El turbulento camino hacia la felicidad

El reciente retorno de Argentina a la emisión de deuda internacional contrasta con la ola de suspensiones y cierres industriales, revelando las tensiones profundas que atraviesan el modelo económico actual

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Javier Milei y Luis Caputo.
Javier Milei y Luis Caputo. El ministro anunció la semana pasada el regreso a los mercados internacionales de bonos

El viernes por la mañana, la portada de Infobae fue compartida por dos noticias que no parecían surgidas del mismo país. Una de ellas informaba sobre el anuncio del ministro de Economía, Luis Caputo, respecto de la emisión de bonos en dólares para financiar vencimientos de deuda. Esa noticia fue traducida por el oficialismo como “el regreso de la Argentina a los mercados internacionales de deuda”. La primera reacción de los mercados fue positiva porque volvió a bajar el riesgo país. El segundo titular informaba que la multinacional de alimentos Mondelez había suspendido por tres semanas a sus 2100 trabajadores, una medida que no registra antecedentes en toda su historia: pasara lo que pasara en la Argentina –y pasaron muchas cosas, realmente—esa empresa jamás tomó una decisión tan dura. La combinación de ambos titulares tal vez permita aportar elementos para entender el complejo proceso económico que sacude a la sociedad argentina.

El anuncio de Caputo generó reacciones cargadas de emotividad, como suele suceder en el mundo libertario. “VAAAAAAAAMOOOOOO TOTO...!!! Volvimos al mercado de capitales con un bono al 2029 con cupón del 6,5% bajo ley Local. El mejor de todos los tiempos...!!! LA LIBERTAD AVANZA VLLC!”, escribió el presidente, Javier Milei. Algunos simpatizantes del programa económico participaron de ese estado del alma. El economista Lucas Llach, por ejemplo, consideró casi una cuestión patriótica adherir a la emisión de bonos de Caputo. “Tenemos que forrarlos de dólares, que la tasa sea lo más baja posible. Los que apoyan a Milei, tienen plata y no suscriben... esos son los traidores!”.

Por fuera de esas pasiones casi futboleras, habrá naturalmente debates sobre el anuncio oficial, que ya se podían leer en las redes apenas horas después. El principal dato a tener en cuenta será si la tasa definitiva es la del 6,5 por ciento, como anuncia el Gobierno. Los especialistas explican que eso depende del precio de corte. Suena a una cuestión técnica. Pero si los bonos se compran más baratos que su valor nominal, la tasa crece y el 6,5 por ciento se transforma en un número engañoso. Pero en cualquier caso, la suscripción de esos bonos aliviará una vez más en el corto plazo al Banco Central, y con eso alejará la perspectiva de una crisis, al costo de reemplazar vieja deuda con intereses más baratos por nueva deuda con intereses más caros.

El anuncio se produjo en un momento en el que sonaban alarmas por todos lados. El fondo Pimco, los bancos JP Morgan, Barclays, UBS, el influyente presidente del Banco Central peruano, Julio Velardi, el Fondo Monetario, la OCDE volvieron en las últimas semanas a insistir en que la decisión oficial de no acumular reservas expone a la Argentina a una volatilidad muy peligrosa. El diagnóstico de esas organizaciones coincide con el de notables economistas de la ortodoxia local, que ya habían advertido sobre el problema antes de las dos crisis que el Gobierno sorteó gracias a la agónica intervención directa del norteamericano Donald Trump. El Gobierno, pese a esos antecedentes, insiste en que no hay apuro para comprar reservas.

La multinacional Mondelez suspendió por
La multinacional Mondelez suspendió por tres semanas a sus 2100 trabajadores en Argentina, un hecho inédito en su historia.

Mientras en un mundo ocurrían esos módicos logros financieros, en el otro, una multinacional muy competitiva como Mondelez anunciaba la suspensión de todos sus trabajadores. Para quien no la conoce, Mondelez es la fabricante de productos alimenticios muy populares como Oreo, Terrabusi o Milka. La decisión de suspender a sus trabajadores es un hecho histórico en la empresa. Nunca, ni ante la peor de las crisis, una cosa así había sucedido. La noticia se produjo en un contexto sacudido por una ola de situaciones productivas muy delicadas. En los días previos se habían multiplicado episodios de despidos, suspensiones, cierre de empresas, retiradas de emprendimientos internacionales que eran adquiridos por empresarios argentinos o reconversión de fábricas en importadoras. Marcas clásicas como Essen, Whirlpool, Frávega, SKF, Granja Tres Arroyos, Carrefour, Vea, Caromar, Yaguar, Georgalos, Verónica, Dana, Panpack atravesaban algunos de esos procesos o varios al mismo tiempo.

Ojalá se tratara de casos aislados. La Unión Industrial difundió esta semana su encuesta semestral donde se refleja el deterioro producido incluso en comparación con octubre del año pasado, cuando se vivían las consecuencias más duras de la devaluación y el ajuste con que arrancó el gobierno actual. Si por entonces el 26,5 por ciento de los encuestados contaba que su producción se había contraído en el último trimestre, ahora esa suma trepa al 40 por ciento. Un año atrás, el 33 por ciento informaba que sus ventas al mercado interno habían caído. Ahora, le sucede al 47,7. Además, el 47,5 por ciento reconoció que se atrasó en pagos. Hace un año se había atrasado un 39 por ciento. Cuando les preguntaban por las causas de ese proceso, la mayoría identificaba a la caída de la demanda interna y luego aparecía la competencia de la importación.

