
La popularidad de medicamentos agonistas de GLP-1,como Ozempic, ha revolucionado el tratamiento de la obesidad, que afecta a más 890 millones de personas en el mundo, y el sobrepeso, con 2500 millones de adultos (18 años o más), según los últimos datos emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En ese sentido, investigaciones recientes sugieren que la respuesta para controlar el apetito podría estar en una opción mucho más natural y accesible: los alimentos integrales. Frutas, verduras, legumbres y frutos secos no solo aportan nutrientes esenciales, sino que estimulan la producción de GLP-1, una hormona clave para regular la saciedad y el metabolismo.
Una revisión científica publicada en 2021 en la revista Nutrients analizó cómo la interacción entre los alimentos integrales, la fibra y la microbiota intestinal modula la producción natural de GLP-1, la hormona clave en la regulación del apetito y el metabolismo. Al tiempo que resalta que los patrones alimentarios influyen tanto como los medicamentos en estos efectos.
El papel del GLP-1 en el metabolismo

El GLP-1, conocido como péptido similar al glucagón tipo 1, es fundamental en el control del metabolismo y el apetito. Esta hormona se produce en el intestino después de ingerir alimentos y desempeña varias funciones esenciales: incrementa los niveles de insulina, limita la producción de glucosa en el hígado, ralentiza la digestión y reduce la sensación de hambre.
La revisión en Nutrients afirma que la secreción y acción del GLP-1 están fuertemente condicionadas por la dieta: una alimentación rica en fibra y compuestos naturales estimula su producción, facilitando los efectos beneficiosos sobre el metabolismo y el control del apetito.
Además, el GLP-1 coordina otras señales hormonales, favoreciendo un ciclo metabólico eficiente. Esta acción interconectada ayuda a mantener un equilibrio energético y, en consecuencia, a evitar el exceso de ingesta de alimentos. Al regularse de manera natural, el sistema hormonal contribuye a una mejor gestión del peso corporal.
La fibra y los polifenoles, aliados del intestino

El factor dieta tiene un marcado impacto en la producción de GLP-1. Mary Sco, médica especializada en nutrición, destaca que la fibra es el alimento principal para las bacterias del microbioma intestinal. Cuando se consumen frutos secos, legumbres, frutas y verduras, estos compuestos se convierten en ácidos grasos de cadena corta, que a su vez impulsan la liberación de GLP-1 y la señal de saciedad al cerebro.
Según la revisión científica, la fermentación de la fibra y los polifenoles de estos alimentos mediante el microbioma intestinal genera ácidos grasos de cadena corta que activan la producción de GLP-1, promoviendo una sensación de saciedad más duradera y favoreciendo el control del peso
Además, los polifenoles, presentes en el mismo grupo de alimentos, aportan beneficios adicionales por su acción antioxidante. El sabor amargo característico de estos compuestos juega un papel inicial, activando papilas gustativas que comunican al sistema digestivo la necesidad de liberar hormonas como el GLP-1. Así, el proceso de señalización se inicia incluso antes de que los alimentos lleguen al intestino.
El aporte de las grasas monoinsaturadas

Las grasas monoinsaturadas son otro componente esencial para estimular la producción de GLP-1, según advierte el estudio mencionado. Asimismo, subraya que las grasas monoinsaturadas en la dieta, como las presentes en el aceite de oliva o el aguacate, mejora la respuesta del GLP-1 y aporta ventajas metabólicas en la regulación del apetito y el control glucémico
Es más, estas grasas consumidas en cantidades adecuadas, pueden favorecer la liberación de la hormona relacionada con la saciedad, contribuyendo a un mayor control del apetito.
El equilibrio en la dieta es fundamental; el exceso de grasas, incluso de las saludables, puede ser contraproducente. Pero una inclusión moderada de monoinsaturadas aporta no solo efectos metabólicos beneficiosos, sino también una textura y un sabor agradable a las comidas, facilitando la adherencia a patrones alimentarios saludables.
La influencia del orden y horario de las comidas

No solo importa qué se come, sino el orden y el momento del día. La revisión destaca que no solo la calidad de los alimentos, sino también el orden y la organización de las comidas influyen sobre el GLP-1: priorizar proteínas y vegetales antes de los carbohidratos, potencia la respuesta hormonal que regula el apetito y mejora el control metabólico
Este enfoque, denominado secuenciación alimentaria, favorece una mayor producción hormonal y prolonga la sensación de saciedad.
El ritmo circadiano también interviene en la regulación hormonal. El cuerpo está preparado para metabolizar mejor los alimentos por la mañana, cuando la producción de GLP-1 es naturalmente más alta, en comparación con las comidas tardías. Así, alinear los horarios de las ingestas con el reloj biológico puede potenciar los efectos positivos sobre el apetito y el metabolismo.
El impacto negativo de la dieta occidental

La alimentación moderna, caracterizada por un alto consumo de ultraprocesados, dificulta el funcionamiento óptimo de los mecanismos de saciedad. Según los expertos y diversos estudios científicos, estos productos interfieren con la señalización del GLP-1, promoviendo el aumento de peso y la aparición de desórdenes metabólicos.
En este contexto, los medicamentos agonistas de GLP-1, como Ozempic, han surgido como solución para restablecer el equilibrio hormonal en personas con obesidad.
Sin embargo, recurrir a los fármacos representa solo una parte de la respuesta, ya que modificar la dieta resulta indispensable para lograr un cambio sostenible en el tiempo.
Alternativa natural y desafíos futuros

Si bien una alimentación basada en alimentos integrales brinda beneficios comprobados, no todas las personas responden igual al cambiar sus hábitos alimenticios. Los expertos señalan que quienes padecen obesidad severa o complicaciones asociadas requieren, en ocasiones, apoyo farmacológico adicional.
La dificultad para modificar conductas alimentarias arraigadas puede limitar el alcance de las recomendaciones nutricionales en ciertos individuos. Alejándose de los fármacos, Gary Schwartz, investigador en neurociencias, sugiere que el entorno alimentario actual ha afectado los circuitos cerebrales del placer y la recompensa.
Por ello, la investigación futura priorizará estrategias dietéticas y de ejercicio que logren resultados similares a los medicamentos, combinando intervenciones clínicas y técnicas de imagen cerebral para analizar el impacto sobre el apetito y la pérdida de peso sostenible.
La importancia de una elección informada

La evidencia apunta a que la incorporación de alimentos integrales constituye el pilar de una regulación eficaz del apetito y el metabolismo.
Aunque la ciencia continúa avanzando en terapias farmacológicas, ninguna alternativa iguala hasta ahora el potencial de una dieta basada en frutas, verduras, legumbres y frutos secos para fomentar la saciedad y el bienestar.
Adoptar este tipo de alimentación podría ser, para muchos, la clave para alcanzar y mantener un peso saludable a largo plazo.
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