La UE está pendiente de las definiciones de Fernández sobre el acuerdo de libre comercio y Venezuela

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Adrián Escandar
Adrián Escandar

La actitud del presidente electo Alberto Fernández respecto al acuerdo de Libre Comercio entre la Unión Europea y el Mercosur, así como el papel que defina para Argentina a nivel regional en la resolución de la crisis de Venezuela, marcarán el futuro de la relación del país con los aliados del Viejo Continente, algunos de cuyos apoyos necesitará para renegociar la deuda con el FMI.

Los lineamientos geopolíticos del nuevo presidente peronista respecto a otros actores internacionales claves, como China, Rusia e Irán, también condicionarán la relación birregional y con los aliados europeos.

Por otro lado, la prioridad que Fernández le dé a dos cuestiones de su agenda que responden a reclamos internos, como la ley del aborto y la soberanía de las islas Malvinas, determinará por un lado la complicidad y cercanía de su gobierno con el papa Francisco-, y por el otro, el nivel de conflictividad con el Reino Unido.

“Cuando se supo del cierre del acuerdo EU-Mercosur, Fernández manifestó reparos, pero se trata de un acuerdo en el que el gobierno español y la Unión Europea pusieron mucho esfuerzo y, evidentemente, una postura de confrontación no será bien recibida”, asegura Carlos Malamud, especialista en Relaciones Internacionales de la UE con América Latina del Real Instituto Elcano, de Madrid.

Durante su visita a la capital de España en septiembre, en plena campaña electoral, Fernández reiteró sus críticas al acuerdo UE-América Latina, al asegurar que la integración se tiene que lograr pero “no a costa de seguir perjudicando a la Argentina”.

El entonces candidato del Frente de Todos defendió la reindustrialización del país y subrayó que Argentina no puede “seguir condenada a vender productos primarios”, y tiene que buscar “puntos en común para profundizar los acuerdos con Europa”, recordando que todavía hay un margen de dos años para concretar el acuerdo de Libre Comercio.

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“Fernández insistió mucho en la necesidad de renegociar el acuerdo UE-Mercosur, pero en la parte comercial no hay margen. Si se abre en algún sentido implicaría que no se va a volver a cerrar más. La parte comercial es intocable y es la más sensible del kirchnerismo/peronismo que intenta proteger en exceso la industria nacional”, sostiene Maladumd.

No obstante, el experto cree que el próximo gobierno argentino –al menos en una primera etapa- no optará por el enfrentamiento con la UE ya que “necesitará de aliados para renegociar su deuda con el directorio del FMI”.

“Si da una patada al tablero de la UE no tendrá una posición muy favorable”, dice el experto en Relaciones Internacionales.

“Fernández sabe que lo que necesita Argentina es estabilidad, no otro cosa, porque los problemas financieros están sobre la mesa. La aproximación de la UE es pragmática, y si se mantiene una política moderada, y no hay un giro muy fuerte, no se producirán un alejamiento”, afirma por su parte, Anna Ayuso, investigadora para América Latina del CIDOB, un centro de Estudios Internacionales con sede en Barcelona.

Por otro lado, la UE tiene sus propios problemas internos para concretar el acuerdo UE-América Latina, destaca la experta, quien también recuerda que el hecho de que el Ministro de Exteriores español, Josep Borrell, vaya a asumir como jefe de la diplomacia europea, aportará una “mayor sensibilidad y acercamiento a los temas Latinoamericanos”, lo que será beneficioso para la relación con Argentina.

Otro de los mensajes que lanzó Fernández en Madrid fue que una tarea prioritaria de su gobierno sería “reconstruir la unidad Latinoamericana”, en referencia a su idea de revitalizar el Unasur, el proyecto de Néstor Kirchener que fue desarticulado por los gobiernos neoliberales que llegaron al poder en la región.

En la misma línea, el Presidente electo insinuó que si llegaba a la Casa Rosada, con él Argentina abandonaría el Grupo de Lima, un foro que fue creado por la derecha regional con el aval de Estados Unidos y la UE, que apoya al presidente “interino” Juan Guaidó y su estrategia para forzar unas nuevas elecciones en Venezuela al considerar ilegítimo el mandato del mandatario venezolano Nicolás Maduro.

Según Fernández, "el hecho de que Argentina sea parte del grupo de Lima y esté tan condicionada a las políticas norteamericanas nos ha hecho retroceder mucho como país".

