Alberto Fernández evalúa designar a un exdirigente del Partido Comunista como embajador en Venezuela

Se trata de Oscar Laborde, actual diputado del Parlasur, que es respaldado por el kirchnerismo duro y llegaría a Caracas cuando la Casa Blanca busca aislar a los aliados de Vladimir Putin en América Latina

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Alberto Fernández, Oscar Laborde y Cristina Fernández de Kirchner
Alberto Fernández, Oscar Laborde y Cristina Fernández de Kirchner

Una jugada política que alinea a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner con los intereses geopolíticos de la Casa Blanca puede desembocar en la designación de Oscar Laborde como embajador argentino en Venezuela. Laborde fue un reconocido dirigente del Partido Comunista, con potente influencia en el Parlasur, que llegaría a Caracas para relanzar los vínculos diplomáticos con Nicolás Maduro y apoyar una operación preventiva de Joseph Biden destinada a evitar que la guerra de Rusia contra Ucrania transforme a Europa en un rehén de Vladimir Putin por su dependencia energética.

El Presidente y la Vicepresidente coinciden en Laborde como probable sucesor de Eduardo Porreti, un embajador de carrera que llegó a Venezuela en tiempos de CFK y que continuó su trabajo profesional con Mauricio Macri y Alberto Fernández.

En la Cancillería ponderan el trabajo profesional de Porreti, pero hasta ahora no le avisaron que regresaría a Buenos Aires en las próximas semanas. Laborde no sólo llegaría a Caracas para satisfacer las aspiraciones diplomáticas de Cristina, sino también para facilitar una movida geopolítica de Washington que Alberto Fernández protege como un secreto de Estado.

La vicepresidente ya coronó embajadores en distintos regímenes autoritarios -Nicaragua, Cuba y Rusia-, y siempre tuvo aspiraciones de colocar a un representante diplomático que suceda a Porreti. El Presidente no soporta la monserga ideológica de Maduro y le daba lo mismo que Porreti se quedara en Caracas. Pero inició la guerra de Rusia contra Ucrania, y todo cambió en América Latina.

Alberto Fernández y Joseph Biden durante un encuentro informal en el G20 de Roma
Alberto Fernández y Joseph Biden durante un encuentro informal en el G20 de Roma

No es la primera vez que Estados Unidos se apoya en dictadores para cumplir con sus intereses estratégicos en la región. Washington respaldó el golpe militar de 1976, y apoyó a Alfredo Stroessner en Paraguay, Fulgencio Batista en Cuba y Manuel Antonio Noriega en Panamá, por citar ciertos casos emblemáticos.

La condena al régimen de Maduro es una cuestión de estado para la Casa Blanca, pero la invasión de Rusia a Ucrania está forzando un giro realista en la administración de Joseph Biden. No está descartado que Occidente decida cancelar las compras de gas y petróleo al Kremlin, y en ese caso, Biden debe garantizar a sus socios europeos que tendrán la energía suficiente para afrontar sus requerimientos habituales.

Putin es un socio estratégico de Maduro, el régimen chino invirtió más de 50.000 millones de dólares en Venezuela, y la inteligencia cubana instruyó a las fuerza regulares e irregulares que operan bajo las órdenes del régimen que inició Hugo Chávez. Nada sucede en Caracas sin la venia de Moscú, Beijing y la Habana.

Pero Biden apuesta al realismo y abrió un backchannel para explorar opciones con determinados burócratas que responden a todos los deseos de Maduro. Venezuela puede aportar la energía que Europa ahora compra en Rusia, y el presidente de los Estados Unidos busca opciones en un tablero internacional que está dislocado por la guerra en Ucrania.

Alberto Fernández y Santiago Cafiero durante una reunión en la quinta de Olivos
Alberto Fernández y Santiago Cafiero durante una reunión en la quinta de Olivos

No será un hecho inédito que Alberto Fernández actúe como un fixer de los Estados Unidos. Ya sucedió con Donald Trump, pese a sus diferencias ideológicas y personales. El presidente argentino logró que Maduro legalizará la detención de seis ciudadanos americanos que estaban desaparecidos en las mazmorras del régimen venezolano. Fue un pedido de Trump que Alberto Fernández cumplió con precisión y reserva.

La tarea ahora es más compleja. Biden necesita que la diplomacia regional facilite la posibilidad de tener gas y petróleo de Venezuela para Europa, si finalmente el conflicto en Ucrania desemboca en un bloqueo a las compras de combustibles que comercializan empresas globales bajo las instrucciones de Putin.

Laborde tiene un perfil ideal para esta tarea secreta. Sabe de inteligencia por sus años de dirigente comunista, asume las necesidades de Washington y entiende cómo piensa Maduro.

El futuro embajador político -no es de carrera- llegaría a Caracas antes que inicie el invierno en la Argentina.

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