El tema es el centro de un debate que encuentra en posiciones antagónicas, por primera vez, al presidente Javier Milei y Paolo Rocca, el industrial más poderoso del país, cabeza del grupo Techint.

El debate entre Javier Milei
El debate entre Javier Milei y Paolo Rocca expone visiones opuestas sobre la apertura económica y la protección industrial.

Esto explicó Milei: “Me dicen que cierran algunas empresas. ¿Y qué? ¿Cuántas veces escuchamos ‘no, porque si abren la economía el sector X va a caer’ o ‘va a dejar un tendal de desempleados’? Falso, de vuelta, la falacia de lo que no se ve. Si ustedes abren la economía y determinado sector quiebra, es porque el bien que ustedes están trayendo de afuera es de mejor calidad y/o más barato. Cuando pasa eso, ustedes tienen un ahorro y ese ahorro lo van a gastar en otro bien que además es más productivo y lo quiere la gente. Con lo cual, en realidad, no se produce pérdida de empleo. Y como van a un sector que es más productivo, la economía gana en productividad. Además, como los individuos disponen de mayor cantidad de bienes, además son más felices”.

Hace dos semanas, Rocca había comentado la manera en que el mundo cambió a partir de la ofensiva china en todos los terrenos y cómo las distintas potencias empezaban a levantar muros de protección para sus industrias y trabajadores. “La apertura racional implica política industrial, entender qué cadena de valor hay que apoyar y en qué cadena de valor aceptamos otro rol. Doy un ejemplo. El año pasado importábamos 5 mil lavarropas por mes. Este año importamos 87 mil por mes. En un año pasamos de importar 10 mil heladeras por mes a 80 mil. Los clientes tienen que tomar decisiones: ¿produzco y doy valor agregado o cierro y uso la cadena comercial para distribuir productos exportados?. Ahora, ¿cómo guiamos esas decisiones? ¿Dejando que las fuerzas que presionan sobre esto actúen libremente -el exceso de capacidad en China, la dificultad en competir de nuestro país-?”.

Milei desprecia estos planteos. “Cuando hablamos de abrir la economía aparecen los parásitos prebendarios exigiendo que los argentinos paguen más caro bienes de peor calidad. ¿A ustedes les queda claro que el que está pidiendo por protección está pidiendo salarios más bajos? La protección puede ser efectivamente vía un arancel o alguna restricción o generando una política monetaria descontrolada para devaluar: todo conduce a lo mismo, reventar los salarios y aumentar los pobres e indigentes”.

Por momentos, como sucede tantas veces, Milei parece contradecir al imperio de los sentidos. Si alguien compra un celular chino porque es más barato, tiene un ahorro. Con ese ahorro tal vez se compre una heladera, que seguramente también sea china. Con los dos ahorros quizás se compre ropa…que también está entrando a carradas desde China. Con los tres ahorros puede ser que se compre un auto, que también será importado. ¿Y qué hará con todo ese ahorro? A juzgar por los números de los últimos años, tal vez se vaya a Florianópolis de vacaciones. ¿En qué momento de todo ese proceso surge una fábrica o una empresa en la Argentina?

El Gobierno celebró la compra
El Gobierno celebró la compra de aviones de guerra daneses por más de 300 millones de dólares, en medio de la crisis productiva.

Pero el Presidente está muy convencido de que los recortes de estos días son consecuencia de un proceso positivo. “El empresario prebendario que quiere defender su prebenda y que quiere cazar en el zoológico, ese sí va a estar peor. La pregunta es una pregunta de índole moral, ¿salvamos a un prebendario tiracoimas?”.

El programa económico de Milei ha sido atravesado desde el comienzo por dos preguntas. Una atañe a su sustentabilidad. ¿Es posible mantener la estabilidad con este esquema cambiario o con este ritmo de acumulación de reservas? La mayoría de los economistas sostuvieron que no. Y tuvieron razón, salvo por un detalle extraño al programa, que fue la intervención de Trump. La segunda pregunta refiere a sus costos en términos de entramado productivo y social: ¿no se trata de un esquema que tiene efectos durísimos sobre las familias, y por ende sobre la sociedad? ¿No repite pecados tantas veces repetidos de la historia argentina? Si se mira la combinación de caída del consumo con avalancha de bienes importados, todo parece indicar que sí. Pero el Presidente sostiene que es solo un paso hacia una reconversión positiva. Un error de percepción en este caso se puede pagar muy caro, en todos los aspectos.

De todos modos, el presidente atraviesa un tiempo de gracia. El miércoles celebró la inesperada primera minoría que su potencia personal logró en la cámara de Diputados. Eran solo 2 hace apenas cuatro años. Ahora son 95 que darán la vida por él. Quien pudo lograr ese milagro está en condiciones de lograr cualquier cosa. Ayer participó, además, de la ceremonia que celebraba la adquisición de aviones de guerra daneses, fabricados hace dos décadas. La operación fue encabezada por el popular mendocino Luis Petri, quien difundió imágenes de sí mismo vestido como piloto de guerra como parte de la epopeya.

Los aviones volaron rasantes por distintos barrios de la Capital antes de dirigirse a Córdoba, donde los esperaba el primer mandatario. Se pagaron más de 300 millones de dólares por esas máquinas antiguas que, al parecer, nos defenderán de eventuales ataques de otros países.

Son tiempos de victoria libertaria. O así parece.

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