
Un reciente estudio realizado ha revelado que estar enojado durante sólo 8 minutos puede tener efectos adversos significativos en los vasos sanguíneos, lo que podría incrementar el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular. Los hallazgos sugieren que los arrebatos de enojo, aunque sean breves, pueden cambiar el funcionamiento de los vasos sanguíneos y brindar una explicación a por qué algunas personas experimentan estos eventos durante explosiones emocionales.
El estudio, dirigido por Daichi Shimbo de la Universidad de Columbia en Nueva York, involucró a 280 adultos jóvenes en aparente buen estado de salud. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a una de tres experiencias diferentes que inducían ira, ansiedad o tristeza durante 8 minutos, o simplemente a contar hacia arriba como medida de comparación.
Cómo fue el procedimiento del estudio
Durante el estudio, se tomaron diversas mediciones de salud circulatoria. Incluyó muestras de sangre, monitoreo de la presión arterial y medición de la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse en respuesta a un procedimiento estándar.
A diferencia de otros grupos, que incluyeron aquellos expuestos a ansiedad, tristeza y el grupo de control, las personas que se les pidió que pensaran y hablaran sobre una experiencia reciente que les hizo enojar sufrieron una caída en su capacidad de dilatación de los vasos sanguíneos que duró unos 40 minutos. Este hallazgo es significativo, dado que una menor capacidad de dilatación está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de ataques cardíacos.
“Es posible que estos efectos ocurran de forma rutinaria durante el día o la semana con consecuencias potencialmente a largo plazo”, escribieron los investigadores en su artículo. “Los episodios repetidos de una emoción negativa pueden afectar la fisiología cardiovascular con el tiempo, causando daños irreversibles”, dijeron.

Los efectos del enojo
Andrew Steptoe del University College London reveló que los efectos de la ira sobre el funcionamiento de los vasos sanguíneos son coherentes con observaciones previas de que los ataques cardíacos pueden ser provocados por emociones intensas. “Los ataques cardíacos en ocasiones parecen ser desencadenados por emociones intensas”, dijo Steptoe.
Sin embargo, reconoció lo difícil que puede ser para las personas controlar sus emociones. “No es necesariamente fácil para la gente dejar de enfadarse. Si las personas tienen problemas graves, existen intervenciones para controlar la ira, pero para algunas de estas emociones es bastante difícil modificarlas muy bien”, comentó.
Otros estudios también han respaldado la conexión entre experiencias emocionales intensas y eventos cardíacos. Por ejemplo, se ha encontrado que en la hora previa a un ataque cardíaco, las personas tienen más del doble de probabilidades de haber experimentado enojo o malestar emocional que durante el mismo período de una hora del día anterior.
Glenn Levine del Baylor College of Medicine en Houston, Texas, afirmó: “Aunque no se han dilucidado todos los mecanismos sobre cómo los estados psicológicos afectan la salud cardiovascular, este estudio nos acerca claramente un paso más a la definición de dichos mecanismos”.

Estos hallazgos resaltan la importancia de entender cómo las emociones negativas, y particularmente la ira, pueden tener un impacto directo en la salud cardiovascular. Se observó una disminución en la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse correctamente en el grupo de enojo y esa respuesta no ocurrió en las personas asignadas a las experiencias de ansiedad o tristeza, ni en el grupo de control. Esto indica que la ira puede tener un efecto único y más pronunciado en la fisiología cardiovascular comparado con otras emociones negativas.
La investigación continúa en la exploración de estos mecanismos, con la esperanza de desarrollar intervenciones efectivas para mitigar los riesgos asociados con emocionales intensas.
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