaginar lo peor si el comandante no se comunica al vencer su periodo”.
“La profesión de submarinista es una profesión de riesgo. Nosotros sabemos que es una actividad peligrosa. No hay submarinista que no haya vivido alguna emergencia”, ademite Tibaldi, que se toma unos segundos antes de responder en qué se piensa en esos momentos. “No dan mucho tiempo para pensar estas cosas. Uno piensa en los procedimientos que tiene ensayados, que tiene como para poder llevar el buque rápidamente a superficie”, contesta.

Tibaldi va registrando con una cámara cada paso de su travesía, algunos encuentros con mochileros, con gauchos a los que les cuenta su historia y que terminan queriendo participar, colaborar con su expedición y con el memorial para los 44. “Es mantener vivo su recuerdo, algo que en particular yo sentí la necesidad de hacer a la vista de tantos homenajes que se hacen en el país”, lo explica él, que además cuenta con un vehículo de apoyo que lo espera en cada posta.
Entre otras cosas que piensa en su camino al Aconcagua, dice que también hay preguntas. Y comparte una: “Algo que siempre que me preguntaba es si yo hubiera sido uno de los 44, que tranquilamente podría haberlo sido, me gustaría que un Comandante de un submarino esté haciendo esto en memoria mía. Yo creo que sí. Es un aliento para mí y de alguna manera es estrechar en un abrazo a cada uno de los 44, y a cada uno de los familiares, en especial de las madres que dieron un hijo por su patria”.
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