Dato generalizado de la política, de derecha a izquierda pasando por el superpoblado e impreciso centro: no habrá PASO presidenciales. El sistema de primarias registra quizás su mayor grado de desnaturalización y la crítica parece centrada en el costo del sistema, cuando el principal problema sería el interés de los partidos por evitarlas. La cuestión es la laxitud o la falta de límites para los acuerdos y el rechazo a la competencia para dirimir diferencias. Anoche mismo, el oficialismo y el kirchnerismo –como fuerzas mayoritarias, pero también el resto- dejaban postales de los enormes esfuerzos de criterio para evitar las PASO también provincia por provincia.
Quizá uno de los casos más originales lo anotaba la disputa larguísima y muy áspera del peronismo chaqueño, que en línea directa con el Instituto Patria de Cristina Fernández de Kirchner y con las oficinas de Alberto Fernández busca abrochar ahora las listas de diputados y senadores nacionales. El gobernador Domingo Peppo habló ayer mismo con Alberto Fernández. Y el resultado fue un acuerdo básico y tan elástico que podría ser alterado sustancialmente después de la votación de agosto.
El asunto es así: Peppo está decidido a ir por la reelección, pero Jorge Capitanich, intendente de Resistencia y ex jefe de Gabinete, no baja su pretensión de dar batalla por el mismo sillón, aunque sigue en pie la preferencia de la ex presidente para que asegure otra banca leal en el Senado. Eso demanda armar una lista única, porque divididos deben enfrentar algún riesgo con el formato chaqueño del oficialismo nacional, debilitado pero con un piso radical no despreciable.
La salida fue calificada como "provisoria" por los operadores peronistas y es por lo menos llamativa. El sábado anotarán lista única, con Capitanich como primer candidato a senador y Peppo como suplente o tercero. Pero si finalmente no hay acuerdo en la disputa por la gobernación, queda abierto el camino para renunciar y pelear la gobernación, con fractura expuesta del PJ porque no hay PASO locales y la estructura partidaria es dominada por uno de los contendientes, Peppo. Tiempo hay: la elección provincial será recién el 29 de septiembre.
El hilo del interés de la ex presidente es fácil de seguir para los conocedores de las internas y de las negociaciones con los gobernadores: busca asegurarse fuertes bloques propios, leales, en el Congreso, especialmente en el Senado. Y el punto más visible de ayer en ese tejido fue el cierre de acuerdos en territorio porteño.
El foco de Cristina Kirchner estuvo puesto en el primer candidato a senador, partiendo del cálculo de una derrota frente a las listas de Horacio Rodríguez Larreta, que hasta ayer y aún con condiciones a terminar de negociar seguía exponiendo en ese rubro a Martín Lousteau. La negociación estuvo a cargo de Alberto Fernández y la imposición central de la ex presidente fue la candidatura de Mariano Recalde. Más flexible fueron el resto de las tratativas: Pino Solanas y Victoria Donda serían el uno y dos para Diputados –aunque había algunos tironeos-, mientras que para la jefatura de gobierno de la Ciudad debuta Matías Lammens, con último tramo muy complicado y sin el brillo inicial en San Lorenzo.
No está clara aún la definición en otros distritos que eligen senadores este año. Y entre los especialmente tensos asoma Tierra del Fuego, donde Rosana Bertone fue derrotada por Gustavo Melella, con denuncias graves en su contra, pero exponente exitoso del reducido radicalismo K. Hay contactos del kirchnerismo duro y La Cámpora -empezando por el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto- con el Instituto Patria. También con Alberto Fernández. Está en discusión Bertone, que no agradaría del todo a la ex presidente, aunque mantiene aún en la derrota un nada desdeñable caudal de votos.
En el oficialismo, el esfuerzo sigue también puesto en evitar las internas o limitarlas a la menor cantidad posible de distritos. La incorporación de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vice viene operando en esa dirección y en distintos niveles, con la participación activa de Rogelio Frigerio y con papel en mano de Marcos Peña. Las tensiones de nivel nacional "fueron superadas", según fuentes de acceso a la mesa de negociaciones. Al menos, bajaron significativamente de nivel. Hubo guiños de Elisa Carrió y ayer mismo, una reunión bastante decisiva de los funcionarios referidos con los radicales Alfredo Cornejo y Ernesto Sanz.
Resultado de esa cita, el radicalismo habría asegurado lugares en listas de buena parte de los distritos para retener las bancas que pone en juego: diecinueve de Diputados y una sola del Senado, la de Angel Rozas. La incorporación de Pichetto, empujada desde la UCR por Sanz y Gerardo Morales en primera línea, saldó la discusión del escalón radical en la fórmula. Queda por definir los sitios de relieve en las dos alas del Congreso, en caso de ganar la elección. Para la Cámara baja, se sabe, María Eugenia Vidal promueve a Cristian Ritondo. Cornejo, que también tiene aspiraciones, habría dejado de lado el tema.
Otro cambio que parecía difícil, en medio de la competencia anticipada por las gobernaciones en catorce distritos, fue producido en las últimas horas desde las oficinas políticas de la Casa Rosada. Existía una cláusula –un compromiso, no una norma legal- según la cual los candidatos a gobernador no podían ser anotados después como cabeza de las listas de legisladores. Eso, sin considerar que algunos de ellos podrían retener buena intención de voto a pesar de la caída en la disputa local. La UCR no veía bien esa disposición y lo mismo habría opinado Carrió. Pichetto también fue crítico. Finalmente, esa restricción fue levantada.
Esa resolución reabrió la disputa en varios distritos. El más importante, por peso de padrón e historia reciente, es Córdoba, donde Mario Negri aparece otra vez en carrera. Pero el fenómeno es más amplio y registraría entre otras negociaciones y tironeos a Neuquén, San Juan y La Pampa.
El papel de Pichetto, en medio y tratativas aún con interrogantes, parece haber sido vital para evitar fugas y recomponer el tejido local en varios distritos: Tucumán, San Juan y más recientemente La Rioja, provincias donde –reconocen en el Gobierno- había riesgo de ruptura con los socios locales del peronismo disidente. El candidato a vice trabaja para ampliar sumas: asistió con el correntino peronista Camau Espínola a un encuentro con Frigerio y Ricardo Colombi, en Interior. Y recibió apoyo de la neuquina Lucila Crexell, presente en la conferencia de prensa dada por Pichetto el día que aceptó la propuesta de Macri.
Todas, en una y otra vereda, son señales de internas en velocidad para evitar la PASO y si es posible ampliar las fuerzas propias en cada distrito. Un ejercicio que en escala modesta realizan también sin descanso otros competidores, especialmente los socios Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey en territorios bonaerense y porteño.
Nada fácil, pero una práctica extendida y estimulante en el mundo de la política. Más complejo es saber qué grado de atención generan tales movimientos fuera de esos límites. Deberían prestar atención a algunos síntomas, sobre todo en días en que el cuestionamiento a las PASO apunta y machaca sobre al costo presupuestario, reflejo a la vez de la política entendida como cuestión ajena.
Seguí leyendo: