"Hasta las manos", "Quemado", "Filtrado", "A mil", "Pasado de rosca" son algunas de las metáforas que ponen en palabras esa sensación de angustia que experimentamos frente a las múltiples y diversas obligaciones cotidianas, y que ya son parte de cierta cultura del estrés que vivimos en las grandes ciudades. "El nivel de vida estresante, permanente y crónico favorece los estados depresivos", asegura el doctor Abel Fainstein, Premio Konex 2016 y uno de los referentes más importantes del psicoanálisis en nuestro país.
Según la Organización Mundial de la Salud, la depresión afecta a 1 de cada 20 personas en la Argentina y a 300 millones en el mundo. La incidencia de esta enfermedad aumentó un 20 % en la última década y se convirtió es una de las mayores causas de discapacidad y ausentismo laboral a nivel global. En diálogo con Infobae, el reconocido médico psiquiatra afirma que los dispositivos tecnológicos producen un estado de tensión crónico que puede enfermarnos y propone hacer una lista de prioridades para adecuar nuestros ideales a las posibilidades reales, sin frustrarnos.
—¿Cuántos argentinos sufren de depresión?
Me parece que es una cifra difícil de cuantificar. Es muy importante diferenciar la enfermedad depresiva de las personas que están deprimidas por alguna situación particular en sus vidas como la pérdida de ser querido o no tener trabajo. Extraoficialmente, podemos decir que hay un 25 % de personas que en algún momento de su vida se sintió deprimido.
—¿Qué dice la OMS sobre la depresión?
La Organización Mundial de la Salud afirma que es una de las causas principales de morbilidad, que es lo que los especialistas llamamos daño posible. Produce mucho sufrimiento en la gente y potencialmente también, enfermedades físicas además del riesgo de suicidio. A mí me parece que una de sus razones es el ritmo de vida contemporáneo. Vivimos en una cultura y en una sociedad muy demandante y con agendas muy estresantes.
—Las nuevas tecnologías, ¿aceleran el estado depresivo de las personas?
No diría que aceleran, pero sí potencian la posibilidad de padecerlo. Porque producen un estado de tensión en forma crónica. Y vivir así, enferma. Esto no quiere decir que todos los que miran su smartphone más de 80 veces por día vayan a terminar deprimidos. Quiero ser claro en esto, para enfermar se tienen que conjugar varios factores, entre otros tener predisposición genética, porque en algunos casos es hereditaria.
—¿Cómo hacemos para vivir saludablemente en esta era de hiper conectividad?
Uno debería poder achicar un poco el nivel de estímulo. Me parece que todos somos conscientes de la presión en el cual la cultura nos exige estar. No tenemos por qué desesperar. Hay que hacer una lista de prioridades y adecuar nuestros ideales a las posibilidades reales. Poder bajar los factores estimulantes y estresantes nos permitirá vivir mejor y eso a la larga, nos va mantener más sanos.
—¿Qué pasará en el futuro si seguimos con este ritmo de vida? ¿Habrá más personas deprimidas?
Es previsible que vayan en aumento la depresión, las enfermedades cardiológicas y también las digestivas. El otro día leí, por ejemplo que va a haber menos puestos de trabajo por la tecnificación y los robots. Si eso sucede, el panorama no es bueno. Los hombres tenemos incorporado el trabajo como valor, creemos que nos hace bien y si no tenemos empleo nos ponemos mal. En el mundo que se viene, la falta de trabajo va a tener mucha influencia sobre la salud de las personas. Puede llegar a requerir de generaciones enteras cambiar el modelo que considera al trabajo como señal de éxito.
—¿Cuál es la clave para bajar los niveles de estrés y ansiedad?
Básicamente, tener ideales menos exigentes. Cuanto más adecuemos nuestros objetivos a las condiciones para lograrlos, vamos sufrir menos. En realidad de lo que estamos hablando es, lisa y llanamente, de la desilusión que es la sensación de que las cosas no son como uno quisiera. Es la depresión del no logro. Cuando uno se desilusiona respecto de algo que tenía en la cabeza, aparecen las condiciones para deprimirse.
—¿Qué va a pasar con la depresión en 100 años?
Creo que podemos atenuar la presión exitista que en sí misma es totalmente dañina. Me parece que tenemos que adecuar las expectativas a la realidad en la que vivimos y por otro lado tratar de cambiar algo para que el futuro sea más alentador.
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