La Rinconada sorprende a la ciencia: descubren que vivir en la ciudad más alta del mundo altera la fisiología humana

El estudio reveló que la hipoxia extrema obliga al organismo a generar adaptaciones que podrían transformar la forma en que se diagnostican enfermedades como la anemia

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La contaminación por mercurio y
La contaminación por mercurio y la degradación del glaciar amenazan la disponibilidad de agua limpia en la región, mientras que la esperanza de vida es escasa y la tasa de mortalidad alta. (La República)

En la región de Puno, a más de 5.000 metros de altitud, se levanta La Rinconada, considerada la ciudad más alta del mundo. Este lugar, conocido por sus minas de oro y por las duras condiciones sociales que enfrentan sus habitantes, se convirtió recientemente en el centro de un hallazgo científico que busca comprender cómo el cuerpo humano responde a la falta de oxígeno en alturas extremas.

La investigación, denominada Expedition 5300, fue dirigida por el doctor Samuel Vergès, especialista del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSERM) de la Universidad Grenoble Alpes, en Francia. El estudio identificó que los residentes de La Rinconada presentan niveles de hemoglobina mucho más elevados de lo habitual, y que en quienes padecen mal de montaña crónico la sangre adquiere una viscosidad que puede derivar en complicaciones graves.

“La Rinconada es un laboratorio natural único para comprender cómo el ser humano enfrenta la hipoxia extrema”, señaló Vergès durante una conferencia realizada en Lima. Los resultados fueron publicados en la revista American Journal of Hematology, en un artículo que elaboró junto al médico peruano Gustavo Gonzales. La investigación plantea que los criterios actuales para diagnosticar anemia podrían no ser adecuados en personas que viven en estas condiciones, ya que su organismo desarrolla respuestas distintas para sobrevivir.

Una ciudad marcada por la minería y la violencia

Aunque el interés internacional se ha centrado en la fisiología de sus habitantes, La Rinconada también es conocida por su difícil realidad social. Se trata de un centro poblado que creció alrededor de la extracción de oro, bajo un sistema laboral conocido como “cachorreo”: los mineros trabajan durante todo un mes sin recibir salario, con la esperanza de que al final se les permita llevar consigo el mineral que logren encontrar.

Este esquema, vigente desde hace décadas, mantiene a miles de personas en un ciclo de explotación y riesgo permanente. Los socavones superan los mil metros de profundidad, las jornadas son extenuantes y la seguridad laboral es prácticamente inexistente. Además, la ausencia de servicios básicos, la contaminación por mercurio y la precariedad de las viviendas hacen que vivir allí sea una prueba de resistencia diaria.

La falta de presencia estatal ha dado paso a altos índices de violencia, trata de personas y prostitución, problemas que se suman a la contaminación ambiental y al consumo excesivo de alcohol. Quienes residen en La Rinconada suelen advertir que salir de noche implica exponerse a robos y enfrentamientos armados. La ciudad, con alrededor de 12 mil habitantes registrados en el censo de 2017, recibe además a una población flotante que llega atraída por la minería, lo que agrava la falta de control y organización.

Ciencia para entender la vida en el “techo del planeta”

El trabajo desarrollado en La Rinconada ha despertado gran interés en la comunidad médica, porque abre nuevas líneas de estudio sobre cómo los seres humanos logran adaptarse a entornos donde la presión de oxígeno es extremadamente baja. Esta información resulta clave no solo para el Perú, sino también para países con poblaciones que habitan en la cordillera de los Andes o en otras zonas de gran altitud.

Según los investigadores, estas evidencias podrían contribuir a replantear los parámetros clínicos utilizados en la atención de poblaciones de altura, así como diseñar estrategias específicas para prevenir enfermedades relacionadas con la sangre y el sistema cardiovascular. En un contexto donde miles de personas deben sobrevivir en medio de condiciones hostiles, la ciencia ofrece herramientas para comprender mejor su realidad y, eventualmente, mejorar su calidad de vida.