El presidente electo tiene una mirada crítica sobre el régimen de Maduro, pero asume que el Grupo de Lima ejecuta la policía de Washington en la región y, por lo tanto, comparte la posición que defienden México y Uruguay, cuyos gobiernos no reconocieron a Guaidó y todavía confían que es posible negociar una salida a la actual crisis con Maduro.

Una eventual posición rupturista de Fernández complicaría la relación con Estados Unidos, y tampoco sería vista con muy buenos ojos por la UE, ya que el grupo de Lima es un ámbito en el que se juegan actualmente los balances de poder geopolíticos en la región, tanto la influencia del bloque europeo sobre la preeminencia de Estados Unidos, y de otros actores internacionales como China o Rusia.

A pesar de ello, Ayuso cree que “ya hay otras voces que piden moderación, otras iniciativas, con lo que si Argentina abandona el Grupo de Lima sería algo más bien simbólico” desde la perspectiva europea.

Fernández en España
Fernández en España

España, la puerta de entrada a Europa

Tras ganar las primarias al presidente Mauricio Macri, Fernández aprovechó un viaje que tenía programado a España por compromisos académicos para enviar señales de moderación al gobierno socialista de Pedro Sánchez, al que transmitió su voluntad de mantener un vínculo prioritario con su país, que históricamente fue el puente y aliado de Argentina en la relación con Europa, y al que dijo que “hay que volver a golpear la puerta”, en este momento crítico.

Fernández fue recibido en el Congreso de los Diputados de Madrid por el grupo de izquierda Unidas Podemos, el único que muestra una afinidad ideológica. Sin embargo, a la hora de posicionarse sobre las negociaciones que resultaron fallidas para formar un gobierno progresista en España, se situó del lado de Sánchez, e incluso puso como ejemplo la “unidad” del peronismo que lo llevó a aliarse con la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner para vencer a la derecha.

“Si el aliado de Fernández es Podemos, entonces tendrá menos recorrido. Pero si busca una aproximación más institucional, las relaciones políticas entre ambos países serán más fluidas”, dijo el analista Malamud.

No obstante, España se encuentra sumida en una crisis institucional por el conflicto secesionistas de Cataluña y a las puertas de unas nuevas elecciones que tendrán lugar el 10 de noviembre, y que se presentan inciertas, ya que el bloque derecha conservador sube en las encuestas amenazando la continuidad del líder socialista, con quien Fernández tendría muchas más posibilidades de entenderse que con sus rivales.

Clima inversor

El empresariado español, segundo inversor extranjero en Argentina, “suele ser pragmático, de ahí que en la medida que haya oportunidad de negocio intentará aprovecharlo”, destaca el experto del Instituto Elcano.

Las inversiones españolas en Argentina explotaron con el conservador José María Aznar, prosiguieron con el socialistas José Luis Rodríguez Zapatero y durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, hasta que la relación sufrió un corto circuito con la expropiación de YPF a Repsol. La afinidad política entre Macri y el ex presidente conservador Mariano Rajoy permitió que la relación volviera a los causes normales.

“El tema político no va a impedir en sí mismo el clima de negocios. Se prensaba que con Macri iba a haber un aluvión de inversiones, algo que no sucedió, y ahora tampoco tiene por qué haber una retracción”, sostiene Malamud.

“Hay más temor por la situación económica e inestabilidad fiscal que al cambio de signo político del gobierno”, apunta Ayuso.

En ese sentido, “no se espera mucho entusiasmo inversor, por un lado por la situación económica en general, pero también por la particularidad de la estructura de la deuda argentina, en la que el principal acreedor es el FMI, que ante un cese de pagos es el primero en cobrar”, dice Malamud.

Portugal, el espejo económico en el que mirarse

Fernández ve como modelo a seguir al primer ministro de Portugal, el socialista Antonio Costa, artífice de un “milagro económico” que sorprendió hasta al FMI y demostró que es posible avanzar y crecer sin aplicar las recetas neoliberales.

Costa, quien revalidó su cargo a principios de octubre, es también un faro para el resto de partidos y gobiernos socialdemócratas de Europa, de ahí que el dirigente peronista le hizo una visita exprés en septiembre tras pasar por Madrid, para buscar su complicidad de cara al futuro, especialmente a la hora de recabar apoyos entre los socios europeos. Y el primer ministro portugués mostró claramente una buena sintonía.

