
Privatizar es la denominación ideológica del saqueo. Cada vez que se llevó a cabo, significó destrucción del Estado, crecimiento de lo privado, concentración económica y aumento de la pobreza.
El periodista Carlos Pagni despliega una concepción muy unida a la realidad: la imposibilidad de lograr nuevos créditos y el consiguiente fracaso de un proyecto que unía empobrecer con endeudar, importar todo, destruyendo la industria sin lograr otra cosa que el incremento de la desocupación. En contraposición a este empobrecimiento, se inventan números con hiperbólicos éxitos inexistentes, logros de crecimiento económico que son la contracara de la realidad en la sociedad, y con perversos caprichos, por ejemplo, el de limitar el apoyo a la discapacidad, como si el cercenamiento de impuestos a los grandes grupos económicos y a los ricos no debiera estar unido a la manida pregunta que se le formula a la sociedad sobre el origen de los recursos. Si hay recursos desde dónde achicar a los poderosos, deberían existir aquellos imprescindibles, para ayudar a los necesitados.
En un mundo marcado por el proteccionismo, nuestra importación gratuita de lo que no necesitamos o de lo que producimos, ligada a aquella triste frase de José Luis Espert, según la cual “Proteger..., es cazar en el zoológico...”, demuestra la ausencia de patriotismo que se manifiesta en la miseria que estamos construyendo y en la concentración económica que lleva a los desfavorecidos a recorrer un camino de incrementos en sus gastos y necesidades, salvo en lo esencial, sus salarios.
Cierto es que la inexistencia de una oposición organizada le da una solidez al Gobierno que no tuvo en otros momentos, y también lo es que su último triunfo electoral no le sirvió para consolidar su proyecto simplemente porque era inviable. La ausencia de una alternativa jamás otorgará solidez a aquellos proyectos que no la tienen. Siempre recuerdo que la caída de De la Rúa fue el resultado de una queja social masiva, en un momento de ausencia de alternativa política, pero en esos casos los gobiernos suelen pasar por lo peor, que es no encontrar limitaciones a sus proyectos, fracturarse internamente y terminar confrontando, no con la oposición, sino con algo mucho más terrible, que es la sociedad.
Por su parte, el kirchnerismo sigue ocupando su oscuro lugar de burocracia sin rumbo y de sectarismo, cuya única función es la de facilitar la alternativa del Gobierno de turno. Aburren las supuestas encuestas que muestran un ascenso en el prestigio del actual presidente, como si se pudieran seguir falsificando percepciones sociales, que en el andar cotidiano nadie encuentra como reflejo real. La baja del consumo es absolutamente comprobable por cada uno de nosotros, y el hecho de que se consolide una minoría, dispuesta a hacer todo tipo de gastos, solo expresa el ingreso de nuestro país en ese espacio que llamamos Latinoamérica. Nosotros, como sociedad, nos diferenciábamos por tener una extendida clase media y hoy, se intenta consolidar una mayoritaria clase baja.
El Liberalismo se inicia con Martínez de Hoz, se consolida con Menem, y se retoma con Macri cerrando ese ciclo de decadencia que marca los atroces 50 años de destrucción de una sociedad integrada para transitar hacia aquella donde la riqueza sea admirada y los humildes vayan perdiendo lentamente derechos hasta quedar sometidos a un tiempo preexistente al Estado. Los hechos de corrupción se multiplican, pero en el fondo no son los mismos, no son la expresión de nuestra decadencia, sino un simple epifenómeno de dicho proceso al que estamos sometidos desde entonces.
El Gobierno fue rescatado por un préstamo de Estados Unidos que, de no haber existido, lo hubiera llevado al estallido de su pobre proyecto basado en la consigna de una libertad cuyo sentido nadie entiende. Mientras tanto, el mundo vive una confrontación entre los grandes grupos económicos y las naciones, las culturas, y así vemos que China, India, y otros países van imponiendo sus modelos por encima de un Occidente, hasta no hace tanto triunfante, y hace tiempo, ya en debilidad absoluta. Y ya que en el mundo estamos, las promesas de Trump se van desarticulando lentamente. Primero, iba a convencer a Putin de que detuviera su guerra con Ucrania, pero hasta el momento no hay noticias de sus logros. La única consecuencia positiva es haber abandonado a Europa y haber logrado, por ende, la unidad de ese continente. Luego, avanzó sobre Maduro y prometió que caería antes de Navidad, Sin embargo, las agresiones y las muertes se han multiplicado, y el dictador sigue ocupando su ominoso lugar.
