El síndrome de piernas inquietas podría anticipar el desarrollo de Parkinson, según un estudio

Un estudio reciente señala que aquellos con este trastorno podrían tener más posibilidades de desarrollar la patología neurodegenerativa. La importancia de una detección y tratamiento oportunos para mejorar el pronóstico a largo plazo

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El síndrome de piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas duplica el riesgo de desarrollar Parkinson, según un estudio surcoreano de 15 años (Imagen Ilustrativa Infobae)

Investigadores surcoreanos han generado nuevas perspectivas respecto a la relación entre el síndrome de piernas inquietas (SPI) y la enfermedad de Parkinson, dos trastornos neurológicos relacionados con la disfunción del sistema dopaminérgico cerebral.

El análisis de una amplia cohorte nacional señala que el SPI podría constituirse en un importante marcador temprano del riesgo de Parkinson, y apunta a que ciertas terapias farmacológicas podrían modificar el curso de esa evolución.

El SPI es un trastorno neurológico común caracterizado por una necesidad incontrolable de mover las piernas, especialmente en horas nocturnas.

Por otro lado, el Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa progresiva definida por síntomas como temblor, rigidez y lentitud de movimientos. Ambos presentan una base en alteraciones de la dopamina cerebral, aunque hasta ahora la relación de causalidad no se había esclarecido del todo.

Los resultados de la investigación
Los resultados de la investigación coreana muestran el valor de monitorear y tratar el SPI en fases precoces como vía efectiva para mejorar el bienestar cerebral y prevenir neurodegeneración (Imagen Ilustrativa Infobae)

Con el objetivo de analizar este vínculo, el equipo liderado por el Hospital Ansan de la Universidad de Corea, en colaboración con el Hospital Pohang Stroke and Spine y el Hospital Ilsan, realizó un extenso estudio de cohorte retrospectivo utilizando datos del Servicio Nacional de Seguro Médico de Corea. Publicados en la revista JAMA Network Open, los resultados provienen de un análisis de casi 20.000 personas seguidas durante 15 años, lo que otorga robustez y profundidad a las conclusiones.

Los científicos identificaron específicamente a 9919 personas diagnosticadas con SPI y las compararon con un número igual de individuos que no presentaban el trastorno. A lo largo del periodo de seguimiento, un 1,6 % de los pacientes con SPI desarrolló Parkinson frente al 1,0 % registrado entre los controles, lo que establece una duplicación en el riesgo relativo de desarrollar la enfermedad neurodegenerativa entre quienes sufren SPI.

Uno de los hallazgos más notables del trabajo surge al diferenciar a los pacientes de SPI según el tipo de tratamiento recibido. Aquellas personas con SPI que nunca recibieron terapia farmacológica llegaron a registrar la mayor incidencia de Parkinson (2,1 %) y un inicio más temprano de la enfermedad.

Científicos enfatizan que un diagnóstico
Científicos enfatizan que un diagnóstico preciso y la intervención farmacológica adecuada frenan el deterioro y permiten distinguir entre formas genuinas y señales iniciales de Parkinson - (Imagen Ilustrativa Infobae)

En contraste, los sujetos tratados con agonistas de la dopamina experimentaron una tasa marcadamente inferior de aparición de Parkinson, situada en apenas el 0,5 %, e incluso evidenciaron una edad de aparición de síntomas posterior a la observada entre los controles sanos.

Este resultado llevó a los autores a proponer que los agonistas dopaminérgicos, empleados habitualmente para aliviar los síntomas del SPI, podrían estar ejerciendo un cierto efecto protector sobre las vías motoras del cerebro involucradas en el proceso neurodegenerativo.

La vinculación biológica entre ambas condiciones se fundamenta especialmente en la alteración del sistema dopaminérgico. Tanto el SPI como el Parkinson comparten la disfunción en la transmisión de dopamina, aunque el estudio señala que la relación no necesariamente implica que uno sea la causa directa del otro.

El profesor Jong Hun Kim, director del proyecto, sostuvo que “el síndrome de piernas inquietas podría servir como un marcador clínico temprano de la enfermedad de Parkinson, especialmente en personas sin tratamiento”. Kim subrayó también que “nuestros resultados indican la existencia de heterogeneidad dentro del síndrome de piernas inquietas, lo que permite múltiples interpretaciones”.

Investigadores identifican al síndrome de
Investigadores identifican al síndrome de piernas inquietas como posible marcador temprano de la enfermedad de Parkinson

En cuanto a la dimensión terapéutica, Kim resaltó: “nuestros resultados también indican que la terapia con dopamina, utilizada para el control de los síntomas, puede conferir beneficios protectores a las vías motoras del cerebro”.

De esta manera, el uso de agonistas de dopamina, además de controlar los síntomas del SPI, podría ofrecer un beneficio adicional al retrasar o reducir el riesgo de desarrollo de Parkinson, lo que sugiere la existencia de mecanismos neuroprotectores asociados a esta clase de fármacos.

En el plano metodológico, los investigadores aplicaron técnicas analíticas avanzadas como la emulación de ensayos objetivo, que consisten en simular aleatorizaciones y controlar posibles fuentes de sesgo propias de los estudios observacionales.

Este rigor contribuye a respaldar la interpretación de los resultados, acotando la posibilidad de que la asociación hallada sea fruto de una simple coincidencia o superposición de síntomas.

Investigadores coreanos detectaron una mayor
Investigadores coreanos detectaron una mayor probabilidad de desarrollar la enfermedad neurodegenerativa entre quienes no reciben terapia; identificar y tratar a tiempo mejora la calidad de vida y podría retrasar la aparición de síntomas. (Imagen Ilustrativa Infobae)

Además, al comparar grupos emparejados y ajustar por distintos factores de riesgo, el estudio logra aislar con mayor precisión el efecto específico del SPI y sus tratamientos sobre la aparición de Parkinson.

No obstante, los autores también admiten que la asociación entre SPI y Parkinson podría deberse a la confluencia de múltiples factores aparte de la dopamina.

Este patrón dual lleva a considerar variables como la alteración del sueño crónica, la deficiencia de hierro, y posibles disfunciones en vías inmunológicas o metabólicas como componentes adicionales que actúan en la aparición de ambas patologías.

Por ejemplo, la prevalencia de problemas de sueño entre personas con SPI podría influir negativamente en la salud cerebral a largo plazo, mientras que ciertas alteraciones inmunitarias podrían facilitar procesos neurodegenerativos compartidos.

La investigación destaca la importancia
La investigación destaca la importancia de monitorear y tratar el síndrome de piernas inquietas para mejorar la salud neurológica a largo plazo (Freepik)

Las implicaciones clínicas del estudio se centran en la relevancia de identificar y tratar el SPI en sus fases iniciales. El profesor Kim enfatizó: “Monitorear y tratar el síndrome de piernas inquietas no solo puede mejorar la calidad del sueño, sino que también podría influir en la salud neurológica a largo plazo”.

Si la protección otorgada por los agonistas de la dopamina se confirma en futuros estudios clínicos, tratar el SPI podría convertirse en una estrategia preventiva frente a la neurodegeneración.

Los resultados invitan a considerar el SPI como una ventana de oportunidad para la identificación temprana y la intervención preventiva en la progresión de enfermedades como el Parkinson.

Además, sugieren que una caracterización más precisa de los pacientes con SPI, distinguiendo entre formas genuinas y manifestaciones iniciales del Parkinson, será clave para perfeccionar tanto el diagnóstico como las respuestas terapéuticas.

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