Alemania y Francia, los “jefes” de Europa

La relación con Alemania y Francia, los países de mayor peso de la UE, estará posiblemente condicionada a las mismos factores que marcan la agenda europea.

“Ningún gobierno europeo va a vetar por a la Argentina porque cambie el signo político, ya que en política exterior son pragmáticos, ya que están en juego los intereses nacionales”, destaca Malamud.

“Nadie va a dejar de hacer negocios con Argentina, pero en función de las señales que emita Fernández va a haber acercamientos o alejamientos”, añade el experto.

La canciller alemana, Angela Merkel, ha sido una gran valedora de las políticas liberales de Macri en Argentina. De hecho, el líder del PRO mantiene un estrecho vínculo con el partido de la canciller alemana a través de la Fundación Konrad Adenauer. Con el cambio de gobierno ya no habrá esa sintonía ideológica, lo que no significa que el vinculo bilateral se vaya a deteriorar.

Además, “Merkel está en retirada, y el enfoque alemán es muy pragmático, con lo que se busca estabilidad para las inversiones”, más allá de la sintonía política.

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La relación con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, también dependerá de los asuntos que dominan la relación con Europa. Si bien Macron mostró reticencias al acuerdo UE-Mercosur, los motivos son diferentes a los de Fernández, y un intento de boicot por parte del Presidente electo sería visto como un retroceso, que lo alejaría del progresismo y lo acercaría al “populismo” que tanto intenta combatir Macron.

Por otro lado, existe la posibilidad para Argentina aproveche la brecha que se creó entre Macron y el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, a raíz de la crisis climática, para explotar su papel de interlocutor del bloque regional con la UE, aunque esto será posible si Fernández mantiene una posición de equilibrio y moderación.

“Obviamente la UE no está cómoda con Bolsonaro, y ahí Fernández tiene una oportunidad para tomar el relevo en el liderazgo progresista en un momento de muchos problemas para la región, de populismos de derecha que no favorecen el consenso”, dice Ayuso, la experta del CIDOB.

El Vaticano

La relación con el Vaticano se presenta compleja, ya que Fernández prometió avanzar en la despenalización del aborto y/o legalización, a pesar de que en el plano político y social mantenga muchas coincidencias con el papa Francisco. Esta cuestión será la piedra en el zapato de la relación, y habrá que esperar a la apertura de las sesiones del Parlamento para saber qué protagonismo tendrá esta cuestión en el futuro inmediato. También será decisivo el mensaje que quiera dar Fernández cuando decida la prioridad que le dará a su visita al Vaticano. Macri visitó al papa Francisco tras llegar al poder, pero lo hizo después de dirigirse al Foro de Davos, el centro del poder financiero y económico mundial.

Reino Unido y las Islas Malvinas

Durante el primer debate presidencial, Fernández dijo que iba a “ocuparse” de que las cosas “sean distintas” respecto a las Islas Malvinas, y anunció que con su gobierno se iba a “reivindicar el compromiso por la soberanía”.

La amenaza de endurecer la política exterior con el Reino Unido, repitiendo la estrategia política que desplegó Cristina Fernández de Kirchner cuando ocupó la Casa Rosada, quien ahora será su vicepresidenta, preocupa al gobierno conservador de Boris Johnson, quien, no obstante, está consumiéndose en un asunto más prioritario como es la crisis existencial del Brexit.

Fernández aseguró que en estos últimos cuatro años el gobierno argentino se ocupó mucho de hacer comercio con el Reino Unido sobre las Islas Malvinas y se olvidó de la soberanía. El Presidente electo estaría dispuesto a revisar todos los acuerdos diplomáticos con Gran Bretaña, aunque no necesariamente se debería producir un retroceso en lo que son algunos logros como el restablecimiento de vuelos y el proceso de identificación de ADN de los soldados argentinos no identificados sepultados en el cementerio de Darwin.

Por otro lado, el huracán que atraviesa el Reino Unido con el Brexit puede desembocar en unas nuevas elecciones anticipadas con la posibilidad de que el líder laborista, Jeremmy Corbyn, termine en Downing Street, lo que traería un aire fresco a la relación bilateral, con la posibilidad de un nuevo acercamiento.

Hasta ahora, Fernández se dirigió principalmente a sus votantes, lo que conlleva matizar sus posiciones. A partir de ahora, las señales serán también hacia el extranjero, con lo que se podrán sacar más conclusiones.

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