El atroz y decadente libro que Milei obsequia a sus Ministros- Defender lo indefendible de Walter Block- conceptualmente implica una degradación del ser humano en todo lo que nosotros, como sociedad, hemos construido. Su sola mención desnuda las razones profundas del cuestionamiento de Milei y los suyos los actos de justicia y de solidaridad, aquel respeto por el ser humano como eje y partícipe de Occidente. Esta feroz y cruel - cuando no amoral- concepción nos lleva a retroceder a los tiempos en que la situación del ciudadano común estaba cercana a la esclavitud o era víctima de ella. La educación, la ciencia, el arte y la solidaridad fueron logros que compartimos con lo mejor de la humanidad, y hoy, merced a esta supuesta y obstinada batalla cultural, se degradan y convierten en meros ejemplos numéricos, el respeto por la condición humana pasa a ser absolutamente secundario y el capital se convierte en lo central. El Estado fue la expresión de la voluntad colectiva, y su destrucción es el triunfo del egoísmo sobre la solidaridad.
Aquella lamentable frase del menemismo, “Ramal que para..., ramal que cierra”, define una visión de la sociedad que terminó en su momento con un equilibrio fiscal cuyos resultados fueron miles de argentinos golpeando la puerta de los bancos para que sus ahorros les fueran devueltos, ahorros, que los habían convencido de realizar y que, sin piedad, decidieron usurparles después. En tiempos de Menem, era mucho lo que se podía privatizar, se refería a ahorros de generaciones que terminaron destruyendo. Lentamente, la carencia o el achicamiento de ese espacio de bienes llevó a que al no poder privatizar ni los ferrocarriles ni el gas ni la luz, los aeropuertos, terminaran transitando esta penosa privatización de la miseria, tarea a la que estamos sometidos.
La difícil situación a la que llevó la intensa lluvia reciente a quienes circulaban por una autopista privatizada en manos extranjeras, sin responsabilidades de ningún tipo, demostró que los grandes temas que se corresponden con las necesidades humanas, no pueden estar sometidos a la ganancia. La pregunta es por qué el Estado tiene que entregar a manos ajenas aquellos espacios donde debe cumplir con sus obligaciones. La estupidez cultural de que el Estado es corrupto y los privados, decentes, termina en este desarrollo de la miseria, porque el Estado debe ser responsable de sus actos. No lo fue con los Menem ni con los Kirchner ni con Macri, y lo de Milei ya es incalificable y muy peligroso. Deberíamos recuperar la visión del Estado, y no imaginar su destrucción como camino hacia una mejoría, porque el único resultado viable es el fin de la esperanza colectiva.
Tener un dólar subvaluado e importar lo que producimos desnuda un proyecto de destrucción de aquella Argentina industrial que permitió la integración social del conjunto de sus habitantes. Intentar que las grandes empresas, el petróleo, la minería, la venta de los recursos naturales, sea la última etapa de la pérdida de nuestro patrimonio nos somete a una dependencia que nos impone un deterioro definitivo.
La educación, la ciencia y el apoyo estatal a los discapacitados son el nervio de la dignidad de una patria; su destrucción, el testimonio esencial de nuestra progresiva y rápida transformación en colonia. Este tipo de proyectos jamás puede ser exitoso y, sin duda, carece de futuro. Es un modelo que ingresa en su tercer año, el espacio de su verdadero final. Cierro reiterando que Milei no es el primer paso hacia un progreso de la política, sino el último escalón de su más profunda y patética decadencia.
Últimas Noticias
El nuevo Congreso: límites y aprendizajes
La aprobación del Presupuesto 2026 en el Senado marcó un cambio de estrategia en el oficialismo, que apostó por la negociación y el consenso con bloques opositores y aliados provinciales

Una oportunidad para el hemisferio occidental
La Estrategia de Seguridad Nacional plantea un giro en el papel de Estados Unidos, exigiendo mayor autonomía a sus aliados y priorizando la seguridad del continente

La Homilía de León XIV en esta Navidad
En la Basílica de San Pedro, el Papa destacó el sentido profundo de la celebración del nacimiento de Jesús como encuentro entre lo divino y lo humano, llamando a reconocer la dignidad de cada persona
IVA sobre intereses, otra rareza argentina
Es una de las anomalías tributarias que nos caracterizan y damos por normalizadas



