
La vacunación salva millones de vidas al año en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es por eso que se convirtió en una herramienta esencial de salud pública para personas de todas las edades. En América Latina, por citar un ejemplo, la caída en las coberturas genera preocupación entre los expertos, mientras se observa un aumento del riesgo de rebrotes de enfermedades prevenibles.
En ese contexto, especialistas advierten que la vacunación en adultos resulta fundamental para prevenir complicaciones graves, internaciones y desenlaces fatales. Aunque históricamente se asocia la inmunización a la infancia, sostener esquemas completos en los adultos resulta clave para consolidar la protección sanitaria en la región.
Impulsada desde 2003 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Semana de la Vacunación en las Américas celebra su 23ª edición entre el 26 de abril y el 3 de mayo de 2025, bajo el lema “Tu decisión marca la diferencia. Inmunización para todos”, con el objetivo de eliminar más de 30 enfermedades transmisibles para 2030. Los esfuerzos se enfocan en alcanzar poblaciones vulnerables que presentan dificultades de acceso a servicios de salud, como las comunidades rurales, indígenas o fronterizas.

Vale destacar que la OPS señala que la región atraviesa el mayor riesgo de rebrotes de enfermedades prevenibles desde 1994. Este retroceso, en parte atribuido al impacto de la pandemia, refuerza la necesidad de sostener esquemas de vacunación actualizados a lo largo de toda la vida, con especial atención en los adultos y mayores.
Sostener la vacunación en la adultez
“Hace años que estamos intentando revertir la idea de que la vacunación es solo para niños”, afirma Miriam Rozenek (MN 75773), infectóloga y geriatra del Hospital Italiano. Es que asociar este comportamiento únicamente con la infancia sería como suponer que un puente solo necesita mantenimiento al momento de su inauguración.
“La vacunación es prevención en los niños, en los adultos y en los adultos mayores. En cada etapa hay vacunas específicas que ayudan a evitar complicaciones graves, hospitalizaciones y hasta la muerte”, agrega la especialista.

Sostener esquemas completos de vacunación a lo largo de toda la vida, incluso en personas sanas, representa una medida de prevención activa que disminuye el riesgo de complicaciones inesperadas frente a infecciones que podrían parecer menores.
De esta manera, la inmunización no solo protege a quienes tienen enfermedades preexistentes, sino que también fortalece la resiliencia de toda la comunidad frente a posibles brotes de la mano de la denominada inmunidad de rebaño o comunitaria.
En ese sentido, desde la OPS se mostraron preocupados por la caída en los niveles de vacunación en América. En este contexto, Argentina cuenta con un calendario amplio y gratuito, pero aún enfrenta desafíos para alcanzar mejores tasas de cobertura.

“El calendario de vacunación brinda la mayor protección posible. De ahí que los esquemas incompletos presenten un mayor riesgo de enfermedad”, asegura Alejandro Ellis (MN 61075), infectólogo infantil y miembro del Comité Nacional de Infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría. Es que las inmunizaciones permiten reducir la carga sobre los sistemas de salud, evitan internaciones y preservan la calidad de vida de las personas.
Impulsar la vacunación no solo representa una protección individual, sino también una estrategia sanitaria y económica que contribuye a disminuir los costos asociados a tratamientos de enfermedades graves y hospitalizaciones prolongadas. La prevención activa permite sostener sistemas de salud más eficientes y comunidades más saludables.
“La vacunación impacta directamente en la independencia funcional, en la capacidad de seguir viviendo activamente. No es solo evitar una enfermedad, es poder seguir teniendo una vida plena”, resume Hebe Vázquez (MN 58353), infectóloga y coordinadora del grupo de trabajo de vacunas de FUNCEI.

Un escudo frente a los virus
Si bien es importante estar al día con las vacunas del calendario, en los meses fríos, cuando los virus respiratorios circulan con mayor intensidad, resulta fundamental reforzar la protección contra la gripe, el neumococo y el virus sincicial respiratorio (VSR).
“El objetivo principal de las vacunas no es solo prevenir un resfriado o una gripe leve, sino evitar que una infección dispare otras complicaciones en personas con enfermedades de base. A veces una afección respiratoria aparentemente leve puede ser el desencadenante de una internación o un evento cardiovascular”, explica Rozenek.
El virus sincicial respiratorio es una de las principales causas de bronquiolitis en niños pequeños, pero también puede provocar enfermedades respiratorias graves en adultos, como la neumonía, sobre todo en personas mayores de 60 años y en quienes tienen enfermedades crónicas como asma, EPOC, diabetes o insuficiencia cardíaca, según precisan los expertos.

“En los adultos mayores, el VSR puede causar síntomas muy parecidos a los de otras infecciones respiratorias, como la gripe o el COVID-19. Justamente por eso, muchas veces no se diagnostica correctamente y se subestima su impacto. Esto es un problema, porque el VSR no solo puede provocar una infección respiratoria grave, sino que también puede empeorar enfermedades crónicas preexistentes. En estos casos, aumenta el riesgo de hospitalización y de complicaciones que pueden afectar seriamente la salud”, explica Vázquez.
Más allá de las enfermedades respiratorias, los especialistas insisten en la importancia de sostener la vacunación frente a mitos y desinformaciones que persisten en la actualidad.
“Las vacunas tienen décadas de trayectoria y han demostrado su eficacia en la prevención de enfermedades. Las más nuevas también son seguras: antes de aprobarse, pasan por ensayos clínicos muy rigurosos”, indica Vázquez.

La concientización resulta clave en este proceso. “La educación, en forma empática y asertiva, ha demostrado que modifica significativamente la conducta de vacunar, tanto en niños como en adultos. Como pediatras y médicos de la familia, nuestro rol debe ser ayudar a que los padres también estén inmunizados con las vacunas que correspondan a su edad y condición”, destaca Ellis.
Por su parte, Rozenek suma: “Muchas veces la vacunación no es una prioridad para los adultos, que consultan por problemas más urgentes, mientras dejan relegada a la prevención. Por eso es importante que los profesionales de salud tomen la iniciativa y hablen activamente de vacunación en cada consulta”.
“Un estudio liderado por la OMS en 2024 reveló que en los últimos 50 años las vacunas salvaron 154 millones de vidas en el mundo, lo que equivale a seis vidas por minuto cada año. Por eso, no hay que perder de vista que son seguras y efectivas y constituyen un derecho, una obligación y un acto solidario”, concluye Vázquez.
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