De capilla a uno de los más importantes centros de abastos del Rímac: conoce la historia del mercado del Baratillo

Las calles del Centro de Lima guardan mucha historia entre los rincones de los jirones y cuadras, sobre todo en el distrito del Rímac, uno de los más tradicionales de la capital que fue testigo del crecimiento de la población limeña. En esta jurisdicción se encuentra La Plazuela del Baratillo, un espacio urbano impregnado de siglos de tradición y relatos.

Su origen se remonta al año 1554, cuando Jerónimo de Aliaga, regidor del cabildo, impulsó la construcción de un puente de madera y sogas sobre el río Rímac. Este primitivo puente fue reemplazado entre 1557 y 1560 por una estructura de cal y ladrillo con cinco arcos en la extensión del actual jirón Camaná, dando así vida a la Plazuela del Baratillo en el Rímac como la cabecera del puente. Este paso, reconocido como ‘El Puente de la Barranca’, lamentablemente sucumbió ante una crecida del río el 5 de marzo de 1607.

Durante la época colonial del Perú, el Arrabal de San Lázaro, hoy conocido como Rímac, servía como refugio para los esclavos. En aquel entonces, estos individuos se congregaban en días festivos en lo que era llamado ‘Feria del Baratillo’, un evento comercial donde se ofrecían variados productos a precios módicos. Con el tiempo, estas reuniones atrajeron a un público diverso, incluyendo a muchos de estratos sociales bajos, lo que llevó a la feria a sumirse en el desenfreno y actividades poco virtuosas.

Fue en 1635 cuando se colocó una cruz en la feria, destinada a la devoción de los esclavos de la época. Luego, en 1648, el padre Francisco del Castillo instituyó una procesión semanal hacia la ‘Feria del Baratillo’, partiendo desde la Iglesia de los Desamparados.

A las cuatro de la tarde, el sacerdote iniciaba sus sermones, exhortando a los presentes a seguir un camino de moral y virtud. Estas prédicas generaron grandes cambios, con numerosas conversiones y escenas de fe. En 1653, el arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, bendijo la cruz del Baratillo. Este cambio de escenario, de una feria desenfrenada a un lugar de reflexión y espiritualidad, fue un giro monumental.

Hacia finales de 1670, el padre Castillo colocó un almacén sobre un terreno adquirido al capitán Francisco Ruiz de León, financiado por el virrey Conde de Lemos. Este lugar, denominado ‘Almacén de la Santísima Cruz de Baratillo’, se convirtió en el resguardo de bancos e implementos para la enseñanza y predicación, además de servir como aula para la instrucción del catecismo.

Pocos conocen que el sermón de las siete palabras, que duró tres horas, era tradicional en el Viernes Santo. En esa fecha, el padre Francisco del Castillo salía de la iglesia de San Pedro con una pesada cruz al hombro hasta el mercado del Baratillo, desde donde iniciaba su sermón al aire libre, abierto a todos los interesados.

Con el tiempo, este almacén se transformó en la ‘Ermita de la Santa Cruz del Baratillo’. Esta obra fue fruto de los esfuerzos del padre jesuita Alonso de Saavedra, quien asumió el cargo tras la muerte del padre Castillo en 1673. Dos años después, la capilla de madera fue inaugurada para perdurar en la memoria de la comunidad.

La capilla era una estructura modesta de 15 metros de largo por 12.50 metros de ancho. Albergaba en su altar principal al Santo Cristo, la cruz de Baratillo y el Señor del Triunfo. Fue edificada gracias a los esfuerzos del jesuita P. Alonso de Saavedra.

Estuvo en pie hasta 1908, cuando fue derribada para dar lugar al actual mercado del Baratillo, abierto en 1912. Diez años después, en 1922, el arzobispo de Lima, Augusto Vargas Alzadora, honró la prédica dominical del padre Francisco del Castillo, colocando una réplica de la cruz del Baratillo en el centro de la plazuela.

En el año 2012, el mercado del Baratillo vivió un importante cambio al inaugurar por primera vez los servicios sanitarios para sus visitantes. Esta iniciativa se llevó a cabo el 21 de abril bajo la dirección del entonces alcalde, Kike Peramás. Desde entonces, este mercado se ha mantenido abierto al público, convirtiéndose en un punto crucial de abastecimiento para los residentes del distrito del Rímac. Cabe indicar que en este recinto hay una amplia gama de productos de primera necesidad.

Este lugar tradicional de la ciudad fue creado mediante Resolución Suprema el 2 de febrero de 1920, en plena época virreinal y se convirtió rápidamente en el primer suburbio de la capital, siendo conocido también como el barrio de San Lázaro o Abajo del puente.

Sus calles tienen influencia sevillana y alberga un 40 % del patrimonio cultural de Lima. Entre sus lugares emblemáticos destacan la Alameda de los Descalzos, la Iglesia Nuestra Señora del Rosario, (la iglesia más pequeña del mundo), Las Lomas de Amancaes, El Cerro San Cristóbal, el Mirador de Ingunza, entre otros. El río del mismo nombre separa a este distrito con el Centro de Lima.